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07 agosto 2021

RUTA 2 (II) . VALLE DE ISIL. Refugio del Fornet. Bosques de Bonabé. ALÒS D’ISIL. S. Lliser. ISIL. La Inmaculada. Museo de l’OS BRU

La Ruta 2 (II) recorre los alrededores del Refugio del Fornet, os descubre el frondoso bosque de Bonabé y visita los pueblos de Alós e Isil.


Transitando desde Alòs d’Isil por un paisaje teñido de verde por la frondosidad de los bosques de ribera, de los que la serradora d’Alós se abasteció, destacando los chopos o álamos (pollancres en catalán), fresnos (freixes en catalán) y nogales (noguer) que sobre rododendros y arándanos bordeaban los pequeños claros intermitentes al lado del empedrado cauce del río.


Conforme nos acercábamos al refugio, el telón de fondo de los espesos bosques de pino negro se aproximaba.



El Refugio del Fornet


Desde 2015 (después de casi una década cerrado) el refugio de Fornet  ofrece un reformado, cálido y limpio hospedaje, contando también con un excelente restaurante de menú de montaña, con un toque rural checo y eslovaco, lugares de procedencia de la joven pareja regente. Un lugar perfecto para almorzar después de una larga o corta caminata por estos espectaculares entornos. Tiene una valoración media de los usuarios de 9.


La estación de esquí nórdico de Bonabé cerró sus puertas, reemplazando el refugio parte de su actividad, ofrece rutas de senderismo con raquetas por el bosque de Bonabé y una pequeña escuela para iniciarse en este deporte invernal.



Desde el refugio se inician largas y duras ascensiones a los puertos fronterizos, el más cercano a unas 3’40 h. es el port del Salau” a 2085 msnm y el “port d’Aula” a 5 h. (4 h. desde el parquing de Perosa).


También es punto de ascensión a las altas cumbres, la más cercana (3 h.) es el Tuc de Montaut de 2496 m. El Pic clavera de 2678 está a 7 h. y necesitamos 10 h. para alcanzar el Mont Roig a 2864 msnm. 



Si preferís hacer senderismo desde el refugio de Fornet, sin pretender utilizar tanto tiempo y esfuerzo, os aconsejo seguir la ruta oval que en suave ascensión recorre en poco más de hora y media las dos vertientes del río, contrastando la frondosidad verde de las laderas de la vertiente umbría (obaga en catalán) con la desnudez rocosa de la vertiente soleada (solana).



Descubrimos los torrentes desembocando en el Noguera en suave cascada, lamiendo la pulida piedra. Os podréis refrescar en sus gélidas aguas, mientras caballos y vacas indiferentes a vuestro paso, se afanan en engullir el pasto fresco que ofrecen los pequeños prados que salpican la ribera del río.


Llegaremos al puente “de l’escala alta” (de la escalera alta), por el que cruzaremos para seguir manteniendo el río a nuestra izquierda al dirigirnos ahora hacia el sur. 


Pronto pasaremos por la “font de la toca”, para acceder más tarde hacia el interior del bosque con el objetivo de ver la cascada de la “escala alta”.



Recorriendo nuevamente el camino cerca del margen del río, llegaremos a  las bordas y el barranco de Socampo. 


Continuando, volveremos a separarnos del cauce para ascender al antiguo horno de cal que da nombre al refugio del Fornet (forn en catalán significa horno). Un espacio que contó con la piedra y la leña del entorno para producir durante siglos cal viva.


Continuaremos hacia el sur para bordear el barranco de Valaran, desde allí, a unos diez minutos encontraremos su desembocadura en el Noguera. Observar al otro lado del barranco, el tupido y oscuro bosque de pino negro.


Cerca del desagüe encontraremos un puente de madera, por el que en cinco minutos alcanzaremos de nuevo el refugio del Fornet.


Una de las rutas circunvalatorias más utilizadas desde el refugio del Fornet (3 h. en verano, 4:30 h. en invierno con raquetas) es el acceso al bosque de les “cireres”, del que hablaré seguidamente desde los bosques de Bonabé, final de la comarca. 



El bosque de Bonabé


Desde el refugio del Fornet se inicia una pista de montaña, que siguiendo el transcurso del Noguera Pallaresa hacia su cabeceranos conduce a los espectaculares bosques de Bonabé.


Su recorrido se recomienda solo para 4x4, pero es posible en verano acceder con paciencia en utilitario hasta el parking de Perosa (a 5 km. y una hora caminando desde el refugio del Fornet). Recordar siempre averiguar el estado de la pista antes de aventuraros.



