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11 enero 2022

RUTA 6 (II) . ÀREU. S. Feliu de la força. Museo de la madera. S. Climent d’Àreu. Sta. Maria de la Torre.

En la Ruta 6 (II) visitaremos los dos núcleos vecinales de Àreu, el Museo de la Madera y en dirección a Alins conoceremos el santuario románico de Santa Maria de la Torre.



ÀREU


El Pueblo está dividido en dos núcleos vecinales bien separados, situados a 1.220 m. al pie del Monteixo o el también llamado “Puig d’Àreu” (2.905 m.)


Joan Coromines sugiere que Àreu proviene del celta “ahora” y del euskera “Otz”, significando: campos fríos.


Es el último pueblo del histórico camino que unía el Pallars Sobirà con los pueblos de l’Algiere por el puerto de Boet (también llamado de Àreu). Tengamos en cuenta que hasta el siglo XVIII el comercio de la Vall Ferrera se dirigió hacia Francia más que hacia Sort, dada la mayor proximidad y una mayor rentabilidad comercial.


En la actividad censal del s.XVI se contabilizaron 75 almas. Dos siglos después eran casi dos centenas y a mediados del siglo XIX se habían duplicado.


El ayuntamiento de Àreu fue creado en 1812 a partir de la constitución de Cádiz, duraría hasta 1927, incorporándose desde entonces al municipio de Alins. Desde 1950 es una “Entidad Municipal descentralizada”.


A partir de finales de ese siglo y especialmente después de 1920 se producirá un continuo descenso de habitantes, estabilizándose con un  centenar en 1970, sin  altibajos no dejó de disminuir hasta incorporarnos a este siglo, no volviendo a recuperar el centenar de habitantes hasta 2010, pero una década después el número de habitantes será el mismo que en el siglo XVI, en 2022 son 67 los censados


Su producción continúa basándose en la madera y la ganadería, pero como veremos, el turismo rural y el tradicional de alta montaña, juegan en la actualidad un importante papel en su economía. Una clara muestra de ello es la cantidad y variada oferta de Hospedaje en la villa.




Festejos


La Fiesta Mayor es el fin de semana más próximo al 1 de Agosto (Sant Narcís).

Durante su carnaval de añeja tradición nos invitarán a disfrutar de: “la vianda, baile de la Passa, disfraz de la sábana, calderada popular y baile toda la noche degustando su plato típico: “relleno de carnaval”. 


La ascensión al Monteixo por la “cuita del sol”, es una leyenda novelada convertida en carrerala milla vertical de Àreu (la única milla vertical de los Pirineos). Con ella nació el festival de montaña de la Pica d’Estats”.


Se creó la leyenda literaria que en la víspera de la fiesta mayor de Àreu se realizaba la ascensión al Monteixo en la llamada cuita del Sol, consistente en una carrera entre los solteros del pueblo. 

Se salía de la plaza Mayor justo en el momento en el que la sombra cubría la plaza, con el objetivo de llegar a la cima del Monteixo antes de la puesta de sol. El premio consistía en escoger la muchacha soltera para el baile de gala en la fiesta mayor.


A principios de este siglo se retomó la leyenda convirtiéndola en carrera, por lo que si estáis en buena forma, durante el segundo fin de semana de junio podréis competir recorriendo los 3,6 Km con 1685 m. de desnivel positivo acumulado. Todo un reto deportivo, especialmente si se tiene que hacer compitiendo con la velocidad del sol en desparecer.


Aunque si no es lo vuestro la dura carrera, dentro del festival también podréis disfrutar de numerosas rutas guiadas, exposiciones, el museo de la madera, la casa del herrero, gastronomía, feria de artesanía… Un fin de semana perfecto para conocer Àreu y su espléndido entorno.



Descendiendo desde el Pla de la Selva, antes de pasar las primeras edificaciones del núcleo vecinal de la “força de Àreu” aparcamos.

Dado que el ascenso a los fundamentos del castillo medieval se puede hacer por un sendero paralelo a las fachadas posteriores de las primeras edificaciones por su vertiente noreste.


LA FORÇA D’ÀREU


Separado del núcleo vecinal de Àreu de abajo, está asentado el pequeño núcleo poblacional en la falda rocosa sobre la que se levantó la fortaleza medieval.


