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03 febrero 2022

RUTA 7 (V) TORRENTE DE GLORIETA. GLORIETA. S. Quirçe. MONTESCLADO. S. Esteve. MALLOLÍS. S. Martí.


El último post de esta ruta 7, transcurre por el valle del torrente Glorieta. Tres pueblos lo componen: Glorieta, Montesclado y Mallolís.

 Mapa cartográfico del ICGC



Regresando de Burg y antes de llegar a Tírvia, un cruce a la derecha nos orienta hacia el valle.


El primer pueblo que encontramos es Glorieta o Glorieta de Montesclado, está situado a 1016 msnm. al noroeste de Farrera, a la izquierda del barranco de Mallolís y a levante del barranco de Montesclado, los dos cursos de agua se unen para formar el torrente de la Glorieta.


Según Joan Coromines, el topónimo de Glorieta procede del latín “glatera” , que quiere decir “guijarros”, posiblemente en referencia a la presencia notoria de cantos rodados en sus torrentes.



Roc de la Torre de Glorieta


En el sureste, situado en un peñasco rocoso sobre el pueblo se encuentra “el Roc de la torre” o llamada popularmente “la torre del moro”. Os remito el documento fotográfico de Ricard Ballo.


La fortaleza, que por lo que parece no era más que un robusto torreón amurallado, aparece documentada en el siglo XIII perteneciendo a la familia Bellera. Se dice que a sus pies se formó una pequeña Villa cerrada, pero no queda testimonio de ello.


Se documenta retenido por el conde Foix/Castellbo en garantía del préstamo concedido a Blanca de Bellera, circunstancias de las que hablamos en el anterior post, pero en este caso volvería a depender muy pronto del Pallars Sobirà.

Es decir, nunca llegó a pertenecer al Vizcondado de Castellbó, a diferencia del resto de fortalezas del municipio de Farrera.


Desde el siglo XVI al XVIII consta que perteneció a la Casa Copons. Familia que gobernaría de forma tirana el vizcondado de Vilamur, de la que se tiene muy mal recuerdo y que trataremos de sintetizar las razones en nuestro viaje por el valle de Siarb. 


Se puede subir en coche hasta los pies de la roca, situada en territorio privado, pero con permitida accesibilidad a los pocos restos de la “força”.


Aún podremos contemplar partes de los muros de esquistos irregulares de un grueso considerable. En el muro noreste, más delgado y de mampostería más regular, se abre una puerta con dintel de madera que posiblemente se le añadió mucho más tarde.


El primer censo de la aldea se tiene desde mediados del siglo XIX, en el que se identifican 9 edificios y la iglesia, en la que vivían cuatro famílias, conteniendo 19 habitantes. En la actualidad (2022) figura un censado.


Viniendo de Tírvia lo primero que encontramos, a unos cincuenta metros del primer grupo de casas del pueblo, es la románica iglesia de Sant Quirçe.


“Sant Quirçe” de Glorieta


Sant Quirze, Quirce, Quirico…este niño asesinado junto a su madre Julita en el año 303, tendrían una extendida advocación desde el alto medievo. En la comarca ya hemos ido encontrado varios templos dedicados al considerado, junto a su madre, patrón de los abogados de los pobres, de los aserradores y de los niños.


Poco documentado el templo a lo largo de la historia, tan solo se sabe que el siglo XV estaba integrada en el Oficialado de Tírvia, dependiendo de la iglesia de “Sant Esteve” de Montesclado


Situado sobre una ladera montañosa a 1013 msnm., se encuentra este pequeño templo de una sola nave con base rectangular sin ábside. La cabecera está orientada a suroeste y la adintelada puerta de acceso se encuentra en la fachada meridional.


Se supone que la iglesia románica se levantó alrededor del siglo XI sobre un anterior templo prerrománico.  Se notan varias reformas en los muros, que junto con la forma de la puerta y la planta del templo, hacen pensar que el actual templo continúa otro anterior, siendo reedificado varias veces a lo largo de su historia.


En la fachada de poniente se abre un ojo de buey bocinado, que curiosamente parte una ventana rectangular interior. 


Encima la corona una espadaña de un solo vano sin campana, adintelada en la base y la cabecera, con tejadillo a dos aguas cubierto de pizarra.


En su interior se conservaba una talla de madera románica (s. XIII) de Santa Julita con San Quirico en los brazos, hoy en la iglesia de Montesclado.


Según parece, antiguos vecinos siguen celebrando “l’aplec” dedicada al patrono el 16 de junio.


