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05 septiembre 2021

Ruta 3 (II) . BARRANCO DE LLAV0RRE. BURGO. Sant Joan. LLAVORRE. Sant Miquel. Erm. de Sant Roc.

Habiendo cruzado el río Unarre por el puente del pueblo homónimo, nos dirigimos hacia los barrancos de los torrentes de Burgo y Llavorre.

Divisando el pueblo de Burgo, quinientos metros antes, hay un mirador en el que vale la pena detenerse. 



Descubriremos al fondo el Noguera Pallaresa en su tránsito por el gran valle de origen glaciar, los humedales del embalse de la Torrassa, la ciénaga de Escalarre…, lugares que por la tarde visitaríamos.


Besando el agua se sitúa el santuario de Santa Maria d’Àneu y más arriba el escalonado pueblo de Escalarre, custodiado por el torrente de Burgo y el río Unarre, antes de confluir juntos en la columna vertebral de la comarca: el Noguera Pallaresa.




Si observamos el recorrido del torrente de Burgo, podemos intuir el antiguo camino que lo unía con Escalarre.


En un ondulado plano rocoso desprovisto de árboles, se pueden apreciar huellas del primer asentamiento de Burgo, convertido al trasladarse a la ubicación actual en zona de pastoreo y Bordas.






BURGO


Está situado a la izquierda del torrente y barranco de Burgo. Mantuvo municipalidad propia hasta 1847, momento en el que se agrega a Unarre. En la actualidad pertenece a la Municipalidad de la Guingueta.


Es fácil pensar que el nombre del pueblo proviene de la palabra Burgo, calificando aquellas poblaciones que en el bajo medievo nacieron a los pies de un castillo o torreón, creándose a la larga un centro artesanal y comercial con protección y adeudo feudalpero por lo que parece no es el caso.



Joan Coromines explica su etimología procedente de la raíz iberovasca, Burkhi: bedoll en catalán o abedul en castellano. Un árbol abundante en la zona y sagrado desde la prehistoria.


Es un árbol que llegó a tener mucha más presencia en el valle de Unarre, otras especies le han ido ganando terreno, en especial las coníferas. Sus bosques inmediatos no parecen presumir hoy de grandes concentraciones de abedules, como podréis disfrutar en el hermoso “bedollar” de Baiasca, Bosc de Virós o en el barranco de Ancs, pero en honor al nombre del pueblo y a la importancia ancestral del árbol, le dedicamos la nota final de este post.


El pueblo y su castillo formaron parte de esa hilera defensiva que protegía desde la vertiente izquierda del Noguera Pallaresa la Vall d’Àneu. De todas maneras su población nunca fue mucha, así en el fogaje de 1553 figura ocupado por dos fuegos civiles y uno eclesiástico. 


Hacia la mitad del siglo XIX contaba con 10 familias, reuniendo unos 60 habitantes. En tierras pedregosas, altas y flojas de baja calidad se cultivaba trigo, centeno, cebada, patatas y heno. 

Se criaba todo tipo de ganado, especialmente vacuno y disponían de abundante caza de liebres, perdices y truchas.


A partir de la década de 1970 el éxodo poblacional es considerable, quedando unos años abandonado el pueblo. Se incorporan a este siglo 8 habitantes, dos familias que se reducirían a una en 2006. En 2008, parece volverse a incorporar otra familia, agrupando 7 censados en 2023.


Su manifiesta actividad constructiva en 2020 parecía señalar un posible próximo aumento de vecinos, pero por lo que supimos eran reformas de los residentes.



El pueblo mantiene sus edificaciones, todas anteriores sus fundamentos  al siglo XX, bastantes perdieron sus techos y paredes, en las que se abren ventanas sin interiores… Visto desde la parte alta de la villa, al lado de los pocos restos de su antiguo torreón de defensa, se tiene la sensación de estar delante de un pueblo bombardeado, al abrirse un gran espacio vacío en el centro rodeado por muros sin techo.



A menos de cien metros del núcleo poblacional está la iglesia parroquial Sant Joan de Burgo, se presume que los fundamentos son del siglo XI, igual que el torreón de defensa. Se dice de éste que la mayor parte de sus piedras fueron reutilizadas por el pueblo en sus casas, pero también especialmente en la reedificación en el siglo XVII/XVIII de la actual iglesia.


“Sant Joan Evangelista” de Burgo


Está documentada formando parte del decanato de la “Vall d’Aneu” en el acta de consagración de la catedral de la Seu de Urgell.


Sería cedida en 1046 al Monasterio de Cuixà, hasta 1163, año que volvería a formar parte de la Seo d’Urgell, por cesión del conde Arnau, junto con el resto de iglesias de la Vall d’Àneu.


 Se mantuvo en 2020, por encargo del departamento de Cultura de la Generalitat, la reforma de la cubierta de madera y las tejas de pizarra que la cubren. De todas formas el interior del edificio se encuentra en mal estado, con humedad, descascarillados revestimientos y una importante grieta en el centro de la curiosa bóveda de arco rebajado del ábside rectangular.



El templo es de una sola nave con cabecera rectangular orientada hacia levante.


La también rectangular fachada frontal, enlucida con cal, está dirigida hacia poniente, mostrando a sus pies una puerta con arco de medio punto, enmarcada por un rectángulo plano, coronado por una hornacina vacía con estilizada concavidad. Por encima se abre un óculo ligeramente desplazado del eje central de la puerta.


Remata la fachada una espadaña de dos ojos con arcos de medio punto ligeramente apuntados, en los que aún lucen sus dos campanas. El tejado a dos aguas lo reviste un losado de pizarra. 


La  mampostería es de piedra pizarrosa y granítica sin desbastar,  menos en los ángulos en el que se pueden apreciar bloques rectangulares desbastados de mayor tamaño.



Después de la breve visita de Burgo, continuamos ascendiendo por la sinuosa calzada en dirección a Llavorre.




LLAVORRE


El pueblo, igual que Burgo, también tenía un castillo del que no quedan restos. En el fogaje de 1553 figuran 4 fuegos laicos y 1 eclesiástico, reuniendo alrededor de 25 habitantes.


En el siglo XIX figuran 9 cabezas de familia, agrupando 55 habitantesEn tierras flojas, pedregosas y montañosas de baja cualidad cultivaban trigo, centeno, cebada, patatas y heno, criando todo tipo de ganado, especialmente vacuno. También igual que Burgo disfrutaban de una buena caza de liebres y perdices y una excelente pesca de truchas.


