En este post recorreremos los últimos pueblos septentrionales del Municipio de Soriguera: Arcalís y Baro, para finalizar en el templo románico de la Virgen de Arboló.
Otra vez en Baro, después de descender de Escós, retomamos la nacional unos trescientos metros en dirección a Sort. Delante de las últimas edificaciones de Baro, observaremos a la derecha el desvío hacia Arcalís.
Antes de cruzar por el sólido y moderno puente a la vertiente izquierda del Noguera Pallaresa, aparcamos un momento para pisar el histórico y renovado puente colgante.
El puente viejo, llamado de Arcalís (perteneciente a Baro), era el paso desde la vertiente derecha del Noguera Pallaresa a dicho pueblo.
El puente colgante de madera permitió el paso de personas, animales y pequeños vehículos (uno en uno) desde 1910 a 1992. Sería rehabilitado en 2015.
A unos 30 metros se construyó a finales del siglo XX el puente de piedra, que con un ancho de 6 metros permite el acceso a Arcalís por pista asfaltada.
Después de unos minutos observando el río y la actividad pesquera manifestándose a lo lejos, nos dirigimos al coche.
Nuestro destino estaba situado a 2,4 Km. por una serpenteante pista, con un desnivel de 150 m. de gran belleza paisajística, por lo que no dudéis en pararos para disfrutar de sus bosques de coníferas y encinas, o tal como hicimos nosotros a mitad camino frente a la llamada “torreta” y su bella panorámica.
Pocos metros antes de llegar a las primeras casas del pueblo, a la derecha se abre el antiguo camino de Arcalís hacia Arboló.
Según Joan Coromines, su nombre es de raíz iberovasca: Erkaritze, que quiere decir lugar de arbustos.
El pueblo está ubicado en un plano inclinado sobre el contrafuerte septentrional de la Montaña de Sant Mauri, acumulando un desnivel de 20 metros. Sobre ella al sureste se sitúa el Castillo de Arcalís.
Es un pueblo compacto pero sin señales de haber sido una villa cerrada, hoy reúne una treintena de edificios organizados en tres calles con el mismo nombre: calle única. En el extremo sureste se encuentra la iglesia parroquial de Sant Lliser.
La iglesia aparece nombrada en el año 947 por una venta de tierras y la donación de la iglesia de “Sesui” al monasterio de Gerri por parte de los condes del Pallars, Isarn y Adelaida. Posesión ratificada en el año 966 por el papa Joan III.
La primera noticia documentada del pueblo se tiene del conde Artau I del Pallars Sobirà, vendiendo en 1049 a Brocard (hijo del vizconde Guillem de Urgell) el “kastrum de Archalis” y las iglesias de su término.
En 1054, Brocard lo cedió a la canónica de Santa Maria de La Seu d’Urgell. Pero en las conveniencias de 1064 se menciona la capilla de Arcalís como donación del conde de Pallars Jussà a los condes de Pallars Sobirà, pasando el castillo de Arcalís junto a sus territorios a la canónica de Santa Maria de La Seu d’Urgell.
Alrededor de 1075 Ramon Guillem juró fidelidad al obispo Bernat de Urgell por la fortaleza de Arcalís que mantenía en feudo. Pero cuatro años después entregó al monasterio de Gerri una serie de bienes, prometiendo en el futuro entregar el castillo de Arcalís. Pero tan solo dos años después juró fidelidad a Guillem Guitard de Vallferrera por los castillos de Arcalís y Rocafort.
Ese mismo año, el papa Urbano II confirmó la fortaleza a Santa Maria de la Seu d’Urgell, ratificado después por los dos papas siguientes. Por lo que la confrontación señorial con la eclesiástica sería permanente.
En el fogaje de 1553 se registran 9 fuegos civiles y 1 eclesiástico, reuniendo alrededor de 50 habitantes.
Desde el siglo XVII al XIX la actividad maderera (talado y traslado) parece haber sido la principal tarea productiva durante gran parte del año. El resto lo dedicaban a una agricultura de autosuficiencia.
En tierras poco fértiles, pedregosas y flojas cultivaban cebada, centeno, patatas, legumbres, hortalizas y árboles frutales, especialmente manzanos. Se criaban cerdos, ovejas y cabras, en menor medida mulas y bueyes tan solo para las tareas agrícolas locales. Tenían abundante caza de conejos, liebres y perdices.
En 1857 figuraban 215 habitantes, pero tres décadas después se habían reducido a 106 los vecinos.
En 1900 convivían 90 almas. Con pequeños altibajos se mantendría ese número hasta la guerra civil, contabilizándose 79 vecinos en 1940. A partir de aquí el éxodo será continuo, reuniendo el mínimo vecinal en 1991 con 10 censados.