El término “força” (Fuerzaidentificaba una población amurallada, cumpliendo la función las fachadas de sus casas de muralla (“Vila closa”), con un castillo coronando el pueblo. 



Ascendimos por la empinada cuesta hasta encontrarnos con la base teórica de poco más de un metro de altura de la torre del castillo. De fractura moderna, conserva en apariencia por la piedra dispuesta, algún trozo del añejo muro.


Encontramos un texto del siglo XVI de Pere Tragó que describe cuadrada la base de la regia torre. Dato que al margen de su distancia formal con la imagen que ofrece, también puede determinar el haber sido la última en levantarse o el haber sufrido una modificación, ya que el resto de fortalezas del valle por lo que parece fueron circulares. No encontramos respuesta por la red.


Estando poco más alto que la iglesia, no hay mucha diferencia en la bella panorámica que ofrece el valle desde allí, pero en dirección contraria también obtendréis la postal norteña de los límites territoriales con el valle de Cardòs, separados por la Sierra Solairi.



La força de Àreu mantendría las mismas vicisitudes y el destino final que el resto de las fortalezas del Valle, de lo que ya hablamos en el anterior post.


La guerra civil catalana (1462-1472), al disponerse el conde del Pallars Sobirà al lado de los perdedores, el conde de Cardona ocuparía la Vallferrera meses antes de someter al condado soberano en Valencia d’Àneu.


Dejando tan solo una pequeña guarnición en Alins, en 1513 las tropas del conde de Foix, invaden la Vall Ferrera y se hacen fuertes en sus fortalezas. 


El entonces duque de Cardona volvería en un duro enfrentamiento a recuperar la Vall Ferrera, decretando seguidamente la destrucción de todas las fortalezas, consiguiendo que  nunca más pudieran volver a ser utilizadas en su contra.


Pero sin defensas, la incursión francesa desde el condado de Foix en 1597, sería la más destructiva y cruenta para la población documentada de su historia, de la que ya hablamos en el Pla de Boet.



Una vez que disfrutamos de las espléndidas vistas volvimos a bajar, pocos metros abajo nos orientamos hacia la derecha por una estrecha senda que nos conducirá, alzado sobre un peñasco saliente del risco, al único testimonio medieval en pie, junto con los dispersos restos de los muros del Castillo.




Dentro de este núcleo vecinal solo podemos aparcar en los espacios privados reservados para el Apartahotel Spa Àreu.



Continuando ascendiendo andando se hacen visibles las pocas edificaciones que quedan en pie anteriores al siglo XX, pocos rincones reflejan la vida rural, pero a pesar de ello la esencia se mantiene.





Sant Feliu de la Força d’Àreu


Se cree que los fundamentos son prerrománicos, pero no aparece mencionada hasta principios del siglo XIII, al ser cedida junto con Santa María de la Torre al Obispado de la Seo d’Urgell.


A mediados del siglo XVIII dejará de ser la iglesia parroquial de Àreu, transfiriendo la función a la iglesia de Sant Climent.


Siendo prácticamente abandonada desde entonces, se derrumbó a principios del siglo XX el techo, el porche y parte de una pared. En 1988 sería restaurada por la Asociación por el Patrimonio de la Vall Ferrera



El templo es de una sola nave y ábside semicircular, cubierta ésta por una bóveda de cuarto de esfera y luciendo una pequeña y rectangular ventana en el centro.


Perpendicular a la fachada meridional del ábside se levanta una recia espadaña de dos vanos con arcos de medio punto adovelados, igual que el arco de paso que se abre a sus pies y por el que se accede al moderno porche.


Recuerdo que esta particularidad arquitectónica tan solo la comparte en la comarca la iglesia parroquial de Estarón, en “la Vall d’Àneu”.



La puerta de entrada, protegida por el porche, es con arco de medio punto dovelado con la misma piedra pizarrosa irregular y ligeramente desbastada de los muros. Difícil de apreciar al estar revestida de cal.


Una elegante verja de hierro forjado limita la entrada, permitiéndonos observar el interior del templo.