Dejar el coche antes del pueblo, dado que al final de la calle, en la que sea sitúa la Plaza Mayor, suele estar llena con vehículos que os dificultarán poder dar la vuelta.


Es extraño ver que siendo tan solo cinco los censados (2022), residían junto al mío, los mismos coches que habitantes, supuse que siendo verano la población se ampliaba. Lo que también formaba parte de la calle, igual que en Gavás y Burgo, era la hormigonera.


En el paseo por su única calle, descubrirás casas y puertas guardando la esencia de esa humilde y rústica belleza que singulariza este pequeño pueblo esforzándose en no desparecer.


El pueblo parece hoy convivir por encima de la calle única, zona en la que por el norte descubriremos corrales y pajares padeciendo un gran deterioro.


Las casas que llegaron a ser 18 a finales del XIX, agrupando ochenta habitantes, hoy andan sin balcones las que han tenido la suerte de no haberse quedado sin techo.


La iglesia parroquial de origen románico está situada al final de la única calle, en la Plaza Mayor. A su lado una preciosa casa del siglo XVIII había perdido los balcones, pero mantenía perfecto el tejado de madera con amplio alero frontal.


                    “Sant Miquel” de LLavorre


No encontré documentación histórica ni del pueblo ni de su templo, levantado en el siglo XVII sobre los fundamentos de una iglesia románica. Igual que la iglesia de Burgo, en 2020 se realizaron trabajos de restauración del techo.


Es un templo de una sola nave, circundada por capillas y frontis rectangular orientado al norte, con inclinado tejado a dos aguas cubierto de pizarra. 


El templo cuenta en la fachada sur con una puerta con arco de medio punto, enmarcada por lascas de piedra a modo de dovelas, encima de la llave del arco se encuentra una hornacina sobre la que se abre un óculo trompeteado.



Lo acompaña en ángulo suroeste un recio campanario de amplia base rectangular en el primer cuerpo, transformándose el alto segundo cuerpo en octogonal irregular por rebaje de aristas.


Está rematada la torre sobre un robusto alero por una estilizada pirámide octogonal irregular con inflexión baja a la base y cubierta de pizarra


Curiosa es la lucerna que se abre en su cara frontal, con frontis superior triangular y cubierta a dos aguas.



Un vecino con mono de trabajo al ver que admiraba la cúpula del campanario, me inquirió la valoración del “barret de bruixa” (sombrero de bruja). Exalté su solidez, altura, la robustez del alero y la curiosa lucerna, queriéndole preguntar sobre cómo poder visitar su interior, me dejó con la pregunta en la boca y se despidió con prisas deseándonos un buen día.


Perplejo, me centré en la descriptiva, graciosa e irreverente denominación, especialmente por la contradicción que supone poner un sombrero de bruja a la fe que las endemonió. 


Siendo consciente de la similitud formal, indagué más tarde sobre la posible relación, al menos imaginativa, de la cúpula y el sombrero, pero no la encontré. Según parece el gorro de las “maléficas” proviene de las consideradas por la reforma protestante en el siglo XV alemanas: brujas de la cerveza.


Su gorro tendría en común con las cúpulas de las iglesias, el reclamar la atención de su presencia, ya que señalaba entre la multitud adscrita en la venta ambulante, que bajo la alta pirámide negra estaba una dispensadora de la fermentada cebada. La acusación y su imagen se extendería como el aceite con la revolucionaria imprenta por toda Europa.


Os remito en este enlace a una interesante explicación de todo esto.





Ermita de “Sant Roc”


Al final de la calle única está el camino bien señalizado a la derecha hacia la ermita de Sant Roc (San Roque). Os requerirá entre ir y volver alrededor de una hora y media.


La travesía no encontrará ninguna joya arquitectónica a final del camino, pero sí un hermoso paseo siguiendo el inclinado y abrupto barranco de Bellero, hasta unirse al barranco de Llavorre, por el que que llegaremos, al amparo de la humilde ermita, a un espacio que convida a una relajada contemplación.



Se desconoce el tiempo de su construcción, pero estando dedicado a San Roque al que se le ubica a principios del siglo XIV (canonizado en 1584), podemos estar hablando del siglo XV o XVl la construcción del humilde templo. Siglos en el que su devoción se extendería por todo Europa frente a la peste.


Recuerdo, constatando su importancia siendo el tercer santo de los peregrinos, que San Roquees el patrono de la ciudad de Santiago de Compostela, desde que en 1518, frente al azote de la peste la ciudad se encomendó al santo, con la promesa de nombrarlo patrón de la ciudad si la libraba de ella. Por lo que parece lo hizo y el pueblo cumplió la promesa.


La ermita es una pequeña construcción de una sola nave, con tejado a dos aguas cubierto de pizarra. Muestra una sencilla puerta rectangular de madera con dintel y un pequeño óculotrompeteado encima.



Observaremos la bella panorámica con Esterri a la cabecera, cercado por las cumbres de “L’Alt Àneu” y del que desciende el gran río inundando en tranquilo tránsito los prados y humedales del embalse de la Torrassa.



Regresamos al pueblo, comprobando que el ascenso adquiría su mayor dureza al final del recorrido, por lo que descansamos un buen rato al lado de la fuente.


Al hidratarnos se nos abrió el apetito. Dado que en previsión al reservado almuerzo le restaba más de hora y media, recurrimos a las galletas antes de dirigirnos al lugar en el que habíamos dejado el coche.



Eran las 13:10 cuando cruzamos el río de Unarre, para iniciar el descenso hacia Esterri d’Àneu, con la intención de dirigirnos hacia los humedales, prados y pueblos del embalse de la Torrassasegundo tramo de la Ruta 3 (III) por la Vall d’Àneu.




*      *      *      *      *


El Abedul, “árbol sagrado”


En una cultura animista, en el que los elementos naturales: montañas, ríos, lagos, etc., adquirían la propiedad de seres inteligentes, algunos árboles fueron considerados superiores al hombre y prohibida su tala. La razón era que mientras el árbol no necesitaba al hombre para vivir, a éste le era imprescindible su existencia.


Hay testimonio en las culturas nórdicas europeas y siberianas desde el neolítico hasta el final de la época del bronce, de considerar sagrado el abedul, una de las razones sin duda fue por sus propiedades curativas.


La infusión de sus hojas, corteza y savia son un potente depurativo, diurético y antiinflamatorio, especialmente de las articulaciones. En ungüento es un eficaz cicatrizante, astringente y muy usado para los eczemas.


La savia en primavera mantiene muy alta la concentración de sales minerales, mostrándose ser un gran depurativo que sabiamente utilizaban druidas y chamanes en sus rituales de renovación y purificación espiritual.