Como en la mayoría de pueblos, se desconoce la fecha que se configuró como Entidad local menor, ni cuando antes se conformó como pedanía, pero sí se sabe que fue suprimida en 1992.
Se incorporaron al presente siglo conviviendo 22 vecinos, una década después serán 29 habitantes. En 2024 se registran censados 24.
Habiendo aparcado a la entrada del pueblo, dos edificaciones interesantes nos dan la bienvenida, a nuestra derecha destaca por su tamaño la Casa de la Masía, y unos metros después a nuestra izquierda descubrimos la antigua escuela.
Al lado de la ilustrada esquina se encuentra una de las fuentes, en la que según entendí era la plaza Mayor, aunque nos pareció la más pequeña de las otras dos plazas o espacios abiertos que encontramos.
Acompañaba al abrevadero un banco de madera, posiblemente de un transformado y primigenio “com” (abrevadero de tronco de madera vaciado su centro).
Este Obispo de Couserans del que ya hablamos en Alòs, nació dicen en los Pirineos de Lérida y sería santificado por haber logrado con sus oraciones que los visigodos no arrasaran la ciudad de Couserans. Se le atribuye una relación espiritual con la ciudad de Lérida que nunca mantuvo, pero por ella se expandiría su advocación por los Pirineos catalanes entre el siglo VIII al XII.
Por lo que se piensa que la actual iglesia del siglo XVIII, debe tener los fundamentos de un templo románico, incluso quizás prerrománico, pero se carece de pruebas.
En la visita pastoral de 1575 tenía como sufragánea la capilla de Arboló y estaba incluida en el oficialato de Sort. Actualmente depende de la parroquia de Sort.
Es un edificio barroco de una sola nave de planta rectangular, con la cabecera orientada hacia el este.
En la fachada de poniente se abre la puerta de arco de medio punto que da entrada a la nave. Se alza por encima una ventana rectangular, con arco rebajado en el marco saliente.
El tejado es a dos aguas revestido en el pasado de pizarra, hoy una acanalada plancha de metal rojizo lo cubre.
La torre campanario, adosada en el extremo sudoeste de la nave, es de base cuadrada hasta la altura de la cubierta, convirtiéndose a partir de aquí en ochavada. En ella se abren cuatro vanos con arco rebajado en las que tan solo vimos lucir una campana.
Lo culmina un fino capitel piramidal cuadricular con inflexión a la altura de la base y revestido de pizarra.
Muestra un amplio alero sobre una bonita cornisa de doble imposta en gradación. Una con hendiduras rectas y la superior con molduras triangulares.
La fachada de oriente y el campanario están enlucidos con cemento blanco o encalado.
En el resto del edificio se puede ver desnuda su mampostería de piedra ocre-rojiza irregular, sin desbastar y mal alineada, menos en los contrafuertes, ángulos y base de la nave que se muestra más grande, ligeramente desbastada y correctamente alineada.
En el exterior de la nave se pueden apreciar en los muros laterales perfiles metálicos reforzando la estructura.
Supongo que es fruto de los arreglos modernos, pero la utilización de materiales ajenos a su tiempo desluce bastante el templo: la chapa metálica en cubiertas, el cemento portland y las cañerías de PVC mostrándose sin pudor por la fachada.
Xavi Pedemonte (el Petit), es un artista local hijo de Arcalís, alcalde del municipio de Soriguera (2015-2017), que ha realizado diferentes murales en las fachadas del pueblo, también hemos encontrado y seguiremos encontrando sus murales en otros pueblos del amplio municipio de Soriguera.
Lo interesante de su obra es el revalorizar con orgullo la imagen histórica, rural y legendaria del pueblo, homenajeando a personajes importantes en la historia vecinal.
Por desgracia su caducidad empieza a ser manifiesta, el desgaste de la pintura sobre los ásperos muros, a menos que se vayan restaurando, se muestra próxima, algunos ya calzan medio siglo.
Un ejemplo de ello es la bella composición en homenaje a Pepe de casa Segret, en el que las robustas manos, significativas del quehacer rural, han desaparecido.
Otra obra de Xavi da la bienvenida al pueblo, recordando a un legendario personaje hijo de Arcalís.
Josep Ponsico Escribà, de Casa Lliser, conocido como LLiser de Arcalís, sería el ladrón del camino Real (“camí Ral” en catalán) más renombrado a finales del siglo XIX.
Sobre Gerri de Sal y la ermita de Arboló se encuentra la “Roca del lladre” (roca del ladrón), lugar desde el que dominando el desfiladero controlaba su banda el paso de mercaderes y comerciantes.
