Llegando a las puertas de Alins desde Àreu, un cruce a la izquierda nos indicaba la dirección de nuestro próximo destino: Tor, pueblo situado a doce kilómetros en la cabecera del angosto y sombrío valle del Noguera Tor.
El Valle del Noguera de Tor
El río nace en el estanque de Barau a 2600 msnm, con aguas níveas y un caudal estable delinea el valle que desemboca en el Noguera Vallferrera en Alins. Doce kilómetros ocupados por los pueblos milenarios de Norís y Tor.
Durante los primeros tres kilómetros, ascendiendo con rapidez por el vértice de la vertiente sombría, se muestra el majestuoso paisaje de desnudas y altas cumbres que separan el Valle del Noguera Tor con el del Noguera Vallferrera, siendo la cumbre más alta el homónimo pico de la sierra del Monteixo (2905 msnm), también llamado Puig d’Áreu (pueblo desde el que explicamos la ascensión a este espectacular mirador de la comarca) y el pico de Norís (2820 msnm), que junto con el pico Sentinella (2562 msnm) forman parte de la cadena montañosa que cerca el lago de Aixeus.
A unos cuatro kilómetros, poco después del cruce con Norís, el valle se estrecha y se oscurece bajo la frondosidad arbolada, inundada por pino negro y abeto.
Manteniendo el río a nuestra izquierda, llegaremos a un puente de hormigón que lo cruza, incorporándonos en los límites territoriales de Tor, a partir de aquí la calzada deja de estar asfaltada, señalando que había dejado de ser público el acceso.
Los dueños de la montaña, con dos carteles amenazadores, dejaban claro que entrábamos en territorio privado y no se hacían responsables de lo que allí pudiese ocurrir.
No se puede entender en el siglo XXI, que el único, dificultoso e histórico camino real desde el Pallars Sobirà a Andorra, pertenezca hoy a unos particulares propietarios coercitivos. Realmente amedrenta y confunde, más conociendo la turbulenta historia de Tor.
En 1984 el programa 30 minutos de TV3 y el espléndido libro de Carlos Porta, Tor: trece casas y tres muertos, nos ofrecían la documentación del drama vivido, testimonio de la ambición y mezquindad humana. Os dejo aquí el informe del diario “el confidencial”, incluyendo el documental televisivo.
En 2024, surge un segundo libro de Carlos Porta y la realización de una serie televisiva de 7 capítulos en catalán y castellano con la investigación periodística.
Si desconocéis la historia os aconseje leer antes de visitar el pueblo la nota final del post, en la que hago una breve reseña de los turbios y sangrientos acontecimientos y de la añeja relación de Tor con el contrabando, espero que os ayude a entender mínimamente la idiosincrasia de esta milenaria villa, pero no dejéis posteriormente de ver la serie televisiva o leer el libro.
TOR
Tor pertenece administrativamente desde 1927 al término municipal de Alins y hace frontera con Andorra. A 1649 msnm, es uno de los pueblos más altos de España y el segundo de Cataluña. Se documenta su existencia en el acta de consagración de la Catedral de la Seu d'Urgell.
Según Joan Coromines, Tor es de etimología iberovasca y la traducción sería: cerro.
Sobre un cerro se levantó la “força de Tor” en el siglo XI, manteniendo un papel relevante fronterizo en el bajo medievo, tal observaremos frente a sus pocos restos.
En el s. XVI fueron censadas 35 almas, tres siglos después alcanzaría su máximo poblacional con 78 residentes.
Durante casi cinco meses el pueblo permanece aislado por la nieve, lo que crearía unas relaciones cerradas y ancladas en el primitivismo, en una economía de subsistencia determinada por el caciquismo. Una vida de gran dureza, pero en un medio rico en madera y pastos veraniegos, promocionándose una tímida industria maderera y ganadera que sería la base de su economía “legal” desde finales del siglo XVI.
En 1896, 13 familias formaron la “Sociedad de Conduenyos de la Montanya de Tor”. En base de las concesiones de explotación maderera que desde mediados del siglo XVIII regían la montaña de Tor, se convirtieron en sus propietarios.
