Finalizamos la ruta 14 con el tercer post dedicado a Gerri de la Sal. Capital del amplio municipio del Baix Pallars.
Dejando atrás el santuario de Arboló, descendiendo hacia el sur por la carretera nacional, a un kilómetro podéis observar a la derecha un desvío hacia Balestui y Sellui.
Aquí quedan algunos restos testimoniales del despoblado El Compte, del que hablaremos en la siguiente ruta accediendo a Sellui.
Nos habíamos incorporado al Baix Pallars, es el municipio más meridional de la comarca, situado en la frontera entre el Pirineo y el Prepirineo. Se formó el año 1969 al agrupar 4 antiguos municipios: Montcortés, Peramea, Baén y Gerri de la Sal.
El extenso municipio está dividido por el Noguera Pallaresa, que después de pasar por el desfiladero de Arboló entra en el pequeño y alargado valle de Gerri de la Sal.
Por la vertiente derecha recibe las aguas del río Ancs y por la izquierda las aguas del barranco de Enseu. Más abajo desagua el río Mayor junto a Bresca.
El municipio en la actualidad reúne 29 pueblos, de los que nueve están declarados despoblados y cuatro más en la práctica (2023), con ellos sus templos, románicos o barrocos.
De los nueve pueblos abandonados, ocho pertenecen al antiguo municipio de Baén, su despoblación desde el último tercio del siglo pasado ha sido especialmente dura.
La ruta de Baén hacia la Seo (Alt Urgell) ha quedado bastante inutilizada, tan solo llega el asfalto hasta Buseu, por lo que las antiguas pista de tierra que lo unen con el Alt Urgell, sin tránsito ni cuidados, cada vez se hacen más intransitables, incluso para un 4x4.
Mejor conservados, después de miles de años de existencia, son el importante número de restos megalíticos que pueblan el territorio, especialmente dólmenes utilizados posteriormente algunos por el pastoreo.
También encontraremos pequeños pueblos anunciando estar vivos, disfrutando de la paz y la tranquilidad de sus pocos habitantes, alguno con una excepcional conservación de su medievo en calles, casas y templos, del que Peramea es el mejor ejemplo, otros enseñan orgullosos su aún rústica y milenaria esencia rural agropecuaria.
A todo ello se le tiene que añadir una orografía inspiradora de misticismo, especialmente en el “Pla de Corts”, alrededor del enigmático lago de Montcortés, que sin río que lo alimente, sus aguas inundan el misterio y las leyendas su historia. O por los también histórico antiguos caminos que desde la Alta edad media unieron el Pallars Jussà con el Sobirà, atravesando la sierra de Peracalç (límite suroeste del municipio y de la comarca).
Al sureste del Río Noguera, en los límites con el Pallars Jussà, se sitúa el despoblado de Espluga de Cuberes con su troglodita iglesia románica, custodiada por el barranco del infierno en la sierra de Cuberes, estribación oriental de la Sierra del Boumort, compartiendo con el Pallars Jussá el formar parte de la Reserva Nacional de Caza.
El río abandona la comarca por el angosto desfiladero de Collegats, en su camino hacia Pobla de Segur.
Siguiendo la tónica de la comarca, la actividad agrícola de subsistencia desde el siglo XVIII a principios del XX, se basaba en el cultivo de trigo, centeno, cebada, legumbres, patatas, hortalizas y árboles frutales, también producían aceite y vino de sus olivos y viñas.
La ganadería adquiriría gran importancia en su economía, en un principio especialmente caprina y ovina, pero a partir del siglo XVI se desarrolla la cría de ganado bovino. Desde mediados del siglo XX se implementaron las granjas de cerdos.
Recuerdo que hasta entonces la cría de cerdos en la comarca era básicamente familiar y situada en el mismo pueblo, con su prohibición aparecieron en el Baix Pallars las primeras macro granjas distantes de éstos.
En un territorio poblado de robles y pinos se desarrolló de forma prolongada la explotación forestal. Aunque la actividad económica que singularizó y determinó la vida del territorio, la sal, se produciría en Gerri.
Pasando el puente del Compte sobre el río Ancs, metros antes de desaguar en el Noguera, entraremos en la capital de este extenso municipio.
GERRI DE LA SAL
A 600 m. de altitud, entre dos angostos desfiladeros, Alboró y Collegats, el pueblo se ubica en la ladera de una colina lindante a la vertiente derecha del río Noguera Pallaresa, dominando el estrecho y largo valle que se abre a su paso.
Según Joan Coromines proviene del vasco “agirre” (abierto, expuesto), haciendo referencia al espacio abierto entre dos desfiladeros en el que se ubica, expuesto al sol y al viento.
Incorporándonos al pueblo por la carretera nacional en dirección al sur, la primera edificación en ruinas que encontraremos a la derecha era el antiguo molino de cereales.
Continuando franqueado por la derecha una larga hilera de casas a pie de carretera, sobre ellas, en el barrio del Roser, se encuentra la fuente de agua salada registrada como Mina de Sal Osita.
Durante un milenio sus aguas alimentarán las salinas, situadas al otro lado de la carretera, limitadas por el Noguera y extendidas en su vertiente derecha durante un milenio.
Si observamos entre la hilera de casas un peñasco que la divide, finalizando a pie de carretera, se alza encima parte de lo que fue el torreón de vigilancia de las salinas y de la fuente por parte de sus propietarios feudales: El monasterio de Santa Maria la Real.

La sal y el monasterio determinaron la vida medieval y moderna de esta singular villa.
Igual que hicimos en Sort, iremos descubriendo su historia conforme vayamos encontrando sus huellas o el recuerdo de ellas.
Justo en el término de las salinas y también a la izquierda, se desciende a un amplio parking arbolado bordeando el río. Lugar que en otro tiempo estuvo ocupado por salinas.
Tengo que advertiros que por la mañana en verano os puede ser complicado aparcar, la playa que se crea pasado el puente, se ha convertido en un centro de baño muy concurrido. Os recuerdo también que el caudal de agua, del que hablamos en Llavorsí y de las razones hidroeléctricas que lo mueven, aumenta a partir de la tarde, momento en el que veréis descender canoas y balsas de rafting en dirección al desfiladero de Collegats.
Pronto descubrimos lo que es una característica De la Villa, hermosas esculturas de metal se esparcen por el pueblo. Aunque la primera que descubrimos es la del icónico urogallo (gall fer en catalán), el resto en general hacen un alegórico y bello homenaje a la mujer.
Desde aquí ascenderíamos por las escaleras a la carretera, internándonosseguidamente por la puerta norte de la primitiva “Vila Closa” (Villa Cerrada).
Un poco de historia
Se desconoce el origen de la explotación de la sal en Gerri, algunos hablan de una posible ocupación romana, pero se carece de pruebas. Pero lo que parece seguro es que la posible aldea iberovasca asentada aquí y las de sus alrededores si las hubo, debían aprovechar la fuente para producir sal, al menos comunal, mucho antes de la llegada romana, visigoda o sarracena.
Pero no será documentada la actividad salinera hasta el siglo IX, con la fundación en el año 807 del monasterio de Santa Maria de Gerri de la Sal, situado en la orilla izquierda del Noguera, al lado del barranco de Enseu.
Se presume levantado sobre un anterior templo dedicado a San Vicenç, destruido por los sarracenos a finales del siglo VIII.
