La ruta 6 la finalizaremos conociendo los tres últimos pueblos de “la Vall Ferrera”: Ainet de Besan, Besan (despoblado) y Araós.
Nos quedará por explorar el Bosque de Virós, pero dadas las huellas de su pasado guardadas en su interior y la esplendorosa belleza natural que lo inunda, requiere dispensarle unas cuantas horas, por lo que su visita inaugurará la ruta siguiente (ruta 7).
Llegamos a Ainet de Besan, a la derecha la figura de un oso en metal nos da la bienvenida. Aparcamos en su proximidad unos minutos para su observación.
Frente a él y a unos pocos metros, el camino da entrada al pueblo por debajo de lo que supuse fue un antiguo pajar, sustentado por robustas columnas rectangulares de piedra.
Adosado por el norte a la falda de un peñasco rocoso, el pueblo se escalona entre dos calles paralelas entre ellas, la falda rocosa y la carretera.
Al otro lado de la carretera, en el llano que la separa del río, se ubican diecisiete casas gemelas adosadas con el nombre de “Habitatges Santana”.
Ainet de Besan. Mapa del ICGC. |
Tanta uniformidad moderna no tiene nada que ver con las centenarias edificaciones que se agrupan delante de ella, en la que cada casa parece precisamente dignificarse con la diferencia, guardando sintonía comunitaria en la esencia rural que le otorga la oscura piedra vista, los tejados a dos aguas de pizarra, rústicos balcones de madera con adinteladas puertas y ventanas. Incluso la modernidad en su interior recuerda cincelados sus añejos símbolos.
Aparcamos en el centro de este alargado pueblo, al lado de la carretera y cerca de la parada de bus, desde la que parecía iniciarse una ascensión bicéfala hacia lados opuestos.
AINET DE BESAN
Según Joan Coromines el topónimo es de origen latín “asinetum” y significa lugar en el que hay muchos asnos o en el que se crían. Aunque también puede indicar “anetum”: lugar de hierbas aromáticas.
Lo de Besan es por haberse formado la aldea a partir de vecinos de este pueblo, hoy abandonado.
HISTORIA
Está documentada su existencia por primera vez, junto a su iglesia, en la acta de consagración de la “Seo d’Urgell” (s. XI) con el nombre de Asneto.
En 1553 se declaran 2 fuegos eclesiásticos y 8 laicos. Se calcula que vivían cerca de cincuenta personas. Curiosamente en Besan, su pueblo fundador, en ese momento tan solo quedaba residiendo una familia.
Desde la edad moderna, Ainet, acompañando la cría de ganado, utilizó los recursos naturales que le otorgaban sus bosques, convirtiéndolos en su principal fuente de riqueza desde principios del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX.
Aserraderos, carboneras y minas de hierro explotadas por particulares constituirán las instalaciones fundamentales para producir sus aceros de alta calidad.
Desde Ainet, al margen de alimentar su propia fragua, partiría el hierro en mulas hacia los hornos de Llavorsí, Araós y Alins. El tradicional comercio con Francia, basado en la ganadería y la lana, se ampliaría con el del hierro.
La fragua de Ainet, llamada Fragua de Moles, estuvo situada al noreste del pueblo. La impetuosa crecida del río en 1937 (recuerdo que toda la comarca padeció importantes inundaciones este año), se la llevó río abajo después de más de cuatro décadas de abandono. Hoy tan solo queda de testimonio una pequeña parte del canal de agua.
A mediados del siglo XVIII contaba con un centenar de habitantes, un siglo después,
en el censo de 1856 eran 257, reunidos en 45 famílias.
Pero un siglo más tarde se habría reducido a media centena, entrando en este siglo con 39 residentes. En 2023 figuran 55 censados.
Tengo que pensar que al menos una gran parte de los habitantes de las adosadas casas unifamiliares no están censados.
El primer ayuntamiento fue creado en 1812, en base de las leyes promulgadas por la Constitución de Cádiz duraría hasta 1927, año en el que se une a Alins, Àreu y Araòs.
Durante la dictadura franquista se le concedió ser entidad menor (pedanía). En 1958 se formó la entidad municipal descentralizada de Ainet, aglutinando Besan (hoy despoblado) y las Bordes de Buiro (antiguo pueblo medieval). Han contado hasta 2023 con siete alcaldes.