Determinaba una de las cláusulas de la sociedad, el tener que residir en el pueblo, si no se querían perder tales derechos.
No tardaron en comenzar los conflictos a principios del siglo XX por los límites (poco precisos) de explotación de los bosques, agudizándose con la crisis maderera y ganadera (especialmente la ecuestre) a mediados de la década de los veinte.
Las duras condiciones de vida invernal y el aislamiento, provocaría que gran parte de las familias abandonaran la vida en el pueblo y con ello algunas la explotación de los bosques.
Después de la guerra, tan sólo tres casas permanecieron viviendo más de la mitad del año en Tor, cuatro se ocuparon temporalmente y en invierno abandonado, dado que el pueblo quedaba aislado por la nieve durante meses.
En el año 2000 figuran registrados 21 habitantes, en 2006 eran 26, en 2015 serán 19 los habitantes, llegan al mínimo en 2020 con 14 vecinos, los mismos que aparecen censados en 2024.
El desarrollo del pueblo a partir de la década de los 70 y las dramáticas situaciones acontecidas, las explicamos en la nota final del post.
Siguiendo después de cruzar el puente por el camino de tierra y piedra, llegaremos en poco más de un kilómetro al ensanche del Valle, lugar en el que se distribuye el pueblo bajo el “Roc de Sant Pere”.
Está encajonado bajo las altas cimas que separan la Vall Ferrera de los valles Andorranos, en el que destaca el Pico de Sanfonts (2.882 m).
Según habíamos leído sobre las trece casas, tres eran las únicas con residentes (2019). Observando desde la carretera el cerro, se identifican los restos de la “força de Tor”.
Pasamos por las primeras casas, entre las que se encuentra la casa del Sansa.
La sorpresa vino al observar el siguiente grupo de cuatro edificaciones. Se creaba una especie de plaza rectangular de tierra entre ellos, teniendo de fondo la casa del Palanca y en la esquina derecha, al lado de donde fueron asesinados sus guardaespaldas, una casa convertida en bar/restaurante.
Con mesas y parasoles al exterior, unos sentados y otros de pie, se congregaba un numeroso grupo de personas, algunos con las llaves de los impecables 4x4 que inundaban el espacio izquierdo.
Decidimos volver después, por lo que continuamos ascendiendo en coche hasta el final del valle.
Te das cuenta que hasta en la estructura del pueblo se intuye la división vecinal, con cinco puntos ligeramente dispersos en el que se organizan las trece casas, de las que cinco estaban en ruina. La mayoría de edificaciones presumen de grandes dimensiones.
Ascendiendo nos topamos con la bucólica postal de la iglesia de Sant Pere de Tor, situada en el vértice triangular de la confluencia de las aguas del barranco de Vallpeguera con las aguas del río de la Rabassa, naciendo el Noguera deTor.
Sant Pere de Tor
Es un templo de origen románico del siglo X/XI, con múltiples transformaciones a lo largo de su milenaria historia.
El actual templo barroco cuenta con una amplia nave de cabecera rectangular con bóveda de cañón rebajado, se oculta tras un techo envigado de madera que soporta el tejado a dos aguas revestido de pizarra y que se prolonga hasta cubrir el porche del siglo XVII.
Las bases cuadradas de la Torre campanario y del ábside que le acompaña, son los únicos testimonios de la existencia de un primer templo prerrománico del siglo IX/X, dedicado hasta el siglo XV a Santa María.
Se suponen del siglo XVII las fechas de construcción de la sacristía cuadricular adherida al ábside en la fachada meridional y de la sacristía rectangular en la fachada norte, con exterior ovalado y unida al porche.
El campanario de cuatro plantas muestra en los dos pisos inferiores dos aspilleras. En la tercera planta se observan las ventanas geminadas de doble derrame consideradas del siglo XI, cegadas al construirse el porche. En el piso superior se abren a cada lado un vano con arco rebajado luciendo las campanas.
Cubre el campanario una pirámide con baja inflexión en la base revestida de pizarra. En la parte septentrional de la pirámide se pueden observar dos pequeñas lucanas. En su interior se conservan dos picas redondeadas de piedra de vasta manufactura.