En este sentido, al recordar que las “falles” de Andorra utilizan corteza de abedul, me pregunté: ¿La inhalación del humo formaba parte del proceso de purificación del cuerpo?


Desde los inicios se le adjudicó un gran valor espiritual. Se le asignó el ser receptor de energía cósmica, ser “axis mundi”. Es decir, un espacio sagrado en el que el hombre (chaman) y los Dioses ( Sol, luna, etc..) se comunicaban, intermediando también entre ellos los muertos.


En la península ibérica el mayor ejemplo del culto a los árboles fue el Celta. No tenían templos, sus espacios de culto estaban siempre rodeados de árboles.


Eran muchos sus árboles sagrados, pero los dos más venerados fueron el roble y el abedul. El primero más unido a la fuerza y a la inteligencia, mientras que el segundo al espíritu y la intuición.


Se le asoció al abedul con el inframundo y en el culto a los muertos adquirió una simbología funeraria muy parecida a los cipreses para el cristianismo.

Su bello tronco blanco, símbolo de pureza, hizo que los pueblos cristianos primitivos lo denominasen “La Virgen de los árboles”.



La magia del árbol se proyecta en su transformación anual. Sus hojas lisas con largos peciolos, al ritmo del aire se convierten en intermitentes espejos de luz en primavera y verano. 


En el corto otoño teñirán los bosques de rojos y naranjas antes de cubrir con un manto amarillo el sotobosque. Desnudo superará el invierno, siendo el primer árbol en mostrar su nuevo follaje.


Sus semillas, dispersas tal mariposa que sale del capullo, extenderán su especie a largas distancias.


Por todo ello siempre se le ha considerado el árbol de la renovación. Sus hojas y flores fueron signos de distinción de cartagineses, griegos, romanos, etc...


Los inquisidores en el medievo utilizaron sus ramas para flagelar públicamente a sus víctimas por delitos menores, lo que motivó que se asociara popularmente el abedul con el tribunal religioso, incluso éste mantenía un lenguaje oculto propio en relación con el árbol. 

Por ejemplo, si una mujer llevaba una hoja o una flor de abedul en el pelo, indicaba que un inquisidor la había dotado de un favor romántico, siendo pues intocable, es decir, no podía ser acusada de brujería, herejía, adulterio, prostitución….


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RUTA 3 (I) . VALLE DE UNARRE. SERVI. S. Serni. Sant Beado. Lago de la Gola. GAVÀS. S. Pere y S.Joan d’AURÓS. UNARRE. Sant Julià de Unarre.

Desde Esterri, cruzando hacia el este por el puente de la central hidroeléctrica, ascenderemos hacia El Valle de Unarre.


Los casi ocho kilómetros de carretera asfaltada ascendiendo pareja al río que da nombre al valle, finalizan en Servi. Nuestra propuesta aquella mañana era llegar hasta allí y en descenso visitar el resto de los pequeños pueblos del valle; todos con particularidades que hacen interesante la parada (Ruta 3 -I-).


Después recorreríamos el barranco de Llavorre visitando Burgo, Llavorre y caminando visitaremos hasta la ermita de San Roque (Ruta 3 -II-).



Procurar que el orden de las visitas se adapte a vuestros intereses, es decir, si queréis conocer la quesería de Gavás tendréis que llegar a la hora concertada previamente. Si vuestro mayor interés es el senderismo de temprana hora, el Lago de la Gola es el mejor destino, pero prevenir el almuerzo y recordar que tan solo en Unarre y con reserva previa, encontraréis lugar para comer en verano. Si pretendéis llegar como nosotros a la ermita de San Roque, probablemente lo más indicado sería invertir la ruta y comenzar por aquí, lo que os puede ir bien también para visitar la quesería.


Por el camino, en el orden que os parezca más oportuno, pero no dudéis en deteneros en los miradores.



Ascendiendo, dejando atrás el pueblo de Unarre, a poco más de un kilómetro podréis ver, elevada al otro lado del barranco, la iglesia de Sant Joan d’Aurós. Lugar que visitaríamos más tarde, pero es interesante reconocer desde la carretera su ubicación, a la vez que será el único lugar, aunque un poco alejado, en el que podréis observar toda su fachada.




A poco más de un kilómetro de las dependencias de la masía d’Aurós, continuaremos por la sinuosa carretera, dejando a la derecha el desvío que conduce a Gavás. Un par de kilómetros después llegaremos a “Servi”.


CERBI, SERVI O SERBI


La villa se sitúa sobre un saliente rocoso, elevado por encima del “Clot des Planes”, planicie inundada por la confluencia del río Unarre con el torrente “dels Carriols”.


El nombre del pueblo no me quedó claro, pero el vecindario se autodenomina Servi. 

Joan Coromines dictamina que “Serbi” es de raíz vasca y proviene de açeari (zorro) y bide (camino), es decir, camino de zorros. En castellano se ha traducido por Cerbi.


Mencionado desde el siglo IX, es el pueblo más alto de la “Vall d’Àneu” alcanzando los 1430 msnm. Perdió municipalidad propia en 1847 al no alcanzar las 30 familias, agregándose entonces al municipio de Unarre. En la actualidad pertenece al término municipal de la Guingueta d’Àneu.


Esta característica parece ser análoga en casi todos los pueblos de la zona, el descenso de la población, más en unos lugares que en otros, comienza antes del censo de 1847. A pesar de un pequeño repunte con rápida caída a principios del siglo XX, se mantendrían oscilando en una veintena los habitantes hasta nuestros días.


Se incorporaron a este siglo siendo 22 habitantes, 9 hombres y 13 mujeres, es curioso observar que han mantenido un número más alto de mujeres que de hombres durante estas últimas décadas, pero siendo el único pueblo del Valle que parece seguir perdiendo población, en 2010 conviven 19 vecinos y en 2023 figuran tan solo 11 censados, han dado la vuelta al porcentaje, siendo 6 hombres y 5 mujeres.


La fiesta Mayor se celebra el primer fin de semana de Agosto.


El domingo anterior a la Pascua de Pentecostes, alrededor del 15 de febrero se celebra las fiestas de Sant Beado.


Al llegar al principio del pueblo es obligado aparcar. Una plaza alzada sobre el sinuoso y hermoso valle os da la bienvenida. Al otro lado del balcón el agua murmura en la fuente bajo la extraña y singular fachada meridional de la iglesia parroquial de Sant Serni.