Consta documentado que el presbítero Espanell reunió aquí una comunidad monástica bajo la advocación de Sant Vicenç (San Vicente), haciendo la aportación personal de iglesia, tierras y objetos litúrgicos.
En el año 839 la comunidad adopta la regla de San Benito y modifica la advocación, siendo dedicada desde entonces al triunvirato de Santa María (preferente), Sant Vicenç y Sant Miquel.
La casa condal de Pallars se convirtió en el principal benefactor del monasterio benedictino, al que hizo entrega de muchas donaciones. Pero aunque dispuso desde el año 849 de inmunidad, bajo la jurisdicción del Obispado de Urgell sería objeto de repetidas intervenciones condales y episcopales.
El estudio documental de su historia está manchado por los documentos denominados "falsos de Gerri", redactados en el último cuarto del siglo XI y que a lo largo de la documentación histórica de la comarca hemos ido mencionando.
Con ellos pretendieron y en muchos casos consiguieron justificar el derecho sobre alodios, parroquias y prioratos, alegando donaciones de Carlomagno, Ramón de Tolosa y Frèdol entre las más antiguas. También presentaban otras voluntades testamentarias de dudosa veracidad.
Recuerdo que especialmente en el siglo XI, en los Pirineos y pre-pirineos, alcanzando la iglesia más poder y riqueza que los propios condes y teniendo en sus manos el arte de la escritura frente al analfabetismo civil, serán muchas las entidades eclesiásticas que cometan el pecado de la mentira sobre acontecimientos y fechas para reivindicar posesiones, convirtiéndose también en grandes falsificadores de la historia.
La fecha de consagración de la Catedral de la Seo de Urgell es un ejemplo, descubierta su falsedad cronológica hace escasos años.
En 966 consiguió la bula del papa Juan XII la sujeción directa a la Santa Sede, liberándolo de las intromisiones y reivindicaciones de Urgell, pero no lo conseguiría del todo con los condes.
Así, en 1096 el conde del Pallars Sobirà consiguió que el monasterio quedara sujeto a la abadía de Saint-Victor de Marsella. A partir de entonces la comunidad benedictina realizaría una reforma espiritual, organizativa y económica, dando inicio a una etapa de esplendor y crecimiento, llegando a residir cincuenta monjes a finales del siglo XI.
Durante el siglo XII, momento en el que se documenta fehacientemente la “Vila Closa”, continuaría recibiendo donaciones y privilegios de la nobleza, adquiriendo la abadía un amplio dominio territorial y de recursos feudales, alodios, parroquias y prioratos, derechos de mercado y el monopolio de la explotación de las salinas.
Lo que se supone fue el primer núcleo urbano, se levantó sobre la colina que bordea la vertiente derecha del río Noguera, limitada por el oeste por la hoy carretera.
La Villa conformaba una estructura de casas compacta y cerrada, con las paredes posteriores de las edificaciones ejerciendo función de muralla.
Nos internamos por la puerta norte al núcleo urbano más antiguo, documentado desde el siglo XII, aunque posiblemente su origen, por lo que veremos después, se pueda remontar a finales del siglo X o principios del XI.
A pocos metros del paso se abre la plaza de Sant Feliu (Plaza Mayor), a la que se accede por tres pasos cubiertos y otro abierto desde el sureste, por la que desciende la estrecha e inclinada calle Mayor, con zonas porticadas en las que se dispuso bajo ellas y en la plaza el mercado en el bajo medievo. Por ella accederemos al regreso.
Aunque la mayoría de casas son anteriores al siglo XIX, incluso algunas se declaran del siglo XVIII, están todas modernamente restauradas, adquiriendo funcionalidad y sin dar demasiadas concesiones a la arquitectura tradicional, pero la centenaria piedra desnuda en sus muros inferiores, las arcadas y la delineada estrechez de sus dos calles, invitan a respirar en su interior el pálpito medieval.
En la plaza, en el lateral sureste, se abre un pasadizo cubierto que seguidamente por una estrecha y escalonada calle desciende hacia la ribera del rio, antiguo camino a las salinas del sur.
A pocos metros de la plaza se encuentra la iglesia parroquial de Sant Feliu, (santo gerundense muy popular desde el alto medievo), es un edificio totalmente rehecho y transformado durante siglos, por lo que su primitivo románico quedó totalmente oculto con la elevación del barroco templo actual en el siglo XVIII.
El templo está vinculado directamente con el monasterio y aparece documentado desde el siglo X. Posiblemente su edificación acompañó, en señal de evangelización, la creación a su alrededor de la villa cerrada.
En documentación poco fiable figura que el conde Isarn donó al monasterio de Gerri la villa con su iglesia junto a las décimas, primicias y oblaciones.
En 966 aparece en la bula de Joan XIII la confirmación de la parroquia de “Sancti Felicis cum villa sua quam Gerr villeta” formando parte del Monasterio de Gerri de la Sal.
Se volvería a repetir la confirmación papal de sus posesiones en la bula de Alexandre III en 1164.
Es una amplia nave con ábside recta integrada en la nave, con una difícil apreciación de sus fachadas al estar sus paredes unidas a un conjunto de viviendas.
La amplia puerta con arco de medio punto rebajado, está perfilado con amplias dovelas, manteniendo por encima de la clave una plancha con la fecha de 1894. Supongo que aunque la iglesia figura del siglo XVIII, esta fecha podría señalar el final de un largo proceso de restauración. A su lado una hornacina guarda la que supuse escultura de Sant Feliu.
Sobre la puerta hay un amplio óculo dovelado de arcilla cocida en librería. Cubre hasta el óculo un grueso revestimiento amarillo marrón, mientras que en el resto de la fachada o se ha perdido, en el centro con piedra vista, o el enlucido parece cemento dado su color gris.
Realmente es muy extraño dado que el deterioro de la fachada, mayor en la parte de arriba, pasa lo mismo con la sillaría amplia, pulida y escuadrada que se muestra en la vertical esquina derecha, en el que la perfección del corte y la medida de la piedra empeora conforme ascendemos.
La fachada está coronada por una espadaña de un solo vano con arco de medio punto luciendo la campana.
El interior, luce sobre el blanco de sus paredes humildes retablos, presumiendo de dorados, compartiéndolo desde el altar y hasta las líneas encordadas que decoran en el muro los relieves de arcos y la base del inicio de las bóvedas.
Volvimos a ascender hasta la plaza en la que una escultura con una pareja bailando la morisca, danza tradicional de Gerri. La escultura es moderna, pero la danza se supone de origen medieval con múltiples transformaciones a lo largo de los siglos.
No se sabe si la leyenda inspiró el baile o si la danza la creó a ella. Profundizamos un poco en su contenido en el apartado de fiestas y tradiciones.
Un paso cubierto hacia el este nos conduce por el único acceso desde el pueblo al otro margen del río y al monasterio.
El puente románico
La construcción del puente de piedra se calcula que se hizo entre finales del s. XI y la primera mitad del siglo XII.
Aunque no hay ninguna mención, presumiendo que fue el único y primer paso del monasterio al pueblo, se cree que tuvo que haber un puente de madera con anterioridad, posiblemente no en el mismo lugar pero sí en sus proximidades, ya que en el siglo XI se mencionan intercambios de sal por mercaderías del Alt Urgell en “Iere” por la ruta de Baén. Además, la primera iglesia de Sant Feliu se presume levantada en el siglo X por el propio monasterio.
El puente tiene su primera referencia escrita al ser destruido parcialmente en el siglo XVIII por una torrencial riada.