Podréis apreciar el moderno y restaurado techo de madera, la arcada de medio punto que separa la nave del ábside y la parte conservada de la bóveda de cañón del ábside.



El suelo de la nave es de guijarros, formando dibujos geométricos y vegetales



Un amplio centro rectangular cuenta con círculos que se dividen, organizándose cada uno en cuatro elipses que marcan un espacio central, dibujándose en su interior flores de cuatro hojas con cantos rodados organizados en forma de espiga. Entre ellas se forman rombos con lados cóncavos y cantos rodados dispuestos en solapa. Alrededor de la nave, a modo de marco, se pueden observar cenefas con ondas de espigas y otras con rombos.



Antes de descender, vale la pena desde el porche entretenerse unos minutos frente a la bucólica estampa del Valle y el pintoresco pueblo de Àreu.



Descendiendo, volviendo a pasar por el minúsculo núcleo vecinal, descubrimos una lagartija tomando el sol sobre una piedra, confundido su color sobre ella, creímos identificar la lagartija pallaresa.


La habíamos estado buscando durante el paseo por las alturas sin éxito, por lo que no negamos que el deseo motivara equívoco, dado que se situaba 1000 metros por debajo de su hàbitat natural. No nos permitió fotografiarla, por lo que mantendríamos la duda.


Delante del cruce por el que nos incorporamos a la “Força” por la carretera, se abre un camino al otro lado que nos orienta hacia el río, a unos quinientos metros, una vez cruzado, se encuentra el Museo de la Madera.



El Museo de la madera d’Àreu


El conjunto, convertido hoy en museo, consta de dos edificios de piedra de dos plantas, uno era la serrería y el otro, más grande, tiene el molino de harina en el primer piso y en la planta baja se ubicaba la centralita.



La serradora es una de las dos que quedan íntegras en Cataluña (vimos la otra en Alòs de Isil) y la única que puede verse en funcionamiento (fin de semana), pero para ello tendréis que hacer previamente la reserva.


Hasta finales del siglo XIX el aserradero estaba ubicado más abajo, siendo arrastrado por una fuerte riada, lo construyeron de nuevo en el actual emplazamiento, inicialmente sería de madera, levantándose a principios del siglo XX el actual de piedra.


Los edificios se ajustan a las medidas de la robusta maquinaria de madera, con elementos de hierro manufacturados por herreros locales.



En 1920 se instaló en el edificio del molino una turbina hidráulica para producir electricidad.


Después de la guerra fue reparada y modernizada la maquinaria de la serradora, introduciendo el hierro en los ejes del tambor y para el avance se obraron brazos articulados, todo de manufactura local.


En 1971 entró en funcionamiento la central hidroeléctrica de Tavascán (FECSA), desviando el agua del Noguera hacia esta presa, lo que modificó el caudal del río, teniendo que sustituir el rodillo hidráulico por un motor eléctrico. Pocos años más continuará activa.



La visita facilita entender de forma didáctica el uso de aserraderos y molinos, aproximándonos a esta cultura rural, conservadora y una economía de autosuficiencia milenaria basada en el aprovechamiento de sus recursos naturales, en el que la utilización de la madera y la fuerza del agua adquirieron pronto un gran valor de progreso.


Museo de la madera. Wikipedia. Foto:Arnaucc


Recordar que tenéis que reservar la visita si queréis ver cómo un desvío controlado del agua del río, descendiendo canalizado por una fuerte pendiente, produce con la fuerza del agua en su caída por él que la rueda hidrahúlica mueva el rodillo que activando la serradora producirá el bajar y subir de la hoja de corte de la sierra, mientras el tronco avanza horizontalmente sujeto a un carro móvil.



De forma pareja se moverá la rueda horizontal del molino, que produjo la harina del pueblo hasta la década de los 60 del siglo pasado.Por último, la energía hidráulica mediante la centralita encenderá una bombilla.


Abandonamos el museo, para incorporarnos desde el cruce en poco más de quinientos metros al siguiente, amplio, llano y alargado núcleo vecinal de Àreu. Por la carretera, a nuestra izquierda, podremos observar al otro lado de río el camping Pica d’Estats.


