12 octubre 2021

RUTA 5 (IV) . LLAVORSÍ. Santa Anna. Sta. Eulalia.



Llavorsí
 requiere una pausada visita, en nuestro caso le otorgamos tres tardes, ya que desde aquí exploraremos
la vertiente oriental del Parque Natural del Alto Pirineo. Pero si queréis practicar el deporte rey en sus aguas bravas y/o conocer andando alguno de sus entornos históricos, vecinales o naturales, necesitaréis completarlo al menos con otro día.

Por ello y para que os organicéis según vuestros intereses y posibilidades, os presentamos primero la villa con un recorrido interior tranquilo y continuo de unas dos horas (R5-IV); para más tarde poneros en conocimiento de los entornos naturales e históricos de mayor relevancia,  de los que tan solo a uno ascendimos en coche, antes de instalarnos en Llavorsí: Santa Maria de Biuse (R 5 -V)

 

LLAVORSÍ


La villa está situada a la derecha del Noguera Pallaresa, escuchando descender en permanente murmullo sus aguas provenientes de “la Vall d’Àneu”, recibe en el meandro unidas por  el sureste las aguas del Noguera Cardós, el Noguera Ferrera y el torrente de Burg, siendo este cruce de torrentes y caminos la puerta de entrada del “Parc Natural de l’Alt Pirineu”.














Un poco de Historia


Está documentada su existencia desde mediados del siglo XII, pero por lo que parece la relevancia la tenía entonces el Castillo de Gilareny, mencionado un siglo antes y que mantendría un importante protagonismo beligerante a lo largo del bajo medievo. En el siguiente post le dedicamos unas notas.


Durante el medievo la población no parece haber experimentado un gran desarrollo, en el censo de mediados del s. XVI contaba tan solo con 55 habitantes, habiendo recibido medio siglo antes los residentes de Biuse, al ser abandonado este pueblo.


Está claro que el Noguera Pallaresa ha sido y es el recurso natural que ha aportado mayor riqueza al pueblo. En los valles subsidiarios se trazaron sendas que desembocando en Llavorsí, lo convirtieron en un cruce de caminos desde la edad de Bronce (en Biuse hablaremos de los testimonios encontrados).


Por su cauce y sobre troncos descendieron desde el siglo XIII a principios del XX los “raiers” , arriesgado oficio de la explotación maderera, al que le dedicamos la nota final de este post.


Aprovecharon desde el medievo la fuerza de sus aguas para mover molinos, batanes y forjas, hoy son las hidroeléctricas las que utilizan su fuerza y regulan su caudal, mientras el turismo la aventura de descender por sus aguas bravas. 


A partir del siglo XVII comienza su desarrollo comercial y un crecimiento poblacional que adquiría su cénit desde inicios del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, pasando la municipalidad de 500 habitantes a más de ochocientos. 


En tierras pedregosas y flojas de poca calidad se cultivaba cebada, patatas y heno. Su desarrollo comercial lo establecían con la cría de ganado vacuno, lanar y caprino. La caza era abundante de perdices y truchas. 

En el siglo XIX contaría con una importante fragua, alimentada con el hierro de Ainet de Besan.


A finales del siglo XIX se produciría el primer éxodo, registrándose 662 habitantes en 1900, volvería a crecer el primer cuarto de siglo, así en 1920 reúne 757 almas, en 1940, después de la guerra, descenderá a 638 habitantes. 


Se estabilizó la población con pequeños altibajos hasta la década de los 70, pero a partir de entonces se produjo el mayor descenso vecinal de las villas limítrofes y aunque en menor medida, también de Llavorsí, declarando 268 almas en 1991.



El turismo, la modernización de su oferta lúdico-deportiva y la mejora de los servicios, provocó que desde mediados de los 90 el crecimiento de Llavorsí fuera lento pero permanente, aunque no tanto el de los pueblos limítrofes, el municipio iniciará el presente siglo con 284 vecinos, una década después ya serán 380.


