Continuamos la ruta 15 (IV) por el Pla de Corts, recorriendo los tres últimos pueblos que nos quedan por visitar: Bretui, Cortscastell y Pujol.
BRETUI
Está situado a poniente del Pla de Corts, a 1.064 m de altitud en el sector occidental del Baix Pallars.
Según Joan Coromines, el topónimo de Bretui proviene del iberovasco, uniendo dos raíces: Buru, (cabeza, extremo) y Toi (un adjetivo relacionado con la abundancia).
Recuerdo de nuevo la hipótesis de Nuria Garcia Quera, que identificando que el 28% de los topónimos en el Pallars Sobirà acaban en -ui (relacionándolo derivado del latín “ull”, ojo ). En en un estudio señala que una de las características comunes que comparten estos lugares, es el gran dominio visual sobre el territorio y la conexión ocular de otros pueblos vecinos.
Es decir, son los figurados ojos de las montañas que los rodean, los que determinan el nombre según la posición geográfica respecto a ellos.
La contradicción aumenta dado que muchos de estos pueblos son de clara herencia iberovasca, tal es el presente caso según Coromines.
Lo que plantea la extraña posibilidad de que el origen de la palabra “ull” (ojo) no provenga del latín óculos y sea un derivado del iberovasco adquirido en la latinización del territorio.
También es verdad que los topónimos de origen latino son mayoría en los pueblos del Pla de Corts, lo que hace pensar en la posibilidad de que también lo sea Bretui.
Bretui formó parte del término de Montcortés del Pallars hasta 1969, integrándose a partir de entonces en el Baix Pallars.
El lugar es mencionado en textos de finales del s. XI y principios del XII, relacionados con los diezmos contributivos al Monasterio de Gerri de la Sal.
Se registran 25 familias en el siglo XIII, reuniendo más de 125 habitantes, lo que indica la importancia del pueblo en el medievo. Lo extraño es que no se tenga referencia de ningún castillo.
El 1128, Pere de Sersui añade una gran masía a los bienes del monasterio.
Propiedades ratificadas por la bula del papa Alejandro III en 1164, junto a la iglesia de San Esteban de Bretui y otras cuatro masías de este término.
En el fogaje de 1553, junto con Cabestany, Balestui, Montcortés y Mencui declaran 27 fuego laicos y uno eclesiástico, agrupando alrededor de 150 habitantes.
Desconozco las razones del éxodo, pero a mediados del siglo XIX tan solo reúne 7 familias, 39 almas, curiosamente las mismas que figurarán en 1970.
En tierras pedregosas, montañosas y de mala calidad cultivaban trigo, centeno, patatas, frutas y legumbres. Contaban con viñas y olivos con los que producían vino y aceite para la importación. Disponían de buenas y abundantes pasturas, en las que criaban ovejas, vacas y mulas. Abundaban liebres, conejos y perdices.
En 1981 se agrupan 38 habitantes y se incorpora a este siglo con 28. Continuarán disminuyendo los censados, alcanzando el mínimo de 10 almas en 2018. Se registran 12 habitantes en 2023.
Siendo la constante de muchos pueblos que hemos visitado, el número de censados no señala los que viven todo el año.
Durante casi dos décadas el único vecino fue “el Tat”. Ramon Grau de casa Tat, hijo de Bretui desde 1924.
El Xavi, llamado “El Petit”, artista del que hablamos en Arcalís, hace un justo homenaje al último personaje que siguió residiendo en la villa.
En 2020, año en el que se hace la entrevista que os remito (en catalán) y de la que extraigo el siguiente párrafo, contaba con 96 años y una lucidez extraordinaria, sencillo testimonio sintetizando un siglo de historia y el abandono del pueblo.