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“La Força de Tor”
Desde el norte del pueblo, lugar en el que aparcamos, a unos cien metros ascendiendo encontraremos una senda que en diez minutos nos lleva a la “Força de Tor”.
Situada la fortaleza sobre un saliente rocoso, está documentada por primera vez en 1102 (se supone erigida en el siglo X/XI) y destruida en 1513.
Nacería dentro de la demarcación que hicieron en la segunda mitad de siglo IX los condes de Toulouse. Su relación con la Vallferrera sería constante durante todo el bajo medievo, pero se mantendría políticamente bajo la titularidad de los Obispos de la “Seu d’Urgell” y enfeudada por Casa Caboet, señores feudales dependientes del vizcondado de Castellbó.
Del castillo queda visible (también desde abajo del pueblo) una parte de la torre circular, en el que se puede apreciar el grueso del muro de 1’30 m. rodeando un círculo interior de dos metros y medio, en su origen alcanzaba los 4’30 m. de altura. También se pueden apreciar las huellas de una amplia habitación, algunos fundamentos de construcciones redondeadas y poco más. Se aprecia en el foso de defensa algunos restos de los muros que lo completaban.
Desde aquí se obtiene una bucólica estampa del pueblo.Verlo encerrado en el valle tras las altas montañas que lo cercan, nos produjo una extraña sensación atemporal, misteriosa y salvaje.
Delante, en el extremo de un saliente rocoso y separado ligeramente del castillo, está:
“Sant Pere de la Força, Sant Piri o del Roc”
Se conserva tan solo en pie del templo una parte del muro de poniente y sobre él la columna central de la espadaña de dos ojos que soportaba, algunos restos de los muros perimetrales delinean la planta rectangular. La cabecera está totalmente desparecida.
Aunque falta un trabajo serio de investigación y unas excavaciones arqueológicas que lo verifiquen, se presume que sus fundamentos son de un templo prerrománico del siglo VII/VIII, sobre el que se levantó en el siglo X el templo románico, al erigirse la “força de Tor”, cumpliendo funciones parroquiales hasta finales del siglo XII, fechas en las que se traspasarían las funciones a la hasta entonces ermita de Santa María de Tor. En el siglo XV se abandonaría, trasladando la advocación apostólica a la iglesia actual.
Muy curiosa es la variada composición de piedras a los lados del vano con arco de medio punto, situado en el centro del muro de poniente.
Se pueden apreciar esquistos irregulares y de diversos tamaños sin desbastar, junto a grandes losas graníticas pulidas y de corte plano de diferentes tamaños y formas. En la parte superior central encontramos hileras decorativas de “opus spicatum” (disposición de las piedras en forma de espiga), que también podremos ver a final de esta ruta en la base de la ermita prerrománica de “Sant Francesc d’Araós”.
Regresamos en coche al centro del pueblo para tomarnos un refresco y conocer las casas situadas al sur, en concreto la del Sansa.
Observamos que habían disminuido los 4x4, posibilitando el aparcar, pero no tanto el número de personas alrededor del bar, del que supimos más tarde que era el restaurante la Borda Sisqueta.
El ambiente en nuestra primera estancia nos hizo sentir incómodos, se mostró distante con alguna mirada marcada por el resquemor. Nada que ver con nuestra presencia en 2024.
Un 4x4 con matrícula francesa aparcó en el único lugar que quedaba libre delante nuestro. Descendieron del coche una pareja joven, que al disponerse cerca de nosotros buscando lugar en el que sentarse, les ofrecimos compartir nuestra mesa, ya que no quedaba ninguna libre.
Supimos que habían dormido dos años antes en la casa del asesinado Sansa, convertida en refugio rural por los descendientes, con el nombre de Tor Experience y con una capacidad máxima para cinco personas. Hoy desaparecido. Por la contra, sin ninguna valoración en 2023 se oferta la casa del Palanca.
Por lo que parece, los descendientes del Palanca, con más de trescientos equinos (2022), le están sacando mayor rentabilidad a la montaña.