La crisis de 2012 provocó el freno del desarrollo y un leve pero continuo descenso de residentes, reuniendo en 2023 a 343 censados, de los que tan solo 84 viven en los seis núcleos poblacionales adheridos al municipio: Aidí, Arestui, Baiasca, Montenartró, Romadriu y Sant Romà de Tavèrnoles (despoblado).


Sin duda hoy el principal motor económico del pueblo es el turismo, dada su amplia oferta la recopilamos al final del post.




Ferias y festejos.


La fiesta mayor, en las que el pueblo se viste de gala para bailar en la plaza Biuse, son las patronales de Santa Ana el 26 de julio.


La romería a Santa Maria de Biuse, de la que hablaremos desde el lugar en el siguiente post, es la ceremonia religiosa más popular.


También podréis ver el tercer domingo de agosto en el Prat de la coma el concurso de “gossos d’atura” (perros pastores) en la feria de la oveja. Un espectacular certamen en el que podréis observar la complicidad entre el pastor y el perro en conducir y agrupar el rebaño.


Llavorsí cuenta desde hace pocos años (2018) con una escuela de pastoreo, la sorpresa ha sido descubrir el interés de la juventud por este oficio en decadencia desde mediados del siglo XX.



Estacionamos el coche en una amplia plaza al inicio del pueblo, una vez que traspasamos el moderno ayuntamiento y el centro educativo.


La villa, protegida a sus espaldas por los altos riscos, trepa de forma desordenada por sus inclinadas y rocosas faldas, dando la impresión de que las casas se montan unas sobre las otras.


La edificación moderna ocupa gran parte de la fachada oriental, revelando un pueblo de montaña eminentemente turístico que ha perdido su esencia tradicional, en el que tan solo mantienen en común una falsa piedra sobre tocho y la pizarra de sus tejados. 




Pero en su interior descubriremos que la mayor parte son construcciones anteriores al siglo XX, muchas bien restauradas y aunque no todas con la gracia necesaria mantienen en su conjunto el aroma rural, en el que aún podemos reconocer entre estrechas e inclinadas calles su origen medieval.


Delante nuestro, cruzando la carretera en dirección al río, en una esquina por la que se accede a la calle de la farga, hay una pequeña plaza verde con una escultura en hierro de un perro pastor, delante se muestra el mazo del martinete de la antigua Fragua. 


Se sabe de la existencia en Llavorsí de una gran fragua en el siglo XIX, alimentada con el hierro que traían en mulas desde Ainet.


En 1996, restaurando una casa del pueblo, se encontró el mazo de hierro del martinete de 670 kg de peso.


Continuando por calle de la farga encontraremos muy pronto a nuestra izquierda la vinicoteca La BesullaEn la que podremos degustar un buen vino acompañado con tapas de productos de la zona. 


Tocando el río y manteniendo el polideportivo cercano, se señala la situación de la desaparecida fragua, de la que no queda rastro de sus fundamentos,hasta hace una década andaba perdida su ubicación.


El paseo por esta parte del moderno vecindario no tiene más aliciente que encontrar referencias de su añeja actividad fundidora.


Pero si queréis daros un baño, la piscina municipal está al final de esta calle o si preferís aguas más frías, el río lo tenéis a tocar.



Volvimos a cruzar la carretera, para internarnos por la calle de la Riba hacia el interior de la antigua villa, aunque en este caso la calle se limita a bordear el perímetro exterior volviendo a finalizar en la carretera.



A los pocos metros se descubren los espectaculares muros, dispuesta la piedra irregular pizarrosa de forma vertical creando franjas horizontales, muros montados unos sobre los otros, dando solidez a la altura, decoran el muro aposentado sobre la roca.


Continuando por la misma calle, a la derecha encontraremos en dirección contraria una inclinada escalinata que asciende hacia una gran mansión, era Cal Bisba (0bispo), sin saber si aún hoy forma parte residencial del Obispado, lo que sí está claro es que en su interior se ubica el centro de documentación, información y turismo del “Parc Natural d’Alt Pirineu”. 