La Fiesta Mayor es el 1 de 0ctubre en honor a la “Mare de Déu del Roser”.
Paseo por el milenario Ainet
A la derecha, antes de comenzar a ascender, dejando la parada del bus abajo, hay una moderna casa encalada, que sin negar su prestancia, desentona de la piedra vista que mayoritariamente la rodea. Había sido la escuela, después el “refugi l’esquirol”, cerrando sus puertas un año antes de la pandemia.
Desde 2023 es la cafetería/bar: Antigues Escoles de Ainet, con un buen servicio de mesas distribuidas en la especie de plaza que se forma delante, con hermosas vistas al Bosc de Buiró. La valoración es de 8,8.
Un poco más arriba y frente a nosotros estaba la única propuesta de alojamiento en el pueblo. Desde 1940 la casa es de la familia Fusté, que mantendría la carpintería en la planta baja hasta la década de los 70, convirtiéndose a partir de entonces en una reputada posada: “l’Hostal Fusté”. En 2015 los descendientes la transformaron en el actual alojamiento rural.
Casa la Lourdes, oferta una estancia para un máximo de 11 personas en 5 habitaciones con baño cada una y un apartamento de dos habitaciones para 4 personas. Los dos con cocina totalmente equipada y con Jardín y barbacoa comunitarios. Tiene una valoración media de los usuarios de 9,6 (Google).
La bonita casona cuenta con un alto tejado central a dos aguas, flexionando los aleros desembocan en bajantes laterales, todo revestido de pizarra. Acompaña la fachada una humilde y dintelada balconada de madera.
Se le adhiere otra casa más humilde, Casa Jepet, posiblemente de mayor antigüedad y menos restaurada, con muros de vigas de madera, un tipo de construcción que vamos encontrando puntualmente en la comarca. En Ainet descubriremos cuatro casas en pie con este tipo de construcción, la más espectacular es Casa Miguel situada en el extremo occidental del pueblo.
La calle adquiere dos direcciones contrarias, hacia la izquierda, en la que destaca la fuente y el abrevadero, nos orienta hacia el corazón del pueblo en la que se sitúa la iglesia.
Nosotros optamos por dirigimos en dirección contraria hacia la casa del Ferrer.
Supimos que ofrecían visitas concertadas, pero no la forma de conseguirlo, tan solo averiguamos que es una de las actividades que se realiza durante la Feria del hierro de Alins.
La casa Ferrer es una edificación del siglo XVIII, incluida en el inventario del patrimonio arquitectónico de Cataluña.
Son impresionantes las dimensiones de la casa, compuesta de planta baja y tres pisos con amplias galerías en la fachada sur, luciendo una balaustrada lisa de madera.
Dada la estrechez de la calle, la mejor imagen de la casa se obtiene desde la carretera.
Por lo que no llegamos hasta allí y comenzamos a ascender a la calle alta del pueblo pisando una singular, ondulada y desgastada escalera.
Llegamos al centro alto del pueblo, en el que se levanta la Iglesia parroquial de Sant Julià d’Ainet de Besan, no dejar de disfrutar por el camino de sus bellos rincones y singulares chimeneas.
La primera mención de la Iglesia está documentada en 1075, cuando la mujer de
Guitard Isarn de Vallferrera, cede la dècima (un impuesto feudal) de esta iglesia a la catedral de “Santa María d’Urgell”. A lo largo de la baja Edad Media será reiteradamente nombrada.
De su origen románico solo quedan algunas partes de los muros y el semicircular ábside, pequeño, liso y sin ventanas, el resto lo determina el barroco.
Es un templo de una sola nave con dos capillas laterales, sobre las que se abren dos arcos con galerías a cada lado. La cubierta es de bóveda de lunetas. El tejado es a dos aguas revestido de pizarra.
Os recomiendo acceder a su cementerio, al margen de comprender la inclinada disposición del templo y reconocer su bonito perfil trasero, al lado norte del ábside se muestran las vigas de la que pudo ser una capilla lateral, parecida y en simetría con la que se muestra en el lado opuesto; por debajo del alto nivel del suelo, se abre un hueco que hace pensar en una primigenia cueva, parte de una capilla subterránea o una cripta.
