ALREDEDORES DE LLAVORSÍ
Conoceremos en este post, cuatro puntos de interés del municipio de LLavorsí, todos accesibles solo andando, menos Biuse, al que podemos subir motorizados, tal hicimos.
La importancia estratégica del pequeño pueblo de Llavorsí en la Edad Media, se puede percibir en toda su magnitud desde lo alto de su desvencijado castillo.
EL CASTILLO DE GILARENY
Conduciremos hacia el sur por la C-13 dirección a Sort, unos metros antes de entrar en el primer túnel, nos incorporaremos a un tramo asfaltado situado a la izquierda, 300 m. después dejaremos el coche e iniciaremos el camino señalizado a pie hacia “lo Bosquet”.
En cuarenta y cinco minutos recorremos los casi 4 km que nos separan de los restos del castillo feudal.
Quizás lo más interesante de la visita, al margen del paisaje, son las huellas en piedra del camino medieval que aún se puede pisar.Aunque se presume su construcción en el siglo XI, está documentada por primera vez su existencia en 1130, por un contrato de cesión de dicho castillo del conde Artau. Hasta mediados del siglo XVII, después de la caída del condado soberano, perteneció al duque de Cardona.
Considerado el último reducto de defensa del condado del Pallars, me hizo recordar el mismo título para el Castillo de Valencia d’Àneu y su legendario largo asedio. Supongo que antes tuvieron que derrotar este Castillo y el de Biuse.
Sobre un peñasco rocoso despoblado de árboles, se erigió la fortaleza de la que queda muy poco visible, lo justo para darnos sus fundamentos una idea de su estructura.
Despunta de sus restos parte de una torre de poco más de metro y medio, a los que se acceden por una ancha escalera de madera. Disponiéndonos frente a la espectacular panorámica del valle, comprenderemos el valor estratégico de la ubicación.
Los troceados fundamentos de sus muros andan cubiertos por hierbas y matorrales, un puzzle que perdió la mayor parte de su piezas.
A poco más de 1,5 km desde Llavorsí, en la carretera C-13 dirección a Sort, nos encontraremos a la izquierda un estrecho camino de tierra que nos conduce a 4 Km., en serpenteante y continúa ascensión, hasta los 1.250 m de altitud, lugar en el que se ubica el santuario de “la Mare de Déu de Biuse”, cerca de los restos del abandonado pueblo medieval homónimo.
En una anterior visita nos había sido imposible ascender en coche. En general se recomienda transitar en 4x4, pero en verano con calma para abordar los baches, los inclinados repechos pedregosos sobre un estrecho camino de tierra y piedras y sin lluvia, se puede transitar en un utilitario que no sea excesivamente bajo.
De todas maneras recordar la facilidad de pinchar una rueda, que las piedras golpeen los bajos y el estar atentos para encontrar un espacio para podernos cruzar con otro coche en dirección contraria a la nuestra. Por suerte la pista no está concurrida, nosotros no nos cruzamos con nadie ni a la ida ni a la vuelta.
Recordar también antes de ascender informaros del tiempo, la lluvia descendiendo puede representar un peligro. En nuestro caso eran las cinco de la tarde y se anunciaban las nubes blancas poblando el cielo, pero no estaba previsto que soltaran agua.
La ocupación humana del lugar con castillo y poblado se sitúa entre el siglo IX y X. Algunos la presumen anterior a Llavorsí. La la primera noticia escrita de la existencia de Biuse se tiene en el siglo XI, sin mención de ningún templo parroquial.
Construyendo la actual pista de montaña que hasta mediados del siglo XX tan solo fue una senda, se descubrió un cementerio muy cerca del actual santuario, con sepulcros que se dataron del siglo XIV-XV.
En las contiendas en las que el Pallars Sobirà perdió su soberanía condal, castillo y pueblo serían arrasados, produciéndose su abandono, integrándose los vecinos en Llavorsí.
El permiso de residencia en Llavorsí se les concedió pactando que el territorio abandonado pasaría a formar parte de Llavorsí, dependiendo hasta entonces de Rialp. Los vecinos lo aceptaron pero el municipio de Rialp no.
El litigio por las tierras se prolongaría durante casi un siglo, otorgando la resolución judicial final el uso del territorio a Llavorsí, pero no de su posesión, adjudicada a Rialp.
Lo que provocó en manifiesta rebeldía que se creara la romería de Biuse, un acto de reivindicación territorial convertido en religioso que perdurará hasta hoy.