Pasando por delante del Hotel Vall Ferrera, el primer cruce a la izquierda nos orienta hacia un amplio aparcamiento cercano al río y al lado de instalaciones deportivas y piscina municipal. Pero delante del hotel la carretera se ensancha considerablemente, posibilitando el aparcar. Así lo hicimos.


Delante nuestro, en la esquina de la especie de plazuela que se creaba junto a la carretera, estaba el bar Pujadas.


Preveíamos almorzar tarde (la reserva la hicimos a las tres de la tarde en Alins) y el desayuno había sido ligero tres horas antes, por lo que buscamos las fuentes energéticas de un segundo desayuno. En este caso sería un bocadillo con un buen embutido local.


Se descubre desde la propia carretera cierta armonía arquitectónica entre las edificaciones anteriores al siglo XX con las que se levantaron entre las décadas de los 40 a los 70, situadas básicamente en el centro oriental del pueblo, mostrando variedad de formas, pero guardan armonía con la oscura piedra vista (delante del tocho), ventanas y puertas luciendo brillantes dinteles de madera y los tejados cubiertos de moderna pizarra. 



Iniciamos el recorrido por la calle Mayor, que paralela a la carretera alinea a cada lado alguna moderna edificación junto a casas anteriores al siglo XX bien conservadas, destacando amplias balconadas bajo tejados de pizarra a dos aguas y la típica escalera exterior que asciende a la residencia de las personas sobre la de los animales.


En el inicio de la calle encontrareis un ejemplo, al lado de una edificación haciendo esquina, convertida en pequeño supermercado. Un tipo de construcción que encontraremos en varios puntos del pueblo. 


No encontramos prácticamente construcciones en ruinas y la variedad de edificaciones mantenidas del siglo XVIII y XIX, anunciando el añejo apellido o no, muestran con orgullo los parches empedrados de sus muros y otras enlucidas, manteniendo el barniz de los dinteles y añadiendo alegres composiciones florales en sus fachadas y balcones. 



En el sector más occidental del pueblo se encuentra un núcleo de grandes edificaciones de principio de este siglo, que no os costará diferenciarlas de las que les rodean mostrando visibles los golpes del tiempo en sus muros, dinteles y puertas. Posiblemente es la zona con mayor contraste entre un pasado rural y el pretencioso presente de segundas residencias.


También descubrereis modernas restauraciones interiores, enluciendo la añeja solera de sus fachadas, como la casa Cerdà del siglo XVIII. En esta ocasión buscamos la adosada ermita particular. No la encontramos, ni tampoco nos percatamos entonces que se había convertido en apartamento rural.



Retomamos la dirección hacia oriente, incorporándonos a la calle del río Areo, en ella, poniendo fondo a la bella postal el amplio ábside de Sant Climent, observaremos bien restauradas edificaciones del siglo XVIII/XIX.


Posiblemente es la casa mejor conservada de este tipo en el pueblo, incluso su escalera y fachada parecía recientemente lustrada. Después supimos que formaba parte de la visita guiada por el pueblo que ofrece el municipio durante el festival de montaña de junio.



Tras la escalera y al otro lado amplio portalón, se adhería al muro una gran losa recordando a  Mossèn Antoni i Batlle.


Sin saber la relación que tenía este padre, por partida doble, del “escultismo” catalán con Àreu, unas señoras, en una actitud poco habitual por estas tierras, observándonos en la incógnita se acercaron sonriendo para resolverla.


Nos indicaron que fue la casa del herrero de Àreu, que en julio de 1936, dispuso sobre su herrería el cobijar y ocultar en el pajar a Mossèn Antón.


Los acontecimientos que motivaron a todo ello, tan amablemente contados, los incorporamos en la nota final de este post.



Acompañados con las señoras por la calle del río, en el que se interesaron por nuestra familia y procedencia, nos dimos cuenta que catolicismo, montaña y catalanidad configuraban el triángulo ideológico/emocional del pueblo y me atrevería a decir de la comarca, sintiéndose orgullosas de poderlo expresar; eso sí, si les facilitáis hacerlo en su particular catalán, podréis disfrutar de los francos, irónicos y divertidos matices descriptivos que suele ofrecer su conversación.


En el romanticismo nacional, Jacint Verdaguer es el máximo poeta venerado, tal recordamos en el anterior post, al hablar de la simbología de la Pica d’Estats, la comarca y su relación con el ilustre poeta.