La muchacha, con la experiencia de las tres noches que pasaron en la casa del Sansa (conociendo la historia en el propio pueblo), aunque exaltó la imponente belleza del entorno, al pueblo lo definió “territorio Comanche en Valle Oscuro”, ni señal de teléfono, electricidad temporal, sin agua corriente, servicios los mínimos y caros, la atención tosca y la comunicación distante…
En esta ocasión estaban de paso, habían almorzado en Alins y se pararon en Tor para tomar un café rememorando su anterior estancia, su dirección se establecía hacia “Port Ballús”. Desde Andorra accederían a Os de Civís, lugar en el que tenían previsto pernoctar tres noches.
Me dijeron que venían a comer a la Borda Sisqueta, era lo único que les había gustado, entonces salía a unos 15€. el menú, a 17 € dos años después y en 2022 el menú costaba 25 €.
A la calidad de su casera cocina tradicional (el trinchant, la escudella o cocido y las carnes a la brasa son los platos mejor valorados) se le añade la abundancia, calidad del producto y la atención de la Pili, la dueña.
Desde Andorra han nacido los primeros circuitos en 4x4 por la “ruta de los contrabandistas”, haciendo parada para comer en la Borda Sisqueta.
Podría haberse sido el lugar previsto para comer, pero entonces lo desconocíamos, nuestra reserva había sido en Alins. El tiempo se nos agotaba, por lo que sintiendo abandonar la grata compañía nos despedimos.
Senderismo desde Tor
Ermita de “Sant Ambròs” (San Ambrosio)
La otra ermita prerrománica, bastante más alejada (un par de horas entre ir y volver) está hacia el noreste, ascendiendo por la vertiente sombría del barranco del Valle de Peguera.
La ascensión no es fácil y carente de indicadores. La antigua senda que unía Tor con Sant Ambròs no la encontraréis hasta casi la mitad del recorrido. Acompañados por un frondoso bosque de pino negro, llegaremos a la ermita de Sant Ambròs de Tor.
Aquí os dejo una ruta de Wikiloc hacia el templo que os puede servir para no perderos.
Situada en un saliente rocoso a 2.020 msnm, es la ermita más alta de Cataluña.
Algunos suponen que pudo existir una aldea visigoda en sus proximidades, otros hablan que la ermita la erigieron grupos aislados de pastoreo que se reunían en verano y algunos se la atribuyen a los carolingios, dada la advocación al santo teólogo muy extendida por el imperio. Pero no se han encontrado testimonios que avalen ninguna hipótesis, tampoco el que cumpliera funciones parroquiales alguna vez.
Y es que la advocación a San Ambrosio, Obispo de Milán (s. IV) considerado uno de los cuatro padres de la ortodoxia católica occidental, estaba muy extendida su fe en la incipiente cristianidad católica visigoda. Recordemos que hasta el siglo VI, la mayor parte del pueblo visigodo en la península ibérica practicaba el arrianismo.
Durante la baja Edad Media y perdurando hasta finales del siglo XVIII, se hacía una peregrinación anual al templo, en la que junto con los habitantes de Tor, participaban vecinos de los pueblos de Vallferrera, de los valles andorranos y de Os de Civís.
Es un ejemplo singular de construcción prerrománica del siglo VIII, de una sola nave de planta rectangular, con un ábside y un arco triunfal apoyándose sobre muros cóncavos. La bóveda y el arco cierran su herradura hasta el suelo. Los muros son de piedra pizarrosa sin pulir y la cubierta es de pizarra.
Sant Ambròs de Tor. Wikipedia. Fotog. Erdrag. |
Entre los siglos XVII y XVIII sería restaurada, reconstruyéndose la fachada principal y la cubierta a dos aguas. En el centro se abre una puerta rectangular y sobre ella una pequeña ventana cuadrada, las dos con dinteles de madera.
Según parece sufrió un incendio en 1936, dañando seriamente el tejado. Después de cincuenta años abandonada, en 1982 una riada acabó de hundir todo el techo y deterioró seriamente los muros.