Es un puente de grandes dimensiones con un solo arco de medio punto, apoyado sobre robustos montantes rectangulares asentados sobre la roca a cada lado del río. Tiene una longitud de 33 m y una anchura de 3 metros. Su altura máxima es de 13’50 m. sobre el nivel del agua.
La mampostería original se puede descubrir en las robustas columnas laterales, mostrando una piedra pequeña, irregular y sin desbastar pero bien alineada, reforzando los lados en hilera vertical con piedras de mayor tamaño.
La base de las gruesas barandillas es de piedra de tamaño regular, bien desbastada, pulida y alineada.
Por debajo, ocupando todo el espacio del arco, el tocho sustituyó a la piedra, creando una bonita cenefa en degradación y de diferente tamaño circundando el arco.
La zona de tránsito es a dos vertientes con un suelo de cantos rodados.
Se ha trazado la hipótesis de que en el medievo pudo haber en el puente una torre-portal, pero no quedan restos que lo verifiquen.
Nos paramos en el punto más alto del puente, dedicando varios minutos a la contemplación del río desde cada lado. El río estaba bastante vacío de bañistas, dado que la tarde se había nublado.
Llegamos a una zona de picnic en su origen, hoy sede del popular “Xiringuito de Sal”, el que acompaña, con una interesante propuesta gastronómica, el baño en la playa de piedras que se dispone delante.
Un paseo de cinco minutos por la vertiente izquierda del río nos conduce a la basílica de Santa Maria. La joya del románico pallarés.
Por el camino podréis encontrar una placa recordando al historiador Ignasi M. Puig i Ferreté, autor de la mayor investigación (publicada en dos gruesos volúmenes) sobre el monasterio en el bajo medievo.
A pocos metros nos encontraremos una bonita fuente con la imagen actual de la Virgen de Gerri.
El siglo XII se inicia con la figura del llamado Sant Ot d’Urgell, también Odó o Dot, único santo del Pallars Sobirà y uno de los tres Obispos de Urgell santificados, del que ya hicimos mención en la visita al castillo condal de Sort, lugar en el que se dice nació. Sería el mayor benefactor eclesiástico del monasterio, recuperando bienes expropiados y restableciendo buenas relaciones con el obispado de Urgell.
Sería abad del monasterio de Santa Maria de Gerri pocos años antes de morir (1122) precisamente en él. Se dice que un sarcófago en el interior del templo contiene sus restos, pero otros indican que en realidad reposan en la Catedral románica de la Seo de Urgell.
Fundó una cofradía encargada, entre otras funciones, de reunir y administrar el dinero para las obras de la basílica, que dos décadas después de su muerte se consagraría. Por lo que parece, dado que se dice que las obras duraron ocho décadas, la abadía ya estaba siendo construida antes de que naciera o la consagraron sin haberla finalizado.
La consagración de la basílica en 1149, continuando advocada a Santa Maria, Sant Vicenç y Sant Miquel, contó con la presencia del arzobispo de Tarragona y los Obispos de Barcelona, Urgell, Vic, Cardona, Girona, Lleida y Zaragoza, junto al conde Artau y el séquito de representantes nobiliarios.
Expresión de la gran relevancia alcanzada por la abadía en el reino de Aragón.
Basílica de Santa Maria de Gerri de la Sal
Con un horario muy reducido de visitas, no hemos podido conocer hasta ahora su interior, una asignatura pendiente que intentaremos resolver en la próxima estada, ya que si el exterior es espectacular a pesar del deterioro, su interior, mejor conservado, es magnífico.
Su descripción la extraigo del documento (romanicodigital.com) en castellano de Azucena Povill Espinós, que al margen de ampliar con creces lo que aquí describo, también os servirá para conocer el resto de los edificios medievales que se esparcen por el Baix Pallars.
El templo tiene una planta basilical de tres naves, sin transepto y con tres ábsides semicirculares en su cabecera orientada al este.
Las reformas góticas del edificio elevaron la techumbre por encima del techo original a dos aguas cubierto con tejas de arcilla cocida.
Consta de tres ábsides orientados hacia el este. Los tres están decorados con un friso de arcos ciegos sobre ménsulas con esculpidas cabezas humanas, vegetales y formas geométricas.
El central y el del lado sur quedaron ocultos por las construcciones barrocas de la sacristía y la capilla, por lo que solo podemos ver su parte superior.
El ábside central de mayor tamaño tiene los arcos agrupados de tres en tres, separando cada grupo una falsa columna con capitel. Tan solo dos con motivos vegetales se pueden apreciar desde el cementerio.
En el enjuta los arcos se muestran esculpidos sencillos motivos geométricos. Entre el friso de arcos ciegos y el tejado descubriréis un restaurado friso de dientes de sierra.
En el muro sur, con el cementerio a sus pies, se pueden apreciar cuatro niveles diferenciados. El inferior es liso y está coronado por una imposta biselada lisa que lo separa del segundo, en el que se abren tres ventanas, una en la actualidad cegada, otra con arco de medio punto en degradación y la más occidental bocinada.
En el tercer nivel, bastante modificado modernamente, se abren grande vanos rectangulares. Está separado por una moldura sobre la que se debía de apoyar la cornisa original. En el sobrealzado gótico del tejado podréis observar también arquerías.
El muro norte, bastante restaurado, cuenta también con tres ventanas y potentes contrafuertes, aunque alguno de ellos no se ha conservado. A diferencia del meridional, no cuenta con una imposta que separe los niveles, sin vanos en el tercer nivel, ni arquería en el superior, en su lugar hay una galería abierta con soportales rectangulares.
En el sobrealzado techo se presentan arquerías de medio punto hasta medio cuerpo y en el resto una pequeña ventana rectangular.
La fachada oeste, la más espectacular, cuenta con un cuerpo avanzado compuesto de tres tramos, correspondientes cada uno con las naves interiores, cubiertos por bóvedas de arista y con la elevación superior del tramo central.
Tres arcos de medio punto se muestran en su frontal, junto a otros dos en los laterales, el del norte, clausurado, comunicaba con el desaparecido claustro. El del sur nos introduce al cementerio.
Los arcos de medio punto que separan los tramos del atrio, se apoyan en pilares con semicolumnas coronadas por grandes capiteles, por desgracia bastante deteriorados.
Si andáis sin guía como nosotros, os será difícil descubrir las escenas, pero a modo de ejemplo, en la esquina noreste del atrio se aprecian dos músicos, uno tocando un olifante (instrumento de aire con forma de cuerno) y el otro un cordófono (instrumento de cuerda).
Los dos acompañan a un tercer personaje en la zona central, quizás entendáis a pesar del desgaste que se trate del rey David, tal propone E. Garland, pero creo que lo más importante es que disfrutéis descubriendo los elemento de la vida en el bajo medievo, como pueden ser los nombrados instrumentos. Por lo que no dudéis en entreteneros en descubrirlos.
La puerta central con arco de medio punto, entrada a la nave del templo, está circundada por tres arquivoltas y un guardapolvo de moldura lisa. La arquivolta exterior presenta una decoración con medias bolas.
El arco interior descansa sobre columnas con capiteles esculpidos, el de la izquierda es vegetal y el de la derecha muestra una figura humana flanqueada por dos leones (¿Sansón?)
Por encima del atrio, en el cuerpo inferior de la espadaña se abre sobre un friso de dientes de sierra una aspillera con arco de medio punto y tres arquivoltas planas en gradación, la exterior descansa sobre falsas columnas con capiteles. La flanquean por debajo de medio cuerpo dos pequeños óculos adovelados.