Nació en 1834 en el pueblo de Arcalís. Un tiempo caracterizado por las penurias que arrastraron las guerras carlistas y una población armada. En estas aisladas y agrestes tierras nacerían varios grupos de bandoleros.
Liderando un grupo de 9 bandidos, durante veinte años (1866 a 1887) Lliser controlaría los pasos de Collegats, la Vall Fosca y Port de Cantó, en este último las víctimas serían mercaderes procedentes de Urgell.
La doble vida de sus componentes no sería descubierta hasta su detención. En el caso de Lliser, trabajaba de secretario del distrito de Estac (entonces Arcalís formaba parte de este municipio), lo que le proporcionaba el conocimiento de los negocios que se hacían en ferias, fiestas mayores, mercados… y en consecuencia actuaban.
20 años delinquiendo sin cometer delitos de sangre, sería lo que le otorgara cierta simpatía popular y evitó el ser ahorcado al ser detenido y juzgado.
El castillo de Arcalís
En el extremo sureste del pueblo, se inicia un camino de herradura de origen medieval, por el que a poco más de 2 Km. se llega a los restos del castillo, alzado en la cima de la colina de Sant Maurici.
Aunque la fortaleza parece haber sido importante y levantada al final del alto medievo (s.IX) , las únicas referencias se establecen en relación a las manos que caía, no se conocen ocupaciones violentas, ni el haber entrado en lid directa nunca.
En 1631 el castillo pertenecía al conde de Vallfogona y en 1831 figura propiedad del duque de Híxar. Sería abandonado a finales de ese mismo siglo.
El conjunto más importante de los restos conservados está formado por un recinto rectangular de 17m x 19,5m, cerrado por muros perimetrales de 1,30 m de grosor.
En las fachadas meridional y oriental, conservando unos 3 m de altura sus muros, podemos observar un aparejo formado por sillares de diferente tipo y colorido, bien labrados y dispuestos en hiladas horizontales, especialmente grandes se muestran en los ángulos, llegando a medir 1,90 m. de largo x 0’30 m de alto x 0’50 m. de ancho.
El paramento intermedio está realizado con aparejo más pequeño y dispuesto también en hiladas regulares. La fachada occidental conserva muros de 2,5 m de altura, en la fachada norte tan solo se alzan 1 m.
Este espacio está compartimentado interiormente en dos ámbitos paralelos y rectangulares, con una gran sala de 15 m x 6 m en el oeste, lugar en el que se sitúa el único portal de entrada, del que tan solo se conserva el inicio del arco de medio punto.
Al lado del antiguo camino en el que aún se puede apreciar el empedrado medieval, se encuentran los pocos restos de la capilla de Sant Martí. Fue la iglesia del castillo, aunque está documentada su existencia desde el año 1049, los pocos testimonios que quedan apuntan su construcción en el siglo XII.
La Mare de Déu de Serenyà
Es un antiguo santuario románico, hoy penosamente en ruinas y dependiente de Arcalís.
Situado en el extremo del Bosquet de Saleretes, a unos 2 km de Arcalís, por el antiguo sendero que lo unía con Malmercat por la vertiente izquierda del Río. Alzada sobre un peñasco rocoso desde el que se controlaba muy bien el paso por el valle.
La única noticia de época altomedieval y de forma indirecta, pues aparece el santuario en la memoria de bienes perdidos por el monasterio de Santa María de Gerri en 1105.
Se data su construcción en el siglo XI. El templo es de una sola nave rectangular y un ábside semicircular sin decoración que se abre a la nave con un pequeño tramo presbiterial inclinado respecto a su eje longitudinal.
La cubierta de la nave, en la actualidad desaparecida, estaba formada por una estructura de madera a dos aguas y el ábside se cubría por una bóveda de cuarto de esfera.
El sillar en el ábside se presenta regular y alargado, mientras que los muros laterales las hiladas son irregulares. Los muros perimetrales son lisos y aún se pueden apreciar en ellos algunas opas, conservan alrededor de 3 metros de altura.
La puerta, ubicada en el lateral sur, no conserva ni el arco, ni la mayor parte de las piezas que conformaban sus jambas.
Dada la situación estratégica del lugar, según parece previamente había una torre de vigilancia de base cuadrada, de la que aún podréis observar parte de su base adherida al lado sur del ábside.
Senderismo desde Arcalís
Al margen del castillo y la ermita de Serenyà, no voy a repetir las rutas que en anteriores menciones se hicieron desde Sort o Malmercat pasando por Arcalís.