Muy cerca encontré una pica bautismal rectangular de piedra, lo que me provocó fantasear sobre un posible templo prerrománico al que pertenecía la cueva y la pica, pero no encontré referencia de todo ello.
Cuenta con una austera, estilizada y neoclásica torre/campanario de 22 m. de altura.
Cuenta con una primera planta casi cuadrada y una segunda alta planta ochavada por rebaje de aristas, en la que se abren cuatro alargados vanos con arco de medio punto, luciendo las campanas.
Bajo ellos hay un reloj de sol y alineadas verticalmente dos aspilleras rectangulares.
Seguimos caminando hacia el oeste llegando a sus límites, en el que encontraremos varias casas que aún soportan sin muchas reformas siglos de historia.
Continuando la calle, se puede decir que saliendo del núcleo poblacional, está “Casa Miquel”, cercana a un par de edificaciones, la última en ruinas.
La casa de principios del siglo XVIII, está catalogada en el inventario Arquitectónico de Cataluña.
Cuenta con una planta baja, habitáculo de los animales, y sobre ella se elevan tres pisos. Por el primero se accede a la casa por la fachada de oriente por una larga escalera. La piedra de los muros del primer piso y los muros laterales son de esquistos sin desbastar.
La fachada frontal sobresale desde la primera planta, siendo sostenida por columnas y tornapuntas de madera (tridente invertido) y revestida por vigas de madera enmarcando la unión de la pequeña piedra pizarrosa con mortero de cal.
En el primer piso hay una ventana con balcón en el centro, a su lado dos ventanas, se repite la misma estructura en el piso superior, pero perdiendo una ventana. En el tercer piso presume de un amplia balconada central.
Si no queréis llegar hasta ella, al menos observarla a la salida del pueblo en dirección a Llavorsí. La casa Miquel tiene a su lado otra hermosa casa, también centenaria pero modernamente restaurada y a pocos metros una inmensa edificación (supuse una amplio pajar o corral) en la que tan sólo quedan trozos de sus altos muros.
Volvimos a internarnos hacia el núcleo poblacional, por el que descendimo hasta alcanzar la carretera.
Un espacio a modo de plaza en tres planos, reunía en el plano inferior una bonita fuente frente a una mesa construida con una rueda de molino.
Al otro lado de la plaza se pueden ver dos cruces de término fijadas en la pared, cada una señalando una cara diferente.
Supongo que son copias de la original cruz de término gótica que un día delimitó y bendijo Ainet.
Obras de la Feria del hierro se esparcen por el pueblo, pero sin duda la mula es la más vinculada con su historia.
Os aconsejo antes de iros, dar un último paseo contemplando la fachada del pueblo desde la carretera y acercaros a las aguas que bordean la villa.
Senderismo desde Ainet de Besan
Tres zonas reúnen desde Ainet las principales rutas.
Hacia el sur, el Bosque de Virós, las Bordas de Buiro y la estación de esquí nórdico del Gall Fer son un triángulo único y de tal atractivo que requiere una especial visita, nosotros lo hacemos en la próxima ruta (7).
“Savinar d’Alins”. Barranc d’Eixerto
Por la vertiente noreste, ascendiendo por el verde barranco de Eixerto, llegaremos a las Bordas homónimas y cerca podremos contemplar la monumental Sabina albar, considerada la segunda sabina más longeva de la comarca, otorgándole entre dos y tres siglos de existencia. Todo ello bajo el pico de “la Savina rodona” (1776 m).
La Sabina es un árbol de claro tronco gris ceniza, de mediana altura y gran copa siempre verde, muy apreciado en la ebanistería y endémico en el mediterráneo. En los Pirineos tan solo la podréis contemplar hoy en la comarca del Pallars Sobirà.
Se han descubierto cuatro zonas en las que crece. De forma aislada encontraremos ejemplares al margen oriental de Escaló y al sur de Llavorsí cerca de Biuse, en la “Vall de Cardós” encontraremos la Sabina turífera o albar más antigua de la comarca, pero el mayor sabinar está en la Vallferrera, concentrando el 95 % de los ejemplares de la comarca y dentro del “Parc Natural de l’Alt Pirineu. La solana de Alins, a la que pertenece el barranco d’Eixerto, agrupa el 50% de los ejemplares.