La singular espadaña del siglo XVI, la forman tres pisos más en triángulo escalonado, con dos vanos en los dos primeros niveles y uno en la parte superior, todos con arcos trilobulados.
Se aprecian tres campanas colgando en los dos pisos superiores. Corona el último vano un tejadillo a dos aguas.
Su interior es de tres naves. En los tres casos las bóvedas están divididas en tres tramos mediante arcos fajones que se apoyan en semi-columnas adosadas a pilares cruciformes, igual que los arcos de medio punto que las separan. Todas las columnas del templo, exteriores e interiores, tienen capiteles esculpidos.
Los dos ábsides laterales son lisos y abiertos directamente a las naves laterales, están cubiertos por bóveda de cuarto de esfera y presentan cada uno una ventana de arco de medio punto de derrame simple.
El ábside central bajo una bóveda de cañón, está precedido por un amplio presbiterio situado a un nivel más bajo que el piso de la nave.
Está decorado con arcos ciegos, apoyados en altas columnas con grandes capiteles, gran parte decorados con motivos vegetales a base de hojas de acanto, pero podremos apreciar también una sirena de doble cola, grifos, dos ángeles con las alas abiertas, una ave rapaz con las alas desplegadas junto a dos serpientes enroscadas en un tronco y escenas de luchas entre hombres y fieras.
También descubriremos en las enjutas de los arcos varias cabezas de animales en relieve. En la separación de la bóveda y el tambor absidal se distingue una moldura decorada con un ajedrezado en la parte central y bolas en los laterales.
Estaba iluminado por tres ventanas con un doble arco de medio punto en gradación, dos se muestran cegadas.
Circunda la base absidal una moldura decorada con taqueado, rostros humanos, animales, hojas y alguna concha.
La sala capitular está bellamente decorada con pinturas barrocas al temple de autor desconocido, su obra está catalogada de gran valor artístico e histórico. Combina elementos decorativos, figurativos y alegóricos con un alto grado simbólico. Ocupa casi 450 m² de superficie.
En 2012 fueron restauradas por miembros del Centro de Restauración de “Béns Mobles de Valldoreix”.
En el interior del muro sur del presbiterio se halla una escalera de caracol que actualmente facilita el acceso a la parte superior de las bóvedas.
Hasta la guerra presidió el altar una valiosa talla románica de la Virgen sentada en el trono con el niño sobre su rodilla, los dos vestidos con largas túnicas, ella con capa y luciendo calzado, el niño enseña sus pies descalzos y mantiene en su mano izquierda un libro abierto. En época moderna se le añadió una voluminosa y estrellada corona a la Virgen y un curioso gorro obispal al niño.
Durante la guerra civil la iglesia sería expoliada, destruyéndose, en teoría, la talla románica.
En la actualidad los “ Goigs” se siguen cantando el 15 de agosto a una nueva imagen Mariana, sin pretender ser una copia del original, tan solo guarda algunas formas, al niño le desapareció el libro y la Virgen sujeta lo que parece una flor.

Regresamos lentamente disfrutando del concurrido paseo, volviendo a incorporarnos por encima del puente hacia la originaria “Vila Closa”.
Ascendimos por la calle Mayor hacia su puerta suroeste a pie de carretera.
El crecimiento económico del Monasterio iniciado desde principios del siglo XII, aumentaría a principios del siglo siguiente al haberse incorporado el condado de Pallars Jussà a la Corona, así Alfonso I el Casto, dispondrá el monasterio bajo su protección y le concederá salvaguarda real, junto con nuevas donaciones territoriales.
Periodo en el que parece haberse extendido el núcleo urbano hacia el oeste sobre la inclinada colina, fuera del originario núcleo cerrado.
Si observamos el mapa de las casas, da la impresión que también se configuró como núcleo cerrado, incluso uno puede imaginársela unida al casco primitivo en un todo, separada en su interior por el acusado desnivel del camino Real, hoy carretera nacional. Lanzamos la hipótesis, sin verificar, que podría haber sido en su momento la calle de “Baix”.
Cruzamos al otro lado de la carretera, para ascender por lo que figuran los límites meridionales que en el siglo XIII enmarcaban la también enclaustrada población por encima de ella, fruto de la expansión del poblado primitivo de “Gerri Vilella” bajo la torre-castillo que hipotéticamente se alzó en lo alto. Bordeando alzada la carretera, discurre la calle del “mitg” (del medio).
Nos detuvimos un momento para observar la postal panorámica, con el fondo de una restaurada y recién enlucida casona con líneas modernistas, enmarcada en la esquina norte por muros y arcadas de piedra vista, luciendo en su esquina la señora despojada de ropa oteando hacia el sur, ¿Salinas o Collegats?
Ascendimos hacia el norte, adentrándonos por la estrecha calle del Sac, supusimos y después confirmamos que la posible calle de “Dalt” se transformó en el siglo XVII en la del Sac, al ser el camino más utilizado para transportar los vecinos los sacos de Sal en burro o en carretilla al alfolí (almacén de Sal) que muy pronto visitaremos.
Llegamos al final de la calle, orientando el andar hacia las alturas descubrimos probablemente la parte más anárquica en la disposición de las casas, conservando aún su espíritu rural noucentista algunas de ellas.
En este lugar se tiene la sospecha, sin haber documentos explícitos de ello, que parejo a la extensión del pueblo se levantó por encima un modesto castillo en el siglo XIII, coherente con la tónica de la comarca, que entre el siglo X al XIII todos los pueblos ostentaron uno, más si pensamos la riqueza que guardaba el monasterio. Pero no hay documento que lo nombre, ni se han encontrado restos de ello.
Tan solo algunos señalan que la “Torre presó” podría haber formado parte de él, pero en todo caso aislada, ya que no hay testimonio en sus paramentos de haberse acoplado a un muro.
Aunque en el siglo XIII comenzaría protegida la abadía benedictina por el rey Alfonso I, a partir del último tercio del mismo siglo se inicia un periodo de inestabilidad política en el condado, prolongándose prácticamente durante todo el siglo XIV, en el que se verá involucrado el monasterio.
En 1274 el conde de Foix toma la ciudad de Gerri y se establece con su ejército durante dieciocho meses, utilizando el monasterio como cuartel de mando (revuelta contra Jaume I).
Los condes de Comenges y Foix en 1298 lo volverán a ocupar, pero en esta ocasión, dado que el condado de Pallars Jussà se había incorporado a la Corona, Jaume II mediante el vizconde de Cardona intervendrá para resolver la ocupación. A partir de entonces será la casa condal de Barcelona la que controlará el desarrollo y protección de la abadía.
Se le añadió en desgracias la llegada de la peste, llevándose el alma del abad y la dispersión de la comunidad.
El nuevo abad, junto al regreso de la mayor parte de la comunidad, volvería a enfrentarse a las ambiciones de los condes de Pallars en repetidas ocasiones, llegando a excomulgar al conde Hug I de Mataplana. Sus descendientes mantendrían litigios con la abadía hasta prácticamente la caída del último condado soberano (s. XV).
A partir de la segunda mitad del siglo XIV el cenobio vio como mermaban las aportaciones económicas y los privilegios feudales.
