La ruta 5 parte de Esterri d’Àneu, recorriendo el sector sur de “la Vall d’Àneu”.
Dado que Escaló es la única población con restaurante en la zona, decidimos, por razones que más tarde explico, comenzar por el valle de Baiasca -Ruta 5 (I) -, para conocer el escarpado y frondoso valle, sus pintorescos pueblos pertenecientes al municipio de Llavorsí y las únicas pinturas románicas “in situ”de la comarca.
Después regresaremos a Escaló, conociendo antes de su visita el pueblo de Escart y su estrecho valle. Visitaremos la “Vila closa” de Escaló y el centro de interpretación. Antes o después visitaremos el monasterio de San Pere de Burgal -Ruta 5 (II)-
Después de comer en Escaló, conoceremos los dos pueblos de la vertiente oriental del Noguera, antes de llegar a Llavorsí: Estarón y Aidí -Ruta 5 (III) -.
Pasearemos por el encantador casco antiguo de Llavorsí -R 5 (IV)- y conoceremos sus entornos próximos más interesantes, visitando en concreto Santa Maria de Biuse -R 5 (V)-.
Nuestra salida se inició a las 8:15 h. después de un completo desayuno. Nos despedimos de Esterri d’Àneu, encaminando nuestra ruta hacia una nueva residencia: Llavorsí.
Después del cruce hacia Espot, nos paramos unos minutos al lado de las instalaciones de la central hidroheléctica, con la intención de fotografiar lo que queda de la torre medieval que da nombre al embalse: la Torrassa.
Una torre circular de defensa y vigía del siglo XII, de la que hoy tan solo queda un primer nivel del robusto muro circular de pequeña y tosca piedra.
Se dice que esta torre establecía comunicación directa con la de Burgo, formando parte de la línea defensiva medieval de la vall d’Àneu y dependiendo del castillo de LLort.
Continuamos hasta Escaló, en el que no haríamos parada por ahora, ya que habíamos optado por visitar primero el valle de Baiasca. Veinte minutos y poco más de ocho kilómetros nos separaban de Arestui.
La razón de visitar primero el valle de Baiasca, era la posibilidad de cruzarnos con su fauna por la poco transitada calzada que cruza sus frondosos e inclinados bosques, más activa en las primeras horas de la mañana.
Desde la carretera de montaña y en tránsito pausado, vimos una pareja de corzos observarnos desde un alto claro rocoso, al pararnos desaparecieron. Frenamos un kilómetro después, al toparnos con el último integrante de una familia de ciervos cruzando por delante nuestro. Frenamos y salimos raudos del coche para poderlos ver descender por la inclinada ladera, pero en segundos habían desaparecido camuflados entre el espeso y alto sotobosque.
Durante el trayecto de regreso, observaríamos a unos cincuenta metros de la carretera un grupo de jabalís con sus crías, no parecieron molestarse con nuestra presencia, aunque no bajamos del coche.
Después hablaremos de las interesantes rutas senderistas que desde los dos pueblos del valle se pueden realizar, pero permitirme previamente deciros que vale la pena pasar unos días por aquí, disfrutar de este paraíso natural de pino rojo, abedules y barrancos, acompañados por la inquieta fauna salvaje.
La carretera recordaba en algunos tramos la estrechez que después descubriremos al ascender al valle del río Escart. Está el piso en mejor estado y con mayor protección frente al desfiladero, pero puede tener desprendimientos rocosos en el primer tramo desde el cruce, si la lluvia ha sido previamente contundente. Simplemente tenerlo en cuenta, en nuestro caso nunca hemos encontrado problemas.
A unos tres kilómetros desde el cruce y a la derecha del río Baiasca, aparece el pintoresco pueblo de Arestui sobre una colina a 1.161 msnm. Cubierta su falda por una espesa arbolada, se apiñan las casas bajo la iglesia de Sant Martí.
ARESTUI
Según Joan Coromines, Arestui es un nombre compuesto de origen íberovasco que quiere decir: lugar de abundantes árboles.
Desde el siglo XVI hasta finales del siglo XIX mantuvo el mismo desarrollo poblacional que Baiasca, del que hablaremos seguidamente desde allí, pero con un número de vecinos hasta el siglo XX situado en su mitad.