Pla de Negua
Otra espectacular aventura senderista, en este caso circular y sin negar la alta dificultad en algunos tramos de los 16 km de recorrido, es la de ascender desde aquí hasta el Pla de Negua, la Borda d’ Arnau y descender por el despoblado de Besan (del que hablaremos seguidamente) hasta la borda de Felip y desde allí llegar a Ainet.
Os propongo esta buena propuesta de Wikiloc.
Como podéis observar la posibilidades son muchas y variadas, por ello, completando la información os dejo este enlace de Wikiloc con centenares de excursiones desde Ainet..
BESAN (pueblo abandonado)
En dirección hacia el último pueblo del valle: Araós, a poco más de un kilómetro y medio de Ainet se encuentran las bordas de Felip.
Un indicador de metal tapado por la naturaleza, señala el pueblo de Besan, proclamando sus mil años de historia.
Desde las Bordas de Felip se asciende al despoblado de Besan por dos kilómetros de inclinada senda con un desnivel de 275 m. Subiendo o bajando, siempre resulta interesante visitar, con un pequeño desvío de doscientos metros, la capilla románica de Sant Miquel. Para recorrerlo todo, entre ir y volver en tranquilo paseo, necesitareis poco más de dos horas.
El camino, al margen de su belleza natural, nos transporta a recordar el tránsito de mulas y asnos hacia el mercado de Ainet desde el bajo medievo hasta principios del siglo XX.
Un poco de Historia
La primera documentación de la población aparece en la acta de consagración de la catedral de la Seo de Urgell, con el nombre de Baien.
De forma explícita se la cita en 1165, formando parte de un pacto de conveniencia entre Guillem de Galliner, señor feudal que dominaba en ese tiempo el Valle, con el Obispo Bernat Roger.
En 1533 constaba tan solo con un hogar, reflejo del éxodo de su población hacia Ainet y Buiro. Llegó a albergar un máximo de 8 hogares censados durante los siglos XVIII y XIX.
Curioso es pensar que hasta hoy siguen empadronadas cinco personas, cuando está despoblado desde 1968.
Besan, a 1160 msnm, está formado por una sola calle en el se esparcen relativamente distantes las fantasmagóricas casas, algunas conservan sus rústicas fachadas de piedra, cubiertas por techos de pizarra y balcones de madera con balaustres lisos característicos de la zona, aunque irremediablemente el tiempo los está desfigurando.
En el extremos sur, a unos 50 metros de la última casa, está la iglesia románica dedicada a Santa María, antiguamente llamada de la Mare de Deu de la Candelaria.
Santa María de Besan
El templo aparece por primera vez documentado en 1314, con motivo de la visita de los delegados del arzobispo de Tarragona a su paso por el decanato de Cardós, al que pertenecía la parroquia.
En 1758, aparece como sufragánea de la parroquia de Sant Julià de Ainet de Besan y bajo la advocación de la “Mare de Déu de la Candelaria”
Se tiene constancia a lo largo de su historia de múltiples reformas. Las últimas en 1980 y 2005, por iniciativa de “l’Associació pel Patrimoni de la Vall Ferrera” y destinadas a reparar básicamente el tejado.
Lo que primero extraña son sus grandes dimensiones, especialmente si se piensa en un pueblo que el máximo poblacional identificado lo alcanzaría en el siglo XVIII / XIX con ocho familias.
De todas maneras, al menos desde el siglo X hasta el siglo XIV tuvo que adquirir cierta relevancia, dado que levanta y mantiene dos templos románicos y tal explicamos los vecinos crearán dos nuevas aldeas, una de ellas abandonada en el siglo XVI.
Santa Maria de Besan. Wikipedia. Fotg: Xavllado. |
Del edificio románico ( s.X/XI) tan sólo se conserva la cabecera y los muros laterales. Es un templo de una sola nave rectangular con sillería bastante regular dispuesta en hiladas horizontales.
El cegado ábside convertido en sacristía, es semicircular y sin ornamentación, con una ventana en el centro con arco de medio punto y doble derrame, en el extremo oriental muestra una aspillera de ángulos rectos.
Se prolongaría la nave posteriormente con dos nuevos tramos (s.Xll/XIII) , culminando, adjunta a la fachada principal, con una rectangular torre campanario de un piso de base cuadrada, con vanos en arco de medio punto conservando aún su campana, cubierto por una aguda pirámide de pizarra y con paso inferior.