En 1997 los “Pioners i Caravel·les” (jóvenes de 14 a 16 años), agrupamiento escolta de Reus, dedicaron 15 días a restaurarla, salvándola temporalmente del olvido y de su total derrumbe. Los interiores se rebozaron y se restauró parte de la caída cubierta de madera.
“Port Cabús”
El ascenso a Port Cabús es la ruta más larga y concurrida, pero sin tener la intención de regresar a Tor, tanto caminando como en 4x4 ( intransitable en invierno y nada recomendado para transitarlo en un utilitario).
Este paso fronterizo con Andorra, en el medievo parte del camino real y ruta moderna de perseguidos y salvados, ha sido durante siglos una senda habitual del contrabando.
El ascenso se puede hacer por dos caminos rurales, curiosamente por el de la derecha (ascendiendo) pasamos por territorio del Palanca, mientras que por el de la izquierda transitamos por el territorio del Sansa.
Os dejo aquí una ruta circular de Wikiloc desde Tor a Port Cabús, necesitando cerca de cuatro horas para recorrer los 14 km con un desnivel de 600 m. de dificultad moderada.
También os dejo este recorrido de Wikiloc, con la ruta desde Os de Civís-Tor-Alins. Poco más de 25 km que algunos anuncian de los más impresionantes y bellos de los Pirineos.
Salimos del pueblo anunciándose las dos de la tarde. Nos dirigimos en dirección a Alins, pueblo en el que teníamos reservado el almuerzo una hora después, por lo que la visita de la villa de Norís la hicimos literalmente corriendo, tan solo quince minutos le dedicamos, y ya os digo que merece un pausado paseo contemplativo.
Lentamente pudimos llegar al pueblo. El camino, después del cruce que asciende a Norís bordeando el barranco, es una maravilla que no puede despistarte de atender su angosta calzada.
La llegada a la villa está precedida por su espectacular panorámica. Se apiñan las casas bajo la falda de una alta sierra en el pequeño y cerrado valle, dividido por el torrente que lo cruza en dirección a Alins.
NORÍS
Su etimología, que aparece como “Añora” en el medievo, según Joan Coromines es de raíz iberovasca y significa: sitio de abundante agua.
Situado a 1254 m de altitud, a 4 km al noroeste de Alins. en el centro oriental del Parque Natural del Alto Pirineos, limitado por el barranco de la Mola por el norte, los Pallerols al este, la Cultia al oeste y al sur el barranco de la Maravella.
Rodeado por cuatro barrancos el lugar es una maravilla concurrido por el senderismo.
En el siglo XV figuran 25 habitantes.
A principio del siglo XIX, con las cortes de Cádiz (1812) sería un municipio independiente hasta 1927, fecha en la que se une a Alins.
tendría ayuntamiento propio, pero a mediados de ese mismo siglo con 64 habitantes comenzaría a reducirse la población era uno de los municipios más pequeños de Cataluña. A partir del siglo XX el éxodo sería lento pero contínuo. En 1996 eran 15 habitantes, incorporándose a este siglo 13 vecinos. En 2022 son nueve los censados.
Curiosamente, igual que Tor, se mantienen del pasado trece casas, de las que también solo tres están ocupadas, al menos temporalmente. Algunas en estado ruinoso, especialmente las cercanas a la iglesia.
El pequeño y cerrado valle en el que se asienta, está dividido por el barranco de la Mola, que cruza el pueblo bajo la “Serra des Canales” y la Escala Blanca.
Cruzamos el puente por el que se accede a la parte alta del pueblo, lugar en el que se encuentra el templo parroquial y desde la que se alcanza otra espectacular panorámica. La belleza de la naturaleza que lo rodea, engrandece la gracia rural del pueblo.
Cercana al templo destaca la Casa de Permanyol o Pere Mallol, originària de los siglos XVII-XVIII, Casa pairal de planta baja y dos pisos.
Sant Serni de Norís
En la cima del pueblo en el extremo de poniente se encuentra esta iglesia románica del siglo XI, siendo por primera vez mencionada a finales de siglo XIV bajo la advocación de Sant Serni (San Saturnino) y formando parte del decanato de Cardós.