Está recomendada su visita si queréis conocer las múltiples posibilidades que ofrece todo el año este parque Natural, el más grande de Cataluña. Rutas, refugios, excursiones guiadas, mapas, esquí nórdico, la situación de las calzadas, etc.



Sin darnos cuenta ya habíamos descendido hasta la carretera comarcal. En la esquina está la panadería Ca la Gemma.


Aunque a pocos metros nos podemos incorporar a la plaza Biuse, corazón del pueblo, os propongo antes (para tener mayor perspectiva de conjunto, hacerlo desde el otro lado de la carretera tocando el río), observar las escaleras que ascienden entre los muros de una torre semicircular, con arcos ciegos bajo el alero de una cubierta semicircular de pizarra, por debajo se abre una ventana con arco de medio punto de un solo derrame.


Nos puede hacer pensar en otra torre hermana al lado, en lo que hoy es una edificación elevada directamente sobre la floración rocosa, componiendo la entrada fortificada de la villa cerrada,  pero nada que ver, la torre románica es el ábside de la Iglesia de Santa Ana.



El resto de edificaciones que bordean esta curva del meandro, sin restarle elegancia a su modernidad, no disponen de la misma sintonía arquitectónica.


 El casco antiguo


Nos incorporamos en pocos metros a la plaza BiuseEs el lugar de la Villa más animado por la tarde. Las fotografías de la plaza fueron realizadas a primera hora de la mañana, pero por la tarde los niños juegan en el único plano horizontal del pueblo, las terrazas de los bares suelen estar llenas de juventud y turistas tomándose una cervezas artesanas, mientras que algunos vecinos se sientan en grupos de dos o tres bajo los muros que la delimitan.



En la parte sur de la plaza se encuentran las dependencias administrativas de Roc-Roi y adlátere la escuela de esquí de “L’Orri”.


Por su ascendente fachada occidental, en la que volvemos a encontrar un muro ovalado, en este caso integrado a la fachada de la vivienda y adjunta al paso de incorporación a la villa, volviéndonos a recordar sus orígenes como villa amurallada. Posiblemente, sin haber encontrado pruebas de ello, la supuse la puerta de entrada (al menos una de ellas) del pequeño pueblo medieval, recordemos que en el siglo XVI tan solo contaba con 55 habitantes.



Nos incorporamos al casco antiguo bajo el rectangular soportal de una vivienda.



Al final del pasadizo, a la derecha, se inicia la estrecha e inclinada calle Mayor. Pocos metros después, se abre el espacio a una pequeña plaza en la que descubriremos el corazón espiritual del pueblo.



                       Santa Ana de Llavorsí


Con importantes y continuas reformas, catalogada monumento histórico, en la actualidad a esta iglesia parroquial de líneas barrocas, poco le queda de sus fundamentos románicos erigidos en el siglo XIII.


Cuenta con tres naves, siendo la central más grande y ligeramente elevada, conteniendo en un extremo el ábside semicircular que observamos desde la carretera.



En la fachada principal, con cubierta de pizarra a dos aguas, se abren tres arcos de medio punto dovelados. El central es la puerta de entrada a la nave y está protegido por un alero a dos aguas cubierto de pizarra.


Otra puerta limita la arcada de la derecha. Mientras que a nuestra izquierda se abre un túnel por el que podremos acceder por un estrecho pasadizo hasta la parte posterior del templo, visible desde la carretera y de la que ya hicimos mención antes.


En la parte superior de la fachada se abre en el centro un ojo de buey acristalado y en los laterales dos ventanas de medio punto, todos los arcos dovelado.



la izquierda se levanta el campanario, con un segundo cuerpo octogonal irregular, con cuatro ventanales con arco de medio punto adovelados luciendo las campanas. Debajo, en la fachada principal hay un moderno reloj. La torre está rematada por una estilizada cubierta piramidal de pizarra, mostrando un elegante y amplio alero en su base.