Pero desde Aquí, posiblemente la más sugerente excursión es la llamada antigua ruta de la sal, pasando por Arboló hasta llegar a Gerri de la Sal, una propuesta circular de Wikiloc, de dificultad moderada, recorriendo unos 16 km que en menos de 5 horas podéis hacer.
Otra más dura de Wikiloc, circular, 16 Km de dificultad técnica moderada, pero que necesitaremos unas ocho horas para recorrerlos. Arcalís, Castell, planell de S. Martí. Collet de Servera. Espectaculares paisajes, testimonios arqueológicos: castillo, trincheras, fuentes y preciosos miradores de espectaculares paisajes..
Según Joan Coromines su nombre de referencia iberovasca procede de “ibar” (valle).
A 635 m. de altitud, rodeado de bosques de pinos y encinas, en tierras pedregosas pero fértiles gracias al riego del Noguera, en el siglo XVIII-XIX se cultivaba trigo, cebada, aceite, viñas, heno y varios tipos de árboles frutales.
En amplios campos de pastura, se criaban: vacas, ovejas, cabras y mulas. Contaba con abundante caza de conejos, liebres, perdices, truchas y barbos.
La Fiesta Mayor se celebra el segundo fin de semana de septiembre.
Frente a nosotros, después de haber pasado el puente y al otro lado de la carretera nacional, se encuentra Baro de Damunt (Baro de arriba).
En este lugar se ubicó la Mola de Baro. Un antiguo molino de cereales que al principio del siglo pasado, manteniendo funciones de serradora y horno de pan, se convertiría también en una pequeña central hidroeléctrica hasta la década de los 80, dando luz a Baro, Arcalís, Escós, Mencui y Estac.
En la actualidad, al otro lado del río se encuentra las casa de colonias Minairons y el reputado restaurante El Carro.
A unos cuatrocientos metros hacia el sur, a los dos lados de la carretera se sitúa Baro de Davall (Baro de abajo).
En su lado occidental se puede observar una hilera de modernas y funcionales edificaciones, las que poco tienen que ver con la arquitectura tradicional, ni tan solo la pizarra de sus tejados nos puede dar alguna referencia, ya que aquí, por lo que parece, se remplazó siglos antes la pizarra por la teja de arcilla.
Por detrás de ellas se encuentran un reducido conjunto de edificios, que en su origen fueron bordas, el nombre de la calle por la que se accede nos lo rememora.
Este paréntesis urbanístico se cierra por el sur con el hostal Farré y por el norte con el hostal Can Mariano.
Al otro lado de la carretera, besando el río, se ubica el camping Beta y hacia el sur se encuentra el antiguo Baro de Davall (Baro de abajo. Sería hasta el primer tercio del siglo XX el único núcleo vecinal.
Alrededor de una amplia plaza se sitúan prácticamente todas las casas de este sector, caracterizadas por una variedad de estilos y formas.
La preside la iglesia parroquial de la “Mare de Déu del Roser”.
Sufragánea en la actualidad de Sant LLiser de Arcalís.
Levantada en el siglo XVIII, es un modesto templo de arquitectura popular de una sola nave rectangular, a la que se le agrega en su interior el ábside.
En la fachada norte se abre una puerta rectangular, sobre la que se abre un óculo. Centrado sobre el tejado se muestra un pequeño campanario cuadrado con un vano de arco rebajado luciendo una campana, también cubierto de tejas.
La verdad es que no tienes nunca la sensación de estar en un pueblo, al componerse de grupos dispersos de viviendas sin armonía de conjunto, más bien expresan y sientes todo lo contrario. Tan solo sus excelentes restaurantes pueden aproximarte un poco a su pasado rural.
Servicios turísticos
Poco más se puede decir del pueblo, no así de su reputada oferta gastronómica, tres menús de difícil elección dada la calidad de éstos.
La referencia de su valoración media sobre 10 es de Google.
Destacando su comida tradicional con productos Km. 0, sus brasas en horno de leña, platos abundantes y un excelente servicio.
La Valoración media es de 9.
Las habitaciones del hostal son dobles con baño completo. Las opciones son desde dormir y almorzar hasta pensión completa.
Con una tradición centenaria en cocina casera pallaresa, presume de su “escudella barrejada”, el palpís, crema de ceps, estofados o brasas, excelentes embutidos y ensaladas. Por supuesto no faltan sus buenos postres caseros: el pastel de chocolate, crema catalana, flan…
Tiene una valoración de 8,8. Probablemente el restaurante mejora la valoración.
Ofrecen 18 amplias habitaciones dobles con baño completo, en un ambiente familiar.
Su restaurante presume de ofrecer una experiencia sensorial, en la que la tradición y la vanguardia culinaria se fusionan para ofrecer unas sensaciones inéditas, pero a la vez familiares a su paladar.