Torre de la Presó (torre de la prisión)
Descendiendo unos metros hacia el sur encontraremos esta torre del siglo XIII, de base casi cuadrada y una altura de 10 m. Destaca el grosor de sus paredes de 165 cm. La mampostería es de piedra media irregular y sin desbastar, con sillería más grande, labrada, pulida y dispuesta verticalmente a los lados.
Su nombre no parece corresponder a su función, a menos de algún caso puntual y temporal, lo que si se sabe es que había una prisión popularmente asociada a la torre.
Algunos indican que pudo formar parte del hipotético castillo, conservándose con el tiempo en torre de vigía.
En la pared noroeste se observa otra aspillera y una abertura en la parte inferior tapiada que podría tratarse de un antiguo acceso, en la actualidad parcialmente descubierto por el deterioro.
En el muro sureste se pueden ver estructuras añadidas y encajes de viga, manifestando que algún día se le añadieron edificaciones.
El muro noreste parece ser la fachada principal, a la vez que es la mejor conservada, en ella podemos apreciar una puerta a la altura del suelo bloqueada por derribo, enmarcada por sillares labrados soportando un dintel de piedra.
Está acompañada a un lado por una muy deteriorada ventana rectangular y encima una aspillera sobre lo que parece una antigua ventana tapiada.
El edificio más importante es su antiguo granero de sal.
El comercio y producción de Sal creció en el siglo XVI, provocando que entre finales de ese siglo y principios del XVII, se levantara un amplio almacén para agrupar toda la sal producida, hasta entonces dispersa en pequeños almacenes en las propias salinas.
En el siglo XVII se abriría el camino de herradura por el desfiladero de Collegats, permitiendo llegar con animales de carga a Gerri desde Pobla de Segur en poco menos de 4 horas, lo que hasta entonces requería casi una jornada.
Sería una de las principales razones comerciales de que y espiritualmente el monasterio siempre se aproximó más al lejano y alto Pallars Sobirà que al cercano Pallars Jussà. Incluso las principales largas rutas medievales del comercio de la Sal de Gerri, mantenidas hasta el siglo XIX, se establecieron con Francia.
No sé si seria la causa determinante, pero el edificio actual es fruto de una gran ampliación y remodelación en el siglo XVIII, convirtiéndose en el edificio civil más grande del Pallars.
Hay muy pocas referencias de Gerri y de la actividad de la abadía en el siglo XV y XVI, ni conozco las repercusiones que contrajo la incorporación al Marquesado de los Cardona, ni su participación en la cacería de brujas, ni en las revueltas, etc…
Pero sabemos que la guerra de sucesión (1714) produjo la pérdida prácticamente de todas sus posesiones.
De todas formas, aunque Felipe V anexiona las Salinas al monopolio de Sal de la Casa Real, permitió continuar con los derechos de propiedad a la abadía y la explotación de las salinas por los mismos dueños. Estando obligados a llevar toda la producción al Alfolí para su distribución y venta.
Con ello continuaría la minúscula comunidad de la abadía, compuesta por un abad y cinco monjes, defendiendo sin conseguirlo derechos patrimoniales casi un siglo más.
No le afectó la guerra de la Independencia, pero en 1821 los pocos bienes territoriales que le quedaban fueron puestos a subasta por el estado, preludio de la desamortización y exclaustración de 1835 que significó su cierre definitivo, el expolio y la dispersión de la mayor parte del valioso patrimonio mobiliario y la desaparición de gran parte de sus archivos centenarios, aunque saldrían a la luz “los falsos de Gerri”.
Aunque la sal sería el primer sector de trabajo de la población en verano desde mediados del bajo medievo, siempre estaría complementado con una agricultura de supervivencia, cultivarían árboles frutales, olivos y viñas, crecería la actividad pecuaria desde el siglo XVI, con ganado vacuno, porcino y ovino, sería permanente la explotación de sus bosques de robles y pinos y de algunas canteras de yeso y calcio. Contaban con buena caza y pescaban truchas, barbos y anguilas.
Todo ello contribuiría a producir un importante crecimiento de la población en el siglo XVIII, pasando de 244 habitantes en 1718, a 413 vecinos en 1787, alcanzando su máximo vecinal en 1860, reuniendo 762 almas (incluía los pueblos de Bresca i Enseu).
En 1869 las Salinas pasan a manos de los vecinos, constituyéndose la “Comunitat de fabricants de sal”.
La estacionalidad intensiva del trabajo (verano) y la falta de estabilidad financiera, ya sea por problemas ambientales o por la sobre explotación por encima de la demanda que provocaría años alternos sin producción, hizo que los comunitarios, a excepción de los empleados del almacén y mantenimiento, continuaron completando el sueldo con otros trabajos.
El Real Alfolí de Gerri
En la planta baja era la zona de almacenamiento y se situaban los molinos para afinar la sal. Está dividida en cuatro naves perpendiculares con altas arcadas de medio punto.
En el primer piso, al margen de ser la planta donde se pesaba y desde el que se echaba la sal para su almacenamiento abajo, también disponía de salas de secado.
En la segunda planta estaba la escuela de los niños, la de las niñas y un pequeño teatro, por lo que el edificio aparte del tener un servicio industrial, también dispuso de un uso sociocultural.
El esfuerzo e interés de algunos vecinos hicieron posible el arreglo de parte de las salinas del norte cercanas a la fuente y el municipio rehabilitó el granero de sal para convertirlo en museo en 2013, habiendo sido distinguidas las dos instalaciones como Bienes Culturales de Interés Nacional en 1996.
La Oficina de turismo está ubicada en el mismo edificio y el museo dispone de agrobotiga con productos típicos de la zona, como la sal, la ratafía o los jabones naturales.
Museo de la Sal
Forma parte de la red territorial del Museo de la Ciencia y de la técnica de Cataluña.
Se puede visitar de manera independiente con un amplio horario (especialmente en verano) o con guía en horas convenidas. No dudéis en hacerlo así, vale la pena. También a horas convenidas se puede complementar la visita con guía, descubriéndonos “in situ” las Salinas.
Actualmente el Museo ocupa dos de las tres plantas, aunque por el momento sólo se puede visitar la planta baja, recorriendo las 4 altas salas que ejercían la función de almacén (alfolí).
Se puede apreciar la sal impregnada en las paredes, identificándose la altura que alcanzaba el abarrotado almacenamiento corroyendo el blanco las vigas de madera del techo. Desde arriba, después del secado y control de peso se descargaba en las salas.
En las dos primeras naves nos presentan el trabajo que se hacía en el almacén: la tirada, el secaje, el pesaje, los tipos de sal que producían y cómo se distribuían.
Hubo un preámbulo para explicar el paisaje geológico de la zona, aportando la razón de tantas floraciones interiores de agua, siendo el lago de Montcortés el más significativo, aunque se explayaría con la fuente de agua salada.
Sus aguas, emanando a 21 grados, se originan por una corriente de agua subterránea formada por la filtración de lluvia, la que circulará entre los planos estratificados calcáreos verticales del Triásico medio, sobre los que se asienta parcialmente la población.
Atraviesa arcillosas formaciones de sal gema, depositadas por evaporación y sedimentación hace 220 millones de años en las entonces zonas costeras lacustres.

En la tercera nave, con audiovisuales y maquetas nos muestra el proceso de trabajo en las salinas.
Las tres estructuras que componían la producción de sal era: la noria, las Salinas y el almacén.
La fuente salada tenía que elevar sus aguas unos cinco metros por encima de ella, para poder nutrir las balsas de las Salinas. Se utilizó una noria de madera hasta 1920, siendo entonces sustituida por una de hierro y en 1936 por una de bronce.