En 1970 contaba con 36 residentes, desde 1991 hasta la primera década de este siglo mantuvo una población media de 18 habitantes. En 2023 figuran 21 almas censadas.
Aunque Baiasca y Arestui forman parte del término municipal de Llavorsí, están consideradas “Entidades Municipales Descentralizadas” desde 1958, sin otro núcleo poblacional adherido a ellas. Ha contado cada pueblo desde la instauración de la democracia con cuatro alcaldes.
La formación de las casas se agrupan en un triángulo hacia el noroeste. El pueblo está dividido por la carretera, situándose en su lado suroeste la iglesia parroquial sobre el núcleo más antiguo del pueblo.
El único alojamiento turístico es el Albergue Refugio Arestui, un muy bien valorado hospedaje con un 9,6 de valoración media de los usuarios, cuenta con habitaciones de 4 y 8 personas con cuarto de baño, se admiten perros “educados”, reza su publicidad. Se exalta su cocina casera con ingredientes Km 0 (tiene huerto propio) a un buen precio su media pensión y la atención de los anfitriones.
La Fiesta Mayor la celebra el último fin de semana de Agosto.
Ascendiendo por la carretera y en su cercanía, fijaros si la campana caída de la iglesia se repuso.
Dejamos el coche en un dispuesto aparcamiento en el norte, pocos metros antes de la salida del pueblo en dirección a Baiasca.
Nada más bajarnos del coche el aire se mostró impetuoso, observando como una masa oscura invadía el cielo.
El paseo por el pequeño pueblo, que por la temprana hora parecía desierto, mantiene ese especial encanto rural de sillería oscura pizarrosa, tejados a dos aguas de pizarra y adinteladas puertas y ventanas. Alrededor del apiñado núcleo poblacional observaremos inmensas construcciones, advirtiendo la poca luz que nutre sus interiores.
Sin más calles que las distancias entre las casas, apiñadas éstas entre empinadas escaleras de piedra o cimentadas rampas con muescas laterales para disminuir el riesgo de resbalarse en invierno.
La fuente, el antiguo lavadero comunal, rejuvenecidos balcones y dinteles…
Llegamos a la iglesia de Sant Martí, habiéndose oscurecido totalmente los cielos, de golpe la lluvia hizo acto de presencia. Dada la oscura y desenfocada fotografía tomada, tengo que reemplazarla por la expuesta en la Wikipedia.
Sant Martí d’Arestui
El pequeño templo datado del siglo XVIII, consta de una sola nave con la cubierta de una vertiente, pero se puede apreciar que en su origen era de dos.
La fachada principal mantiene un tímido testimonio del encalado que un día revistió la fachada, permitiendo ver la mampostería de piedra pizarrosa, irregular y sin desbastar, en apariencia unida con argamasa de cal.
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Sant Martí d’Arestui. Wikipedia. Foto: A. Gonzalez Rovira. |
Enclaustrada entre otras construcciones, se crea una pequeña plaza delante. Es curiosa la construcción por delante del campanario, evocando un torreón rectangular, hoy por lo que parece guarda ganado, ya que vimos entrar un par de cabras.
El portalón con arco de medio punto, está adovelado con clave central, sobre el que se ubica el óculo ligeramente desplazado.
Sobresaliendo de las construcciones que lo rodean está el campanario octogonal irregular, con cuatro ventanales en arco de medio punto dovelados con piedra pizarrosa ligeramente pulida y rematado por un capitel piramidal octogonal irregular, cubierto de pizarrra y con baja inflexión en la base. Mantiene un elegante y robusto alero.
El vano frontal lucía una campana, por lo que parece la única, ya que la segunda, tal observamos desde el otro lado, se mantenía caída.
Presentimos que la lluvia sería larga dada la contundencia, pero bastaron unos minutos parapetados cerca de la iglesia, para que calmara su intensidad, momento que aprovechamos para acelerar los pasos y llegar hasta el coche.
Santuario de Sant Jaume
A poco más de dos Kilómetros al suroeste de Arestui y a menos de cuarenta minutos caminando en inclinada ascensión, está el santuario de Sant Jaume, alzado sobre un peñasco rocoso de la montaña considerada “El Far” del valle.