“…Cuando yo era pequeño, aquí, en Bretui, había setenta personas”, diecinueve casas. Una media de cuatro-cinco personas por casa. Pero hacia los años sesenta comienzan a desaparecer. Una casa, después la otra. Uno que aguanta, el otro que se acaba yendo, los que van muriendo... Todos se van marchando. La gente ya no subía, baja. Hacia Barcelona. Todos buscando otra vida. El éxodo. Emigrantes.“Entotsolats” (solos, consigo mismos). Lo dejan todo. Tristes y alegres. Yendo, dicen, hacia la esperanza, hacia el futuro…
De todas maneras y al menos desde hace varios años la comunidad en verano es suficiente numerosa como para celebrar la Fiesta Mayor el último fin de semana de Agosto.
Nos internamos por el centro del pueblo, en el que desde el primer momento, para ser un pueblo que rezaba prácticamente abandonado, nos empezamos a dar cuenta que eran bastantes las casas restauradas o conservadas con gracia, unas cerradas y otras abiertas.
Llegamos por un pasadizo a una pequeña plaza presidida por la iglesia. La redondez de los muros y la madera de su cobertura, nos evocaba circulares torres medievales.
En la espiritual plaza los niños jugaban con sus padres y en las casas reinaba la vida y orgullosa poblaba de macetas repisas y balcones, dando color a la desnuda piedra, junto al brillo del barniz de sus adinteladas ventanas. Lástima del tejado gris de uralita.
Sant Esteve de Bretui
Está catalogado el templo como “Bien Integrado en el Patrimonio Arquitectònico de Catalunya”.
Se documenta al menos desde el siglo XIX sufragánea de la parròquia de Montcortès. Actualmente está anexa a la parroquia de la Pobleta de Bellveí (Pallars Jussà).
Al lado de la fachada sur del templo se acopla el cementerio.
La Construcció actual es del segle XVIII, consta de una nave, cubierta por bóveda de cañón y flanqueada por capillas laterales.
Orientada la cabecera sin ábside hacia poniente, muestra la fachada hacia levante una puerta de arco de medio punto, sobre la que se abre un pequeño óculo, bien alineado con el eje de la cumbrera. El techo es a dos vertientes cubierto de tejas cerámicas.
En el ángulo sureste, junto al cementerio, se levanta el esbelto campanario, alto y estrecho, de planta cuadrada en un primer cuerpo y octogonal regular en un segundo alto cuerpo, dividido por una gruesa imposta, mostrando en la parte superior encalada de esta división, cuatro vanos con arco de medio punto luciendo las campanas. Corona la torre una aguda aguja piramidal octogonal con baja inflexión a la base revestida de pizarra.
Bretui llegó a contar con dos iglesias, la segunda, en el centro del pueblo y en estado ruinoso, es la advocada a Sant Antoni de Pàdua, templo de una sola nave sin ábside, del que hoy quedan muy pocos restos, un pilar-oratorio recuerda su existencia. Tengo que decir que no la identificamos en el paseo.
Surgimos por la calle pegada a la fachada norte de la Iglesia, que conduce al límite occidental del pueblo, por el que continuamos descendiendo saboreando el paisaje de su entorno.
Resiguiendo por la curva que se producía paralela a la carretera, nos situamos en la fachada sur del pueblo, continuamos caminando por ella hasta encontrarnos frente a la enorme, y por lo que parece aún en uso, mansión de Cal Peret, la que posee una capilla oratorio dedicada a San José.
Creímos poderla descubrir desde el exterior, pero no la encontramos, ni tampoco a nadie que nos guiara a ello.
Jacinto Gómez Portella, llamado "El Carlí" (El carlista), maestro de obras que presentamos en Sort, arquitecto sin título que dejó testimonios modernistas en los dos Pallars y del que se desconoce con precisión su lugar de nacimiento, aunque algunos lo señalan en Bretui, en concreto en Casa Peret.
Retomamos el camino hasta regresar al edificio que unido a Cal Peret ofrecía por debajo de esta mansión la entrada al pueblo.
Nos pareció comprender que aquella debió ser la medieval entrada sur de la villa cerrada, aunque no encontramos ninguna referencia escrita de ello.