La composición estructural de las salinas las descubrimos delante de ellas al final de la visita de Gerri.
Nos dibujó la entusiasta guía el arduo trabajo de producción y mantenimiento de las salinas en Gerri, con una agua de reducida proporción salina (comparado con el agua de mar) y en un medio poco apropiado y muchas veces hostil dada su reducida producción estival, rodeados de altas montañas en un estrecho valle serían pocas las horas de exposición solar directa.
Otro problema al que enfrentarse era una de las características diferenciales de los Pirineos con el resto de Cataluña, la cantidad de lluvia que se produce en verano, tormentas cortas pero intensas acompañadas a veces de granizo.
A lo que se le unirían las inundaciones por el desboque del río, tan solo en el siglo XX se documentan tres. Por lo que el duro mantenimiento y arreglo de las salinas devino una tarea constante durante siglos.
Después de evaporarse el agua, recogerían la sal depositada y la guardaban en las pequeñas casetas dispuestas dentro de cada salina. Una vez acabada su producción la transportaban en sacos al granero de sal (Alfolí). En la distribución y la posterior venta, serían las mulas las encargadas de llevarlos a cuesta.
La última nave, con un audiovisual de cinco minutos, nos explica la ancianidad de las salinas y su abandono en el siglo XX. Lo acompaña el recuerdo oral de sus últimos salineros.
En 1869 las Salinas pasan a manos de los vecinos, constituyéndose la “Comunitat de fabricants de sal”.
Aunque tuvieron que competir con las recientes producciones industriales mecanizadas que aparecían en el mercado, se hizo un buen trabajo de promoción, llegando a ser premiada en la exposición universal de Paris (1889), pero su comercio no se expandió demasiado. Recuerdo que el asfalto no llegaría a la comarca hasta el primer tercio del siglo siguiente.
Desde finales del siglo XIX, la filoxera, calamidades agrícolas y epidemias, derivaron en el primer éxodo vecinal hacia las capitales de provincia, incorporándose solo 449 vecinos al siglo XIX. Muchos dueños de salinas, dejándola arrendada, también se irían, en principio temporalmente, para acabar siendo permanente, aunque no todos perdieron la titularidad ni las rentas de sus Salinas.
En el siglo XX casi todos los salineros disponían de otro trabajo, propietarios y arrendatarios. Siendo el pueblo la capital comercial y de servicios de la zona, la mejora de la carretera con la llegada del asfalto a principios del siglo XX, favoreció que fuera ésta la actividad más desarrollada por los salineros (la mayor parte propietarios).
Pero a partir de 1960 frente a la fuerte despoblación de la comarca, talleres y servicios tuvieron que cerrar, mientras que la actividad salinera ya había dejado de ser rentable incluso temporalmente.
Las inundaciones de 1906 y 1937, pero especialmente la de 1982 destruyendo la mayor parte de los dos salares, provocó el abandono definitivo de las salinas y la disolución de la cooperativa.
De todas formas continuó el último salinero de Gerri, casi de forma testimonial, produciendo sal hasta el año 2000.
Salimos de la interesante visita satisfechos (no hay nada como una buena guía) y bastante más ilustrados.
Antes de despedirnos le preguntamos sobre la calidad de la sal, explicándonos que aunque es la más completa en minerales, carece de yodo a diferencia de la marina, lo que explica la importante aparición del bocio en la comarca en el pasado. Hoy su producción tendría que yodarse.
La calle Sant Sebastià desciende desde la plaza hasta el extremo sur del pueblo, en el que se sitúa en la actualidad el ayuntamiento.
Descubrimos junto a modernas edificaciones de ladrillo, espectaculares casonas, una en ruinas y otra modernamente restaurada, insinuándose levantadas antes del siglo XX.
Desde el final de la calle, alcanzando la carretera, observamos el amplio espacio que ocupaban las salinas por la vertiente sur, hoy remplazado el blanco por un frondoso verde.
Rememoramos, observando la basílica, una fotografía de 1886 en la que entre el ruinoso monasterio y el barranco, un espacio sin salinas, era un manto blanco despoblado de vida.
Recordamos que los romanos utilizaron la sal para destruir campos y cultivos del enemigo, pero estaba claro que aquí la naturaleza había vuelto a brotar.
En un bar, días después, nos hicieron reflexionar sobre la dualidad conservadora-destructora de la sal, al recordarnos que uno de los mayores fertizantes naturales es el guano salitrero (el popular Nitrato de Chile).
Es significativo observar que tres décadas después de la desamortización, el monasterio ya era tan solo un cúmulo piedras.
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Fot. Lluís Marià Vidal (1888) Arxiu C. Excursionista de C. |
Aunque descendimos hacia el norte por una de las estrechas aceras que hay a cada lado de la carretera, llegamos al punto en el que se unían la parte baja con la alta. Volvimos a ascender a la izquierda por las escaleras, para continuar descendiendo sobre la carretera por la calle del mitg (del medio), la única calle que nos quedaba por transitar.
Finalizaríamos la visita recorriendo por encima las salinas del norte. En esa dirección y a pie de carretera podréis observar una bonita capilla-fuente.
Al otro lado de la carretera, al lado de una caseta de información y unos bancos, encontraréis otra bella escultura de alegoría femenina, en este caso con una trucha en la mano.
Nos hizo suponer que era un homenaje a la mujer pescadora, que en actitud transcendente parecía dialogar con la trucha sobre el sentido de la vida.
Posiblemente ellas eran las encargadas de su pesca (al menos en verano) y posterior su cocinado, mientras el marido trabajaba para producir el condimento esencial. Otra simbología podría hacer referencia a la salazón del pescado para su conservación, actividad propia también de la mujer.
El paseo por encima de las salinas, de ida y vuelta, situadas en el extremo norte del pueblo, nos hizo continuar asimilando lo expuesto en el museo.
Las Salinas
El agua de la fuente, ascendida por una noria de cinco metros, descendía por canalizaciones, hechas con troncos de pinos ahuecados unidos con arcilla, hasta las balsas o tolls.
Los tolls eran construcciones irregulares a base de piedra sin desbastar unidas con argamasa de arcilla, impermeabilizando el estanque. En ellos se almacenaba el agua hasta el verano, periodo en el que se elaboraba la Sal. Con ello se conseguía una mayor concentración de sal en el agua.
En verano se repartía el agua del toll sobre superficies planas rectangulares con el suelo de cantos rodados y enmarcadas con pequeños tablones de madera. En ella se irá rastrillando la sal a mediada que la evaporización vaya depositando los cristales.
Contaban con una caseta en la que guardaban las herramientas de trabajo y almacenaban los sacos de sal hasta el momento de transportarlos al Alfolí.
Habíamos completado la visita, pero si aún disponéis de tiempo, la podéis completar con un baño o la visita el “Planter de Gerri”, Antiguo vivero que en la actualidad funciona como área de interpretación de los Espacios Naturales de las Sierras Pre-pirenaicos Pallareses.
Se divide en tres zonas. En la primera, Jardín de Plantas Útiles, muestra las especies vegetales de uso común en las casas de Pallars (plantas medicinales y huerta). En la segunda zona verás los bosques de la sierra, como los robledales y pinares. Y en la tercera se muestra una representación de los ecosistemas de la zona.