 Sant Serni de Serbi


Sant Serni o Sadurní en catalán, San Saturnino o Cerenino en castellano y Saint-Sernin en francés, parece ser que fue un griego nacido en Patras (s. III) que predicó por estas tierras, llegando, según la leyenda, a bautizar los primeros cristianos de Pamplona, entre ellos un niño que se convertiría en San Fermín. Años después, siendo el primer obispo de Toulouse sería martirizado. La gran basílica dedicada a él en esta ciudad francesa, dice contener sus restos.


En su origen fue una iglesia románica levantada en el siglo XI con estilo lombardo. Se reformó por primera vez en el siglo XII, uniéndose piedra tallada con argamasa de barro.


Posteriormente se volvió a reformar el templo, fortificándose y añadiendo capillas laterales a la nave, cubiertas entonces por una bóveda de cañón reforzada con arcos que se apoyaban en pilastras.


En el siglo XVII sería sustituida por la actual bóveda de aristaLas columnas románicas se aprovecharon para asentar los arcos de la nueva bóveda, siendo reforzadas externamente con contrafuertes. 



La cabecera original se sustituyó por la actual de planta rectangular. De la obra original tan solo queda en el muro norte una hornacina semicircular.


En la actualidad se accede al templo (si tenéis suerte de poderlo hacer) por una puerta de arco apuntado, abierta en 1927 en el muro oeste. Este muro estaba coronado por una espadaña de dos ojos que se transformó en un campanario de torre cuadrada cuando se fortificó el templo.


Formando parte de la ambición coleccionista y del expolio artístico  producido durante y después de la guerra civil, de la que iremos hablando a lo largo de la guía, se descubrió documentada la venta de un retablo de la Iglesia de Cerbi, del que se desconoce aún el paradero.



Tantas reformas han desvirtuado el conjunto que parece hoy haber sido compuesto a pedazos, añadiendo dependencias funcionales, obviando la simetría.... Posiblemente cada una de sus partes corresponde a un trozo importante de su historia, aunque poco parece saberse de ella, pero en el presente carece de armonía, aunque precisamente sea eso lo que la singulariza.


Ascendimos por la vertiente occidental del pueblo, encontramos en la pequeña plaza Mayor una síntesis del conjunto del pueblo, observando restauradas edificaciones conviviendo con una añeja fuente, a la que parece adherirse los centenarios muros de un horno del pan o de una ermita. Al otro lado barnizados balcones y puertas nos aproximan a la modernidad sin enturbiar la armonía del conjunto.



Vale la pena recorrer tranquilamente el empinado, limpio y cuidado pueblo. Disfrutar de sus puertas y balcones de madera, la funcionalidad de sus distribuciones, corrales, palomares o sus curiosas chimeneas, con la bella imagen de telón de fondo del desnudo “coll de Servi”.








Llegamos a la parte alta del pueblo, fijaros en el amplio palomar. 


Cerca se encuentra un restaurante muy considerado por senderistas que en 2019, por el Covid, cerró sus puertas. Pero en 2022 me indicaron que volvía a abrir las puertas el restaurante en su restaurado establo: La Taverna /Restaurante Lo Got.

 Presume de una excelente y casera cocina mediterránea, en la que destacan sus carnes a la brasa, embutidos locales y un exquisito “laing”, los usuarios le otorgan una valoración media de 9 en Google (2022).



Iniciamos el descenso por la parte oriental del pueblo. Al suelo con mayor inclinación, escalonado por el centro y cimentado los lados con muescas para evitar deslizamientos, le acompañaban cadenas laterales completando la protección del tránsito durante el invierno, en el que la nieve o el hielo cubren la calle.



En el sureste del pueblo se abre un sendero que conduce bordeando el río Unarre a Sant Beado o hacia el parquing del “pont de Grau” en su camino al lago de la Gola, lugar en el que nace el río.


A poco más cien metros encontraremos el humilde santuario de Santa Catalina de Jou (me extrañó que estuviera dedicado a una virgen de otro pueblo de “la Vall d’Àneu”). Doscientos metros después visitamos el santuario de San Marçal.



Desde allí regresamos hacia el coche tranquilamente disfrutando con las preciosas imágenes del Valle de Unarre tras las casas de Servi.


Senderismo desde Serbi


Sant Beato o Beado de Servi


A poco más de dos quilómetros al norte, ya dentro del parque Natural del Alto Pirineo, está la ermita de Sant Beado, también llamado Beato de Servi.

Es una espectacular excursión circular de 7’5 km, con un desnivel de 380 m. En la que alcanzaremos los 1750 msnm y emplearemos 2 horas y media, con una dificultad media de ascenso moderada.


Se puede hacer también ida y vuelta por el mismo camino, pero tan sólo nos ahorraremos media hora, perdiéndonos un entorno más agreste pero espectacular.


La ascensión se realiza por sendas angostas bien señalizadas en amarillo y blanco. Algún tramo se bordea la verticalidad, pero si no tenéis vértigo no tendréis problema, ya que hay cadenas de seguridad. La vuelta, más cómoda, se realiza por una pista forestal después de cruzar el río de Graus.


El recorrido de ascenso nos conducirán a disfrutar de extraordinarias panorámicas de la comarca, sobresaliendo en un majestuoso telón de fondo las altas cumbres: “Els Encantats’ en el suroeste, Ventolou, Monforcado…, y al norte el imponente Montroig.


Os dejo un blog que detalla esta ruta circular de Servi a Sant Beado.


Sant Beado de Servi. Wikiloc. Autor Fotg.: Cataluña-Palau Robert.


La ermita es un pequeño templo de una sola nave, suponiéndose del siglo XI-XII, posiblemente  la construcción actual es mucho más moderna, pero se aprovecharon materiales medievales y los fundamentos son de entonces. Dentro se ubican dos bancos de piedra adheridos a las paredes laterales.


La ermita fue erigida a este peregrino de veneración local, el llamado Beat de Servino está en el santoral, ni es reconocida su santa existencia ni sus milagros, pero el pueblo no ha dejado de mantenerle devoción.


Según la leyenda local en su labor de peregrinación a Santiago de Compostela (a finales del siglo X) un francés llegó a estas tierras con frío, hambriento y desorientado, refugiándose en una cueva de Serbi.


El pueblo al conocer su estado lo ayudó, terminando por formar parte de la villa hasta su muerte, recibiendo ésta sus grandes consejos y milagros. La tradición local le adjudica muchos más milagros después de muerto.


Según la leyenda convertida en tradición, cada año en la romería que se hacía a la ermita cada familia subía una gavilla de trigo con las que se hacían unos grandes panes con propiedades sanadoras que se repartían entre los participantes


Un año la cosecha fue escasa y los payeses no subieron el trigo a la ermita. Pero todas las familias comenzaron a observar que les desaparecía una gavilla de los graneros. Buscaron al ladrón pero nunca lo encontraron. 