La valoración es de 8,4.
El camping, con más de dos décadas en funcionamiento de la familia Beta (familia en la actualidad también dedicada a la ganadería.
El camping con parcelas y bungalows.
También dispone de apartamentos totalmente equipados para 4/6, 2/4 y 2/3 personas.
La valoración media es de 8,8.
Ofrecen dos apartamentos rotalmente equipados, uno de ellos duplex, para 4 personas. Con patio y barbacoa comunitario.
Su valoración es muy alta, 9,8. Rozando la excelencia, destaca la atención dispensada por el anfitrión.
Refugio con capacidad para cincuenta personas equipado con literas, colchones y mantas, aseo y ducha, servicio de guarda, estufa de leña, fogones para cocinar, emisora de radio y teléfono.
Ya os podéis imaginar que desde Baro las rutas de senderismo son inacabables, por el noroeste hacia Estac, hacia el Oeste Mencui, Tolzo, hacia el suroeste el Pla de les Corts, hacia el sureste Alboró, hacia el este y noreste: Arcalis, Malmercat…
Con una amplia y variada oferta dispuesta para todas las piernas, os dejo la extensa propuesta de Wikiloc.
De todas formas el poco más de 1 Km. que nos separa de Arcalís, ascender al castillo y volver por la torreta a Baro, es una encantadora excursión de unos 7 Km. que en menos de tres horas podéis realizar toda la familia.
Salimos sin prisas del restaurante, después de un excelente almuerzo, para incorporarnos en el horno que habitaba dentro del coche, cuando el aire acondicionado templaba el ambiente, ya habíamos aparcado en el río a los pies del Santuario de Arboló.
Para ello tendríamos que llegar hasta la rotonda una vez pasado el túnel en dirección a Gerri de la Sal, para volver a ascender hacia Baro, dado que la incorporación en coche tan solo se puede hacer desde el lado derecho de la carretera, antes de volvernos a incorporar al túnel.
Nos internamos por la calzada que antes de hacer los túneles traspasaba el desfiladero. Aún se mantienen estructuras y caminos de paso que nos recuerdan los antiguos senderos cruzando las sierras o la primera carretera que circundó el desfiladero.
A la derecha se forma el meandro del Noguera Pallaresa, siendo un lugar bastante solicitado para darse un baño. Aunque el caudal de agua es poco profundo se agradece en verano el frescor de sus aguas.
Un moderno puente colgante de madera nos da paso al otro lado del río, en el que se inicia el sendero en dirección al Santuario de la Mare de Déu d'Arboló, lugar en el que sobre un acantilado rocoso se guarda la Patrona del Pallars Sobirà.
La primigenia talla románica de la Virgen de Arboló, aunque nadie sabe cuándo ni dónde, pero según la tradición mariana de la comarca, sería un pastor que en un misterioso encuentro, en el que seguro participaba algún animal (toro, oveja o cabra), fue revelada su existencia y de una forma u otra la talla, como es habitual, determinó el lugar en el que quería establecerse.
Unida a esta leyenda se cuenta que uno de los primeros condes del Pallars, agradecido por la ayuda divina recibida contra los musulmanes, le levantó el santuario en el lugar de su encuentro.
La leyenda más arraigada nos cuenta que la talla la trajo un descendiente de Carlomagno en el siglo VIII, Espanella según el texto del los “Goigs” (gozos), que dándosela a los monjes, éstos levantaron un oratorio en este lugar, convirtiéndose, según presumen, en la primera edificación en Cataluña advocada a la Virgen.
En este caso, difícil se hace el pensar que la imagen (prerrománica) fuera la misma que la preciosa talla románica quemada en 1936 en el puente del pueblo de Baro. La actual imagen es una copia realizada en 1940 por el escultor Francisco de Paula Gómara. Tal se ve, lo de ser una copia es bastante discutible.
En la actualidad se sigue realizando una concurrida “Aplec” (romería) el primer domingo de Agosto. En la que se cantan el “Goigs de la Mare de Déu d’Arboló”
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Talla románica de la V. de Arboló |
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Copia (1940) de la V. de Arboló. Fot. Blog. Goigs i devocions populars |
Es un árbol de tamaño medio (entre 10-15 m) con frondoso follaje caducifolio, luciendo los ejemplares jóvenes una corteza gris oscura y suave que con los años se estría y oscurece.
Las flores se forman en péndulo amarillo y los frutos cuentan con dos alas prácticamente paralelas entre sí, lo que no les permite volar muy lejos.
La dureza de su madera sería muy apreciada para la elaboración de lanzas y herramientas.