Fiestas y tradiciones
La fiesta patronal de Sant Feliu se celebra el 1 de agosto y el de Santa Maria la Real el 15 de Agosto.
En los alrededores se realiza el primer domingo de mayo una concurrido “aplec” (romería) a nuestra Señora de Arboló y en Pascua Florida a Ntra. Señora de Esplà (Solduga).
La Fiesta Mayor de Gerri se celebra el tercer fin de semana de agosto, a excepción de los años en que el 1 de agosto cae en domingo, celebrándose entonces el cuarto fin de semana.
Durante la tarde del domingo se hace el supuesto medieval Baile de la Morisca, y se acompaña con una representación de la leyenda del mismo, donde actúan los propios habitantes de la villa.
La danza presume de ser una de las más antiguas de Cataluña, aunque ha sido rehecha leyenda y danza a lo largo del tiempo.
La leyenda (una de sus variantes) cuenta que un joven del pueblo de Peramea, escuchó escondido una conversación del cabecilla del ejército moro acampado en el pueblo, escuchando que pretendía conquistar Gerri para esposarse con una "reina", anunciada de gran belleza.
Corriendo el muchacho bajó hasta Gerri y se lo contó al alcalde, al suponer que se refería a su hija, llamada la “reina del baile”.
Convocando a un pueblo desarmado que no podría oponerse a las ambiciones del sarraceno, la muchacha tramó un arriesgado plan, lo expuso y terminó diciendo que en el caso de que no saliera bien, siempre podían decir que formaba parte de la danza el ruidoso y amenazante acto final.
Llegó el noble moro, transmitiendo sus intereses convertidos en órdenes, que por las buenas o por las malas pretendía conseguir.
La muchacha en aparente sumisión, se arrodilló en su presencia y le rogó que le concediera la gracia de dejarla bailar en su honor por última vez. Alagado se lo permitió.
La muchacha rodeada de soldados musulmanes entró en la plaza y empezó a bailar la danza tradicional de Gerri.
Embobado frente a su belleza y agraciados movimientos, lo sorprendió al cogerlo de la mano invitándolo a ser su pareja de baile.
Cuando empezaba a dar los primeros pasos correctamente, ella se alejó un poco antes de picar fuerte con el talón, provocando que todos los vecinos, en silencio y expectantes hasta entonces, se abalanzaran hacia ellos haciendo sonar ollas, metales y campanas, engulléndola a ella y espantando al sarraceno en dirección contraria, la sorpresa, la confusión y el miedo invadieron las filas moras que salieron huyendo del pueblo.
Lo extraño de la historia es que no volvieran enfadados, por ello, en otra leyenda fueron cuchillos y no utensilios los que se levantaron a su indicación, eliminando al descuidado ejército hasta entonces atento al baile. No se aclara lo que pasó con el líder sarraceno.
Servicios turísticos
Oficina de Turismo.
Situada en el Museo de la Sal, entre sus las principales funciones está el promocionar el senderismo a través de un amplio abanico de rutas, los deportes de aventura y el descubrimiento de su amplio patrimonio, en este sentido os pueden informar sobre las visitas guiadas al museo, Santa Maria de Gerri o el Vivero.
Restaurantes
Con una larga historia y popularidad (tenéis que avisar con bastante tiempo si queréis aseguraros mesa), este restaurante a pie de carretera está especializado en exquisitos arroces, platos de caza y tradicionales platos caseros. El servicio impecable y atento a dar explicaciones. En su interior el ambiente rústico lo alimentan arcadas y la roca vista en la que se apoyaban las casas. Tiene una valoración de 8’2.
A su lado se encuentra el bar-restaurante La Cova. Nada que ver con el anterior, solo sirven platos combinados y bocadillos. Su valoración media es de 5,2.
Restaurante de sofisticada comida japonesa con cocina de autor, firmada por el chef Kenya Nakamura. Cuenta con un menú degustación sorpresa (60 € en 2022) de reputado prestigio gastronómico. La valoración media es de 9,8.
Bar-restaurante en la vertiente izquierda del río, en el camino al monasterio y delante de la playa. Cerrado en invierno, en verano está muy solicitado. Dado que me parece que es de alquiler por temporadas, todo puede depender de quién lo disponga, pero al menos en 2022, con una valoración en 2023 de 9,2. Sus buenas tapas, escasas pero a un precio correcto, platos combinados, una atención muy correcta y un agradable espacio verde lo convierten en una refrescante alternativa gastronómica.
Todas las valoraciones medias sobre diez son de Google.
Alojamiento
Nos extrañó no encontrar ningún hotel, tan solo conocimos la existencia de casas rurales y apartamentos de reciente abertura, pero ninguno con web propia, no tenemos valoraciones y tendréis que acceder a ellos por cercadores especializados. En nuestra estancia tendríamos que hacer fuera de Gerri,
Apartamentos rurales
L’era de Parramont. Parece situarse en la bonita casa modernista a pie de carretera, se presenta en Google como apartahotel de dos estrellas.Tiene una valoración de tan solo tres usuarios recientes, por lo que parece abrió sus puertas en 2023. Un año después de nuestra estancia.
Un tros de Sort. Es una casa rural totalmente equipada para un máximo de 13 personas, contando con 7 habitaciones, 9 camas y dos cuartos de baño.
A cada lado del puente se oferta uno. Casa del Pont. Casa rural para un máximo de 5 personas con dos dormitorios.
Casa sobre el puente. Casa sobre el río en su vertiente derecha, para cinco personas, con tres habitaciones.
Apartamentos Gerri. Apartamento totalmente equipado, para un máximo de 5 personas. Dos habitaciones, una cama doble y tres literas.
Senderismo desde Gerri
Se tiene la concepción de que las más apreciadas rutas de senderismo se ubican en los altos valles y sus cumbres fronterizas, pero sin duda estáis muy equivocados, el valle de Baén al este, collegats y la Reserva de caza de Boumont en el sureste, el lago de Montcortés, Peramea (Valle de les Corts) o la ruta de los dólmenes hacia el oeste, hacia el noreste la ruta de los santuarios, Arcalis, Montfort (valle de Siarb), Sort o hacia el noroeste el valle del río Ancs, Estac….
En fin, son tantas y de todo tipo que hacer una selección es difícil, por lo que os remito a la amplia propuesta de Wikiloc desde Gerri.
Tan solo os destaco una espectacular y poco transitada ruta por el antiguo municipio de Baén, recorriendo 15 Km de dificultad técnica fácil que podréis hacer en 5 horas.
Tan solo recorrer el barranco de Enseu desde Gerri es un espectáculo, pasando por el Parque de aves rapaces (rapinyaires en catalán) en el que nos muestra tallas de sus figuras en su hábitat natural, aves que sin dificultad descubriréis a lo largo del camino volando por encima vuestro. Pasaremos seguidamente por dos pequeñas cascadas y un puente antes de llegar a Enseu por su espectacular bosque.
Otra buena propuesta circular, en este caso para recorrer el Pla de Corts, con salida desde Peramea, es la que nos plantea RutesPirineus. 15 Km de dificultad técnica notable que en poco más de 4 horas podréis recorrer por este valle y su enigmático lago.
En la próxima ruta 15, recorremos los antiguos municipios de Peramea y Montcortés, pueblos hoy pertenecientes al municipio del Baix Pallars, situados en la vertiente derecha del Noguera Pallaresa.
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La SAL
Posiblemente desde los albores de la prehistoria, lamiendo la piedra salada (igual que el resto de animales), ya comprobó el humano que le producía placer hacerlo y posterior bienestar en el cuerpo.