La iglesia ha sido objeto de una acertada restauración de la fachada, levantando el enlucido han dejado limpia y desnuda la piedra. El interior luce modernas pinturas, destacando el fresco de Verdaguer i Coma.  Artista prolifero en la comarca y del que hablaremos de su obra en la Vall de Cardós.



Continuamos hacia norte por la calle Mayor entre alineadas viviendas y alguna calle sin salida, llegamos al punto en el que nos encontramos con la calle Santa Llúsia, escogimos el ramal de la izquierda y continuamos ascendiendo por inclinadas y escalonadas calles pavimentadas con piedra.


 

Encontraremos bellos rincones difíciles de plasmar en una fotografía dada la estrechez entre muros, es difícil de transmitir la sensación que crea el pasear por aquí, entre protectora y claustrofóbica: calles sin salida, cubiertos pasadizos, añejos portalones, arcadas…. 



Sin dejar de ascender, llegamos a la bonita “font del portal”, protegida por una cubierta a dos aguas revestida de pizarra.


Desde aquí parten en dirección contraria las dos calles que coronan el pueblo: la calle del nort, (norte) y la calle de la Roca en dirección al sureste.


Detrás de la fuente se mostraba un grupo de sinuosas escaleras que nos animaron a acceder a la parte más alta de la villa.


Quizás la ascensión os parezca excesiva, pero vale la pena, al margen de las buenas vista, observamos rehabilitándose las casas o adecuando añejos cobertizos y pajares con las familias viviendo dentro.



La pena es que la piedra está siendo remplazada por el cemento y el tocho. Observar abajo, en el interior del casco antiguo, conviviendo nuevos y viejos tejados de pizarra, casi todos intentan no perder la esencia tradicional de sus fachadas, pero en las alturas parece perderse este interés.



Retomamos los pasos descendiendo hacia la fuente, antes de llegar a ella y orientada hacia nuestra derecha se encuentra la calle roca. Curiosamente en la esquina una casa mostraba, soportando las vigas de madera de un caído techo, una pequeña columna lisa y blanca con un desgastado capitel ¿románico?



La calle de la Roca nos conduce en pocos metros a conocer la razón de su nombre. A nuestros pies se desplegaba una larga y sinuosa escalera de madera, sobre lo que antes fue un sinuoso camino escarbado en la verticalidad de la roca. Por él se desciende a la orilla sur del río.



El descenso es un increíble paseo entre el abandono y la modernidad, grandes mansiones en total declive, sobre imponentes muros a los que se adherían restaurados tejados, bajo los que destacaban vistosos y modernos balcones, celosías, buhardillas….


Abandonamos las modernas escaleras y frente a su descenso, nos entrevimos unos minutos en imaginarnos sin ellas el bajante escarbado en la roca.

Continuamos descendiendo para encontrar a los pocos metros un cruce de dos direcciones, escogimos continuar por nuestra derecha.
Encontramos viviendas abandonadas, junto con otras mostrando actividad rehabilitadora.

Impresionante las dimensiones de la última casona adherida a la pared rocosa, en la que el torrente desciende bajo un ornamentado arco de piedra dovelado, alimentando en su tránsito una fuente.

Aunque hay partes en declarado estado ruinoso, ventanas, puertas y tejado parecen haberse restaurado recientemente. Desde la otra parte del río reconoceréis mejor sus grandes dimensiones.

Continuando advertiremos que nos acompaña el bosque a la derecha y el barranco a la izquierda, bajo éste el río recorre la última curva del meandro antes de despedirse de Llavorsí. Un paseo que cualquier tarde os puede llenar de paz en la contemplación de su entorno. Precioso.


Retomando el camino de vuelta, después de unos pocos minutos volvíamos a encontrarnos rodeados por la vecindad arropada por el río.



Descendimos hasta llegar a la plaza Domingo, continuamos por la Avenida de Pallaresa y bordeando el río pasamos por delante del hotel Lamoga, seguidamente cruzamos el puente para colocarnos en la vertiente izquierda del río, al lado del Hostal Noguera.