Resulta extraño que no estuviera en el recorrido pastoral realizado en el siglo XIV por el arzobispado de Tarragona.
El templode una sola nave con presbiterio y tejado a dos aguas cubierto de pizarra. Con muchas transformaciones a lo largo de los siglos, la más importante se produciría en el siglo XVII/XVIII, añadiéndose a la nave una pequeña capilla con bóveda de cañón.
La pequeña ábside semicircular está situada al este, con decoración lombarda de arcos ciegos y lesenas hasta medio cuerpo. Cuenta con dos ventanas con arco de medio punto y doble derrame, una está cegada y la meridional se convierte en rectangular, al estar separado el arco superior por un fino dintel de madera. Una chapuza bajo mi limitado criterio.
En la parte de atrás del templo, en el punto más alto del pueblo se encuentra el cementerio.
Sin rebozado, se puede apreciar la composición de la sillería, basada en piedra pizarrosa irregular sin desbastar, unida con mortero de cal y dispuesta en hiladas regulares.
La nave está cubierta con bóveda de cañón, reforzada por un arco fajón apoyado en robustas pilastras. Se le añadió en el siglo XIV en la fachada norte una capilla también con bóveda de cañón.
Durante los siglos XVII y XVIII la nave sería sobrealzada, se le añadieron capillas laterales, se construyó el coro y se abrieron cuatro ventanas con arco de medio punto en la parte superior del templo.
Tiene una humilde puerta con arco de medio punto enmarcada con cal y sobre ella dos pequeñas ventanas rectangulares próximas al techo. También se abrió en la fachada de poniente un óculo.
A principios del siglo XX se construyó el campanario de torre rectangular y base cuadrada, con cuatro estilizados vanos con arco de medio punto luciendo las campanas. Está cubierta por una pirámide cuadricular con inflexión media a la base y revestida de pizarra. La sencilla puerta es rectangular.
En el siglo XX sería sustraído el frontal de madera del altar de Sant Serni de Norís, con figuras en bajo relieve cinceladas en la segunda mitad del siglo XIII, continuando hoy en paradero desconocido.
Descendimos hasta el coche para iniciar la marcha hacia la capital de la Vallferrera: Alins (Ruta 6 -III-). Veinte minutos restaban para nuestro compromiso culinario.
Durante siglos, en mulas o andando (los “farderos”), el contrabando formaría parte de la economía de los pueblos fronterizos con el Principado Andorrano. “Port Cabús” se convertirá desde principios del siglo XVIII en uno de los pasos más importantes del tráfico de tabaco, conjuntamente con el histórico de lana y sal.
Durante todo el siglo XIX se ampliaría con el tráfico de mulas jóvenes andorranas, convirtiéndose entonces en el principal producto.
Se sabe que en la década de los 20, varias familias de Tor adquirieron fortuna del contrabando, en ese momento el oro y las joyas eran los productos más rentables.
El contrabando durante la guerra civil sería básicamente de subsistencia familiar, frente a la miseria y el aumento de la competencia, los curtidos contrabandistas modificaron la mercancía andorrana por el tráfico de personas huyendo de la guerra civil española; más tarde, en sentido contrario, serían los judíos perseguidos por los nazis.
Después de la guerra, el contrabando continuaría siendo uno de sus medios de subsistencia; al tabaco y el café tradicional, se le añadiría licores, perfumes, relojes, aparatos eléctricos….
Hasta finales de los 60 el camino de tierra acababa en el pueblo, iniciándose entonces la adecuación del acceso al Puerto de Cabús. Hasta entonces el contrabando se hacía con mulas o andando, a partir de la década de los setenta se abre la posibilidad de hacerlo en 4x4 (en invierno es intransitable).
A principios de los 70, desde “Port de Cabús” se asfalta una carretera de 7 metros de ancha que conduce a Massana y Pal, instalaciones del complejo de esquí de Vallnord de Andorra.