Es muy posible que los primeros usos de la sal en la cocina provengan de hacerlo con agua salada del mar, de lagos o fuentes. Pero también pronto descubriríamos los humanos de forma natural que evaporizándose el agua salada se solidificaba una cristalizada roca. La única piedra que nos comemos.
Tampoco tardarían mucho en descubrir sus propiedades, entre ellas el conservar “milagrosamente” más tiempo los alimentos rodeados de sal, por lo que lo mismo podía hacer con el humano.
Todo ello le otorgó el rango de piedra sagrada, un amuleto de la suerte símbolo de fertilidad que aún perdura en la tradición de muchos pueblos.
La sal se extrajo principalmente por evaporación de aguas marinas, lagos salados y por la extracción mineral de cloruro sódico (sal gema).
En muchos lugares es posible que el sol evaporara parte del agua de los lagos salados en verano y la población se dedicara a recolectar los cristales en espacios desecados, antes de que en otoño se volviera a inundar por la lluvia.
La más antigua explotación de sal en Europa, por lo que parece desde el neolítico, es la montaña de Sal de Cardona (Cataluña). Desde aquí se suministraría sal al interior de la península durante siglos por romanos, visigodos, sarracenos y en la mitad del bajo medievo lo harían los cristianos desdeel puerto de Barcelona, con la carga dirigida al puerto de Génova, desde el que se distribuiría por Europa.
Se mantuvo activa la mina hasta 1990, habiéndose extraído hasta entonces 37.874.843 toneladas de mineral y la explotación había alcanzado los 1308,7 metros de profundidad, haciendo inviable continuar trabajando de forma horizontal a más de 50º.
El proceso del uso comunitario de la sal en la comida está documentado por primera vez en China en el año 2670 a.n.e. Su desarrollo nos puede aproximar a una evolución en tiempos distintos pero muy parecida en todas las civilizaciones.
El control de su mercado fue el protagonista de guerras, invasiones y de grandes acuerdos, su monopolio enriquecerían desde ciudades-estado a imperios.
Para comprobarlo os dejo este enlace de la Wikipedia, que en este caso hace una buena síntesis de la historia de la Sal.
Pero permitirme que exponga unas breves notas sobre la evolución del mercado, en el que el monopolio y las cargas impositivas son muestra de la ambición del poder utilizando este imprescindible bien “común” hasta el siglo XX.
En China aparece el primer impuesto conocido sobre la sal, generado por el también primer monopolio que durante tres siglos se impuso en este extenso territorio. Se dice que con las recaudaciones del impuesto se financió la Gran Muralla China.
Siglos antes, el imperio romano, a diferencia del Chino, no desarrolló un monopolio comercial de la sal. Se llegó a reconocer en oratoria de patricios, el derecho de todo romano a poseer una porción de “sal común”, igual que el derecho a un trozo de pan, por lo que el imperio tenía que velar para que esto fuera posible.
Se permitió la explotación y comercio como cualquier otro producto. Pero tenía una gran importancia el abastecimiento de sal a sus ciudadanos, se puede apreciar observando que la mayoría de las ciudades fueron levantadas y crecieron cercanas a una salina.
Construyeron infraestructuras para su transporte y comercio a lo largo de toda Europa y delinearon rutas específicas como la “Via Salaria”.
La sal formaba parte del pago de los legionarios, de aquí la palabra “salario” (salari en catalán), a la vez que se requería el suministro de una importante cantidad de sal para los caballos, la intendencia militar, etc., teniendo que llegar el suministro hasta los distantes territorios ocupados.
Los celtas, antes de la llegada de los romanos ya utilizaban la salazón del jamón y de otros productos del cerdo (embutidos). Un conocimiento que extenderían por todo el imperio, desarrollándose en España con cerdos autóctonos el jamón ibérico o en Italia el salami, entre otros embutidos. La salazón del pescado en la costa ya se producía antes de la llegada de los romanos, su origen comercial se cree egipcio / fenicio.
La caída del imperio romano dejó por las costas del Mediterráneo numerosas salinas.
Alrededor del siglo VI, la forma actual de evaporar lentamente el agua salada al sol y al aire para conseguir sal, encuentra su auge en detrimento de la extracción minera. Al producir un considerable aumento de la producción a más bajo coste, pronto comenzaría a almacenarse en algunos puertos de Italia para su embarque.
Los dos puertos más importantes fueron primero Venecia y posteriormente Génova. La rivalidad entre ellas por hacerse con el monopolio del comercio oriental de sal, provocaría una guerra a principios del siglo XIV, haciendo que la Venecia victoriosa se erigiera la república más rica y poderosa del Mediterráneo hasta el siglo XVI.
Desde la España medieval, los reinos cristianos serían grandes productores y consumidores de sal, necesaria para elaborar y comercializar por toda la península derivados salados del pescado y del cerdo.
En el reino de Castilla, Alfonso X estableció la propiedad real de todas las minas (incluyendo las de sal) y de las salinas, con el consiguiente monopolio en la venta, impondrían durante siglos un importante sobreprecio por impuestos especiales sobre la sal.
En el reino de Aragón (¿por influencia carolingia-romana? ) al margen de una mina en Zaragoza y las salinas de Teruel, el resto estuvieron en las manos de la iglesia o de los señores feudales.
Tras la Guerra de sucesión (1714) el monopolio real de la sal en Castilla se extendió a toda España, expropiando las salinas en manos de particulares o eclesiásticas, incluso algunas serían destruidas. En el caso de Gerri de la Sal, ya mencionamos que perdió los derechos de venta y comercio, pero mantuvo por la “gracia del rey” los beneficios de propiedad adquiridos hasta principios del siglo XIX.
La gran importancia económica y comercial que tuvo la sal, se había perdido a finales del siglo XIX, con la aparición de la industrialización mecánica y el desarrollo del transporte, abaratando en espectacular medida su coste.
Pero no por ello desaparecieron los impuestos coloniales “Reales” sobre este necesario bien “común”. Así en 1930 en la India irrumpe la pacífica “marcha de la sal”, encabezada por Mahatma Gandía, en contra del impuesto a la sal dictaminado por el Imperio Británico. Un año después conseguirían la independencia de la India.
Al margen de dar sabor y potenciar el de los productos a los que se añade, compensar la acidez de unos (ej. tomate) y rebajar la amargor de otros (ej. olivas), es un gran regulador del sistema nervioso y de la transmisión de información al cerebro, facilita el tránsito digestivo y mantiene los niveles ácidos del cuerpo. Su alto contenido en sodio lo hacen imprescindible para la hidratación del organismo y necesario para un buen desarrollo infantil.
Una de las particularidades de las sales marinas sin filtrar es su alto contenido en yodo, esencial componente preventivo del bocio (hipotiroidismo).
Como la mayor parte de las cosas, su uso moderado beneficia al sistema circulatorio, pero su abuso o simplemente una alta dosis diaria prolongada en el tiempo, puede provocar retención de líquidos, hipertensión y transtornos cardiovasculares, es decir, todo lo contrario.
En la actualidad, aunque muchos productos tradicionalmente salados para su conservación, han pasado a preservarse sin sal en el congelador, prácticamente todos los productos y platos procesados siguen conteniendo sal.
Por lo que si queremos disfrutar de los grandes beneficios de ésta, tendremos que controlar su ingesta, se recomienda entre 5 y 6 gramos al día.
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