El inclinado, corto y arbolado paseo sobre el bello acantilado, estaba cargado de una extraña y agradable sensación, me sentí impregnado por un salvaje romanticismo de primitiva pureza.
El Santuario se ubica en el centro sur de los límites de la falla nortpirinaica, uno de esos lugares en los que afloraron en las alturas fondos marinos, con el testimonio de millones de caracoles marinos formando parte de las rocas que con su amplia gama de colores componen la sillería del templo.
Los afloramientos del triásico, cuando los dinosaurios poblaban la tierra y las coníferas se hacían dueñas del mundo arbóreo, crearon una compleja estructura geológica interior de fallas, fracturas, anomalías, etc…por la que fuentes energéticas traspasan la litosfera, un palpitar acompasando el murmullo del agua, lugar, como en tantos otros con parecidas circunstancias, en los que se levantaron templos, (normalmente mucho antes algún monolito de piedra) para recoger la armonía, la paz y el equilibrio de la madre tierra. La Pacha Mama indígena, la que los paganos cristianizados llamaron “Mare de Déu” (Madre de Dios).
Quizás, si sois creyentes, entendáis que Santa Maria escogiera y santificara el lugar para ser su nombre invocado aquí, tal cantan en el “goig” (gozo).
Arboló es un topónimo del que se desconoce su origen, unos indican iberovasco y otros latín, significando respectivamente murmullo de agua o arbolada. La unión de ambas posibilidades es la composición que mejor describe el lugar tanto de forma física como espiritual.
El santuario de Arboló es un vigilante silencioso adherido a la pared en la que se estrecha el barranco, observa solemne el sinuoso meandro del Noguera bajo sus pies. Por encima pocos testimonios quedan de la que tuvo que ser una de las primeras fortalezas de la comarca.
Arboló y su castillo, es uno de los lugares documentados más antiguos del Pallars. La primera referencia documental sin falsificar es del año 817, por el cual un tal Daniel vendía al abad de Gerri, un campo y una era detrás del hoy desaparecido castillo de Arboló.
La primera referencia de la Iglesia junto al castillo es del año 920, siendo entonces tan solo un oratorio llamado “ Sancte Marie”, formando parte fronteriza con el término de Baén.
En 1049, el conde Artau I de Pallars Sobirà, vendió a Brocard, hijo del vizconde Guillem, el castillo de Arcalís y las iglesias de su término, entre las que se incluía Santa Maria de Arboló.
En el año 1075 el matrimonio de Bernat Miró y Erovís dieron a la canónica de Santa Maria de la Seu d’Urgell el alodio que habían comprado al conde Artau I.
En 1105 se produce la restitución del oratorio y el castillo de Arboló, por parte del obispo Ot de Urgell a su hermano el conde Artau II de Pallars Sobirà. En 1164 está documentado que volvía a ser propiedad de dicho monasterio, lo que no se sabe cuando dejó de serlo.
En la visita que realizaron los delegados del arzobispo de Tarragona en 1314 ya no figura del monasterio de Gerri de la Sal. Durante el siglo XIV depende como parroquia del Decanato de Cardós. ¿Qué parroquia? ¿la del castillo? ¿hubo población alguna vez?… Preguntas que siguen sin respuesta.
Consta desde principios del siglo XV hasta al menos 1575 el ser sufragánea de Sant Lliser de Arcalís (oficialato de Sort). Actualmente está adscrita a la parroquia de Sant Feliu de Sort.
Se conoce la existencia en el Pallars Sobirà desde la Alta edad media de ermitaños (eremitas), dedicados a la oración, contemplación y penitencia, ocupaban aislados, solos o en reducido grupo, una cueva, gruta o incluso una modesta construcción. En algunos casos estos lugares devinieron oratorios y eremitorios, que a la vez dieron paso a un cenobio, iglesia, monasterio…
Aunque tiene muchos números de que el santuario de Arboló fuera uno de ellos en su inicio, no hay ninguna prueba ni documental ni arqueológica que lo confirme.
Por lo que el eremitorio que se presenta adlátere a un banco dispuesto para el descanso, metros antes de llegar a las dependencias del santuario, no tiene tampoco leyenda propia, desconozco su posible utilización temporal como residencia del eremita (ermitaño) o si se mantuvo siempre como oratorio sin relación con la talla o ¿fue este lugar en el qué se encontró? ¿fue el primer templo de la talla medieval?
En fin, quizás tendremos que asistir a su romería, para intentar dar explicación a éstas y otras incógnitas, si es que andan resueltas por alguien, ya que por la red no encontré respuestas.
No sé tampoco si en algún momento hubo un pequeño cenobio, pero al menos los últimos siglos mantuvo el cuidado del santuario la figura de un ermitaño, personaje que con su burro recorrería los alrededores buscando recoger caridad para mantener el templo (y supongo que a su persona).