El día de la romería anual, la sorpresa al llegar a la ermita fue muy grande al ver que estaba llena de trigo, exactamente una gavilla por familia.

Entendieron que había sido Sant Beat que las había sustraído en castigo por su tacañería y desde entonces nunca dejaron de darla.


Sigue realizándose la popular romería (“aplec” en catalán) desde Servi, pero me parece que lo de subir una gavilla de trigo se dejó de hacer.



El Lago de la Gola


El lago glaciar de la Gola está considerado uno de los más bellos del “Parc Natural de l’Alt Pirineu”, es un paraíso para los amantes de la pesca y sus entornos un reclamo para los senderistas.


La excursión de más de cuatro horas y media (ida y vuelta) al lago de la Gola” desde Servi, es la travesía más popular y en la que tendríamos que pensar en dedicarle al menos toda la mañana.


Muchos de los que llegaron a esos espectaculares parajes, se arrepintieron de no quedarse a pernoctar en el refugio libre de la Gola, al no contar con reservas alimenticias, ni saco para dormir.


Cerca está esa maravilla de la naturaleza que son los conectados “tres estanys” (tres Lagos) o el impresionante lago de Calberante, por hablar tan solo de los objetivos naturales más cercanos al lago de la Gola.


Unos trescientos metros antes de llegar a Servi, encontraréis un cruce a la derecha que señala que tan solo en 4x4 se puede llegar a un aparcamiento situado a unos tres kilómetros en el “Pont de Grau” situado en el “Pla de Santeri”.


Es posible que los grandes baches no inunden la pista y en verano sorteando piedras se pueda acceder por ella con un utilitario, pero en todo caso informaros antes de intentarlo.


Desde este aparcamiento, en el que habremos superado un desnivel de 300 m, en poco más de tres horas podéis subir y bajar del lago de la Gola. También se puede acceder desde aquí a Sant Beato en poco más de media hora.


Desde el aparcamiento se inicia un zigzagueante sendero que un kilómetro después de abandonar la cascada de la Gola adquiere la mayor dificultad de la ruta, dado que el ascenso en algunos momentos es bastante duro. Sin duda obtendréis la recompensa con las maravillosas vistas del lago de la Gola cercado por desnudas y altas cumbres. 


Lago de la Gola. Wikiloc. Autor: Pnaltpirineu


Ascenso a las altas cumbres desde Serbi


Desde Servi se inicia la travesía hacia el Mont-Roig, pico a 2847 msnm. A su alrededor se ubica el mayor círculo de lagos y lagunas del “Parc Nacional de l’Alt Pirineu”. 


Desde Servi el lago más cercano es el de la Gola, un poco más lejos el de Calberante y por encima, hacia oriente, está el circo de la Gallina con un amplio conjunto de lagunas y el refugio de Enric Pujol.  


Os dejo un interesante blog sobre el ascenso al Mont-Roig y los Lagos de la Gallina, haciendo noche en el refugio. 


También os propongo este circuito circular desde el aparcamiento del Pont de Grau (Pla de Sartari) para acceder al Mont-Roig, pasando por el lago de la Gola y bajando por el Valle de Nyiri y Sant Beado, una preciosa ruta de nueve horas.


Por último, la circular desde el Pla de Sartari, ascendiendo hasta el pico Ventolau  en poco más de seis horas ida y vuelta. Contiene un buen y amplio contenido fotográfico.



Reiniciamos el viaje en coche dirigiéndonos a Gavàs (cuidado no os paséis el desvío hacia la izquierda); ir despacio y disfrutar del paisaje, a medio camino encontraréis un mirador, en el que no dudéis en parar unos minutos.


GAVÀS


Dejaremos el coche en la entrada del pueblo. Al inicio, dando la bienvenida, se encuentra la fuente depositando el agua en un largo canal de piedra al que le acompañan en su muro, rostros cincelados en piedra que evocan desgastadas ménsulas románicas. 


Nos incorporamos por la “única calle”, teniendo la grata sorpresa de encontrar, pasando tan solo unos minutos de la nueve de la mañana, ancianos haciendo parroquia bajo floridos balcones y acondicionadas viviendas. Más tarde aparecerían niños.


Pero a la restauración le acompañaba, al continuar la calle, balconadas sin vida y puertas cerradas.



Lospocos residentes se esfuerzan en el cuidado y limpieza del pueblo, en el que el arte reclama espacio en esta villa de cabreros, incluso los numerosos felinos comparten el amor por el arte del pueblo, o al menos su sueño.



Ca la Bruna, ofrece el alquiler de una habitación en la casa, en la que se admiten mascotas. Tiene una valoración de los usuarios en relación calidad/precio de 9,6y está especialmente indicado para los interesados en experimentar la sosegada vida rural, aislado del estruendo urbano y cuidados por unos propietarios encantadores en un entorno excepcional.

Sant Esteve de Gavàs


Nos encontramos en el tramo final de la calle, antes de girar hacia la quesería, con su iglesia parroquial.



Erigida usobre una primera edificación de la que no se tienen datos, no será hasta 1554 que se la menciona en una relación de parroquias del valle. Se le reconoce su importancia en 1770 haciendo notar que contaba con seis capillas.


Es un edificio de una sola nave con cubierta sobre bóveda de crucero. Lo cubre un techado a dos aguas de pizarra y a su derecha se alza una robusta torre rectangular de base cuadrada en el primer cuerpo y octogonal irregular en el segundo.


Con las constantes transformaciones se hace difícil imaginar su origen románico. Tan solo conserva de esta época en su interior la parte central de la nave y una pica baptismal con grabados que, aunque se pueden identificar pre-románicos, se tiene que considerar que en los Pirineos Pallarenses continuaron utilizándose durante gran parte del bajo medievo, como es en este caso la flor de seis hojas circunscritas, la ancestral flor de la vida.


Fuera, al lado de la iglesia, hay una puerta-verja con una curiosa figura de madera adjunta en relieve. Por detrás de la cabeza emergen rayos que santifican o mitifican la fuerza de un personaje que parece ser femenino, en concreto el de una guerrera si entendemos el vestido tal coraza.


La sensación que transmite es extraña, misteriosa... Se le añade a la intriga un símbolo de protección que ya había visto en varias puertas: la lagartija.