El bosque de Bonabé, estuvo considerada la mayor masa forestal de los Pirineos hasta finales del siglo XIX.


La empresa Mathussière Forest se hizo cargo de la explotación del bosque a principio del siglo XX, propiciando unas décadas de gran prosperidad en el valle, pero con el coste inevitable de la tala de miles de árboles centenarios.


De todas maneras aún hoy podremos observar el espesor de estos bosques de abetos y de pino negro, un espacio virgen de alto sotobosque ajeno a la mano del hombre, con árboles monumentales, tierras del oso pardo y del rebeco (Isard) que durante cinco meses se cubre de blanco, camuflándose en ella los inquietos armiños.



El Planell de Perosa

 

Si llegáis hasta el aparcamiento de Perosa, podéis realizar en unas 4 h. uno de los circuitos de senderismo en circunvalación más bellos de la comarca,  recorriendo los Bosques de Bonabésus altas planicies salpicadas de bordas y el famoso “Bosc de les cireres” (Bosque de las cerezas).


Una vez se en el aparcamiento en el que dejaremos el coche, la pista de tierra llega hasta un puente, antes de cruzarlo, observaremos a la derecha una senda que pareja a su caudal nos conduce entre avellaneros y prados por la vertiente seca (solana) del valle.


Cruzaremos el barranco de la tinta y su salto de agua, para encontrarnos más tarde la cascada del barranco de Raspamala. 


Se cruza el río por el puente de Mongassa. Regresando por la vertiente umbría internándose por el interior del bosque de Pi Roig, Prats de la calavera, planells de Perosa, borda de la Perosa…


Desde el parquing, en una ruta hacia el sudeste de poco más de una hora (ida y vuelta) se puede visitar el milenario “bosc de les cireres”, el bosque más virgen, maduro y nutrido del Alto Pirineo, con pinos y abetos centenarios.


Podréis admirar dos árboles declarados monumentales: el “Pi Roi de Cireres” y el “Avet de Cireres”, pero también sin cartel que los identifique, encontrareis otros ejemplares monumentales de diversos tipos de árboles, derrochando prestancia en un entorno de cuento, en el que te sientes un enano bajo tan altas copas.


Os dejo un blog con los dos circuitos en uno, en el que podréis apreciar el color otoñal de sus  bosque encendidos por el cálido colorido de las hojas caduciformes, disponiendo un manto amarillo en el suelo y rojeces en la ramas. Una maravilla.


De todas formas evitar acercaros al reintroducido oso pardo, pensar que la zona es su hábitat natural permanente. No hay que tener miedo, simplemente precaución de no cruzarse en su camino, él no seguirá el vuestro.


Dado que las posibilidades de senderismo son muchas más, os dejo un enlace con Wikiloc, con una amplia selección de todas las espectaculares excursiones por estas latitudes.


A menos de un kilómetro antes del aparcamiento de Perosa está la Borda Ignásia, convertida en un bar-restaurante a pie de la calzada de tierra, está abierto solo en verano, sorprende su carta de ensaladas, carnes a la brasa, etc..con un nivel gastronómico alto y muy poco esperado por estas aisladas alturas. Tiene una valoración media de 9,6. Lo complementa su extraordinaria ubicación y la atención del servicio. Por su popularidad necesita reserva.



Si contáis con un 4x4 o si tenéis la suerte de que alguien os comunique la posibilidad de hacerlo con vuestro utilitario (2:30 h. caminando desde el aparcamiento de Perosa), podréis llegar por la estrecha pista forestal hasta tierras aranesas, alcanzando las fuentes del Noguera Pallaresa en el Pla de Beret, pasando previamente por el pueblo de Montgarri. 


Nosotros iniciamos el regreso hacia Alòs d’Isil, después de más de una hora y media de senderismo desde el refugio de Fornet, incorporándonos a la carretera veinte minutos después de las once.



ALÓS  D’ISIL


Antes de entrar al pueblo de Alós, encontraréis bordeando el río su antigua serradora


Las serradoras utilizaban la energía del agua para mover la maquinaria con la que cortar longitudinalmente los troncos desposeídos previamente del ramaje, produciendo vigas, contrafuertes, tablones...


La construcción de la maquinaria interior era básicamente de madera, utilizando también algunos elementos de hierro. La robusta estructura exterior es de piedra seca. 


En 1953 se quemó, siendo reconstruida inmediatamente por los vecinos de AlósEl edificio, ha sido restaurado y convertido en museo, conservando la maquinaria.