Bajo el piñón del tejado a dos aguas cubierto de losas de pizarra, se abre un óculo atrompetado enmarcado por losa blanca, igual que la puerta con arco de medio punto ubicada bajo él y protegida por un alero a dos aguas de pizarra.
Fijaros que a su izquierda se muestra un óculo cegado. Se cree que posteriormente se remplazó el techo dándole mayor inclinación al sobrealzar los muros de la nave, manteniendo la bóveda de cañón corrido en la cabecera del antiguo templo y la bóveda de arista en el resto de la nave.
Junto a un contrafuerte en la parte antigua del templo hay una puerta con arco de medio punto tapiada que se supone fue la primera puerta de entrada. Pero curiosamente, en el muro norte, casi enfrente, hay otra puerta cegada con arco de medio punto del que se desconoce la función.
En su interior una verja de hierro gótica (la única que se conserva en el valle) separa el espacio correspondiente al inicio del templo original, del lugar en el que si sitúa hoy el presbiterio y el ábside convertido en sacristía. El primero mantiene el suelo de pequeños cantos rodados sin dibujo y en la parte más moderna la pulida y pequeña piedra se organiza creando formas geométricas.
Sant Miquel de Besan
Cuando se llega a la cima de la sierra, unos 400 metros antes de Besan, está el cruce por el que por un sendero señalizado se alcanza en 200 m. esta ermita oculta entre los árboles.
Se data su construcción de finales del siglo XI o inicios del XII. A lo largo de su historia tendrá múltiples reformas sin datación, por lo que poco queda del original románico.
Es una capilla de una sola nave con cubierta a dos aguas de pizarra sobre envigado de madera.
El ábside es semicircular y liso, con dos ventanas de doble derrame y bóveda de cañón, lo que crea una estructura de ábside trapezoidal en el interior y semicircular en el exterior.
La puerta y ventana se sitúan en la fachada de poniente y corresponden a las últimas reformas.
En 1984 se inauguró la rehabilitada ermita, colaborando la Generalitat, la Borda de Felip, la Asociación para el Patrimonio de la Vallferrera y el Club Excursionista Pirenaico.
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San Miguel de Besan. Wikipedia. Foto: Xavllado |
Nuestra parada unos minutos en la Borda de Felip, sería la última antes de llegar al último pueblo del Valle y final de la presente ruta: Araós. |
ARAÓS
Según Menéndez Pídal el topónimo proviene de “Araotz” que significa planicie fría. Meyer Lübke propone “aranotz”, significando valle frío y Joan Coromines lo determina proveniente de un posible híbrido celta/vasco: ara (campos de siembra) i otz (fríos), significando campos fríos.
No se ponen de acuerdo con el accidente geográfico, pero todos coinciden con la temperatura.
Araós. Mapa del ICGC |
HISTORIA
La “força d’Araós” estaba situada en el noroeste del pueblo, sobre la iglesia Sant Francesc y bajo los pies de la montaña: lo Castell.
Bajo la fortaleza se agruparía la “Vila closa”, creándose otro núcleo disperso de habitantes en el actual pueblo.
Poco queda de esta fortaleza que corrió la misma suerte que el resto de castillos del Valle, siendo derruida en 1518. De la pequeña villa cerrada tampoco queda nada. No encontré explicación de que no ocurriera lo mismo que en Àreu y Alins, en el que los dos núcleos continuaron existiendo hasta unirse.
En el censo de hogares de 1553, El pueblo declara 1 hogar eclesiástico y 5 laicos. Unos 30 habitantes, todos ya residiendo en el actual pueblo alrededor de su iglesia.
Los recursos naturales de sus dos espesos bosques: “Bosc de Virós” y el “Bosc d’Escobet”, bienes en la actualidad comunales inundados básicamente por el pino rojo y el negro, hicieron de la industria maderera, junto con la producción de carbón, la cria de ganado y la lana sus fuentes de riqueza, generando desde finales de la baja Edad Media un importante comercio con Francia.
A principios del siglo XVIII la habitaban alrededor de cincuenta almas, pasando en medio siglo a duplicarse la población. A mediados del siglo XIX alcanzan su máximo de vecinos con 140 habitantes.