Mossèn Antón Batlle, encarna también todos estos valores, pero de una manera más próxima e inmediata, por lo que el cariñoso vínculo afectivo del pueblo con la figura del sacerdote, va más allá de haberle ofrecido protección o el haber sido el primero en poner una cruz sobre el techo catalán.


Después de bordear la fachada meridional de Sant Climent, llegamos a la cuadrada plaza Mayor, presidida por la fachada principal del templo, aquí nos despedimos, expresando agradecimiento por su atención.



Sant Climent d’Àreu

En un inicio la iglesia de Sant Feliu de la Força era la parroquia de la villa, de la que dependía la románica iglesia de Sant Joan en la villa bajaaunque no cumplía funciones parroquiales, llegó a tener su propia rectoría.


Con el tiempo se trasladó la parroquia a la villa baja, pero para tal cometido, dado que la antigua iglesia estaba muy deteriorada, se levantó sobre ella una de nueva bajo la advocación de Sant Climent (San Clemente).


El templo barroco de dimensiones considerables, consta de una sola nave dividida en cuatro tramos con capillas laterales con bóvedas de aristas. El amplio ábside semicircular tiene la mismo altura que la nave.


 


La piedra es irregular, de esquistos ligeramente pulidos y unidos con argamasa de cal, su disposición se esconde tras un desgastado encalado, especialmente visible en los bajos.


El tejado es a dos aguas cubierto de pizarra, con la cumbrera centrada en la fachada principal. Bajo ella se sitúa la puerta de arco de medio punto dovelada. Encima hay un óculo y por encima de éste se muestra una aspillera ligeramente descentrada. 


A la derecha se eleva una torre campanario. El alto primer cuerpo rectangular de base cuadrada es lo único que queda del antiguo templo románico de Sant Joan


El estilizado segundo cuerpo, ochavado irregular por rebaje de aristas, tiene cuatro alargados vanos con arcos de medio punto, mostrando sus campanas.


Lo cubre una estilizada pirámide octogonal, con amplio alero y elegante aguja acabada en cruz



El portalón, con arco de medio punto enmarcado con dovelas de piedra pizarrosa irregular, se mantiene por debajo del nivel de la plaza.



A un lado de la puerta se aprecia la escultura en hierro: ”forjant el temps” (forjando el tiempo), producida en la “Fira del Ferro”, feria de la que hablaremos en Alins (R6 -IV-).


En el mismo lateral de la plaza podréis observar una cruz de término gótica.



En el interior se muestra la estucada y policromada talla románica de la Virgen y el niño, procedente de la ermita de Santa María de la Torre, templo que visitaremos saliendo de Àreu.


Continuamos recorriendo el pueblo, ahora en dirección a los límites norteños cercanos, en el que los pequeños huertos suplen las casas. En el extremo están las casas de turismo Bessolí. 



Observar durante todo el paseo que siempre tenemos la referencia del centro del pueblo, con la bella imagen del campanario.



Continuamos hacia oriente por la única calle paralela a la carretera, en el lado derecho se acumula en su manzana el mayor número de casas levantadas en la mitad del siglo pasado, que ya comentamos antes.



En el lado izquierdo y a partir de la primera esquina hasta el final del pueblo, la mayor parte de las edificaciones son anteriores al siglo XX. 


Muestran en general las reformas de los muros sin enlucido, desgastados los dinteles de sus balcones y tejados de pizarra oxidados.


El tiempo parecía haberse detenido en humildes rincones, sin importunarle la presencia al otro lado de las modernas edificaciones, en el que la piedra reviste al tocho, lucen tejados a cuatro aguas revestidos con pizarra de corte moderno y dinteles recién barnizados.



Cerca de la restauradas edificaciones de Casa Currona, encontramos una casa con un robusto balcón de madera, sobre el que se erigía el amplio alero del tejado a dos aguas de pizarra; a su lado, desmereciendo la rústica imagen, adosadas construcciones lucían techos de uralita. 


No dejaba de ser una excepción, pero rompía con la uniformidad vanagloriada de las añejas cubiertas de pizarra, amarillas por la oxidación del hierro, que hasta entonces habíamos encontrado.