Si lográis encontrarlo abierto bien vale una visita (en nuestro caso, por duelo vecinal, lo encontramos cerrado). De todas maneras podréis observar sus alrededores, en el que comprenderéis la ingeniería empleada para aprovechar la fuerza que ejercía el agua en el movimiento de la maquinaria.


Si queréis ver una serradora en funcionamiento (la única en todo el Pirineo), tendréis que visitar el Museo de la madera de Àreu en “La Vall Ferrera”.


Alós d’Àneu o d’Isil, es el pueblo más septentrional del “Alt Àneu”, situado a 1268 msnm y regado por el Noguera Palleresa. Su existencia se conoce desde el siglo IX.



Según parece estuvo dividida en dos: Alós Sobirà (abandonado en siglo XIV) y Alós Jussá, el actual pueblo. Fue un municipio independiente hasta 1846, uniéndose entonces a Isil y Àrreu  (pueblo en la actualidad abandonado). La población a principios de ese siglo llegó a su máximo vecinal con más de 50 casas, sobrepasando los 400 residentes. 


Hasta la década de los 60 del siglo XX mantuvieron 40 casas y 200 habitantes. La mecanización del campo comportó acabar con el negocio de las mulas, principal fuente de riqueza del pueblo hasta finales del siglo XIX, ocasionando un gran éxodo de la población.



En 1999, con 30 habitantes formaría parte de la entidad municipal descentralizada junto con IsilEn la actualidad (2021) cuenta con 27 vecinos censados, aunque en verano pueden multiplicarse por tres los residentes, y especialmente en sus “falles” pueden acercarse a los 300.


Nos internamos por la derecha, abandonando la carretera comarcal, para transitar entre sus casas hasta el corazón del alargado pueblo. Aparcamos en la plaza Mayor, delante de la Iglesia parroquial de Sant Lliser d’Alós


En las puertas del cementerio, delante de la Iglesia se puede ver lo que quedó del último tronco quemado en les falles d’Alós, fiesta recuperada en 2014 que se celebra en la actualidad el primer sábado de julio, aunque en su origen lo hacían en la verbena de San Pedro.



La Fiesta Mayor se celebra para Sant Llisser, en el cuarto fin de semana de Agosto.



“Sant Lliser d’Alós

“Sant Lliser” o San Licerio en castellano, es uno de los pocos santos, dicen, nacido en los Pirineos catalanes, llegó a ser obispo de Couserans (Aquitania), hoy San Lizier. Según cuentan al inicio del siglo VI libró milagrosamente a esa ciudad del saqueo visigodo.


Del románico templo de “Sant Lliser” poco queda, el barroco se adueñó de la transformación y prácticamente tan solo se salvó la portada de finales del siglo XII, hermana gemela de la de Sant Joan d’Isil.


La puerta está dispuesta a un lado de la fachada, en la que se alinean a los dos lados sendas ventanas de arco de medio punto con doble derrame, que posiblemente también debían formar parte del templo románico. A pesar de que una está dentro de la base de la torre, recuerdan el espacio que ocupaban las dos ventanas góticas de Isil, lo que hace pensar que la base de la torre aprovechó parte de la fachada del templo románico.


El portalón cuenta con tres arquivoltas sobre columnas lisas, ornamentada la central alternando en bajo relive “la flor de la vida” y cilindros en sobre relieve.


La singularízan rústicos capiteles de gran expresividad, con rostros humanos y animales.


Observándolos se dispuso cerca una pareja (rondando la jubilación) que habían salido del interior del templo, el hombre le explicó a su compañía que aquellos capiteles representaban una alegoría a los vicios.


Volví a escuchar que las dos figuras con pelo largo estaban asociadas a la mujer (volví a ponerlo en duda) simbolizando la avaricia y la lujuria. Los personajes masculinos hacían referencia a la gula y a la ira.


Los capiteles con figuras animales representarían, contrastándolas, las virtudes del equino: pobreza, fidelidad, coraje y paciencia, mientras que las aves, representan el proceso dual necesario para alcanzar la vida eterna, unidos sus picos alrededor de una esfera, símbolo de la perfección terrestre, base para alcanzar la celeste (más o menos es lo que entendí)


Empecé a darme cuenta, ratificado después por la lectura de otras fuentes, que hay múltiples deducciones de sus significados y menos coincidencias de las que me pensaba.


Encima, a cada lado del portalón, se podían observar sendas losas de piedra, mostrando una pareja de figuras humanas labradas en cada una, con características muy parecidas a las que se ven en Sant Joan d’Isil, pero en este caso tan solo en una se expresaba la censura en sus cuerpos.