Desde el principio de su abandono se comenzaría a utilizar el espacio para uso ganadero, pero nunca más se cultivaría. Desde finales del siglo XVII a finales del XIX se conocería el lugar como las Bordes de Biuse, funcionando varias carboneras.
En el siglo XX el ganado era totalmente vacuno y caballar, los muros de piedra seca y las carboneras fueron abandonadas, pero se rehabilitaron algunas bordas con objetivos ganaderos. Acabaron siendo utilizadas con fines lúdicos y educativos a partir de la década de los ochenta.
Se le otorga al lugar el ser un centro telúrico, al menos eso es lo que dicen los sensitivos. Según éstos los puntos geomagnéticos de energía procedentes del núcleo de la Tierra son lugares singulares en la capa protectora magnética que nos protege del viento solar, concentrándose en el sitio en un flujo de partículas de alta energía que nos envía el Sol. La recepción de éstas por el hombre viene asociada a la idea del poder de los druidas, chamanes, brujas...
Después del ascenso, en el que se me hicieron largos los cuatro kilómetros, la encantadora contemplación del paisaje con Llavorsí bajo las altas montañas, nos hizo olvidar los suspiros y dispusimos en contemplación los receptores a cargar pilas.
El lugar dispone de un amplio espacio para el picnic, acogiendo durante el año diversas actividades educativas, senderistas, caza de setas… y de forma anual con gran solemnidad la tradicional romería (aplec en catalán). Después de los oficios de la misa cantada, se distribuye pan en la puerta del santuario para todos los asistentes.
Es la llamada “caridad de Biuse" es una costumbre cuyo origen dicen que se remonta al medievo, rescatada en el siglo XVIII.
Hay dos restauradas bordas acompañando el santuario que parecen formar hoy parte de las instalaciones recreativas del lugar.
Mare de Déu de Biuse
El santuario, designado ermita, parece más bien una iglesia dado su considerable tamaño. Es rectangular de una sola nave muy ancha, casi cuadrada con dos contrafuertes a cada lado.
El techo a dos aguas está revestido de pizarra.
En la fachada, al lado del central portalón hay dos ventanas cuadradas. Por encima se sitúa un ojo de buey adovelado.
Un muro sobresale de la fachada principal por el norte, formando una espadaña de líneas rectas de un solo ojo; bajo él se apoya, integrándose en el muro, un largo porche que ocupa toda la cabecera, la cubierta está soportada por tres columnas de madera de líneas rectas sobre amplios cubos de piedra de diferente altura.
La escultura de la “madre de Deu de Biuse” se ubica en el centro de un colorido retablo de marco dorado, delante de desgastados frescos en el ábside que parecen estar condenados al abandono, como la mayor parte de las pinturas que debían cubrir sus paredes laterales.
En la amplia zona de picnic hay unos carteles informativos que nos orientan en la historia del pueblo, descubriéndonos los pocos vestigios medievales y las bordas que aún se conservan, alguna dicen que aún está activa, aunque la verdad es que ganado no descubrimos.
Ascendiendo hasta lo que fue la torre de vigilancia del castillo, podremos obtener claramente la visión de dominio de todo el valle, desde su entrada por el sur hasta su penetración por el norte.
También os servirá el lugar para orientaros en la organización y distribución de los espacios expuestos en los carteles informativos.
Durante la guerra civil se convirtió el santuario en hospital de campaña, aquí se le ofrecían las primeras curas antes de trasladarlos al hospital de Sort, dado que el frente se dispuso muy próximo.
Testimonios de la guerra civil
Los enfrentamientos militares dejaron una huella en la geografía de la zona en forma de trincheras y fortificaciones que aún se mantienen en pie. En un circuito señalizado de menos de una hora se pueden visitar.
La ruta se inicia por una pista forestal que se abandona en la primera curva, ascendiendo por un sendero bien indicado (marcas amarillas). Dejaremos atrás las ruinas de varias bordas hasta llegar a las Bordas de Berdié. Desde aquí en continuo ascenso comienza el itinerario por el frente de guerra.
Siguiendo ahora las marcas circulares rojas, encontraremos los restos de varias construcciones bélicas con carteles explicativos: trincheras y sus chabolas (espacio del descanso rotatorio adosado en la propia trinchera), polvorín o almacén de la munición en un agujero natural del terreno, casamatas de ametralladoras, búnkeres, etc.