CORTSCASTELL
El pueblo se ubica una altitud de 818 m., en la parte meridional del antiguo término de Peramea. Entre dos sierras, bajo la roca de La Costa y a la espalda del barranco de las Morreres.
Según Joan Coromines es un topónimo románico proveniente de Cortis Castellum (Castell de CORTS) Castillo de Corte.
La verdad es que hablar hoy de pueblo creo que sería demasiado, aunque aún no se ha declarado despoblado.
Aparcamos delante de lo que en su día fueron terrenos de casa Sabater (zapatero en castellano) y que en su origen se suponen el lugar en el que se alzó el castillo.
Bajo el aislado peñasco se situaba lo que me pareció era un antiguo edificio agropecuario, no sé si herederos de esta Casa o también de la única familia que en estos momentos parece residir aquí.
Se nombra el lugar por primera vez en el siglo IX, aunque las primeras noticias directas del castillo son de 1057, cuando los condes del Pallars Sobirà Artau y Llúcia enfeudan a Adolfo Mir y Radolf el castillo.
Los derechos sobre el Castillo fueron objeto durante la segunda mitad del siglo XI hasta finales del XII, de diversos pleitos, entre donaciones y apropiaciones del monasterio de Gerri de la Sal. En el año 1305 figura bajo la posesión del señor Guillem d’Erill y en 1381 de Guillem de Vilamflor.
Aunque tan solo señalan ser 4 cabezas de familia, reuniendo 21 habitantes, Madoz señala que el pueblo contaba con 18 edificios civiles, lo que indica la importancia de todas estas casas solariegas.
En tierra de baja cualidad, montañosa y pedregosa, se recogía, trigo, centeno, cebada, patatas, olivas, uva, frutas y pastos. Criaban vacas y ovejas, con una buena caza de conejos, perdices y liebres.
En la década de 1980 se reduciría a tres habitantes la población. Se incorporaron 4 censados al nuevo siglo, llegando a ser cinco en 2006. Desde 2016 hasta 2023 figuran 2 residentes en una masía, Can Xangrer.
A unos quinientos metros al sureste se encuentra el conjunto de Casa del Rei. Desconozco si en la actualidad está abandonada o no, pero está claro que sus habitantes no andan censados.
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Alrededor de Cañón Xangrer, podréis observar jóvenes nogales, curiosamente descubrimos el lugar en el que las nueces habían sido fruto de una merienda.

Santa Anna de Cortscastell
A unos 200 m al norte del pueblo, elevada sobre él, se encuentra el templo románico de Santa Anna. En el siglo X ya se tienen noticias de esta iglesia, mencionada a lo largo del siglo XI y XII formando parte del Monasterio de Gerri de la Sal.
No se vuelven a tener noticias hasta el siglo XIX, figurando como sufragánea de la parroquia de Pujol.
Incluida en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña.
La iglesia sufrió numerosos cambios a lo largo de los siglos y ha sido objeto de diversas ampliaciones y modificaciones, como la pequeña torre-campanario cilíndrica.
Para salvarla del desahucio dado el total abandono, a finales del siglo XX se inició la restauración y rehabilitación del conjunto, lo que provocó que quedara al descubierto gran parte de la obra original del siglo XII, escondida detrás de las modificaciones realizadas a lo largo de los siglos.
La mampostería, bastante oculta aún tras el blanco encalado exterior e interior, es de piedra pizarrosa unida con mortero de cal.
Es un templo de una sola nave rectangular, encabezado por un ábside semicircular orientado a levante sin ninguna ventana. Los tejados son a dos aguas revestido de teja cerámica.
El interior de la nave está dividido en tres tramos por dos arcos de diafragma rebajados y ligeramente en herradura.
En el muro sur se abre una pequeña puerta con arco ligeramente apuntado entre dos contrafuertes. Era la puerta del primer templo, a la izquierda, al entrar, podréis observar el pequeño coro, alumbrado por un deteriorado óculo y dentro de un bóveda precedida por un amplio arco apuntado.