Tal como tantas otras, la montaña fue venerada desde la prehistoria, dejando testimonio desde la edad de bronce de presencia humana. Pero el lugar hace improbable un asentamiento, dado las duras condiciones de vida, con muy pocos prados y con la ausencia de sol durante todo el invierno. Lo que sí pudo ser, es un lugar de culto y una ubicación estratégica para el control del valle desde la edad de bronce.
Según los “sensitivos” es uno de los puntos de mayor concentración de corrientes telúricas de la comarca, junto a La “Mare de Deu” de Biuse, el “Pla de Nequa” y “Mare de Déu d’Alboró. Ya veis, un lugar perfecto para cargarnos de energía.
Santuario de Sant Jaume de Arestui. Foto: Rosa María Sales. |
Desde aquí podréis ver Arestui, Baiasca o incluso en el suroeste “les Rasos de Baiasca”. Por el norte se dibujan la dentada silueta de las montañas del “Parc Nacional d’Aigüestortes” y “l’Estany de Sant Maurici”. Hacia el este, al otro lado del Noguera Pallaresa, se puede distinguir el pueblo de Estarón y el collado de la Bana…
Hay una gran losa de piedra a un lado de la Iglesia que según algunos expertos pudo pertenecer a un altar visigodo prerrománico.
Es un pequeño templo de una sola nave, ábside rectangular y con tejado a dos aguas.
Un modesto altar guarda el libro de visitas. Observaréis entre los rústicos bancos de madera losas desencajadas del pavimento, junto con un gastado y amarilleado blanco enluciendo las paredes.
Algunos dicen que bajo ellas se esconden signos y símbolos antiguos, no sé si la razón de la dejadez de su interior es esa, esperando de que que caiga la pintura, pero contrasta con la moderna restauración del techo, que conservando las formas de su estructura original, muestra orgulloso su nuevo y pulido envigado de madera revistiendo la bóveda de cañón.
La leyenda cuenta que un grupo de vecinos de Baiasca y Arestui, después de visitar en peregrinación tierras gallegas, levantaron en su veneración la ermita. Dedicaremos al distinguido apóstol la nota final de este post.
Aquí se reúne la romería (aplec) de los pueblos del valle en el primer día de mayo, participando también vecinos de Aidí y Llavorsí.
Os dejo este blog con un buen reportaje fotográfico del templo.
Eran las 9:20 de la mañana cuando continuamos la marcha en dirección a Baiasca. Antes de llegar observamos sorprendidos como el sol volvía a iluminar el paisaje.
BAIASCA
Cuatro kilómetros después de Arestui avistaremos Baiasca a 1.313 msnm. Conviene saborear, con una parada antes de llegar, la bella postal de su emplazamiento.
Cerca de la cabecera del río homónimo y situado a su paso a la izquierda, el pueblo forma un pesebre al final de este pequeño valle de origen glaciar, protegidos por altas y desnudas sierras. La ladera soleada la conforman pequeñas e inclinadas zonas de pasto entre rocas, mientras que en la ladera sombría predomina el bosque de pino rojo.
Las casas se agrupan apiñadas en tres niveles bajo la Iglesia de Sant Serni.
Se desconoce el significado de su nombre: “Vallasca”, aunque se reconoce su origen íberovasco.
En el censo del s.XVI contaba con 55 habitantes. Dados sus fértiles prados se desarrolló durante dos siglos, junto a una autosuficiente agricultura de montaña y la industria maderera, la cría de ganado de todo tipo: vacas, cerdos, cabras, ovejas, caballos, mulas.., convirtiéndose en la principal fuente de riqueza del valle.
A mediados del siglo XVIII llegaron a convivir más de 200 vecinos, reduciéndose a finales del XIX a 131. A partir de entonces no dejaría de despoblarse. En 1970 la vecindad la conformaba 22 almas, incorporándose a este siglo reuniendo 12 habitantes, en 2023 son 21, curiosamente los mismos censados que Arestui.
La Fiesta Mayor se celebra el fin de semana más próximo al 23 de agosto.