En la losa de la derecha el fondo está decorado con la “flor de la vida”, la flor de cuatro hojas, estrella de cinco puntas, zig-zag inciso, una estrella de David, etc... Todos símbolos prerrománicos, menos uno, advertí, al apreciar un crismón trinitario.


Debajo mostraba dos pequeñas ménsulas con rostros humanos que posiblemente pertenecieron al templo románico y soportaron un sarcófago, perdiendo su función al acoplarse la losa figurativa.

La losa del otro lado contiene los nombres de Arnau y Riquer, entre ellos hay un único símbolo: la cruz. Es la única que no ha sido censurada, dado que al hombre le cubre una especie de pantalón corto, mientras la figura femenina muestra su sexo, pero con posición abierta de las piernas evocando la maternidad. 



Aprovechando la situación de contar con alguien que estaba mucho más informado que nosotros, de forma educada le pregunté si conocía el significado de las losas, ya que la explicación oficial de ser una alegoría de Adán y Eva, antes y después del pecado original, no me convencía.


Comentó, con una previa sonrisa, que era la explicación y justificación de la censura ejercida un siglo después de ser dispuestas. Podía ser un alegato al abandono de los diferentes signos cristianos, la mayoría de origen pagano, por el “único y verdadero”: la cruz.


La confección de las losas se suponen mucho más antiguas, insinuándose la posibilidad de que fueran estelas funerarias de una casa pudiente. La familia pudo contribuir en la primera y profunda remodelación del templo románico, mostrando en las losas una alegoría de la transformación mística de la propia familia. Convirtiéndose hacia el pueblo en un ejemplo de abandono de las primitivas creencias cristianas.


De todas formas, todo esto no pasa de ser pura especulación,  recalcó el interlocutor, justificándose con que eran muy pocas, por no decir ninguna, las notas de aquel tiempo. Además, las losas de Sant Joan de Isil no parecen ofrecer el mismo discurso.


Al comentarle sobre el crismón trinitario que había adjunto a los signos prerrománicos cristianos, nos comentó que posiblemente en ese momento se consideraba, al menos aquí, el crismón tridinitario una visión cristiana más. En concreto parece estar unida a la figura de Pedro I de Aragón, siendo el mismo modelo que el de la Catedral de Jaca (s.XI).


En el Pallars Sobirà convivieron diferentes visiones cristianas primitivas hasta principios del siglo XIII, mientras que en los Pirineos Aragoneses el dogmatismo religioso condal se ejercería casi un siglo antes, siendo precisamente el crismón trinitario su emblema.


Las palabras del interlocutor me abrieron una curiosidad que volvería a adquirir interés frente a las pinturas de Sant Pere de Sorpe, o mejor dicho, las que un día cubrieron su interior, hoy en el MANAC. Dedico la nota del próximo post a este anagrama que adquiriría gran importancia en la manipulación del mensaje católico en el bajo medievo.


Otro de los misterios que algunos relacionan con las estelas, es el abandono a partir del siglo XIV de la ermita románica de Sant Pere d’Alòs, de la que hoy tan solo se conserva adosado a las casas un muro con un vano con arco de medio punto.


Tan o más antigua que los fundamentos románicos de Sant Lliser y siendo el patrón que en sus “falles” dignificaban, mostró desconocimiento de la razón de que nunca adquiriera función de parroquia, siendo abandonada su atención a partir de que se alzara el templo barroco de Sant Lliser.

Se dice, careciendo de pruebas documentales, que pudo pertenecer a una primitiva corriente cristiana que rivalizó con la oficialidad católica, imponiéndose definitivamente ésta a finales del siglo XIII.


Nos despedimos agradecidos por la información, antes de incorporarnos al interior del templo.


Lo percibí grandioso, el blanco encalado de sus paredes promociona el percibir diminutos los elementos que la decoran. Las bóvedas de crucero, con circulares y coloridos artesones en el centro desde los que partían sus nervios, lucían las únicas pinturas del templo.



El guarnecido altar tenía encima una talla de Sant Lliser (supuse), al otro lado la virgen y el niño, y entre ellos, sorprendiéndome al descubrirla, estaba la “moreneta” (Virgen de Montserrat). 


Todo ello tenía de telón de fondo unas enmarcadas modernas pinturas neorrománicas, intentando recordar, sin lograrlo, los fundamentos medievales de la iglesia. Disponiendo flores a cada lado del altar, presumí que estaban preparando el espacio para un acto sacramental, más tarde se concretó en un funeral.