Se muestra otra puerta en la fachada sur más grande a los pies de la torre campanario, dando entrada a una especie de atrio, con un asiento de obra a la izquierda, frente a una primitiva pica de agua bendita de piedra a la derecha.
En el ángulo sudoeste de la nave, se levanta una pequeña torre circular con tres amplios vanos de arco de medio punto, hoy sin campanas, coronada por un pequeño y singular cono revestido de teja.
La Virgen está sentada en un trono sosteniendo una bola del mundo en su mano derecha y con la izquierda arropa al niño sobre su falda. La figura del niño perdió los brazos.
Tal como venimos comprobando desde el Batlliu de Sort, un hermoso almez acompaña la feminidad del templo, aunque en este caso sea la virgen una Santa.
CANALS (despoblado)
Otro topónimo románico que según Joan Coromines es de carácter descriptivo del entorno orográfico: canales.
Las primeras noticias documentadas de la Villa son de 1083, cuando El conde Artau I vende al Monasterio de Gerri la villa de Canals, incluyendo la parroquia. En la bula de Alejandro III de 1164, entre los bienes confirmados del monasterio figura su Iglesia.
Canals compartiría municipalidad con Pujol entre 1812 y 1847. Pasando a partir de entonces, al no poder reunir 30 cabezas de familia entre los dos pueblos, a formar parte del municipio de Peramea.
A mediados del siglo XIX contaba tan solo con 4 cabezas de familia, alrededor de 21 habitantes.
El árido y montañoso territorio era muy poco acto para el cultivo, siendo el trigo prácticamente el único cereal que cultivaban. El ganado principal eran vacas y cabras, me extrañó no leer cerdos, dado que una de las actividades productivas fue la recogida de bellotas en sus extensos encinares y robledos. La caza de conejos y perdices figura abundante.
Aunque en 1960 aparecen censados 12 habitantes, se puede decir que a finales de la década de los70 había quedado totalmente abandonada la villa. Nunca llegó el asfalto al pueblo, incluso las antiguas sendas que lo unían con Cortscastell o Pujol andan hoy bastantes tramos perdidos.
Actualmentes todo está en ruinas, incluido el templo románico de Santa Eulalia de Canals del siglo XI, situado en el sudoeste de lo que fue una villa cerrada.
Al otro lado del barranco de les Morreres se encuentra el minúsculo pueblo de Pujol. Hacia allí transitamos desde Cortscastell, tres kilómetros nos separan.
PUJOL
Según Joan Coromines el topónimo está relacionado con el término Puig, proveniente del latín Podiu (m) significando: elevación, pico pequeño. Uniendo el diminutivo -olu(m) se crea Podiolo y de aquí deriva a Podiol, Pugol, Pujol…
También llamado Pujol de Peramea, se pronuncia en el habla local: Puiol. Está situado a una altitud de 834 m. sobre un alzado llano en el extremo sur del Pla de Corts, su término llega por el norte desde la antigua situación de la Cruz de término, en el cruce de los tres caminos: Cortscastell, Peramea y Pujol.
Por el sur, siguiendo la vertiente izquierda del barranco de las “Morreres” alcanza el norte del Desfiladero de Collegats. Lugar éste ocupado en el pasado por la Masía-hostal de Morreres. Actualmente es una área de pic-nic, en el que podremos contemplar el monumento a los “Raiers”.
Desde aquí parte una pista de tierra y piedrade poco más de 3 km, adecuada para ascender en 4x4, pero bastante incómoda para recorrerla con utilitario, averiguar cada año el estado en el que está antes de ascender o descender.
A unos 400 m. del pueblo, cercana a un conjunto de curvas cerradas se encuentran las ruinas de la ermita de Sant Antoni Abad.