Estábamos en la calle más oriental del pueblo, en la que encontraremos Costers del Monteixo, una vinocoteca de la que todos sus clientes, al margen de la excelente cata de vinos, resaltan la simpatía y didáctica compañía del anfitrión Ramón. 


No teníamos tiempo para una cata de vino, dado que nos quedaban bastantes kilómetros por recorrer antes de comer, por lo que nos dirigimos hacia el coche. Pero si habéis decidido almorzar en Àreu, no os privéis de disfrutar del aperitivo en la vinocoteca, aunque en 2024 me comunicaron que ya no se mostraba abierta al público, situada en la última calle en el sector norte del núcleo de la población de Àreu de abajo.




Alojamiento en Àreu


La valoración media es de Google en base 10.


El Càmping Pica d’Estats está entre los dos núcleos vecinales, a los pies del Monteixo, al lado del río y rodeado de árboles y césped, dispone de bungalows, restaurante-bar, piscina, zona de juegos infantiles, etc. Tiene una valoración media de 8,8.


A unos 500 m. antes de llegar a la “força” de Àreu, procediendo del noreste, un desvío a la derecha nos conduce en 4 km. a las “Bordes de Costuix”. La pista forestal señalizada y aconsejable para 4x4, en verano con paciencia se puede transitar en utilitario, atendiendo siempre de abrir y cerrar las vallas que encontremos por el camino. También se puede ascender andando desde la força de Tor en poco menos de cuarenta minutos.

Las Bordas van dirigidas hacia los amantes del turismo rural que busca aislarse en un entorno natural cercado por exuberantes bosques.


En el núcleo vecinal de la “força d’Àreu” está el Apartahotel Spa Àreu. Un conjunto de seis restauradas edificaciones convertidas en apartamentos rurales para 6, 4 y 3 personas, bajo las líneas de la arquitectura tradicional pero con interiores de funcionalidad y servicios modernos, en el que destacan la bañera de hidromasaje.

El Spa en invierno, después de un duro día por la nieve, es un auténtico lujo al que también podemos acceder (pagando).


En el  núcleo vecinal de abajo, encontraremos numerosas ofertas de alojamiento.


Al norte, cerca de la Iglesia, la Casa rural Besolí y el apartamento para cuatro personas la Perxada de Besolí. La Casa tiene una valoración media de 9, valorando su media pensión y la atención de excelente.


En el lado oriental está casa Currona. Dispone de dos edificios del siglo XIX reformados: L’Hortal, con cuatro apartamentos para cuatro personas cada uno y la Casa Currona con dos apartamentos para seis personas. Tiene una valoración media de 8,6.


En la parte occidental del pueblo encontraremos los apartamentos Casa Cerdà. Antigua casa del siglo XVIIl, reformado especialmente su interior con servicios funcionales y decoración moderna, con dos dormitorios, cuarto de baño, cocina totalmente equipada, jardín…La Valoración es de 8,2.


En el lado Sur, tocando la carretera, está el Hotel Vallferrera de dos estrellas. Con 17 habitaciones y un buen servicio de restaurante, la valoración media es de 7,8.

 El hotel cuenta también con los apartamentos Vallferrera.


Gastronomía / bar


Según nos dijeron el restaurante del hotel Vallferrera es el único abierto al transeúnte en el pueblo. No tengo valoración específica del restaurante, destacando el propio restaurante su cocina de autor con los ingredientes tradicionales de la zona: caza, conejo, setas, embutido tradicional, etc. El corto menú de una amplia carta, entonces (2022) estaba a 18,50 €. bebidas aparte. Teniendo también en cuenta que los mejores platos tienen suplemento, la cosa se encarece bastante; en este sentido se manifiestan gran parte de las críticas, pero nadie desmiente la calidad de su cocina.





Senderismo desde Àreu


Está claro que las posibilidades de senderismo desde Àreu son múltiples y variadas, desde las relativamente cortas por los espectaculares bosques que la rodean o aquellas que nos conducen a las altas planicies, cumbres sobrepasando los 2800 m. y a sus espectaculares circos poblados de lagos y lagunas glaciares, de los que en el post anterior hicimos reseña. Sin duda el Monteixo es la cumbre más visitada.