Se conservan tres picas, una bautismal, otra de agua bendita y un sarcófago visigodo guardando los óleos sagrados, todas con decoraciones geométricas, vegetales y figuras humanas. Me pareció curioso observar que al lado de ellas se mantuviera un pesebre de forma permanente.



En el museo Nacional d’Art de Catalunya se expone un frontal del altar de madera policromada del siglo XIII, procedente de esta iglesia.



En 1989 se hizo la última reforma, en la que se encontraron dos bloques de piedra tallados en el relleno de un contrafuerte del campanario, descubriéndose en las proximidades un cementerio del siglo XII.


Después de recorrer el núcleo de casas alrededor del templo parroquial, en el que predominan las edificaciones de principios del siglo XX modernamente restauradas y dispuestas para el turismo rural, regresamos a la plaza para acceder seguidamente por la única calle que nos conduce al núcleo poblacional del sur, en el que tan solo se conserva un muro de la antigua iglesia románica de Sant Pere, pero también inclinadas calles y sugestivos rincones de piedra junto a las edificaciones más antiguas de la villa.



Las pocas edificaciones anteriores al siglo XX señalan algunas con orgullo su apellido frente a sus restauradas fachadas,  otras resisten con desgastados balcones de madera, dintelados portalones, ventanas, chimeneas o escaleras exteriores de acceso al primer piso, lugar en el que habitaban las personas sobre los animales, 



Un conjunto de reformas funcionales, realizadas con la simple sabiduría popular para mantenerlas en pie, en las que la esencia medieval persiste con muros de piedra seca, balcones de troncos sin trabajar buscando la fuerza y obviando la simetría... Expresión quizás de una rústica decadencia rural, pero imprime al pueblo de un encanto singular.



Nos indicaron “Cal Tort”, casa de la familia Arnalot, que contiene una capilla barroca dedicada al niño Jesús de Praga. Vimos la casa con elegantes balcones de madera, pero no supimos ubicar el templo.



Las vistas desde arriba del pueblo adquieren espectaculares estampas de la frondosa naturaleza que les rodea. 



Descendiendo por la parte sur del pueblo se llega al precioso puente románico, paso que permite ascender en menos de media hora los 600 metros que nos separan de las ruinas del antiguo pueblo d’Alós Sobirà. Allí también se encuentra, en el mismo estado ruinoso, los restos del templo románico de Santa Eulalia.


Un poco más alejado sobre un promontorio rocoso, se ubican las pocas ruinas de un castillo o torreón, del que se carece de noticias.



Sin pretensión de iniciar tal excursión, retomamos el camino hacia la plaza Mayor, con la intención de continuar el viaje.


Si se continúa la carretera hacia Isil, en el extremo sur del pueblo a la derecha, al lado del barranco de Moredo, está el “Refugi d’Alós”, situado en el edificio de las antiguas escuelas públicas del pueblo, hoy el equipamiento forma parte del patrimonio histórico colectivo de Cataluña. La valoración de los usuarios en relación a calidad/precio es de 8,6. 



Llegamos a la iglesia, encontrándonos que delante de ella se agrupaba todo el pueblo, rendían el último adiós a un vecino, muchos coches anunciaban mal aparcados haber llegado desde otros pueblos. 


Salir de aquel enjambre de coches y personas costó armarnos de paciencia. Me quedé con la curiosidad de saber si lo enterrarían en el cementerio antesala de la iglesia, lugar en el que me había parecido observar que estaban reciclando una tumba.



Volvíamos a estar en la carretera paralelos al río, al otro lado encontraremos a un Kilómetro y medio el desvío a las Bordes de Lapre, de la que ya hablamos ascendiendo, pero os sigo animando a subir si contáis con tiempo, diez minutos por una estrecha calzada de tierra os separan.


ISIL


Isil, a 1164 msnm remonta su existencia al siglo VIII, siendo mencionado su censo poblacional por primera vez en 1553, indicando ocupada por 110 vecinos.


Tres siglos después contaba con noventa casas, ayuntamiento, prisión, escuela y parvulario, centro médico..., aproximándose sus residentes al medio millar



Comenzó a despoblarse a finales del XIX, pero sería a partir de la década de los treinta que se priduciría el gran descenso, iniciando este siglo 60 habitantes, en 2023 eran 54 los censados.