Dominando por el suroeste la Gigante Dormida, rodean el pueblo pequeñas colinas, por el noroeste : Estossals y al noreste Caellar, lugar peculiar por la reunión de grandes rocas, de las que hablaremos después, al hacer referencia al dolmen de Pujol. Por el extremo de poniente llega el antiguo camino de Canals.
Está claro que en su día la vid fue un recurso productivo muy importante dado su nomenclatura: Vinya d'Eloi, de Vilanova, de Felipó, de l’Hereu, etc…, hoy gran parte de ellas son bosques o zonas de pasturas.
Desconozco la época en las que fueron viñas, ya que Madoz, a mediados del siglo XIX, no menciona tal cultivo.
De todas formas, le dedicamos la nota final de este post al desarrollo de los viñedos en la comarca.
Una pizca de Historia
Aunque figura alguna referencia al pueblo de Pujol en 949, la primera mención creible que se tiene es de 1081, año en que el conde del Pallars dona al Monasterio de Gerri tierras en Pujol, en las que se construirá un primer templo parroquial advocado a Sant Pere.
En la bula del Papa Alexandre III de 1164 se confirma dentro de los bienes del monasterio de Gerri de Sal dicha iglesia.
Entre 1033 y 35, la condesa Estefanía y su hijo conde Bernat entregan al Monasterio de Gerri una gran masía en los alrededores de Pujol y a finales del siglo XI se registran los impuestos de cuatro masías en la villa.
Las posesiones del monasterio en Pujol se volverán a incrementar en 1227 y 1230 con donaciones de los condes Roger y Guillerma.
En 1337 y 1338, se documentan los tributos (aceite y trigo básicamente) recibidos por Gerri de la Sal de diferentes pueblos de Pla de Corts, entre ellos por entonces múltiples propiedades de Pujol, población de la que también Sant Pere de Burgal parece recibir tributos.
Ya hablamos del dominio de Gerri de Sal sobre el Pla de Corts, manifestándose intolerante en 1420, cuando se plantea un pleito con recurso de excomunión, decretado por el abad de Gerri contra varios pueblos del Pla de Corts.
Hasta al menos 1457 constará Pujol y su iglesia propiedades de la abadía de Gerri. Pensemos que a la vez dependían de la parroquia de Pujol: Cortscastell, la masía de Moreres y la iglesia de Canals, esta última pasaría en 1904 a Peracalç.
No hay noticias de haber tenido un castillo, pero la Casa Vilanova, de la que después hablamos, mantiene en sus fundamentos del siglo XVI una masía fortificada por torreones de defensa y vigilancia.
Lo que no parece es que haya habido un crecimiento poblacional, más bien todo lo contrario. Así en el fogaje de 1553 “Pugol” declara 4 fuegos laicos, reuniendo alrededor de 25 habitantes. Tres siglos después se registran 3 cabezas de familia y 21 almas.
En tierra de buena cualidad, a pesar de su arenosidad y la aridez rocosa de las montañas, se cultivaba trigo, cebada, patatas, judías, peras, manzanas y heno. Criaban vacas y ovejas, además tenían buena caza de conejos, perdices y liebres. Tal dije Madoz no menciona la existencia de viñedos.
En el primer tercio del siglo XX llegó a tener 13 casas solariegas, reuniendo alrededor de 70 habitantes. Después de la guerra el declive será constante, llegando en 1981 a reunir 12 almas, las mismos que dos décadas después.
En 2011 se registran 19 habitantes, pero en 2024 vuelven a reducirse a 13 los censados.
La fiesta Mayor se celebra el segundo fin de semana de agosto.
El pueblo se alarga de levante a poniente, unido por una irregular calle.
Nada más incorporarnos al pueblo se presentan las dos edificaciones más singulares, la casa señorial de Vilanova y delante la iglesia de Sant Andreu.
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En Casa Vilanova aún se aprecia el noucentismo en su exterior como especialmente en su mobiliario interior.
Es una casa solariega del siglo XVI, ampliada y reformada durante siglos. A principios del siglo XIX figura propiedad de Antonio de Senaller y Jordana.