La ambición especulativa de construir algo parecido en la montaña de Tor, sería la causa de que en 1976 las diferencias vecinales derivaran en duros enfrentamientos físicos, verbales y jurídicos, estallando en tragedia a los pocos años.
Tres casas lideradas por Josep Montané, alias Sansa, intentaron mediante manipulaciones documentales hacerse con la propiedad total de la montaña, con la intención de vendérsela al promotor andorrano Rubén Castañé. Su pretensión era construir un complejo turístico invernal con estación de esquí, hotel y un centro comercial.
La disputa convirtió la convivencia vecinal en peligrosa, tanto que los líderes vecinales contrataron guardaespaldas armados. Incluso en varias ocasiones intervino la guardia civil para evitar que la sangre llegara al río, aunque por poco tiempo.
En 1980, dos guardaespaldas del “Palanca”, principal y violento opositor de los planes del Sansa, fueron asesinados por dos hombres vinculados al promotor andorrano.
Serían sentenciados a ocho años de cárcel, rebajada la pena por el Supremo, y al promotor andorrano se le impondría una multa de 10 millones de pesetas hacia los familiares de las víctimas que nunca recibieron.
Quince años después de iniciarse la disputa judicial, Sansa conseguía la titularidad única de la montaña. Seis meses más tarde, antes de hacerse oficial la venta, sería asesinado en su casa de Tor por traumatismo craneal y encontrado con un cable rodeándole el cuello.
Serían encausadas dos personas, pero después de 14 meses en prisión serían absueltas por falta de pruebas, quedando el crimen sin resolver.
A mediados de la década de los ochenta hasta principios de los 90, el contrabando de tabaco en las áreas fronterizas de Andorra, produjo la irrupción de bandas armadas de irlandeses, gallegos y portugueses. Tal es así, que la Vanguardia publicó en 1990 que el idioma más hablado en Os de Civís, un pueblo fronterizo de 100 habitantes entonces, era el gallego.
En este tiempo se producen enfrentamientos entre las propias bandas para monopolizar los pasos y el mercado, a la vez el control policial se agudiza con numerosos arrestos.
En esta turbulenta década, ni una sola detención se produjo en Tor, ni tampoco aparecería un vecino de este pueblo en las dos que hubo en Alins. Quiero decir, evidentemente sin ningún dato que lo avale, que este paso fronterizo nunca perdió su histórica tolerancia policial, ni los vecinos dejaron de controlar el negocio, en todo caso, las mafias debieron pagar bien para cruzar su protegida montaña.
Se entiende en este contexto que nunca prosperaran las propuestas oficiales de mejorar los accesos al lugar y a la frontera, dado que hubieran perdido la privacidad de su tránsito, al hacerlo con fondos públicos. La idea de de que el gobierno les quiere quitar la propiedad de la montaña, anida hasta hoy en el recelo vecinal.
Finalmente, después de varios recursos, la propiedad volvió en este siglo a las manos de los descendientes de las trece familias que formaron la “Sociedad de Conduenyos de la Montanya de Tor”, pero muchos parecen no estar satisfechos con el reparto, ya que se han presentado varios recursos.
Es irónico pensar que le debamos a un socio posiblemente del contrabando y del asesinato, el conservar estas montañas de frondosas faldas arboladas, amplias y altas planicies de hierba estival y agrestes cumbres, pero recordemos que son territorio privado, por lo que en cualquier momento pueden prohibirnos el paso, incluso presumiendo el formar parte su montaña del “Parc Natural de l’Alt Pirineu”.
Dos meses después de nuestra visita supimos del fallecimiento natural del Palanca. Llevándose a la tumba el nombre del asesino del Sansa, su muerte abría la esperanza de producirse cambios en esa doble lucha vecinal: entre ellos y contra el resto del mundo.
Pero por ahora, dos años después, frente a todos los inconvenientes producido por el COVID, a pesar de los intentos particulares de promover el turismo que en la visita hemos anunciado y el acceso a la red, poco más parece haber cambiado. El desafiante cartel a la entrada del pueblo sigue mostrándose y la recelosa mirada vecinal en su doble lucha, por ahora silenciosa, persiste en el ambiente.
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