Aquí os dejo el compendio de cientos de propuestas reunidas por WIKILOC, incluidas las iniciadas desde Àreu. Posiblemente entre tantas es difícil de escoger, pero seguro que encontraréis algo a vuestra medida e interés.



Dispuestos a iniciar la marcha dentro del coche, escuchamos el campanario anunciar que eran las doce y media del mediodía. 



Santa María de la Torre


A un par de kilómetros de Àreu bordeando el río, encontramos al otro lado de su cauce: la iglesia románica de Santa Maria de la Torre (s. XI y XII).


Tengo que decir que en la actualidad tan solo se puede ver de cerca la fachada, ya que unas vallas impiden el paso lateral a las dos grandes planicies desarboladas que la custodian.


Se entiende necesario cuando en primavera pasturan las vacas a su alrededor, cercando el paso para su contención, pero en verano son las altas planicies su lugar de pasto. La explicación estaba delante nuestro. 



Cruzamos el río por una pasarela de metal. Por la estrecha senda encontramos un grupo de acampados que tuvieron que levantarse para darnos paso y justo delante de la puerta del templo otro grupo se reunía, todos se mostraron temerosos de ser nosotros los dueños de los pastos.


Los tranquilizó nuestra actividad turística, pero no nos atrevimos a saltar la valla para observar de cerca el antiguo cuerpo del templo, por no motivar el ejemplo. Nos contentamos con verlo de lejos.


Estaba claro que sin limitaciones, las dos idílicas clarianas laterales acolchadas por el verde, serían el objetivo de muchos más campistas, dándole poco futuro al pasto.


El cuerpo de la iglesia primitiva era de 10,80 m de largo y 5,70 m de ancho, teniendo el ábside 4,70 de profundidad.


Su gran tamaño motivó presumir el haber sido una edificación monástica, pero no se han encontrado pruebas que lo avalen. Tampoco hay evidencias que ejerciera de parroquia, dado que no hay constancia de vecindario o cementerio.



La primera referencia documentada se tiene en el primer tercio del siglo XIII, al ser cedida al prior de la Seo d’Urgell. En ese mismo siglo se abriría la escultórica portada, siendo trasladada a la actual ubicación tres siglos después, al adosarse un nuevo cuerpo delante.


El ábside, orientado hacia levante, lo cubre una bóveda de cuarto de esfera y está precedido por un pequeño presbiterio con bóveda de cañón, el tejado está cubierto de pizarra.


Cuenta con dos ventanas de doble derrame, una inusual entrada de luz dado su tamaño, una cercana al ábside y la otra próxima al arco presbiterial; bajo esta última hay una puerta tapiada, de la que se desconoce su función.


Está construida con hiladas de piedra pizarrosa ligeramente desbastada, unida con argamasa de cal. La sillería del adovelado de puertas y ventanas es de piedra pómez.


En el siglo XVI-XVII se produjo la ampliación y reforma, opinando algunos que devino por la creciente devoción mariana. Otros afirman que, sin desestimar el fervor, la ampliación se produjo por la prosperidad que aportó la forja de Santa Maria hasta su cese en 1874.


Ocupaba el espacio actual en que se aparca, situado al otro lado del río. Los edificios de madera fueron arrastrados por dos inundaciones a principios del siglo pasado.


Se le añadió un nuevo alto tramo en la cabecera con cubierta a dos aguas de madera revestida de pizarra. La fachada principal, sin óculo, tiene bajo la cumbrera una rectangular aspillera.



El portalón, desplazado hacia su izquierda del piñón de la cumbrera, está cercado por tres arquivoltas en degradación con arco de medio punto que descansan sobre impostas y capiteles lisos. Pocos restos quedan de las columnas originales que los soportaban.


La arquivolta exterior está decorada con una cenefa zigzag incisa, la central con círculos y la interior es lisa y dovelada, mostrando la clave ligeramente salida y desplazada del eje del portalón. Todo está enlucido con mortero de cal.


mediados del siglo XVIII el estado del templo se señala bastante deteriorado, por lo que se supone que hubo una posterior restauración, ya que se mantuvo activo hasta el primer tercio del siglo XX, guardando en su interior la talla medieval de la Virgen y El Niño, que “milagrosamente” sobrevivió a la guerra civil, luciendo hoy en Sant Climent d’Àreu.