A este personaje procedente de una familia de antiguo y noble linaje andorrano, le otorgó Carlos IV en 1806 el título de barón de Senalller i Gramanet.
Al formar parte de una gran finca agropecuaria, cuenta con corrales, pajares, jardín, barbacoa, amplias zonas de cultivos, bosques….
La antigua zona residencial del conjunto, guardando puertas y mobiliario de finales del siglo XIX y principios del XX, se oferta hoy como casa rural.
La casa Vilanova dispone de un amplio comedor, sala de estar, cocina espaciosa totalmente equipada, chimenea y 7 habitaciones, todas con baño. Se pueden alquilar las habitaciones separadas o la casa entera, con una capacidad completa de entre 15 y 21 personas.
Tiene unas impresionantes vistas desde el segundo piso hacia la “Geganta adormida o hacia el desfiladero de Collegats, desde el que también podremos apreciar la actividad agropecuaria de los dueños: cobertizos, almacenes, era, depósitos…
Tiene una valoración media de 9,6 (Google), en la que al margen de la espectacularidad de la casa, destaca la atención del Joan.
También cuentan sus anfitriones con una importante actividad agropecuaria a un Kilómetro del pueblo. Al lado de la carretera podréis observar parte del ganado estabulado en verano, el resto lo mantiene en la alta montaña. Si no molestáis mucho y es posible por la temporalidad del jefe, podréis visitar las instalaciones bovinas, igual que podéis observar a las gallinas por la antigua era.
Sant Andreu de Pujol
Es una iglesia parroquial advocada al apostol Sant Andreu, de la que dependía la de Canals y Costcastell. Guarda aún el cementerio a su lado. Está incluida en el inventario del patrimonio Arquitectónico de Cataluña.
Su origen se supone románico y por lo que parece estaba advocada en un principio a su hermano Sant Pere (desconozco las razones y fechas del cambio). Las modificaciones estructurales a lo largo de los siglos han sido muchas, especialmente en siglo XVII/XVIII, por lo que pocos detalles dan fe de su origen medieval.
Es una pequeña iglesia de una sola nave. En la fachada orientada a poniente se encuentra una puerta de arco de medio punto con grandes dovelas, por encima se abre un óculo atrompetado a media altura, los dos descentrados respecto al eje central de la torre-espadaña que se alza por encima cubriendo toda la fachada. Muestra dos vanos con arco de medio punto dovelados luciendo las dos campanas y está cubierta por un tejado a dos vertientes revestido de tejas cerámicas.
Diferentes construcciones se han ido adosando al templo. Sus muros son de mampostería vista (aún quedan partes con el enlucido de cal que un día la cubrió). Se pueden apreciar bloques de tamaño medio, unos ligeramente desbastados y otros sin desbastar, de piedra marrón rojiza que caracteriza la zona.
Se pueden apreciar una serie de modernas reparaciones con mortero de cemento portland, revistiendo de gris algunas zonas. Pienso que no hubiera costado mucho continuar con la argamasa tradicional rojiza pálida, una singularidad estética de la zona que valía la pena preservar.
En su interior se guarda el pavimento característico de la arquitectura tradicional pallaresa, conformando figuras geométricas con cantos rodados.
Guarda una pica beneitera de forma semiesférica, cincelada en un bloque monolítico de 38 x 20 cm. Está decorado por un tímido friso en bajorrelieve, en el que hay grabados tres círculos que inscriben una flor de cuatro pétalos.
También conserva en su interior una talla de la Virgen del siglo XIII. Supuse, ya que no encontré referencias, que podría ser herencia de la hoy en ruinas ermita de la Mare de Déu del Roser.
Continuamos recorriendo la fachada norte de la Casa Vilanova, después de algunas edificaciones en estado ruinoso llegaremos al núcleo occidental del pueblo.
Aunque alguna edificación se mostraba restaurada modernamente, dudé que alguien habitara en alguna de ellas. La ermita de la Mare de Déu del Roser tampoco recibía visitas, su estado ruinoso era irrevocable.