Las casas del pueblo, dispuestas a cada lado de la única y corta calle, en apariencia se mostraban todas deshabitadas, aunque una lucía modernas reformas con barnizadas ventanas, dinteles, puertas y renovada pizarra en el tejado. 

En otra, colgaba un cartel anunciando estar a la venta y dispuesta sin reformas a que el nuevo dueño las hiciese. No pudimos ver el estado de su interior.


Continuamos la marcha, unos trescientos metros antes de llegar a Montesclado, a la derecha, un desvío nos orienta a su cementerio, en él se encuentran los restos del templo de “Sant Esteve Vell”.



“Sant Esteve Vell de Montesclado”


Tan solo se conserva en pie un muro, en el que una puerta tapiada tiene grabada en piedra la fecha de 1686. En el ángulo de la ábside se conserva una ventana de doble derrame. El resto del muro del ábside no alcanza el metro, por lo que posiblemente los descubráis ocultos tras la naturaleza arbustiva.


Dado que Montesclado requería una visita pausada lo dejamos para la vuelta, sobrepasamos el pueblo, dirigiéndonos a un par de kilómetros al último pueblo del valle.


MALLOLÍS


Está situado a poniente de Alendo, a la izquierda del barranco de Mallolis que los separa y baja la norteña Mata de Mallolís.



Joan Coromines indica que el nombre proviene del catalán antiguo, mallol (Viña abandonada).


Por lo que parece el máximo poblacional se acercó a la veintena en el siglo XIX. Entró en este siglo con 3 habitantes, aumentó a 8 en 2012, pero en 2022 son cinco los censados.


Es curioso y quizás instructivo de su primitiva formación de escaso crecimiento, el observar que siendo un pueblo tan pequeño, está formado por dos núcleos de edificios dispersos a cada lado del barranco. Nunca se unió, ni formó calles ni plazas, siendo al borde del camino que se disponen las puertas de entrada de las casas.




A diferencia de Glorieta, aquí la población en verano crece. Encontramos edificaciones en ruinas engullidas por el bosque, pero también una edificación de mediados del siglo XX nada más acceder al pueblo y contamos cinco edificaciones más del siglo anterior con restaurados techos de pizarra y coches frente a sus puertas.



En el núcleo de viviendas alrededor de la Iglesia de Sant Martí, en la parte alta, destacan las grandes edificaciones de la familia Cal Pergo, Cal Ramonet y Cal Roí…, al menos la de Cal Ramonet la observamos habitada, compartiendo festividad familiar en el patio de entrada a la casona, del que recibimos un entusiasta saludo al pasar por su lado.


Habíamos parado bajo la fuente de Mallolís, para visitar la iglesia románica de Sant Martí.


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Sant Martí de Mallolís 


El templo contiene fundamentos prerrománicos (S. X),  pero por lo que parece ha sufrido importantes modificaciones a lo largo de los siglos, incluso dos de sus muros fueron levantados en el siglo XIX.


La pequeña iglesia es de planta rectangular con ábside trapezoidal, coronada por una bóveda de cañón.


La mampostería dispuesta horizontalmente es de piedra pizarrosa irregular sin desbastar, complementándose en las esquinas con bloques graníticos.


La puerta de entrada es de medio punto con dovelas radiales, situada en el muro meridional delante del cementerio abandonado y engullido en parte por alta hierba y arbustos. 


En el centro de los muros laterales se pueden ver los contrafuertes que aseguran un arco diafragmático que divide la nave en su interior. El tramo de poniente de la nave se presume ampliado más tarde, adquiriendo este arco la función de dar apoyo y continuidad a la armadura de madera del tejado.


Sobre el piñón del tejado a dos aguas cubierto de pizarra, se levanta una espadaña de dos vanos con arco de medio punto que parecen haber sido modificados varías veces, perdiendo la posible forma de herradura original.


Bajo ella se abre un ojo de buey de clara época posterior, posiblemente del mismo tiempo en el que se hizo la sacristía de planta rectangular, situada en la parte meridional del ábside, ocupando parte de la nave.



Realizamos un corto paseo circular transitando por los caminos que dan acceso a los aislados grupo de casas. Aunque nadie nos reprochó nada, sentimos el estar invadiendo un espacio privado.


Retomamos motorizados el camino en dirección a Montesclado, en el que haríamos una parada más larga, saboreando la solera del único núcleo humano del barranco de Glorieta con actividad de pueblo.



MONTESCLADO


Según Joan Coromines el topónimo de Montesclado pertenece al catalán antiguo: mont (montaña) y usclat (quemado), es decir: montaña quemada.


No encontré referencias de su época medieval, dado que no parece tener ningún papel ni defensivo ni de paso comercial. Carezco de datos sobre su censo hasta el siglo XIX que aparece con ayuntamiento propio y una población de 40 habitantes.