El punto más elevado del recorrido y el más fortificado es La Crestelleta (También llamado Castelleta). Su búnker, en lo alto, está integrado en el peñasco conformando la imagen de un pequeño castillo.
Las construcciones son de piedra seca y troncos, dado que transportar cemento hasta aquí era muy dificultoso y en realidad poco práctico.
Otra de las excursiones interesantes desde Llavorsí, es el ascenso al pueblo abandonado de
SANT ROMÀ DE TAVÈRNOLES
Monasterio de Sant Pere de Vellanega
A seis kilómetros de Llavorsí, en la carretera dirección a Sort, dejaremos el coche en el puente de Guilleri.
Desde allí se asciende en poco más de una hora a 1.208 d’altitud. Bajo la vertiente oriental de la pica de l’Àliga se emplazan las ruinas del despoblado Sant Romà de Tavèrnoles.
Llegaron a tener trece casas. Lo curioso, al observar las ruinas de las históricas edificaciones, es el alto estatus que algunas muestran, un pueblo fantasma que ha perdido parte de sus techos, pero que en su momento, no tan remoto, los mantuvieron orgullosos con gran prestancia.
Bella composición en la entrada del pueblo, con el colegio adosado a la Iglesia de Sant Quirze (San Quirico o San Quirce en castellano) en el que aún se puede observar la espadaña de doble vano con arcos de medio punto.
Celebraron las fiestas patronales el tercer domingo de octubre en honor a Sant Quirze hasta la guerra civil, contando entonces con seis familias. El menguar de la población hizo que los supervivientes guardaran luto, todos habían perdido a alguien, provocando que nunca más la fiesta alumbrara el pueblo.
La dificultad de acceso, la ausencia de electricidad y agua corriente, y el que nunca se hiciera la carretera proyectada, provocó a mediados del siglo el despoblarse, resistiendo hasta 1985 la familia de la Casa Batlle.
Cerca del pueblo se encuentran los restos del Monasterio de Sant Pere Vellanega.
Fue una abadia benedictina dedicada a Sant Pere (San Pedro), documentada su existencia en 969. Diez años después fue cedida, convirtiéndose en el monasterio de Sant Serni de Tavèrnoles.
Sería un pequeño priorato desde finales del siglo XI hasta principios del siglo XIV, a partir de entonces solo se mantendría un monje hasta su total abandono un siglo más tarde.
Os dejo aquí un blog con su ascenso y reuniendo una buena documentación fotográfica.
Bosque “d’Arnui”
Para los amantes del senderismo, desde Llavorsí se puede visitar caminando en 2:30 h. (entre ir y volver) uno de los bosques más hermosos de la comarca: El bosque de Arnui y sus bordas.
Está situado en la vertiente oeste del pueblo, formando parte del “Parc Natural de l’Alt Pirineu”.
El camino de ascenso desde la carretera de Llavorsí al barranco de Carrua, se sitúa paralelo a la fachada sur del colegio mayor, tal os anuncié en la visita a la villa.
El musgo cubriendo la piedra, mientras el agua la lame en aguda inclinación los frondosos pinos rojos otorgando sombra y habitáculo a las inquietas ardillas y los bosques repletos de delgados y blancos abedules, entre los que la vida salvaje nos observa con extrañeza dejándose ver… componen un bosque encantado al que accederemos bordeando barrancos y torrentes, alcanzaremos altos prados con bordas abandonadas… Un recorrido salvaje, mágico y especialmente bello en otoño, cuando los árboles desnudan de hojas su ramas, tiñendo de tonos amarillos, naranjas y rojos el bosque.
Os remito a este blog que con mayor detalle os documenta este encantador circuito oval de dificultad moderada de unas tres horas, apropiado para toda la familia.
Está claro que en una tarde es imposible recorrer todo lo descrito, por lo que os recomiendo al menos un día extra en Llavorsí, en el que disfrutéis del pueblo, de su entorno natural o histórico, del río y de sus actividades deportivas, antes o después de recorrer el “Parc Natural de l’Alt Pirineu”.
En la próxima ruta 6, desde Llavorsí visitaremos La Vall Ferrera.
* * * *
Biuse, caminos tardíos del bronce
La Edad de Bronce es el periodo de la historia en el que se desarrolla la metalurgia de este metal, fruto de la aleación de cobre y estaño.
Abarca entre el 3300 y el 1200 a.n.e. en relación con el Próximo Oriente y Europa, la precede la edad del cobre y le sigue la edad del hierro, pero todos estos metales convivirán antes y después durante siglos con el Bronce, en el llamado periodo de los metales.