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Mapa de Pujol. ICGC |
Hacia levante, continuando por la carretera, antes de hacer una curva cerrada hacia occidente, se sitúa la pequeña colina del “Caellar”, un lugar que parece haber sido bombardeada por enormes rocas, creando un paisaje mágico propicio para encontrar huellas neoliticas.
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Vista aérea de Pujol. Google maps |
Dolmen de Pujol
No dudéis en pasear por el interior de su pequeño pero frondoso bosque rocoso, al margen de buscar el dolmen.
El pretendido monumento funerario no está señalizado y se ubica detrás de los electrificados pasos limitando el tránsito bovino.
Lo apropiado es entrar por la izquierda del arbolado entorno, quitando previamente la electrificación que lo limita en su extremo (recordar siempre volverla a conectar).
Aunque os recomiendo hacerlo de esta forma, también podréis pasar por lugares que es fácil saltarla o cruzarla por debajo, pero recordar que está electrificado.
El lugar es cuadro mágico y misterioso de enormes piedras, musgo y todos los tonos del verde.
Si entráis por el lugar que os señalé, continuar por la senda limitando la parte oeste del “Caellar” hasta que el camino curva hacia la derecha siguiendo el límite norte del bosque, pocos metros antes encontraréis una pequeña senda que os introduce al interior del bosque, en unos veinte metros lo encontraremos.
El dolmen, es de dudoso origen antrópico, es decir, modificado o producido por el hombre. Por las dimensiones de la piedra superior se hace difícil entender que alguien la moviera (a menos de que fueran gigantes), aunque sí se le puede dar un sentido de aprovechamiento, de cobijo o incluso de uso funerario, pero por ahora (2024) son especulaciones, ya que no se han encontrado testimonios de ello, ni tampoco se han realizado excavaciones que favorezcan alguna hipótesis.
Nuestro próxima y última ruta 16 de la guía, recorreremos el antiguo municipio de Baén y el desfiladero de Collegats.
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Las viñas en el Pallars
Durante la Reconquista y en los reinos cristianos, tal comenté a propósito del desarrollo de la ganadería ovino-caprina en la Vall d’Asua, a finales de la alta edad media comenzaría a ser más rentable la ganadería que la agricultura (hasta entonces dominante) en los Pirineos, relegando esta última a la autosuficiencia familiar y para el alimento en invierno del ganado estabulado. Se ampliaría la predominancia de la actividad pecuaria con la expansión de la industria textil y la exportación de lana, importante comercio que duraría hasta la primera mitad del siglo XIX.
Pero si el cerdo era el animal que nos identificaba y diferenciaba frente al árabe, el vino lo acompañaba.
Por lo que la expansión pirenaica huyendo del islam, junto al ganado de los llanos ascendió la idea del cultivo de la vid, hasta entonces ausente por estos parajes.
Se produciría vino en la comarca a partir del siglo XI por iniciativa del poder señorial y eclesiástico, favorecido por un periodo climático óptimo (s.X-XII), aunque no dejarían de producirse conflictos con la ganaderos.
Están documentados los amplios viñedos del monasterio de Gerri de la Sal (XI-XV) y los de Sant Perede Burgal en la Vall d’Àneu (s. XI-XIII). Se cuenta que monjes pallareses viajaron hasta Asturias para traer buenas cepas adaptadas a la alta montaña.
En los reinos de España, en 1513, el Cardenal Cisneros reconoció una gran extensión de territorios para viñas en la comarca del Duero, entre otras cuencas más pequeñas, lo que provocaría, con la ampliación de las zonas de cultivo en detrimento del territorio de trashumancia, importantes desavenencias con la Mesta (Asociación de Ganaderos para la búsqueda de pastos y de cañadas para la circulación de los ganados trashumantes) al ver sus rutas tradicionales interceptadas por viñedos.