Con un lento abandono llegarían a 1970 con 90 residentes, pero a partir de entonces se acelera el éxodo, incorporándose en este siglo 32 habitantes. A partir de entonces hay un lento pero permanente crecimiento, alcanzando en 2023 los 61 censados.
Con la dictadura y durante unos años sería entidad local menor o pedania. En los cincuenta se configuraría como entidad municipal descentralitzada d'Araós, junto con las bordas de Virós (despoblado medieval).
Fiestas
La fiesta Mayor es el primer fin de semana más próximo al 1 de septiembre ( Sant Lliser). La misa principal se realiza en la ermita de Sant Lliser de Virós.
Me extrañó que no celebraran la fiesta patronal del protomártir Sant Esteve el 26 de diciembre, estando la parroquia advocada a él.
El casco antiguo de Araós
Igual que todos los pueblos de la Vall Ferrera, en su interior se descubre la esencia rural entre la decadencia y el orgullo; pero en este caso comparado con Ainet, con menos grandes caserones, pero las edificaciones en ruinas son muy pocas.
Al otro lado del pueblo (en el sector suroccidental) se han levantado modernas edificaciones, aunque no todas conservan la esencia arquitectónica tradicional de la villa, pero la mayoría lo intentan.
Me pareció lo más singular del pueblo, la cantidad de edificaciones en las que al menos uno de sus muros era redondeado, creándose bellas y sinuosas esquinas.
Aunque lo hemos podido ver en el resto de pueblos visitados en Vallferrera, aquí parece que la idea se hizo moda.
Por supuesto, también encontraremos interesantes obras en hierro. Al principio del pueblo y al lado de la carretera, no dejéis de disfrutar de la insigne escultura del dragón de siete cabezas, símbolo de los siete pueblos que constituyen “la Vall Ferrera”.
Habíamos estacionado el coche cerca de la entrada nororiental del pueblo. Nos internamos desde allí por la calle que divide la villa. Ascendimos directamente hacia el núcleo central del noroeste, situado alrededor de su románica iglesia parroquial.
Sant Esteve d’Araós
La primera documentación de la parroquia se produce en la acta de consagración de la “Seu d’Urgell”, pero no volverá a mencionarse hasta la visitas pastorales realizadas entre los siglos XIV al XVIII.
Sus fundamentos se presumen de principios del siglo XI. Tan sólo queda del románico el ábside semicircular sin decoración, orientado hacia levante.

Es un templo de una sola nave con tejado a dos aguas revestido de pizarra. La parte superior de las paredes están construidas con una hilada de bloques regulares de piedra, a diferencia de la tosca e irregular sillería sobre la que se asienta, en la que se muestran varias pequeñas ventanas abocinadas.
En el centro de la fachada principal se abre una puerta con arco de medio punto dovelada, sobre la que ligeramente descentrado se observa un pequeño óculo bocinado adovelado.
Está coronada la fachada por una robusta espadaña con dos estilizados vanos de arco de medio punto, luciendo dos campanas y cubierta por un tejadillo de pizarra a dos aguas.
Continuamos recorriendo el pueblo hacia su extremo occidental, volveremos a encontrar sus ondulados y bellos tejados de pizarra en plantas bajas, junto con torneados balcones en casas altas, casas con restaurados dinteles de madera calzando más de dos siglos, etc…
Un amplio espacio, quizás su plaza mayor, estaba rodeada de edificaciones modernas.
En la esquina se encuentra el único alojamiento en Araós:
La Casa Gabatxó, es una restaurada y bella casa rural totalmente equipada para un máximo de 12 personas en cinco habitaciones, se alquila íntegra o por habitaciones. Goza de una alta valoración media de los usuarios: 9,8.
Se puede continuar hacia arriba, uniéndose la calle a un camino de tierra que nos orienta hacia la ermita de Sant Francesc, era nuestro próximo objetivo, pero por desconocimiento descendimos por la calle inferior de la plaza, en su esquina, en la parte occidental por encima de la carretera encontramos la restaurada borda Perutxo.
Nos extrañó encontrar bordas situadas, al menos en la actualidad, unidas al pueblo.
La villa parecía marcar sus límites con una calle que descendía hacía el cementerio, situado tocando la carretera, y otra que ascendía por un camino de tierra hacia nuestro objetivo: la ermita de Sant Francesc.