Dejamos el coche al principio del pueblo. Nada más incorporarte en su interior tienes esa sensación protectora de entrar en una villa cerrada medieval (“Vila closa” en catalán), al hacerlo bajo el arco de una casa junto a la habitual fuente de piedra. Más tarde lo confirmaría descubriendo en el noreste del pueblo otra portada en estado ruinoso.
Observamos desde la carretera que eran numerosos los edificios en ruinas en los extemos del pueblo, pero también se encontraban, aunque la mayoría con techo, entremezcladas en el interior del núcleo poblacional, junto a una decena de viviendas bien conservadas y alguna modernamente transformada.
En general se ha respetado la armonía tradicional de sus fachadas de oscura piedra, ventanas y puertas dinteladas de madera, manteniendo los tejados cubiertos de pizarra.
Sant Serni de Baiasca
Llegamos a la parte alta de este núcleo poblacional, lugar en el que se sitúa la elegante iglesia románica, una construcción de finales del siglo XI o principios del XII.
La construcción es de esquistos oscuros, ligeramente desbastados y de medidas irregulares unidos con argamasa de cal.
Con bastantes transformaciones, persiste solo del medievo su singular ábside dividida en dos niveles, consiguiendo con ello adaptarse al irregular terreno. En la planta baja se sitúa la cripta.
Desde el exterior se aprecia perfectamente su división por medio de un friso con arcos ciegos entre lesenas, repetido en la parte superior junto al tejado. También presenta en cada parte una aspillera con arco de medio punto de doble derrame.
El campanario está adosado al muro que cierra la nave en el extremo oeste, su disposición hace pensar que se añadió mucho más tarde. Si os fijáis, en este muro se encuentra el óculo centrado en el muro de la nave, siendo la principal entrada de luz del templo, ya que en la fachada sur, en la que se abre una humilde puerta en arco de medio punto, no muestra vanos ni aspilleras.
El primer cuerpo es rectangular y el segundo octavado por rebaje de aristas, con cuatro ventanas con arco de medio punto luciendo dos campanas.
La estilizada cubierta piramidal de pizarra con llana inflexión en la base, tiene una rústica entrada de luz a modo de buhardilla abierta y está coronada con una bella veleta, con las figura de un cazador apuntando a un urogallo.
El urogallo es el símbolo heráldico del pueblo, pero según me contaron, esta prehistórica ave en peligro de extinción y protegida especialmente en esta comarca catalana, desapareció por aquí a mediados del siglo XX.
Los frescos que guarda en su interior el templo, son hoy la única expresión pictórica “in situ” en el Pallars Sobirà del románico. Descubiertas detrás del retablo barroco en 1977, se limpiaron y dejaron en el lugar.
Se han datado hacia la mitad del siglo XII y relacionada su ejecución con el taller del maestro de Pedret.
La primera vez que visitamos el templo (2017), al llegar una hora antes, tal era de esperar estaba cerrado y no había nadie por las calles. Por lo que decidimos ascender hasta las ruinas de la ermita de “Sant Bartomeu” (que más tarde describo) y en poco menos de una hora volvíamos a estar en su puerta.
Una vecina que cuidaba las flores del balcón, nos señaló amablemente la casa del alcalde, después de indicarnos que su madre era la que tenía la llave. De forma cordial nos recibió la señora y en pocos minutos se dispuso al lado nuestro hacia el templo.
Hoy esperábamos hacer lo mismo, para ello nos situamos bajo la iglesia intentando recordar la situación de la casa del alcalde. La sorpresa fue encontrar que una pareja de mochileros ascendía junto a un vecino de avanzada edad. Por lo que sin dudarlo los seguimos.
Los alcanzamos antes de llegar a la puerta. Delante, un moderno muro de ladrillo nos separaba del cementerio.
Encontramos a faltar la franca atención de la madre del alcalde, ya que por lo que parecía el vecino realizaba una atención puntual, de la que no se mostró demasiado entusiasta. Por los mochileros supimos que habían concertado la visita por teléfono: 973 622 008. Por lo que parece en 2022 la cosa funcionaba de esta manera.
Tengo que reconocer que en la segunda visita se pierde la gracia del descubrimiento. Por ello intentaremos transmitir lo que sentimos la primera vez.