Hasta 1970 fue un municipio independiente. En 1999 se crea la figura de la “entidad municipal descentralizada’ junto a Alòs d’Isil, formando parte del municipio de “L’Alt Àneu”



La población creció ocupando ambas orillas del río Noguera Pallaresa. En la parte occidental, delante de la isla, se encuentra hoy la moderna sede de la Entidad Municipal descentralizada.


Los dos sectores están unidos a una pequeña isla, formada de forma natural en el reposo del río. En su interior, preside la plaza circular la iglesia de la Inmaculada, a su alrededor se levantó la serradora, el molino y la rectoría, tan solo queda en pie este último y por lo que parece, tal observamos más tarde, inhabilitada una parte.


El acceso en coche al margen izquierdo tan solo es de uso vecinal.



Antes de incorporarnos al núcleo poblacional del otro lado del río, decidimos, después de aparcar, continuar por la carretera unos metros, después de pasar el ayuntamiento giramos por la primera calle hacia lo alto del pueblo. Pasamos por el camino por la Casa Pandora y accedimos al lugar llamado La Molina. Desde aquí parte el camino hacia el Valle de Airoto y sus bellos lagos homónimos.

Al margen de las vistas sobre la villa, delante de la moderna fuente se ubicó hasta 2018 un gran “cóm o como” de madera, primitivo pilón o abrevadero para animales confeccionado con el vaciado de un gran tronco. Hasta entonces, en mi exploración por la comarca, ha sido el único que encontré resistiéndose a ser remplazado por uno de cemento.

Bajamos por la calle contigua a la derecha para regresar al río. Aunque la mayoría de casas son del primer tercio del siglo XX, señalo que vale la pena pasear tranquilos por los dos núcleos vecinales, sus habitantes se muestran orgullosos de su pertenencia, por ello el cuidado, la limpieza y la estival ornamentación floral de sus casas no deja de expresarse.

Aún podemos encontrar casas de tres plantas y en desnivel, calzando más de dos siglos, incluso muros alzados con piedra seca entre pintorescas y estrechas calles pavimentadas con piedra. Pero es la excepción.


Las edificación de finales del siglo pasado se alinean en el extremo norte del pueblo. Delante de la isla nos entretuvimos en observar la elegante iglesia de la Inmaculada de Isil.

La Immaculada de Isil


La sobria, robusta y elegante Iglesia de estilo gótico tardío fue construida en 1771, la fachada principal y su portalón están decorados con elementos neoclásicos.


Es un edificio de una sola nave con ábside poligonal que acoge a cada lado una capilla y ayudan a su solidez varios contrafuertes. Cubre el templo un tejado a dos aguas revestido a pizarra, adaptándose por detrás al poligonal ábside.


En la fachada principal se muestra un elegante y sencillo portalón con arco de medio punto, con amplio derrame exterior oval a modo de gran hornacina. Está franqueada por columnas planas de piedra con fino corte. Contiene por encima una hornacina de arco de medio punto con marco de piedra y tejadillo.


Corona la fachada por debajo del piñón del tejado una ventana de doble derrame con arco de medio punto y por debajo un ojo de buey atrompetado. En los laterales de esta fachada hay dos robustos contrafuertes, supongo que necesarios, pero no por ello dejan de desmerecer las líneas del edificio.



El campanario rectangular en el primer cuerpo se convierte en octogonal irregular en el segundo, en el que se abren cuatro altos ventanales con arcos de medio punto (uno de ellos clausurado), luciendo tres campanas. La torre la corona una estilizada pirámide octogonal irregular cubierta de pizarra, con inflexión baja en una base de amplio alero.


Debajo de la campana hay un curioso reloj de estilizadas y onduladas agujas, de los pocos que encontraremos funcionando en las iglesias de la comarca.


El amplio interior con bóveda de crucería tiene dos capillas a cada lado, sobre ellas se extiende un piso cubierto de madera y limitados por una balaustrada de madera torneada. Por encima de la puerta de entrada se ubica el coro al mismo nivel.

 

El desnivel de su cubierta respecto a la ábside hizo ampliar el sistema de bóvedas que se complementan en los laterales bajo el tejado. Permitiendo que el altar esté iluminado a cada lado por dos ventanas con arco muy rebajado. Los nervios que se unen en el centro superior del ábside son siete.


Es curioso observar en los pueblos que en los preparativos de las fiestas, las iglesias se conviertan en el almacén o depósito de las bebidas.


En la isla, al margen del templo y su rectoría también lo habilitaron el aserradero y un molino que más tarde serviría de generador eléctrico.