A mediados del s.XVI se inició la llamada pequeña edad de hielo, provocando problemas de floración y maduración de la uva y un consecuente largo periodo de adaptación de las cepas a la nueva situación climatológica.
A pesar de ello, a finales del siglo XVI la superficie de España dedicada al cultivo de la vid sobrepasaba los dos millones de hectáreas. Muchos terrenos se mostraron poco aptos para este cultivo y acabarían siendo abandonados, pero otros crecerían popularizando las cepas por su cualidad, singularidad y resistencia.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII hay un nuevo aumento de viñas, acompañado con el crecimiento de la población en dichos pueblos. Se dice que a finales de este siglo, las viñas inundaban los llanos de Rodés (Vall d’Àssua),
Durante principios del siglo XIX se constata varios problemas ambientales, Gerri de la Sal deja testimonio de grandes heladas y la muerte de muchas cepas en el invierno de 1829 y 1830, según parece los más fríos del siglo en los Pirineos. Una década después se considera finalizada la pequeña edad de hielo.
A mediados del siglo XIX en la Cuenca de Tremp se producía entre 15 y 20 millones de litros anuales en siete mil hectáreas de viñas extendidas por el Pallars Jussà y el Sobirà.
Hasta entonces, el elemento que mantenía vivo el intercambio comercial entre las dos comarcas era el de la madera, hierro, pieles y animales de pie redondo de las zonas altas del Pirineo, por el aceite y vino del prepirineo.
La crisis agraria de finales del siglo XIX tuvo unas catastróficas consecuencias, producida por la incapacidad de la agricultura tradicional y la cualidad de la tierra de poder aumentar la producción, con unas prácticas extensivas anticuadas y unas nefastas producciones causadas por la inclemencia climatológica, se le añadiría, dándole el tiro de gracia, la filoxera en 1901, provocando la destrucción total de las viñas de Isona, tres años después había colonizado la plaga la mayor parte de la cuenca del Segre y a finales de la primera década del siglo XX había asolado por completo las viñas del prepirineo y del sur del Pallars Sobirà.
Desde entonces se abandonó en el Pallars Sobirà la viña como medio productivo de subsistencia. Es curioso pensar que la plaga de la filoxera proveniente de América del Norte, provocaría que una parte importante de la población emigrara hacia América, aunque en este caso fuera al sur, especialmente hacia Argentina.
En la actualidad la denominación de origen: Costers del Segre, reúne siete subzonas: Raimat, Segrià, Pallars, les Garrigues, Vall de Riu Corb, Artesa de Segre y Urgell.
Cada una tiene un desarrollo diferente, quizás interesante y visionario es el proceso de la casa Raimat, convirtiendo un pueblo abandonado desde la guerra de los segadores, en un pueblo-bodega de una de las más valoradas marcas vinícolas catalanas. Se plantaron las primeras cepas en 1930, pero serían las cepas californianas replantadas en 1960 las que producirían un vino ecológico de alta calidad, consiguiendo en 1983 la Denominación de Origen “Costers del Segre”.
En los dos Pallars, desde principios de este siglo cuentan con catorce bodegas, de las que cuatro están en el Pallars Sobirà.
Desde 2009 en el Batlliu de Sort (Olp) se inició la recuperación de la vid en el Pallars Sobirà, El Instituto catalán de la viña y el vino (INCAVI), mantiene aquí una finca experimental con casi 30 variedades autóctonas, un proyecto de futuro que quiere promocionar las singularidades vinícolas de la alta montaña.
También se han creado las bodegas del Costers del Monteixo (Àreu), la Cota 730 (Rialp) y el último y a más altura: Esterri1030.
Por lo que parece las hectáreas ocupadas por viñas va creciendo, produciendo unos vinos frescos y profundos en suelos calcáreos, altos y con un buen contraste de temperaturas.
De todas formas, dada las dificultades ambientales que el cambio climático avecina y la poca estabilidad de su rentabilidad por la altura, es dudoso que el Pla de Corts se vuelva a repoblar de viñas.