En una primera visita en 2019 habíamos conocido la existencia del herbolario del por aquel entonces llamado “Parc dels Olors” (Parque de los olores).
Mostraban productos derivados de plantas de cultivo y producción ecológica, de elaboración propia y colaboradores de la comarca. Proponían recetas culinarias, medicianales, aromáticas…, incluso encontramos un pacharán producido con los endrinos del bosque de Virós.
En 2021 se habían transformado en “Herbes de L’Alt Pirineu”, sabíamos que ofrecían actividades y talleres, pero era obvio que dada la hora, el mal tiempo y sin reserva previa era imposible participar en ninguna, por lo que después de visitar la ermita, pasamos tan solo por el herbolario.
Un año después, 2023, concertaríamos la visita guiada. Las fotografías que se hicieron en este día lluvioso, se han remplazado por las de un día luminoso, explicamos la interesante visita después de la ermita.
Se llega por un camino de tierra en el que iréis encontrando espacios de cultivo del herbolario. Ya en las proximidades del templo podéis identificar espacios de talleres.
Con sol por el camino descubriréis la amplia población de mariposas que revolotean por estos campos.
Al otro lado se alza la roca sobre la que se levantó la “força d’Araós” estaba ubicada sobre un pequeño plano rocoso de 5 x 13 metros, en el que hoy tan sólo podremos encontrar unos tres metros de fundamentos.
En la vertiente rocosa meridional del foso, se pueden apreciar huecos en la piedra, apropiados para la sujeción del envigado de madera de las casas, utilizando la roca como pared. No parece haber contenido estructura de piedra a su alrededor, por lo que se cree que eran edificaciones de madera.
“Sant Francesc d’Araós”
La ermita, posiblemente la primera iglesia de la força de Araòs, se presume del siglo VII-VIII. Por lo que en pie y con tejado, posiblemente es el templo prerrománico más antiguo de la comarca, con remodelaciones acertadas que se basaron en conservarla, no en transformarla.
En la fachada este se abre la puerta con amplio arco de herradura. Forma arquitectónica de las que quedan muy pocas muestras en el arte rural. Dedicamos a este tipo de arco la nota final de este post.
Persisten los muros antiguos hasta el arco de la puerta, el resto está restaurado, aunque no transformado. La mampostería es de esquistos pequeños, irregulares y sin desbastar, dispuestos en hiladas irregulares con mortero de cal. Las piedras radiales al arco se disponen a modo de dovelas. Las paredes interiores están rebozadas con cal.
Observar en la base de las paredes laterales fragmentos “d’opus spicatum”, es decir, piedra irregular sin desbastar dispuesta horizontalmente en forma de espiga.
Se considera que este modo de construcción es débil como base de carga, dado que el deterioro de los ángulos oblicuos por la presión del peso tienden hacia la horizontalidad, valorándose su función más decorativa que constructiva. Pero en este caso, aquí, disponiéndose en una base que ha soportado doce siglos, es la hipótesis la que no se sostiene.
Sobre la puerta y el eje del tejado a dos aguas de pizarra, se levanta una restaurada espadaña, de un solo vano en arco de medio punto, protegido por un tejadillo de pizarra a dos aguas.
Regresamos al pueblo, ahora recorriendo la calle de abajo, cercana a la carretera, situándose en los límites del pueblo, encontramos una casa con paredes sin líneas rectas y tejado a dos aguas propia de un cuento.
Está adherida a otro edificación por un paso superior modernamente restaurado, con brillante ventanal y tejadillo a dos aguas revestido de fina pizarra.
Ofrece la sensación de haber podido ser la torre de entrada al pueblo, pero no encontré argumentos que avalaran tal presunción.
La lluvia no volvió a hacer acto de presencia, pero eran las 7: 20 de la tarde y la luz muy menguada por la persistente nubosidad, por lo que decidimos dar por finalizado el paseo, orientándonos directamente hacia el aparcamiento.
“Herbes de L’Alt Pirineu”
En la visita se descubre, con una didáctica, amena y próxima explicación, las áreas de cultivo, conoceréis las propiedades de algunas plantas, la combinación entre ellas, el proceso de recolección, secado y distribución asegurando la conservación máxima de los principios activos, la producción y confección ecológica y artesanal de las hierbas medicinales.