Al entrar, ocupando el fondo del altar y tapando el ábside se presenta un espléndido retablo barroco de madera. Destaca la reproducción de la talla policromada del siglo XIII de la Virgen y El Niño. La imagen original se expone en el museo Diocesano de “la Seu d’Urgell”.
A los lados, a modo de capillas, se muestran dos retablos más. El de la izquierda estaba realizado por un artista local, del que no supo precisar la época ni el nombre, tampoco del retablo de madera y yeso situado a la derecha, que luciendo un vivo colorido apastelado señalaba una relativa moderna ejecución, al menos la pictórica.
El triunvirato de retablos no guarda armonía de conjunto, pero refleja orgullo y preocupación por su conservación, siendo un magnífico exponente del humilde arte religioso rural.
Preguntándome dónde estaban las pinturas románicas, busqué una puerta que condujera al ábside, supuestamente situado detrás del retablo, pero no la encontramos hasta que la señora la empujó. Os dejo con la incógnita de su ubicación para que la descubráis en el lugar.
Al estar escondidas detrás del retablo se obtiene una observación íntima, manteniendo esa esencia de mensaje milenario que contamina la propia observación. Vibrar en sintonía con el lugar en el que se pintó, oler el sudor de sus paredes tan próximas que las podríamos tocar con la nariz, provoca que se magnifique el encuentro.
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Por desgracia una gran parte de las pinceladas han desaparecido, pero lo que queda es capaz de evocar a la imaginación para completarlo.
Los motivos vegetales llenan los arcos de las aspilleras con vivos colores a pesar del rigor del tiempo, acompañando las principales imágenes del sagrado misterio.
El fresco está presidido en su centro por un pantocrátor dentro de una mandorla de tres franjas de diferentes colores.
Se perdió el rostro de la majestad, en el que se observa un libro en la mano izquierda, sus pies descansan en un suelo curvo, simbolizando la tierra.
En el lado inferior derecho de la mandorla observamos un ángel con las piernas dobladas que sujeta algo en sus manos. Tal es la norma observada en otras pinturas de esta escuela, los ángeles debían de tener los tres pares de alas, estando la pareja frontal salpicada de ojos, al igual que los pies.
En el lado izquierdo se sugiere parte de otro ángel y arriba en cada lado se ve una ala, lo que posiblemente señala que eran los cuatro querubines inspiradores de los textos evangelistas.
Bajo ellos y de su “Majestad” se encuentra otro ángel con dos alas que posiblemente hace referencia al arcángel Gabriel.
En el semicírculo inferior, bajo una cenefa, se ubican los apóstoles Pablo, Juan, Bartolomé y otro apóstol sin identificar.
También se pueden reconocer en un extremo a San Ambrosio sosteniendo un libro con tapa de oro y pedrería, a su lado su discípulo San Agustín.
El contenido del conjunto hace referencia a la transmisión de la palabra de Dios, desde el libro que contiene en la mano la “Majestad”, posiblemente el Antiguo testamento, el Nuevo Testamento se significa con por los cuatro evangelistas y por último la palabra de los dignificados padres teológicos de la iglesia católica.
Salimos del templo con amplia sonrisa, nuestro tiempo en Baiasca se acababa.
Si queréis continuar con el románico, conociendo los restos del que posiblemente fue el primer santuario en Baiasca, os recomiendo ascender hasta “Sant Bartomeu”.
“Sant Bartomeu” de Baiasca
Para llegar tenéis que seguir la senda bien indicada hacia el norte, fijaros en los muros de piedra seca que aún se alinean a nuestro lado, hasta cruzarnos con el barranco de Cultius. Desde allí, continuando paralelos al cauce durante veinte minutos, encontraréis a la izquierda los restos de la que se supone fue la primigenia iglesia de Baiasca (s. XI). El templo se eleva sobre un saliente rocoso entre dos barrancos y cercanos a un grupo de Bordas.
Se trata de un edificio del siglo XI de singular tipología, al contar con dos ábsides en una sola nave. Se cree que se alzó sobre una anterior edificación prerrománica (visigoda-mozárabe).
Será difícil descubrirlo hoy, dado que tan solo se conserva un ábside semicircular con decoración lombarda, el muro de la fachada de entrada a la nave con el portalón con arco de medio punto dovelado y algunos restos de los muros laterales de la nave. Muestra una mampostería de piedra pizarrosa, tosca, ligeramente desbastada y bien alineada, unida con argamasa de arcilla.