Durante el IV milenio a.n.e. se produciría el auge y la expansión de la metalurgia calcolítica balcánica por Europa, extendiéndose primero a Grecia continental, seguidamente a la Oriental y gran parte de Oriente medio, desde allí se extendería por Europa por tierra y mar, gracias a las redes de intercambio comerciales de objetos e ideas.
Se habían establecido muchas rutas de trashumancia desde el paleolítico por Europa y se habían iniciado las marítimas, convirtiéndose todas en el neolítico en rutas comerciales.
La ruta de la sal competiría con la neolítica ruta del ámbar por tierra y mar. La preciada resina dorada del báltico llegó a tener tanto valor como el oro, gracias a este comercio el norte europeo conocería el bronce y serían los romanos quienes les aportasen el hierro.
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Se aprecia en el mapa de la wikipedia que cercanas al Pallars Sobirà se reúnen yacimientos de cobre, estaño y oro. |
Los primeros procesos metalúrgicos de origen autóctono encontrados hasta ahora en la península ibérica se remontan al III milenio a.n.e.
La cultura argárica floreció entre 2200 y 1550 a.n.e. creando la primera sociedad urbana y el primer proto-estado del Mediterarràneo occidental que se tenga conocimiento. Otros señalan también por estas fechas la mítica Atlántida entre Cádiz y Huelva.
En el suroeste peninsular, tres siglos después de la misteriosa desaparición argárica, de la mítica Atlántida y del colapso del mundo micénico, aparecen los Tartessos (del siglo XII al VI a.n.e.).
Cerca del abandonado pueblo medieval de Biuse, se descubrió en 1985, buscando restos metálicos de la guerra civil, el mayor número de objetos de bronce encontrados juntos en los Pirineos.
Los objetos se sitúan entre los siglos VIII y VII a.n.e. Lo que ya los sitúa en el marco de la edad del hierro.
Por lo que parece la posible primera comunidad de Biuse debían de ser iberovascos, los que en un principio parecen estar lejos de contar sus aldeas con una organización comunal de carácter regional o comarcal y se presentan alejados del contacto con los pueblos del Mar, por aquel entonces, griegos y fenicios, colonias que sí se relacionaban sus congéneres iberos en el levante peninsular.
Según parece en la comarca hasta la llegada de los romanos con hornos y técnicas de cocción apropiadas, no se abandonó el bronce por el hierro, pero también se tiene que decir que durante siglos en Europa y Oriente medio coexistirán las dos fundiciones, tardando en remplazarse el bronce por el hierro.
Recordemos también que no será hasta casi un milenio después que el hierro adquiriría la dureza del acero, tal explicamos en la próxima ruta 5 por la Vallferrera (Valle del hierro).
En una especie de cueva rodeada de piedras dispuestas por el hombre, a modo de almacén o de depósito, se descubrieron 148 piezas de bronce, en los que había pulseras, botones, placas de cinturones y armaduras, armas, arneses para los caballos, etc.
Las formas estilísticas y las decoraciones de las piezas son de variada procedencia, predominando en la joyería signos y decoraciones encontrados en la orfebrería de los Alpes.
Sugiriendo que existía una ruta comercial del bronce desde los Alpes franceses hasta las costas catalanas o hacia el interior de la península, pero en todo caso ¿pasaba por el Pallars Sobirà?
Dado el desgastado estado de muchas piezas, se especula que podían estar almacenadas para volver a ser fundidas, algo habitual con esta aleación que marcó un largo periodo de la historia humana.
También se predice que tenía que ser una población estable, pero no se ha encontrado ningún asentamiento en sus proximidades, a menos que estén bajo los fundamentos del pueblo medieval, del que tampoco se tienen testimonios del lugar en el que se asentaba.
La posible distancia de la cueva pudo deberse a la necesidad de esconderlas frente a un saqueo o invasión, pero por lo que parece nadie las recuperó, augurando un terrible final.
Por desgracia la historia de la humanidad nos muestra que el desarrollo tecnológico siempre ha venido acompañado con el avance del poder bélico, las comunidades de montaña permanecieron en las alturas y en gran parte fortificadas hasta el siglo XVII, en prevención defensiva de que llegaran los señores de la guerra, piratas y bandoleros. El perverso homo sapiens no ha dejado de ser un insaciable enemigo del propio hombre.
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