La panorámica desde aquí reúne todos los elementos que configuran la esencia de Llavorsí: un pueblo formando parte de la roca que lo protege, Descendiendo por su serpenteante recorrido llega hasta el río, la plaza Domingo a modo de puerto, mantiene a su pie una escalera que desciende al agua, lugar que posiblemente en el pasado recibían las mercancías que bajaban por el río. 


Por el este las aguas bravas del Noguera recogían en la curva del meandro las corrientes subsidiarias orientales. Lástima que bajo las sierras que lo canalizan, se encuentran las instalaciones de la hidroeléctrica transgrediendo el bucólico encanto rural.



Desde allí, al otro lado de la carretera, se abre un camino que paralelo a la vertiente izquierda del río nos lleva a un amplio espacio verde, situado en su extremo encontrareis el camping Llavorsí. Si continuamos por la calzada asfaltada llegaremos al hotel Ribieres y muy cerca se ubica la hípica Llavorsí.



Después de estirarnos en el césped y observar a unos muchachos bañarse en el río, regresamos a la plaza Domingo, por la que nos incorporamos  a la derecha por la calle Santa Anna hacia la plaza Biuse.


Podíamos optar, después de tomarnos un refresco en la plaza, dar por terminada la visita y volver por la carretera hasta el aparcamiento, pero nos queda por visitar la zona noroeste, por lo que queriendo volver a transitar por su pequeño, apiñado e inclinado corazón medieval nos volvimos a internar por su interior, aunque ahora lo haríamos por el ábside de la Iglesia, que por un estrecho pasillo nos conduce a su entrada.


Ascendimos de nuevo por la calle Mayor hasta la calle Llucia, pero ahora giraremos hacia la derecha, para acabar descendiendo hasta la plaza Sant Pere.



Desde ella, descubriendo sobre el muro rocoso, los modernos tejados de pizarra que inundaban la parte baja, ascendimos unos metros hacia la font del portalpero esta vez, antes de llegar a ella y hacia la derecha nos encaminamos por la calle del norte.


Nos iríamos perdiendo por los aledaños altos de la calle, en el que el acceso por escaleras acababa siempre en la puerta de una vivienda. La última, curiosamente era Can Pistolas. 


En general, sus habitantes charlando cerca de la puerta mostraron extrañeza y dispusieron cierta distancia al vernos, a lo que siempre respondimos con respeto a su intimidad, dándonos la vuelta después de un saludo.


Llegamos a un cruce de tres calles, todas inclinadas pero en diferente dirección. Por la descendente calle del portal acabaremos el recorrido, pero ahora continuamos por la calle del norte.



Es curioso que aunque la piedra, la pizarra y la madera revestían todas las casas, todas lucen una singular personalidad, las transformaciones y restauraciones han acrecentado las diferencias con nuevos elementos: balcones, buhardillas, ventanas, chimeneas, etc.





Pasamos por delante del pasaje escalonado más pequeño del pueblo, a su lado y en lo alto observar el bonito balcón de madera protegido por el amplio alero del tejado.



Cuando las edificaciones comenzaban a dispersarse, una casa mostraba en sus aledaños herramientas y enseres con los que trabajaron el campo hasta mediados del siglo XX, algunas aún en uso.


Pero también mostraba que el tocho suplía la piedra en las reparaciones de sus fachadas, parches que empañaban la rústica exposición.





Unos treinta metros después, viendo bajo nuestros pies las dependencias administrativas de la hidroeléctrica, al otro lado de la calle se encuentran las ruinas de la ermita románica de Santa Eulalia. 

 La capilla de Santa Eulalia


Posiblemente os cueste encontrarla, ya que no está a pie de calle. Adherida a la parte trasera de una casa, rodeada de altos matorrales y arbustos, tan solo queda en pie un muro con una ventana rectangular de un solo derrame, adintelada con losa de piedra.


Este templo románico, en tan decadente estado, no tiene referencias documentales de haber sido en algún momento iglesia, por lo que se cree que siempre fue una capilla, probablemente dedicada en un principio a la Virgen María.