Las inundaciones de 1937, aunque respetaron la iglesia se llevó uno de los puentes románicos y un comunidor, junto con varias edificaciones de la vertiente derecha del  río. Pero repararon la aserradora y el molino.


De la aserradora tan solo quedan vivibles los muros de hormigón sobre el que se asentaba la instalación adjunta a la rectoría.



Se documenta la existencia de un molino desde 1910, aunque evidentemente muchos siglos antes ya se utilizaba la fuerza del agua para triturar los cereales. En la planta de abajo se situaba la maquinaria.


Si vais por detrás de la Iglesia o desde la vertiente izquierda del río, aún se puede observar una esclusa, llamada aquí “peixera” (pecera), hoy una zona en el que la gente en verano refresca los pies, pero por la que entonces por un canal y compuertas de hierro se incorporaba el agua para mover las piedras que trituraban el grano. 



Dado que molinos y serradoras fueron de las pocas instalaciones privadas y comunales que se repiten a lo largo de toda la geografía de la comarca, para no repetirnos, tan solo desde Àreu nos permitimos una larga explicación de su funcionamiento,


Tampoco ahondo desde aquí en el otro uso que en el siglo XX se produjo: la energía eléctrica. En 1923 ya tenía el pueblo alumbrado eléctrico por la energía de su río y en 1935 ya era comunal.


A partir de la década de los 60, el turismo y el aumento considerable de demanda eléctrica provoca que los nuevos planes de electrificación de la comarca pasen a manos de las grandes centrales eléctricas, las cuales adquiriendo las  pequeñas centralitas monopolizarían el recurso abandonando las instaciones y aprovechando el agua de sus cauces. De la más de una docena de centralitas en la comarca, tan solo la de Sort continuaría.


Antes de pasar hacia la vertiente oriental del pueblo por el puente de piedra, fijaros a la derecha, al lado de un frondoso tilo, el monumento a las “falles” de Isil. Convertidas en símbolo de identidad y en el reclamo turísticos más importante del pueblo, les dedicamos la nota final en el anterior post.

Os traduzco en castellano el poema de Mossèn Antoni Navarro.

“Con las fallas en llamas

triunfalmente vamos pasando,

por riscales y colladas

el Pirineo despertando.


Somos el aliento de la tormenta, 

somos el ritmo de la fiesta, 

somos el olor de la retama 

de la vigilia de San Juan.”

                     

Bien restaurado se muestra el puente románico con un solo arco, limpia y desnuda está la mampostería de sus muros en base de roca pizarrosa (esquisto) ligeramente desbastada y dispuesta en la base de forma vertical a modo de dovelas, configurando un bello arco rebajado ligeramente apuntado.



La Casa de “l’Os Bru” y el Mirador de “l’Ossa”


Muy cerca del puente se encuentra este edificio de 1825, en que se ubica La Casa de l’Os Bru (Oso Pardo) de los Pirineos. Es el único centro de interpretación del plantígrado en Cataluña. De sus cuatro plantas, tres están dedicadas a ello. Tan solo por la visita a la casona es recomendable, dado que las reformas han respetado la estructura original del siglo XIX.


A partir de mediados de junio hasta septiembre, abren de lunes a domingo de 11 a 14h i de 16 a 20 h. Se realizan visitas guiades cada hora en punto, reserva tel. 690 28 40 29.



Otra de las actividades interesantes para continuar con la visita, especialmente indicada para familias y amantes de la vida salvaje, es acceder al “Mirador de l’Ossa”.


Al margen de ofrecer una hermosa postal del pueblo y del valle, forma parte de un fácil recorrido circular de 2’5 Km, en el que podemos jugar a identificar el hábitat del oso pardo.



Para ello el museo os facilita planos que os servirán de autoguía para encontrar huellas de osos; difícil será, pero con menor dificultad descubriréis las de otros animales que comparten el hábitat: jabalí, zorro, tejón, ciervo, gamo, rebeco, etc. Con una regla incluida en el mapa, podréis medir sus pisadas para diferenciarlos.


También descubriréis la flora: vegetales, raíces, frutos silvestres, etc., que son los componentes de su base alimenticia antes y después de la hibernación.










Gastronomía


Si pensáis almorzar por aquí, no lo dudéis, Isil cuenta con un buen restaurante a cada lado del río.

 Casa Pastorasituada en la vertiente derecha, oferta (2020) un amplio menú a 20 € entre semana de creativa cocina tradicional valorada por los usuarios de 9,2

Destacan los huevos al horno con puré de trufa blanca y foie, ancas de rana, raviolis  y sus buenas y trabajadas carnes, también son famosas sus torrijas y la tarta de queso. Tengo que decir que en 2024 figura cerrado,, espero que sea de forma temporal.