El territorio es pedregoso y montañoso, tan sólo la montaña de Sant Andreu está poblada de pinos y arbustos, aportando la leña al pueblo. En una tierra de mediana calidad se cultivaba trigo, centeno, patatas, trigo sarraceno, hortalizas, hierba y legumbres. Se criaban cabras y vacas. La cacería era abundante de perdices y liebres. 


 Manteniéndose oscilante la población durante el siglo XX, comenzaría con un aumento en las primeras décadas y se producirá el mayor éxodo a finales, entraría en este siglo con 23 vecinos, siendo hoy (2022) 43 los censados. Es el pueblo del municipio de Farrera que más ha crecido en estas dos últimas décadas.


La Fiesta Mayor es el último fin de semana de septiembre.

La Fiesta patronal, Sant Esteve, es el 26 de diciembre.


El pueblo se extiende de forma escalonada por la ladera de la montaña. Muestra una aparente forma compacta, pero sus calles no son más que las separaciones naturales entre el conjunto de edificios que de forma dispersa se organizan.




Las edificaciones son más de la mitad anteriores al siglo XX, la mayor parte del resto lo conforman casas modernamente restauradas o levantadas en las primeras décadas del siglo XX. Lo que quizás explica un momento de auge importante de su economía, pero no encontré confirmación de ello.



Continuando en parte la tradicional actividad agrícola y ganadera, el crecimiento del turismo rural en este siglo se ha convertido en una de sus fuentes de riqueza. Cuenta con un número importante de segundas residencias.



El pueblo no dispone de restaurante, pero disfruta de dos casas de turismo rural de reputada fama. Necesitan reservar con tiempo en verano, ya que comparten el encanto rural de este pueblo, en el que son populares las estancias familiares.


Casa rural Maria Antonia, con una capacidad máxima de doce personas. Tiene una valoración, hasta ahora de pocos usuarios (2022) de 9,2. Se destaca la situación, la calidez del lugar y la atención de la anfitriona.

 Lo Paller del Roc. Es un antiguo pajar reconvertido en casa rural, tiene el inconveniente de no poder aparcar en las cercanías, pero lo suple su excelente gastronomía casera, la atención de los dueños y un excelente café.. Los numerosos usuarios le otorgan un 9,4.


Sant Esteve de Montesclado


En la parte baja del pueblo en su vertiente occidental, encontraréis una bella postal con aire medieval delante del campanario de la nueva Iglesia de Sant Esteve de Montesclado.



Las primeras noticias de esta iglesia barroca son del 1314, cuando fue objeto de visita del arzobispado de Tarragona, al formar parte del decanato de Cardós.


La iglesia remplazó Sant Esteve Vell, conservando la advocación al protomártir.


Por lo que se aprecia en la foto (2022), en nuestra visita no pudimos acceder ni a la fachada principal del templo, ni tampoco a su interior.


El templo es de una sola nave con capillas laterales, está cubierta con una bóveda de arista que descansa sobre pequeñas ménsulasEl muro exterior lateral situado al este de la nave está redondeado. 

La sillería es de piedra pizarrosa de pequeño tamaño y aún se puede ver restos del rebozado que un día la cubrió.


La cabecera está orientada a mediodía y la puerta de acceso de medio punto se encuentra a los pies de la nave, formando un pequeño atrio con la base del campanario.


El singular y alto campanario, que también parece haber tenido bastantes reformas, está situado en el extremo de la nave con una base casi cuadrada que se transforma en trapezoidal irregular en la parte alta del segundo cuerpo.


En la parte superior se abren dos pisos de ventanas con arco de medio punto, cegada las del piso inferior en la fachada norte y este, mientras que en la cara sur y en la cara oeste no hay vano ni campana superior (ni tampoco señal de que lo hubo), pero tiene un vano en la parte inferior.


Está coronada por un bajo pero ancho capitel cubierto de pizarra, con inflexión baja hacia la base de amplio alero. Una lucerna le aporta luz. 


Durante la guerra civil sufrió graves daños estructurales, por lo que requirió una importante restauración. 


En el interior, en la pared del ábside se puede observar una pintura mural de San Esteban de 1970 del pintor J.Verdaguer.


Vale la pena recorrer el pueblo con tranquilidad, la esencia de su arquitectura rural está mantenida de forma humilde y funcional, sin orgullos florales, pero limpia, ordenada y conservadora de la tradicional arquitectura.

El pueblo es un encanto con sabor añejo y espectacular la belleza del paisaje que lo circunda.