La única referencia escrita es de mediados del siglo XVIII, pero los muros de vasta piedra pizarrosa unida con argamasa de barro, muestra las características de construcción rural propias del siglo XII.

Por los restos conservados de sus fundamentos se deduce que se trataba de un templo de una sola nave con un ábside semicircular.


A su lado se descubre la existencia de una pequeña capilla rectangular, se supone que tenía una gemela al otro lado conformando un pequeño transepto en crucero, pero ya no queda testimonio de ello.


Si continuamos hasta el final de la calle del norte, encontraremos un sendero que por el barranco de la Carrua nos orienta hacia el  Bosque de Arnui, un espacio natural de gran belleza, dentro del Parque Natural de l’Alt Pirineu y del que hablaremos en el siguiente post.


Si quisiéramos desde aquí y en dirección contraria, podríamos bajar hasta alcanzar la carretera bordeando la fachada de sur del colegio mayor, a pocos metros está el aparcamiento en el que dejamos el coche.


Pero en nuestro caso y para que no se diga que no pisamos todas las calles del pueblo, retomamos lo andado por la calle norte hasta encontrar a la izquierda la calle del portal.


Antes de descender por ella hasta el aparcamiento, aprovechamos para visitar  el centro de documentación, información y turismo del “Parc Natural d’Alt Pirineu”. 



Senderismo desde Llavorsí

Dado que Llavorsí está en el centro neurálgico de la comarca, es el punto de partida de ciento de rutas en todas las direcciones. 
Las más populares forman parte del siguiente post: castillo de Gilareny, Biuse, Sant Romà de Tavérnoles y el mágico bosque de Arnui.
También es bastante transitado el antiguo camino hacia Tírvia y los pueblos del torrente de la Glorieta y la Coma de Burg. Un poco más alejado, rodeando Ainet de Besan, el espectacular barranco de Eixerto, el Pla de Nègua, Bosc de Virós

De todas formas os remito al compendio de propuestas de Wikilocen el que encontrareis muchas más propuestas desde familiares a profesionales.


Servicios turísticos


La oficina de información y turismo de llavorsí está situada en una “caseta” de madera, poco antes de llegar a la central hidroeléctrica. Por lo que entendí, también el ayuntamiento tiene un servicio informativo sobre las actividades, los recursos y servicios de la ciudad.

Recordar también el ya anunciado centro de documentación, información y turismo del “Parc Natural d’Alt Pirineu situado en Cal Bisbe.


Llavorsí dispone de una amplia oferta de actividades lúdico-deportivas todo el año. En verano, desde las propias de alta montaña: alpinismo, escalada, barranquismo..., a otras más familiares: senderismo, equitación, rutas en bicicleta, etc.. Pero sin duda las de mayor atractivo son las que aportan sus aguas bravas: hidrospeed, kayak, piragua..., siendo el deporte rey el rafting.


El pueblo se atribuye en su publicidad ser la capital del Rafting en el Pirineo, aunque el pueblo de Sort dice ostentar la corona internacional. Rialp, en medio y de forma más tímida, también compite en la oferta.

En realidad los tres disfrutan de la gracia de las aguas bravas que los une, considerado uno de los circuitos más apropiados y bellos de Europa para su práctica.


La valoración media de los usuarios del servicio es de Google (2022).


Servicios lúdico-deportivos


Rafting Llavorsíestá situado en la vertiente oriental del río, delante del cementerio y una vez pasadas las instalaciones de la hidroeléctrica. Su oferta de deportes de aventura es muy amplia, tanto en verano como en invierno. Tiene una valoración de 9,4.

RocRoi es la más grande de la comarca, tal explicamos en La Guingueta d’Àneu. A unos kilómetros al sur de Llavorsí, se encuentran sus instalaciones de rafting, junto con la posibilidad, entre muchas otras, de bajar por el barranco de l’infern (cerca de Collegats), una experiencia de dificultad media, única y fascinante, según los que la han realizado. Tiene una valoración de 9,4.