En la vertiente derecha del río está el Bar Bodega La Tona un restaurante en base de excelentes y abundantes tapas, con un reputado vermut y su “Vianda pallaresa” de fin de semana. Tiene una valoración media de sus comensales de 9.


En los dos se resalta el atento trato familiar y su comida casera con productos Km 0 de calidad a un buen nivel gastronómico. Los dos necesitan reserva, si no queréis quedaros sin mesa en verano.

Alojamiento 

Nos pareció extraño no encontrar oferta de turismo hotelero, tan solo observamos cerca de la bodega La Tona, una casa rural para grupos grandes.

Casa Bernat. Una casa rural que se alquila completa para un máximo de 15 personas, cuenta con 7 habitaciones, 11 camas y 8 cuartos de baño. Tiene una valoración media del usuario de 9,8.



Habíamos estado casi una hora visitando Isil, en nuestro caso quisimos ver el ábside y los absidiolos de Sant Joan d’Isil desde la otra parte del río, ya que hay muy pocos templos románicos en la comarca que conserven tan bien las huellas de sus fundamentos; pero sin duda es posible que os interese más visitar el museo prácticamente en el mismo tiempo o realizar un paseo más pausado por este encantador pueblo.





Restaban diez minutos para las 13 h. cuando salimos de Isil en dirección a Borén, incorporándonos a la Entidad Municipal Descentralizada de Sorpe. -Ruta 2 (III)-Nuestro próximo objetivo antes del reservado almuerzo.


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Itinerarios emblemáticos del exilio


Antes de abandonar el Valle de Isil, si no lo hemos apreciado por algún indicador, conviene recordar que el descenso del Noguera Pallaresa desde su cabecera en Montgarri hasta Isil, forma parte de la llamada 

“Ruta de Perseguidos y Salvados”


Las altas y agrestes montañas fronterizas fueron desde la antigüedad refugio de perseguidos, testimonio de ello se muestra el norte de Montgarri en la llamada “Serra dels bandolers’ (Sierra de los bandidos) con el barranco, bosque y pico homónimo (2306 m.)


La proximidad con la frontera francesa convirtió estos altos puertos de montaña en el cruce de caminos de huidas o de entradas silenciosas de cátaros, templarios, bandoleros, brujas, carlistas, nacionalistas, maquis, contrabandistas…


En el siglo pasado los puertos de montaña se convirtieron durante la guerra civil en el paso hacia el exilio de los republicanos, pocos años después serían judíos los que harían el camino a la inversa. Perseguidos por las tropas nazis y denunciados por los temerosos franceses, buscaron salvar lo único que les quedaba: su vida y la de su familia.


Desde los puertos de montaña Araneses llegaron a Montgarri, iniciando el tránsito paralelos al río Noguera Pallaresa hacia el Valle de Isil. Descendieron las familias tal afluente, convergieron en las Bordas de Perosa con los que bajaban del puerto de Pala de Clavera (posiblemente el paso más transitado en el Valle de Isil) y el Puerto de Aulà. Recuperaron fuerzas ocultos en bordas o en las abandonadas instalaciones de la aserradora de Bonabé.


Próximos al refugio de Fornet se les unirían los del puerto de Salau (el paso más utilizado hacia Francia por los republicanos).


Cada una de estas rutas tiene señalizado los lugares más emblemáticos, la asociación Chemin de la Liberté de Seix (Ariège) organiza anualmente una travesía que recorre la ruta por el puerto de Clavera.


El contacto con la población provocó un entrañable episodio solidario, los ocultaron y les dieron cobijo, mantas y comida. Por suerte y sin conocerse aún del todo las razones, la dictadura franquista también les otorgó asilo.


Los detenidos en el Pallars Sobirà fueron 2.790 entre 1942 a 1944 y de muy diferentes nacionalidades. La mayoría fueron trasladados a Sort, siendo alojados en la cárcel (hoy Museo del camino de la Libertad), fondas y hoteles. 


Pero este número es insignificante en relación con los que lograron, con ayuda de las poblaciones y su silencio (no todos se fiaban de las promesas franquistas), alcanzar sus destinos. Según algunos estudios se cifra próximo a 40.000 el número de personas que entraron desde Francia por los Pirineos huyendo del nazismo.


En Tavascán y Sort volveremos a recordar esta ruta de perseguidos y salvados, que en este caso otorgó un halo de esperanza a la especie humana.



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