Regresamos en coche en pausado tránsito, ahora el bosque oscurecía el camino, momento en el que los animales, cruzan sin miramiento la calzada… Efectivamente tuvimos la suerte de ver pasar por delante nuestro un grupo de tres corzos, nosotros paramos pero ellos pronto se perdieron tras el follaje arbustivo.


Senderismo desde Montesclado


Tan solo con el paseo en coche, hemos descubierto un maravilloso entorno que nos invita a profundizar en él, pisando las antiguas sendas que unían pueblos, bordas y valles. Desde Montesclado, os dejo esta cincuentena de propuestas de Wikiloc.


La bucólica postal de Tírvia al atardecer nos motivó el prever en el futuro, recorrer caminando desde allí en ruta circular, los siete pueblos que componen el municipio de Farrera, pero también podemos partir desde Llavorsí, una forma es la de esta propuesta circular de Wikiloc, con una dificultad técnica fácil, desnivel positivo de 705 m., necesitaréis poco más de ocho horas para recorrer los 20 km.



Terminamos  el día cenando en Llavorsí, después hicimos nuestro último paseo nocturno por la Villa a modo de despedida, al lado del río saboreamos durante media hora un firmamento cargado de estrellas.


Al día siguiente teníamos previsto recorrer el Valle del Noguera Cardós”, Rutas 8 y 9, haciendo noche en Tavascán



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Los feudatarios Bellera


En la nota final de este post me gustaría, dando colofón y comprensión a los acontecimientos que rodearon en el bajo medievo la vida feudal en la Vallferrera, Tírvia y Farrera, de los que hemos ido haciendo pequeños apuntes, pero a colación de Blanca de Bellera, mujer del conde del Pallars Sobirà Ramón Roger I, quiero hace una pequeña referencia a este apellido de gran importancia en el nacimiento del reino de Cataluña y especialmente en el desarrollo del condado del Pallars Sobirà.


La historia de esta familia se entrelaza durante ocho siglos con la del territorio catalán, convirtiéndose en un testimonio continuo del proceso de feudalización de los Pirineos catalanes occidentales desde sus orígenes hasta el siglo XVI.


Aunque su origen está vinculado al condado del Pallars Jussà, desde el siglo VIII/IX se extendería, igual que su ganado ovino/caprino por el Valle de Àssua, se le enfeudó bajo los condes del Pallars Sobirà importantes territorios, en un principio Tírvia y la coma de Burg ( siglo XIII), más tarde la baronía del Valle de Àsua y de Rialp desde el siglo XIV hasta finales del XV (lugares desde los que volveremos a hablar de este noble apellido), en el caso de Blanca de Bellera también mantendría posesiones durante un corto espacio de tiempo en el Pla de Corts.


La familia seguiría teniendo un importante poder político y económico durante el siglo XV, siendo la figura -quizás a nivel de Cataluña la más importante- de Arnau Guillem de Bellera, que acabó siendo Veguer (magistrado) de Barcelona de 1399 a 1405 y gobernador de Valencia de 1409 a 1412, lugar en el que falleceria defendiendo la causa de Jaume II d'Urgell.


Interesante es el trabajo de investigación (libre en la red) de Armando Bellieri:

“Historia de una antigua familia catalana: Los Bellera”.


En poco más de una treintena de páginas, el historiador nos embulle en el desarrollo de esta casa feudal, documentada su existencia desde el siglo VIII.


Su contenido, bajo mi humilde criterio, es más épico que descriptivo de la sociedad feudal, con muy pocas referencias a la situación de los “siervos”, dado que todo se centra en los que la documentaron: Nobleza y Obispado.


Pero nos sintetiza de forma didáctica, con un lenguaje llano y con interesantes detalles históricos (al menos desconocidos para mí), no tan solo el pasado “glorioso y guerrero” de la saga de esta baronía hasta su decadencia moderna, sino también y en especial por la entretenida clase de historia, una interesante síntesis de la implantación y el desarrollo del feudalismo en los Pirineos catalanes.


Aunque el capítulo acaba en el siglo XVI, momento de decadencia de la baronía, el apellido de Belleda continuaría dejando huella de su presencia en la isla de Malta, Sicilia, Nápoles, los Países Bajos, Francia y Reino Unido, desde éste último reino se trasladaría el primer poblador de Pensilvania de la rama inglesa de los Belierds.


En el siglo XVIII desembarca en Buenos Aires, Joan Bellera, según parece siendo el primero de la saga de los Beliera argentinos. 


Dedujimos que el autor Armando Bellieri, también argentino, debe su apellido a otros descendientes de esta familia provenientes de Italia.


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