Según parece hasta los años 60 hubo una construcción adosada al muro de mediodía, quedan las huellas de las vigas que lo conformaban, pero tampoco hay luz sobre su función.


Al otro lado hay una borda que se supone sirvió de dependencia.



Continuamos el viaje paralelos al río, un kilómetro después cruzaremos el Noguera Tor en su descenso hacia el Noguera Vallferrera.


Si os fijáis, para ello tenéis que parar, el puente que lo cruza parejo a la carretera es de piedra, está dovelado el arco con piedra pizarrosa ligeramente desbastada.


Quizás su origen fue románico, pero está claro que modernas reformas posibilitaron el tránsito de humanos y animales hasta la década de los 40 del siglo pasado, en la que se construyó la carretera paralela al paso.



Dejábamos la cabecera del Valle, para incorporarnos a su centro neurálgico y capital del municipio: Alins, pero antes de almorzar aquí, visitaríamos Tor y Norís, los pueblos del valle del Noguera Tor (Ruta 6 -III-).






*       *       *       *       *

M. Antoni i Batlle, Àreu y la “Pica d’Estats”


Mossèn Antoni i Batlle, dirigiendo un grupo de “Minyons de Muntanya”: el “Casal de la Verge de Montserrat” -la primera agrupación escolta de carácter católico fundada en España (1930)-, decide poner la primera cruz de metal sobre la “pica de d’Estats” y bendecir el acto con una misa.


La cruz la obraría el herrero de Àreu, Josep Ribas i Casimiro, el mismo que le daría más tarde protección y sustento en su pajar.


Nos recordaron las señoras que ocho décadas antes, la ascensión a sus más de 3000 m. de altitud se hacía desde Àreu, necesitando entre 8 y 9 horas de marcha efectiva en verano para alcanzar la cima.


El acto de los escoltas, colocando la cruz en su cima, reunía los tres signos identitarios de Àreu: catolicismo, montaña y catalanidad, en una población que hasta entonces, su lengua (para muchos la única) no había dejado de ser el catalán durante un milenio.


Muchos vecinos de la Vallferrera, especialmente de Àreu y Alins, convirtieron la ascensión en una expedición de reafirmación nacional y religiosa.


El campamento base se realizó en el amplio llano de Boet. Hasta aquí ascendieron en mulas: material de cocina, tiendas de lona (entonces bastante pesadas, al igual que sus soportes), paellas, cazuelas, platos, comida….


Según nos contaron, el sacerdote no llegó a poder bendecir la cruz, ya que para comulgar en la eucaristía se requería no ingerir alimentos varias horas antes, lo que provocó a él y otros miembros de la comitiva el desfallecer poco antes de alcanzar la cima. Los jóvenes “escoltas” no tuvieron dificultad de colocar la cruz. La cruz desapareció un tiempo en 1980, desde entonces dos nuevas cruces la han remplazado.


Celebrando en el campamento con el sacerdote el haber cumplido la misión, conocieron la noticia que oscurecería la fiesta: se había declarado la guerra dos días antes.

Dicen que posiblemente la tardanza en recibir la noticia le salvó la vida, ya que en el primer momento los controles de carreteras y caminos, incontrolados, intransigentes, de fácil gatillo y con el objetivo de interceptar a los enemigos de la revolución, estando los clérigos incluidos en esta categoría.


El pueblo les ofreció cobijo y alimentos, Mossèn Antón se ocultó sobre la herrería y los muchachos se distribuyeron por el pueblo. A pesar de que gran parte de la comarca tenía noticia de su presencia, nadie la denunció. Serían trasladados a Barcelona en un autocar enviado por la Generalitat y custodiado por los “Mossos d’esquadra”.


El sacerdote se exiliaría en Suiza, padeciendo una fuerte depresión durante casi dos años. Regresó en el 39 con problemas de salud, pero una vez recuperado, su obra frente al escultismo católico catalán volvería a ser incansable hasta 1954, no sin pocos problemas con las autoridades franquistas, incluso también con las religiosas.




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