Escuela de esquí de l’Orri. Port Ainé. Desde 2022 también realizan las clases en Tavascan y Baqueira Beret. La valoración es de 9,2.


Hípica Llavorsí. Destacando la belleza del recorrido, la atención de los guías y la docilidad de los caballos, le otorgan los usuarios una valoración de 9,2. Recordar que necesita reserva.



Alojamiento

Camping LlavorsíPequeño camping al lado del río, con piscina, servicio de lavadoras, hamburguesería/bar, parcelas y bonitos bungalows para 4 y 5 personas. A diez minutos caminando al centro de la Villa. Le otorgan los usuarios una valoración de 9,6.


Apartamentos Nadal. Es un apartahotel con apartamentos de 1, 2 y 3 habitaciones totalmente equipados. Tienen una valoración media del usuario de 9,4. Destacan la limpieza, situación y vistas.

Cal Domenec.  Es un apartamento totalmente equipado, de dos habitaciones, dos balcones y situado en el corazón del casco antiguo. Tiene una valoración media de 8.


Hoteles y Restaurantes


A las afueras del casco antiguo, en la vertiente izquierda después de pasar el camping, encontraremos el Hotel Spa Riberies de cuatro estrellas, con piscina exterior, sauna, amplios jardines y un sofisticado restaurante, tiene una valoración de 8,8.

Su restaurante, abierto al público con reserva, presume de una sofisticada y amplia carta de comida tradicional, con un menú degustación a 38 € (2021) . No tengo valoración específica del restaurante, aunque hay quejas de no estar el nivel gastronómico de algunos platos a la altura del precio, los residentes le otorgan mejor valoración.


Hostal Noguera. Hotel de dos estrellas que con una valoración de 9,6 alcanza la mejor puntuación hotelera de Llavorsí, puede ser que al margen de un buen precio con desayuno incluido, se le añaden las preciosas vistas al meandro desde los pequeños balcones de las habitaciones o desde el comedor, un servicio exquisito y una muy buena media pensión.

El restaurante Noguera, abierto al público ofrece un menú de comida tradicional mediterránea de 20 € (2022) en el que se incluye un buen vino de la casa. Su valoración es de 8,4. Sorprende el nivel gastronómico de algunos platos (dejaros aconsejar por el atento servicio). La trucha, la carrillera y sus estofados están exquisitos. En temporada alta requiere hacer reserva.


Hotel de Rei. Con 21 habitaciones, delante del río en su vertiente derecha y un trato familiar, los usuarios le otorgan un 8,8. Destacan el precio en relación a los servicios y la media pensión. Las quejas se disponen en las habitaciones, pero a la vez las camas se valoran cómodas.

El restaurante del Hotel de Rei, también con una valoración de 8,8, presenta un exquisito menú de comida mediterránea bien cocinada y en abundantes platos.


Hotel Lamoga. Un hotel de dos estrellas, con una valoración de 8. Destacan la limpieza, la atención del servicio y la media pensión, en la que se valora muy bien la cocina. No sé si está abierto el restaurante al transeúnte.





restaurante / Bar de tapas


Restaurante  “El Yeti”, saliendo de Llavorsí en dirección Rialp, poco después de pasar por el primer túnel, giramos a la derecha y cruzando el río se encuentra este restaurante inmerso en un privilegiado entorno natural, acompañado por el murmullo permanente y refrescante del río.

Restaurante con una valoración de 8,6, cuenta con un menú a 17 € (2022), en el que destacan las carnes a la brasa, recomendamos también su “trinxat”Solo está abierto hasta las cinco de la tarde.


Si queréis ir de tapas o de cenas ligeras, en un ambiente más distendido y juvenil, tenéis la “Taverna Arnui.Está situada en el norte del casco antiguo cerca de la carretera. Su valoración es alta con un 9,4.

Muy cerca se encuentra el Snack Bolunya, puede ser una solución para un bocadillo o platos combinados, su valoración es de 7,6.