No encontramos a nadie, ni nos pudimos enterar de quién reside hoy aquí, ya sea de forma temporal o permanente. Pero realmente podría ser un lugar espectacular para alimentar mente y alma, según dijimos energía positiva no le falta, como tampoco espacio en este edificio de tres plantas, dependencias del santuario y casa del ermitaño.
Está unido al muro norte del santuario y mantiene la planta baja un desnivel en relación con el templo de unos cuatro metros.
En la actualidad la puerta situada en su fachada oeste, queda escondida dentro de este edificio.
Una de las singularidades del santuario es su mampostería, compuesta por sillares regulares muy bien trabajados, angulados y pulidos, de diferente gama cromática y encajados en perfectas hileras horizontales. Todo ello hace pensar en una construcción románico lombarda tardía, incluso algunos la determinan a principios del siglo XIII, queriendo ver una copia reducida de Santa Maria de Gerri (tres puertas, posible atrio, dos óculos, etc…)
El templo presenta una planta compuesta por una nave rectangular con tejado a dos aguas revestido de pizarra y un ábside semicircular orientado a levante, cubierto por una bóveda de cuarto de esfera.
El ábside está decorado externamente con un friso lombardo de arcuaciones ciegas de medio punto, sobre unas ménsulas trapezoidales biseladas y con la cara levemente curvada. Los arcos enmarcan elementos semicirculares y las enjutas están ocupadas entre ellas por dos piezas triangulares.
Las tres ventanas del ábside son de doble derrame y arco de medio punto, el vano sur es monolítico, mientras que los otros dos están dovelados.
En la fachada de poniente, el portal
está rodeado por tres arcos de medio punto en degradación, sería reconstruido en siglo XVI.
Curioso y antiguo (por lo que si no se restaura pronto desaparecerá) es el banco de madera que lo acompaña, no es ninguna gran obra de ebanistería, es tan solo un humilde, rústico y bonito ejemplar de artesanía rural que pronto desaparecerá.
Cuenta la fachada con una imposta que la divide por la mitad, mostrando por encima una ventana alargada a modo de aspillera, la franquean sendos óculos.
El campanario, pequeño y cuadrado, consta de cuatro ventanas, siendo las de levante y poniente son más grandes y con arco rebajado adovelado, mientras que en los laterales se muestran pequeños vanos de arco de medio punto. Lucen dos campanas.
La estructura de este campanario, semejante a un pequeño edículo o templete, es debido a que también mantuvo funciones comunidor o esconjuradero.
Dado que los comunidores no aparcen hasta finales del siglo XV, se presume que su construcción se realizó con las reformas del siglo XVI, igual que la puerta mayor.
La puerta de la fachada sur, situada al lado del presbiterio, es con arco de medio punto adovelado con la misma piedra del edificio. A su lado, en el suelo, se puede apreciar una pica de piedra rectangular.
Recorre el muro una cornisa lisa sobre las que se abren dos ventanas de medio punto.
Cuenta también la fachada con varias ménsulas al mismo nivel de la llave del arco de la puerta, lo que parece indicar que posiblemente dispuso de atrio.
En el interior, la nave y el tramo del presbiterio se cubren con sendas bóvedas de cañón, y el ábside con la habitual bóveda de cuarto de esfera, la cual, al igual que las anteriores, arranca desde una imposta biselada lisa. Se conectan ambos espacios mediante un doble arco en el tramo presbiteral.
Desde el interior se aprecia la tercera puerta, ubicada en el lado norte del presbiterio de forma simétrica a la fachada meridional, presenta las mismas características que las ventanas con arco de medio punto situadas sobre la puerta y a cada lado.
Nada de todo ello es visible desde el exterior, al estar integrado el muro en las dependencias del santuario.
A los pies de la nave se construyó en época moderna un elevado coro de madera.
Muchos rituales con pino se hacían para estimular el deseo o la atracción, o para liberarnos de sentimientos de culpa no justificados.
Entorno al sentimiento de culpa justificado (remordimiento) también existía un ritual con pino, laurel y romero para aliviar parte de la carga negativa.
* * * * *
La piña, símbolo de la fertilidad corporal, mental y espiritual.
Los sumerios, asirios de Babilonia y los Egipcios dibujaban piñas en las manos de sus dioses como portadores de los regalos de la naturaleza.
Del culto celta nos proviene la relación del pino con la fertilidad, posiblemente por ser la especie de rápido desarrollo en espesos bosques. Su fruto se convertirá en el mayor exponente de la relación trascendental entre los dos mundos: material y espiritual.