Curioso también es el conjunto de piedra frente a la iglesia, en la que una placa relativamente moderna identifica cincelada el ser la fuente de la plaza, acompañada con una estela y una pica, todas ricamente decoradas con motivos florales románicos en sobre y bajo relieve respectivamente. El poco desgaste de los bajorrelieves no me ofrecían muchas garantías de su aparente antigüedad.


Gavàs, con 21 habitantes (2023) , es una de las pocas explotaciones del Pallars Sobirà productora exclusiva de queso de cabra. Igual que son ordeñadas cada día, también salen a pastar por sus inclinados prados adyacentes, menos cuando el verde se cubre de blanco.


Al final del pueblo, alzada sobre el “barranc dels pradets” se ubica la renombrada quesería Roseta de Gavàs


Desde 2020 la dirige una joven cooperativa. Sin restar mérito al valor juvenil y la interesante ampliación de sus quesos recuperando antiguas recetas, recordé con cariño a los entrañables personajes que dos décadas antes abrieron y rigieron la quesería, Jesús y la Rosa, la que junto con la explicación del proceso de fabricación de los quesos enseñaba sus pinturas en exposición permanente.


La quesería sigue colaborando en la Pastorada (solo en verano) con el ecomuseo de Esterri. Una instructiva y lúdica actividad de verano (tenéis que reservar), en la que los turistas tienen la oportunidad de conocer “in situ” la gestión del rebaño, el pastoreo, la relación entre los animales y el humano, etc.


Todo ello viene acompañado con una explicación de la realidad natural y cultural del territorio, los cambios producidos en los últimos tiempos y los nuevos retos en un futuro incierto.


En este sentido parece haber crecido el interés de la juventud por recuperar oficios perdidos o en vía de hacerlo, en concreto en las actividades de ganadería y pastoreo y en la producción de quesos y leche, recuperando añejas recetas, pero también innovando en base de nuevas experiencias y tecnologías.


En llavorsí se realiza desde hace pocos años, cursos de pastoreo que cada vez cuentan con más inscritos.



Continúan elaborando los tres quesos tradicionales de leche de cabra cruda: el serrat, el tupí y el brossat, pero en la actualidad producen también tres nuevos tipos de quesos.


Para los amantes del queso no es fácil elegir. De todas maneras prever que el paseo en coche, más si es caluroso el día, puede traer problemas de conservación y de olor, por lo que os recomiendo procurarle un lugar templado de almacenamiento lo antes posible.


Después del paseo por el pueblo hasta la quesería, que aunque anuncia su abertura en verano a las diez, si no hemos concertado previamente la visita, nos encontraremos delante de la puerta un cartel que indica: Estamos trabajando con el rebaño.


Eran las 9:40 de la mañana cuando continuamos con el descenso por el valle, en pocos minutos aparcamos en Aurós. 


AURÓS


A poco más de un quilómetro de Gavàs se encuentra el amplio complejo de edificaciones del “Mas de Aurós”. Algunas con reformas y ampliaciones recientes, indicando el crecimiento de su producción agropecuaria.



Resulta bastante misterioso y desconocido todo lo concerniente a este mini pueblo compuesto desde 1758 hasta hoy por dos templos románicos: “Sant Joan i Sant Pere d’Aurós” y una sola casa: “El Mas d’Aurós”. A mediados del siglo XIX tan solo figura una casa familiar, agrupando 11 habitantes.



En una única crónica medieval se habla de Aurós como lugar de residencia de templarios, pero no se han encontrado pruebas documentales que lo acrediten.



En una anterior visita en primavera, me había topado con la imposibilidad de acceder a los templos, ya que dos delgadas tiras de plástico delimitaba mis pasos y al otro lado el de las vacas. Dicen que no hay problemas por pasear entre ellas, pero dispuestas delante de sus terneros no dejaron de mirarnos fijamente y con cara de pocos amigos, por lo que desistimos en el empeño.


En verano, trasladados rumiantes y equinos a pastos más altos, el lugar se alquila para acampar. Así me encontré transitando entre un numeroso grupo de preadolescentes, reunidos en tres grupos, que aunque parecían atentos a la explicación de los monitores, no dejaron de observar con extrañeza nuestros pasos.




Sant Pere d’Aurós


Reconocida su existencia como iglesia parroquial en textos del siglo XIV, existe la hipótesis de que fue en un inicio un aislado centro religioso y que con el tiempo se ubicaron alrededor dispersas Masías, otorgando a “Sant Pere d’Aurós” la categoría de iglesia parroquial hasta el siglo XVIII. No se ha encontrado ningún núcleo urbano, pero sí un cementerio parroquial.



Es un edificio amplio de una sola nave, con una cubierta de vigas de madera y un àbside semicircular al este sobrealzado.


Conserva un friso de arcos ciegos sobre ménsulas realizado en piedra pómez, igual que las dovelas de las dos ventanas de doble derrame, en la actualidad cegadas.



Si nos fijamos podemos observar que los muros del ábside y de la nave muestran un tiempo de construcción diferentes, posiblemente la pared del ábside es la única conservada del románico templo original.



Procedentes de esta iglesia, el Museo d’Art de Catalunya almacena dos tablas de madera policromadas del siglo XIII, una de “Sant Pau” y la otra de “Sant Pere”.










Sant Joan d'Aurós 


A poco más de cien metros se encuentra esta iglesia, que aunque en peor estado de conservación que “Sant Pere”, parece ser que en su momento pudo tener mayor relevancia, dado su gran tamaño y el contar la nave con tres cuerpos de planta basilical.



Hasta finales del siglo XVIII el templo fue considerado iglesia parroquial, con censo y vinculación con otras comunidades eclesiásticas. Se desconocen las causas de su abandono.



Sus  transformaciones indican haber sido múltiples, desvirtuando totalmente el templo románico.



La fachada frontal mirando al este, está cubierta por una bóveda de cañón con techo a dos aguas de pizarra. En el vértice se alza una espadaña de una sola campana con tejadillo a dos aguas.


La puerta de medio punto, con dos arquivoltas descansando sobre una humilde imposta, es probablemente el detalle más interesante en la actualidad del conjunto.



Según parece llegó a tener tres ábsides, de los que hoy tan solo queda el testimonio de los arcos del ábside central que lo unían con la nave.


La pared sur, en la que tan solo se apunta una estrecha ventana rectangular enmarcada con un desgastado encalado, tiene delante el espacio utilizado por los campistas para sus necesidades biológicas, lo que precisamente no hace muy agradable el tránsito, aunque no dudo que abone el campo.