El bar Mallol está en la plaza Biuse, tiene una valoración de 7. Algunos usuarios se quejan de la lentitud y atención del servicio, todo ello observando un precio alto de las consumiciones.

Bar les Aigües. Aunque cuenta con una pequeña terraza en la plaza Biuse, forma parte de una tienda de productos locales, prensa, regalos, etc… sirven bollería, té, café, cerveza artesana y buenos bocadillos. Tiene una valoración media de 9.



Acabaremos la presente ruta con la presentación del ascenso andando al castillo de Gilareny, Sant Romà de Tavérnoles y el bosque de Arnui, en coche accederemos a Biuse (Ruta 5 -V-).



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LOS “RAIERS”


Desde mediados de la baja Edad Media hasta 1930 se realizó en el Pallars Sobirà y Jussàutilizando el caudal del Noguera Pallaresa y del Segre, el descenso de centenares de troncos desde la alta montaña pirenaica hasta los puertos de distribución leridanos. Una tarea que se desarrollaría también en muchos ríos de la península. 


El nombre de raiers (ganchero en Valencia y en el Tajo o almadiero en Navarra) proviene de “rai”, nombre derivado del latín “ratis”, hace referencia a una estructura de maderas atadas, formando una plataforma o tablado flotante. La palabra derivaría en un primer momento de “raig” (rayo en castellano), para transformarse con el tiempo en rai la nave y en raiers sus navegantes.


En otoño los pinos negros y abetos serán previamente talados, desnudados de ramaje y seguidamente lanzados por el barranco hasta alcanzar el río. Serían agrupados en los astilleros, en los que se construirían los “rais” para su transporte río abajo.


   Raiers. Pobla de Segur.Wikipedia. Foto:PepeEfe

Las balsas se construían atando los troncos dispuestos paralelos con cordaje de ramas de abedul (previamente humedecidas), formaban un tramo que se uniría con otros tramos mediante cuerdas más gruesas también de abedul, creaban un tren que podía llegar a tener siete tramos, alcanzando los cincuenta metros de largo.


Eran conducidos por dos grupos de remeros, uno delante y otro al final. En el tramo central guardaban los utensilios, ropa, bebida y comida.


Uniendo producto y transporte, los raiers navegarían sobre ellos río abajo. 


Si ya conocéis sus aguas bravas, pensar que aún eran más bravas, por lo que el oficio requería valentía, experiencia y destreza para llegar sin percances a buen puerto. Llegarían hasta Lérida y Tortosa, siendo la más importante entre otras utilidades, la de abastecer los astilleros de la armada. 


Desde 1930, con la construcción de los embalses en el norte del Pallars Jussà (Vall Fosca), finalizó su práctica.


Pero la electrificación en el Pallars Sobirà, como ya expliqué en Espot, no se produciría hasta casi tres décadas después, igual que la construcción de carreteras que permitieran el acceso de camiones a la alta montaña.


Por lo que representó el fin de la comunal industria maderera de la comarca. A partir de entonces serían monopolios madereros que continuarían la actividad. Los espesos bosques de la Vall de Isil y de Sant Joan de l’Erm serían los primeros por los que bajarían los camiones cargados de centenarias coníferas en la década de los 60.


En 2022 la Unesco declaró a los “raiers” Patrimonio Cultural de la Humanidad. 


Monumento a los “Raiers” en las “Morreres” (Pallars Sobirà)

En 1979 el pueblo de La Pobla de Segur recuperó los 800 años de su existencia y en su memoria se instauró la celebración de la Diada dels raiersel primer domingo de julio.


Una fiesta que comienza el sábado por la mañana cinco kilómetros más arriba del Noguera Pallaresa,  lugar en el que se montan las balsas siguiendo la añeja tradición pallarense. No dudéis que pasaréis un entretenido e instructivo fin de semana. 


También rememoran el oficio en Coll de Nargó, con un museo y el descenso primaveral por el Segre, a la asociación cultural del raiers de la Ribera del Segre la Generalitat los distinguió en 2023 con la Creu de Sant Jordi.



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