Se instaurará la costumbre de regalar piñas a las mujeres para augurarles una abundante descendencia. En muchos países en la noche de bodas aún se conserva la costumbre de adornar con piñas la alcoba.
En el Imperio romano, el pino era el árbol favorito de Deméter o Cibeles, aunque su simbolismo también se concentró más en su fruto: la piña, especialmente empleada en ceremonias del culto de Baco y relacionada con la prosperidad.
Será la piña la que establezca un especial valor transcendental en la relación con la glándula pineal, a la que otorgó el latín su nombre al tener forma de piña, unos 0’8 cm situados casi en el centro del cerebro, entre otras facultades es la productora de la melatonina, hormona reguladora del sueño, y la encargada del regular el ritmo circadiano.
Históricamente se la considera el “asiento del alma” o portal entre ella y el cuerpo. Se le asocia a la glándula la intuición, la creatividad y el desarrollo de facultades extrasensoriales.
En muchas culturas se convertiría en el símbolo de la toma de consciencia de lo oculto, aquello que debe ir abriéndose poco a poco a la luz (meditación) hasta revelarse plenamente. El llamado tercer ojo en el mundo oriental.
En la religión católica y romana, la piña adquiriría el símbolo de fertilidad y eternidad.
La verdad eterna (Dios) está dentro de nosotros pero hay que descubrirla, tiene que revelarse, hacerse consciente. La glándula pineal es la que une la vida material con la espiritual, la temporal con la eterna, la que se comunica con lo oculto, la que lo descubre…
Para ver su importancia y trascendencia para la iglesia católica, tan solo tenemos que observar en el patio del Vaticano, la hermosa piña de metal de 4 metros de altura, presidiendo el lugar tradicionalmente utilizado por los Papas para la reflexión, meditación, toma de decisiones…
No encontré la causa, pero parece ser que en el barroco, tal vimos en la ermita de Ntra. Señora del Soler y en otros templos marianos, las piñas, abandonadas en el gótico, vuelven a formar parte de la iconografía religiosa, en las fachadas y/o en el mobiliario.
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Virgen de Montserrat. Fot. Abadía de Montserrat. |
Un ejemplo de la importancia en el románico de la piña unida a la Virgen (madre Naturaleza) se puede precisamente observar en la patrona de Cataluña, “la moreneta” (s.XII), podréis descubrir al niño Jesús sosteniendo una piña en la mano y a los pies de la Virgen de Montserrat sendas piñas (aunque creo que éstas se añadieron siglos más tarde).
En el trono se pueden apreciar en los 4 largueros, según algunos, hongos. Los pomos son conos de forma oblonga que nos recuerdan el fruto de las coníferas, aunque por lo que parece son los sombreros de las setas.
Recuerdo que en el románico se expresa natural en sus pinturas el el uso de sustancias enteógenas (psicotrópicas), entre ellas los hongos, en experiencias místicas y extáticas.
Hablaremos de ello en otra nota de la guía, en relación con las apariciones Marianas, pero aquí tan solo recuerdo que una sustancia enteógena significa literalmente: “llegar a ser inspirado por los dioses”, con el nacimiento o renacimiento personal que ello supone.
Por lo que parece, la piña y las sustancias psicotrópicas estaban en relación directa con la búsqueda del conocimiento oculto (ocultismo), uno simbolizaba el proceso natural interno y el otro aceleraba el encuentro con un elemento natural externo.
Purificación, fertilidad y prosperidad, un ritual desvirtuado.
Desde la edad media se quemaban hojas de pino durante los meses de invierno, para exorcizar o limpiar los espacios comunales, alejando del lugar las energías negativas y devolviendo los hechizos enviados (muy utilizado en tiempo de brujas).
Las tres propiedades “mágicas” siguen estando vigentes en la sociedad actual, recordemos que forma parte de la tradición navideña colocar un pino natural, la forma triangular de las jóvenes coníferas representan la Santísima Trinidad: padre, hijo y espíritu santo, pero también cuerpo, mente y alma, o en sus atribuciones: purificación o la limpieza espiritual de la casa, fertilidad y prosperidad para los residentes en el nuevo año.
Lo que ha sido y sigue siendo por desgracia la causa de la tala anual de millones de jóvenes coníferas, desde que se puso de moda en la década de los 50 en EEUU y se extendió el ritual por medio mundo.
No entiendo que un ser muerto o en agonía pueda otorgarnos vibraciones positivas. Por lo que plantémoslo en el patio o en la calle delante de casa, decoremos con sus ramas y piñas la casa, quememos troncos y hojas si nos apetece, pero reivindico que ningún ser vivo se merece morir por la desvirtuada y comercial superstición humana.
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