Intentan rescatar fórmulas ancestrales (algunas irremediablemente pérdidas) y recuperar el cultivo de plantas autóctonas, de cuando el humano prevenía, curaba, condimentaba y disfrutaba del gusto y el olor de las hierbas que tan afanosamente recolectaban en preferencia las mujeres alrededor del solsticio de verano, para preparar con ellas su farmacia familiar anual y la condimentación de su gastronomía.
De esta tradición de corta temporada, dado el clima que aquí se vive y se nutre “Herbes de l’Alt Pirineu”.
Posiblemente la segunda vez tan solo iréis al herbolario (venden también sus productos por on-líne), pero vale la pena que al menos una vez escuchéis la explicación en sus jardines o participéis toda la familia en los talleres.
La visita de la mano de un experto os introduce en ese mundo de olores, sabores y propiedades de las plantas, estimulando los sentidos y el conocimiento.
Un mundo ignorado por la ciudad y la farmacopea química, pero que cada vez, gracias a personas como ellos, recuperando el saber perdido y las plantas autóctonas. Un excelente lugar para tomar conciencia de su importancia y del necesario cuidado natural de nuestra salud.
Esperemos también que el cambio climático no desfavorezca su trabajo, por el bien de todos.
La ruta 6 la habíamos completado, dejando pendiente de visita muchos espacios naturales y patrimoniales de la Vallferrera, pero os animamos a conocerlos y especialmente prever la visita a les “Herbes de l’Alp Pirineu”.
Lo que no podemos dejar de visitar, antes de abandonar el Valle, es el Bosque de Virós.
Algunos lo consideran el bosque más bello de la comarca. Hay que descubrir este espectacular entorno natural, recuperado de la milenaria explotación del hombre, mantiene el testimonio de ello escondido en su interior; con él iniciaremos la ruta 7 para recorrer seguidamente Tírvia, la coma de Burg y el torrente de La Glorieta.
* * * * *
El arco de herradura
Un arco de herradura o arco morisco, es un arco traspasado, es decir, el diámetro del arco es más ancho que el espacio entre los pilares que lo soportan, su curva establece el centro del círculo más abajo, lo que le otorga la forma de herradura.
El nombre y sus usos ofrecen la percepción de que su origen es islámico, incluso se le atribuyó de procedencia Siria. Pero según parece, se trata de una forma utilizada por los antiguos habitantes de la Hispania prerromana, así se han encontrado sus primeras representaciones en la península en tumbas celtas. Sería utilizado tímidamente por los hispanos romanos que lo extenderían también por el sur francés.
Se tiene constancia que las primeras comunidades paleocristianas ibéricas lo utilizarán desde el siglo V, pero sus amplio empleo se produciría por los cristianizaros godos a partir del siglo VII.
Con la ocupación de la península por el Islam, los omeyas integraron a la perfección el arco de herradura en su avanzada arquitectura, explorando todas las variantes: apuntados, lobulados, entrelazados, acampanados, ojival….llegándolo a convertir en uno de los signos distintivos de su arquitectura.
La cristiandad bajo su dominio, lo utiliza erigiendo templos de humilde arquitectura rural, que en su conjunción desarrollarían el llamado arte mozárabe, conservando hasta entonces su posible significado primitivo.
Es decir, el círculo (lo perfecto, el sol, Dios, la luz…) sobre por un rectángulo (lo humano, lo imperfecto, lo temporal…), evocan dos planos que se unen para dar paso a un tercero: el inframundo.
Las altas puertas permitían por el ojo circular de la herradura inundar de luz la nave. Otra de las particularidades de esta puerta, es que tan solo una verja (en un principio nada) limitaba la entrada.
Desde el siglo X el románico amplía y transforma la mayoría de los santuarios prerrománicos, siendo en la comarca en su mayoría de influencia franco-lombarda. De esta forma desde principios de la Baja Edad Media, se remplazará el arco de herradura por el portalón de arco de medio punto.
El círculo, representado después en el óculo, continuará siendo la luz central que ilumina el santuario desde poniente, pero encima y separado de la puerta, le acompañarán las entradas de luz del ábside, orientado a levante.
Se continuará utilizando hasta el gótico el arco de herradura en arcos interiores, patios, claustros, vanos, retablos….
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