Continuamos la ruta en coche hacia el sur paralelos al río Unarre, llegando a la población homónima, pensábamos visitarla después de recorrer el barranco de Llavorre, pero en esa dirección y nada más cruzar el puente aparcamos en un sombreado espacio dedicado a ello.


Dado que habiendo sido la capital del Valle de Unarre, nos pareció oportuno completar de forma continua la visita de los pueblos que lo componen.



UNARRE


Unarre, a 1219 msnm, es en la actualidad un pueblo perteneciente al término municipal de la Guingueta d’Àneu, sería municipio independiente hasta 1971.


Según Joan Coromines su etimología es de origen vascuence, formado por UR (agua, río) y ARRE (gris, turbio), es decir: río turbio. Hoy es difícil de apreciar dicha descripción ya que la transparencia de sus aguas es manifiesta, pero posiblemente en su origen lo fuera.



Unarre tiene una silueta ascendente, rodeada por diversos torrentes que confluyen en el barranco de Fenera, sus aguas atraviesan el pueblo antes de desembocar en el río que da nombre al valle. 


Se sitúa  en la vertiente oriental “del Faro” (1708 m) y en la sur oriental del pico Escobedo, también llamado “cap de calbar” (1910 m).

El pico Ventolau a 2851 msnm. es el símbolo del pueblo, formando parte de la cadena montañosa que separa el río Tavascan del Valle de Unarre, es un excepcional mirador de esta zona. 


Su importancia estratégica en el medievo se muestra al estar a los pies de las pocas ruinas del castillo de Puigllorenç del siglo XIFortaleza que, junto a la línea de defensa oriental de la Vall d’Àneu formada por los torreones de Burgo y Llavorretendría un papel relevante en las contiendas de 1280 entre el conde de Pallars Sobirà y Pedro II.


A principios del siglo XIX el pueblo contaba alrededor de cien habitantes. Se dedicaban a una agricultura de autosuficiencia con el cultivo de centeno, trigo, heno y patatas, la cría de todo tipo de ganado, especialmente vacuno, y con la caza de liebres, perdices y truchas.


También figura en ese tiempo (posiblemente desde el medievo) el ser sus montañas inundadas de abedules, la cantera de piedra pizarrosa más importante de los pueblos del valle.


Comenzaron este siglo siendo 21, en el censo de 2023 figuran 15 habitantes, 8 hombres y 7 mujeres.


La Fiesta Mayor se celebra el cuarto fin de semana de septiembre.


Servicios turísticos


Habiendo dejado el coche al otro lado del puente, al cruzarlo y seguidamente la carretera, dejaremos a nuestra izquierda la fuente y frente a nosotros se situaba Ca La Tonya.

Ofrece dos apartamentos totalmente equipados, uno para 5 personas con tres dormitorios y otro para 4 con dos dormitorios. La valoración media de los usuarios es de 9,2.


No tengo valoración específica del restaurante de imprescindible reservapero bajo mi opinión mantiene la de los apartamentos. Ofrece una buena cocina casera tradicional, con un menú relación calidad/precio excelente, igual que el servicio. Recomiendo por experiencia su conejo relleno, la crema de ortigas, sus patés o los pies de cerdo con setas. Es un poco lenta la cocina, pero también la garantía que se hace al momento, disfrutar en su terraza sin impaciencias de su exquisita gastronomía.


Es de rigor decir que la oferta en el pueblo de apartamentos para turismo rural es más amplia, al menos oficialmente también está a principio del pueblo  Ca Joanet, está pensada para un grupo numeroso de un máximo de 15 personas, contando con cuatro habitaciones y dos cuartos de baño, tiene una valoración de 9.


Casa de carreraPreciosa casa del siglo XVII/XVIII, profundamente restaurada en 1920 y un siglo después convertida en casa rural, totalmente equipada para un máximo de 11 personas, cuenta con cuatro habitaciones y tres cuartos de baño.Tiene una valoración de 9’8.


En la parte alta del pueblo se encuentra Casa Cabirol. Una casa rural totalmente equipada para un máximo de 6 personas con tres habitaciones, dos cuartos de baño y jardín con barbacoa. Tiene una valoración de 9,1.


No hay duda que la oferta de alojamiento en relación al lugar es muy atrayente, contando que está a tan solo dos kilómetros de Esterri y a tres del supermercado en un entorno privilegiado para el senderismo.


Ascendimos por la izquierda de Casa Tonya hacia el interior del inclinado pueblo, en el

que encontraremos luciendo orgullosos sus apellidos varias casas anteriores al siglo XX muy bien conservadas.


De la veintena de casas que en su etapa gloriosa mantuvo, casi todas conservan aún sus techos y fachadas, unas ocho son las que se muestran habilitadas en la actualidad.



Ascendimos hasta lo más alto del pueblo, topándonos con la iglesia barroca de Sant Julià de Unarre. Desde allí podremos observar la diferencia que inunda los tejados de pizarra oxidados por el tiempo y los de renovada factura.


Sant Julià d’Unarre


Tengo que decir que no averigüé el “Sant Julià” (San Julián) al que está dedicada la iglesia, ya que hay 13 santos con el mismo nombre. Supongo, aunque requiere confirmación, se refiere a Sant Julián de Cuenca, el más advocado en la península a partir del siglo XIII.


En lo alto del pueblo, dispuesta en un saliente rocoso y surcando por detrás el torrente de Fenera, se encuentra este amplio templo barroco. Aunque el actual templo se levantó en el siglo XVIII, no hay dudas de que antes hubo otro templo románico, aunque los testimonios son mínimos y su ubicación desconocida.


Nos incorporaremos al cementerio situado frente a la fachada principal del templo, por una puerta de madera protegida por un tejadillo a dos aguas cubierto de pizarra.



El portalón de la Iglesia con arco ligeramente apuntado (propio del primitivo gótico), cuenta con una humilde arquivolta plana sin decoración y un fino guardapolvo de piedra oscura.


Encima luce un óculo trompeteado, bien alineado con el piñón del tejado a dos aguas cubierto de pizarra.


Sobre la puerta hay una hornacina y en su interior una estela románica con un sobre relieve del calvario, en el que se puede observar a dos ángeles, uno vestido de centurión romano recogiendo la sangre de Cristo con un cáliz  y el otro, barbudo, mantiene una especie de rosario en las manos. Con el sol y la luna como elementos auxiliares y señalados los tres clavos, símbolo de la crucifixión.


No encontré explicación de su significado, pero por lo que parece se sitúa su ejecución como máximo a mediados del siglo XVI, por lo que junto a la pica bautismal que se encuentra en su interior son los únicos testimonios del anterior templo románico.