Ermita de Sant Bartomeu de Baiasca. Fotografía de TRAVELPHOTOBOX |
La extraña disposición del ábside orientado al suroeste y la fachada principal hacia el noroeste, parece estar debido a la adaptación del templo al plano rocoso.
La única documentación del templo es del siglo XVI, en la quse hace constar que se tiene reparar el tejado. A mediados del siglo XVIII se hace mención a la cofradía de Sant Bartomeu de Baiasca, pero por lo que parece la tradición no evitó su abandono a finales de ese siglo.
Os remito a este blog, con un vídeo en el que podréis contemplar su espectacular emplazamiento.
Senderismo desde Baiasca y Arestui
Desde Baiasca y Arestui hay diferentes y muy bellos itinerarios hacia cada punto cardinal de sus alrededores. Os dejo la información de wikiloc sobre sus muchas posibilidades, yo tan solo os hago mención de las dos más populares de la vertiente norte y el extenso recorrido por la vertiente sombría del sur, del que encontraréis múltiples variantes más cortas según los objetivos a visitar.
El “Bedollar”de Baiasca
Desde “Sant Bartomeu”, continuando hacia el noroeste encontraremos numerosas terrazas de cultivos y bordas, la más curiosa es la borda de Pergavatx, adherida a la pared de un risco.
Orientados hacia el oeste siguiendo la ladera de la solana encontraremos gran número de plantas aromáticas y las bordas de Joab. Cruzando torrentes y barrancos alcanzaremos un pequeño collado desde el que podremos descubrir el Valle modelado por el barranco de Encasi.
Recorriendo el torrente nos adentraremos en un hermoso bosque de abedules (bedollar en catalán) y avellanos. Media hora nos queda para completar las cerca de tres horas empleadas.
Aquí os referencio esta propuesta circular de ascensión de Wikiloc.
Serreta del Solà
Hacia el noreste, a mitad camino entre Sant Bartomeu y Baiasca hay un sendero que nos conduce hacia el este. Ascendiendo por el barranco dels Ferners, llegaremos a las bordes de Auressi y su bello bosque homónimo.
Recorremos la vertiente sombría de la Serrata del Solà, retomando a mitad camino dirección de vuelta, bajaremos hacia el sur y antes de llegar a Arestui, recorreremos paralelos a la ribera del río la senda que nos conduce de regreso a Baiasca.
Es un circuito circunvalatorio que también podéis realizar desde Arestui. Necesitaréis aproximadamente unas cuatro horas.
Os propongo esta ruta desde Arestui, añadiendo el circuito anterior, transitaremos por Sant Bartomeu, el collado y el “bellodar”de Baiasca. Para ellos tendréis que disponer de unas seis horas y media.
Baiasca-Sant Jaume-Bosc d’Arnui-Pla d’Artigues-Bosc Estadina-Cóm del Ras-Baiasca
A menos de un kilómetro antes de llegar a Baiasca, hay un cruce hacia el sur que, por una pista forestal solo recomendable en 4x4, nos conduce hacia el sureste al santuario de Sant Jaume, del que hablamos en Arestui.
Después de visitarlo (se tiene que ascender caminando durante unos veinte minutos) retomamos el camino dejado para continuar la ruta, ahora hacia el suroeste: el bosque de Arnui y las Obagues de Arestui y Matanegra para llegar al Pla d’Artigues, con la fuente de Montmintger (zona de picnic).
Cruzando torrentes nos encontraremos con la “font del Bosc”. Continuaremos transitando por el bosque de Estandina hasta llegar a una alta y extensa planicie desarbolada desde la que nacen tres barrancos que desembocan en Baiasca.
Continuando por la pista forestal llegaremos al Bosque de Poleda, descubriendo por su interior los centenarios abetos que pueblan este encantador, salvaje y espeso bosque.
Después de traspasarlos y en sus límites llegaremos a los “Cóms del Ras”, cerca de unas cabañas y de la zona de picnic está el Dólmen del Rasos, testimonio de la presencia humana desde la edad de bronce en este espectacular entorno natural.
Desconozco la posibilidad de continuar en 4x4 por el antiguo camino a Espot, uniéndose en el recorrido, tal afluente, con el sendero de Escart.
Si la ruta la habéis realizado caminando, desde el “Cóm del Ras” descenderemos por el bosque de la Poleda hasta Baiasca.
Este largo pero espectacular circuito de complejidad media, caminando os puede llevar alrededor de unas 8 horas y media.
Nos orientamos por el valle hacia la carretera comarcal, disfrutamos con tranquilidad de la estrecha y sinuosa carretera, de los últimos kilómetros de bosques de pino rojo y del angosto e impresionante barranco que traza el río Baiasca en su camino hacia la confluencia con el Noguera Pallaresa.
Llegamos a Escaló en cinco minutos desde el cruce con la comarcal C-13. Eran las 10:45 de la mañana cuando bordeando los límites del pueblo medieval nos dirigimos hacia el valle del río Escart, -Ruta 5 (II)-
No voy a enumerar las múltiples razones que hacen imposible gran parte de la leyenda histórica de Santiago apóstol, posiblemente tan falsa como los huesos que se reverencian en la Catedral de Santiago, pero dado que se erigió en dogma de fe es incuestionable.
Pero lo que sí es indiscutible, es la influencia que llegó a tener desde el primer milenio de esta década, para que en sus siglos últimos un grupo de vecinos de un pueblo aislado de los Pirineos caminaran hasta Santiago de Compostela buscando su bendición.
La promoción de la leyenda visigoda sería difundida a partir del siglo VI, resaltando el apostolado del santo por la península ibérica y la aparición de la Virgen María en Zaragoza. Adquiere relevancia a partir del siglo VIII, convirtiéndose un siglo más tarde en el mayor estandarte de la cristiandad frente al islam.
Santiago “Matamoros” en la batalla de Clavijo. Óleo de Francisco Camilo 1649. Museo del Prado. |
Especialmente escuchadas fueron las palabras que desde Asturias (primer reino cristiano en territorio Peninsular) difundió el Beato de Liébana.
“Casualmente” poco después de su muerte, en el año 833 se produjo el “milagroso” y pretencioso encuentro del cuerpo del apóstol.
Sobre su tumba se levantaría la catedral de Santiago de Compostela, convirtiéndose la ruta jacobina en el peregrinaje más importante de Occidente, llegando a superar el de Roma y Jerusalén.
Santiago el peregrino, devendría en el apóstol y patrón de la cristiandad ibérica, pero también en Santiago Matamoros, el apóstol guerrero más importante frente al infiel y un rentable negocio del que se lucraría durante siglos la iglesia católica.
En el siglo XII el canónigo de Compostela, Pedro Marco, pone por escrito la leyenda de la victoriosa batalla en el 844 del rey cristiano Ramiro I en Clavijo (contienda inexistente), gracias a la intervención de Sant Yago con espada en mano. El rey en agradecimiento decretó que los súbditos entregarían anualmente parte de la cosecha y la vendimia al santo.
En base de una batalla inexistente y con claro afán recaudatorio, se estableció en todo el territorio cristiano peninsular en el siglo XII el pago del voto de Santiago, un impuesto regular que nadie podía dejar de pagar, incluido la corona. Duraría el impuesto siete siglos, siendo abolido por las Cortes de Cádiz.
En la llamada “reconquista” su nombre se convertiría en grito de guerra: ¡Sant-Yago!, apareciendo a partir del siglo XII en múltiples batallas contra el islam, una de las leyendas más populares sería su ayuda al Cid Campeador.
Todo ello promocionó la imagen de Santiago o Sant Jaume “Matamoros”, en vez de la del apóstol peregrino.
Es interesante observar la transformación de su nombre original: Yaakov. Se latinizó por Iacobus, transformándose en Jacobo y Jamocu, del que saldrían Yago en Galicia-Portugal y Jacme en Cataluña, derivando en Jaume y en Aragón en Jaime.
En el caso catalán su iconografía sobre un caballo blanco y espada en mano se asoció con el rey Jaume I el conquistador.
El grito de guerra (Sant-Yago) en el bajo medievo uniría las dos palabras: Santiago, transformándose posteriormente en Thiago y éste en Diego.
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