Sobre un lado de la fachada se eleva la robusta torre campanario, con un segundo cuerpo octogonal irregular, en el que se ubica un reloj cuadrado que ya no marca las horas. 


Por encima se abren cuatro grandes vanos con arco de medio punto, que por lo que me pareció conservan dos campanas. Está coronado por un estilizado “sombrero de bruja” octogonal irregular revestido de pizarra, con baja inflexión a la base y un alero tímido sobre una fina imposta.


El deterioro y oxidación de piedra y enlucido le da una imagen bastante patética, distrayéndonos de sus sobrias y elegantes líneas.


Espero que alguien reivindique pronto la restauración de su enlucido o el desprenderse totalmente de él.



El ecomuseo realiza visitas guiadas que espero algún día aprovechar, para descubrir en su interior una de las mejores muestras del arte barroco local de la comarca.


En el altar mayor se exhibe en muy buen estado un retablo barroco de “Sant Julià” del siglo XVIII. De manufactura local, mantiene todos los elementos clásicos del barroco con un buen trabajo artesanal sobre una excelente madera, no tanta gracia muestran las figuras. Se conservan la mayoría de las tallas originales.


Retablo de S. Julià. Invent. Arquit. Gent.cat.Foto: Fortià Arquitectes

Los incompletos retablos de las capillas laterales son también originales del siglo XVIII


De gran relevancia es el modernamente restaurado fragmento del retablo gótico, por desgracia tan solo se conserva la pedrela (parte inferior del retablo), se cree obra conjunta del maestro Espalargues y el maestro de Vielha (confundido muchas veces con el primero), los dos figuran alumnos destacados del maestro Pere Garcia de Benavarri (1484-1496), del que este último se supone hijo o sobrino.


Los acompañan una singular obra pictórica moderna de finales del siglo XIX y principios del XX, su interpretación de las escenas religiosas y su estilo naïf las hacen muy interesantes. Podréis observar uno de aquellos pocos casos de demonio-femenino, en este caso en relación con Eva. Aunque es curioso por lo peculiar, también señala el machismo culpabilizador que aún predominaba en el pensamiento religioso de finales del siglo XIX.


Adyacente a la iglesia está “el comunidor”, o también llamado “conjurador”. “Comunir” quiere decir conjurar mediante plegarias y exorcismos la acción de las tempestades, para eludir sus catástrofes.


Es un pequeño edificio cuadricular de piedra de dos plantas, abierto de forma simétrica a los cuatro puntos cardinales y con techo a cuatro aguas.


Desde ellas el sacerdote se “conjuraba” con Dios y los santos para calmar tormentas, pedregadas, epidemias, calamidades…


En la mayor parte de los valles de la comarca del Pallars Sobirà habían “comunidores”, de los que en la actualidad tan solo quedan dos.


Dada su importancia espiritual y protectora en las comunidades pirinaicas, la nota final del post versa sobre ellos.



Después de bajar por la inclinada calle que en sinuoso descenso nos devuelve a pie de carretera, disfrutando del saludo de la vecindad en alguna de las restauradas casas.



Senderismo desde Unarre


Las propuestas circulares para recorrer el Valle de Unarre desde la capital homónima son muchas, aunque se multiplican tan solo con pequeñas variaciones, os remito a la siempre interesante recopilación de Wikiloc. 


La excursión familiar más popular por su relación distancia (5 Km) y la belleza de sus bosques es la circular que en aproximadamente 1:30 h de marcha, recorre los antiguos caminos que unían Unarre con Cerbi, Gavàs y Aurós, os referencio la propuesta de Rutes Pirineus.



Llegamos al aparcamiento (situado al otro lado del puente), lugar desde el que iniciaríamos la marcha hacia el barranco de Llavorre. Burgo y Llavorre, con su humilde ermita de San Roque, nos esperan. Ruta 3 (II). 


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Los comunidores o conjuradores


El animismo de nuestros ancestros otorgó alma a todos los seres vivos, también a las montañas, árboles, ríos y lagos. Adoraron, se comunicaron y ofrecieron plegarias a las fuerzas de la naturaleza convertidas en espíritus o seres mitológicos. Aceptando que la dualidad formaba parte de la Madre Naturaleza, le dieron nombre a sus buenas y malas fuerzas telúricas.


Serían chamanes y druidas en la antigüedad los encargados de “conjurar” exorcismos  y plegarias, con tal de contrarrestar las energías de los espíritus destructivos, convocando las energías positivas.


Una concepción ancestral que continuará arraigada en las sociedades rurales en el Bajo Medievo. Remplazaran al chamán por el sacerdote, produciéndose una nueva liturgia de rituales de defensa y protección comunitarios contra las fuerzas maléficas manifiestas por las inclemencias naturales.


En estos pueblos, en los que los meses de cosecha son cortos, una fuerte granizada (algo habitual por estas latitudes) podía destrozar la mayor parte de la cosecha, en la que se incluía el alimento del ganado durante el largo y crudo invierno, lo que podía representar un año de hambruna para todos.


Así, viendo aproximarse una tormenta arrastrada por las malignas fuerzas que traían el temido granizo, el pueblo actuaba organizado recurriendo en primera estancia a las campanas (de las que hablaré en Son) y seguidamente al sacerdote desde el comunidor con conjuros y exorcismos intentará controlar la acción de las tempestades, ahuyentando el granizo o las inundaciones. Hoy quedan muy pocos, pero en su momento cada valle al menos disponía de uno.


El cristianismo adjudicó todos los males a las fuerzas demoníacas y con su ayuda, desinformación e ignorancia, incidió en que gran parte de la población asociara el poder de los ángeles caídos con el origen de todos sus males, personales, comunitarios y naturales, en su expresión humana serían las llamadas brujas las endemoniadas. Contra ellas y sus brujerías lucharían también los sacerdotes desde los comunidores.


Durante el siglo XVII se producirá el mayor número de denuncias de brujas en los Pirineos. Los exorcismos en los comunidores fueron dirigidos a contrastar la acción demoníacas de éstas, su práctica en el Pallars Sobirà se prolongaría hasta principios del siglo XIX.


Se conservan en el museo de Lérida los textos y plegarias de esta ceremonia, que sin duda dice mucho del sincretismo que el cristianismo y las paganas creencias compartieron durante siglos, renovándose el ancestral pensamiento mágico con nuevas liturgias.


En el fondo no ha dejado de existir el supersticioso realismo mágico, aún se siguen produciendo romerías y/o celebrando oficios cristianos para pedir lluvia en tiempo de sequía o evitar que aludes, inundaciones, granizadas y tormentas hagan estragos.




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