Mostrando entradas con la etiqueta Falles/Alins. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Falles/Alins. Mostrar todas las entradas

29 noviembre 2021

RUTA 6 (IV) . ALINS. S. Vicenç. Museo del Hierro Casa Sintet. Casa Castellarnau. Colomer de les bruixes. S. Quiri d’Alins. Palomares.


Salimos de Noris a las 14:35 h., habiendo dispuesto a las tres de la tarde la reserva del almuerzo, se presentaba necesario no llegar tarde. Pero no pudimos más que volver a admirar con calma el barranco, bordeándolo ahora en dirección contraria, incluso paramos unos minutos frente al espectacular paisaje que nos acompañaba. 

Pasamos por delante de las primeras edificaciones de Alins, era Can Xicot.

Conservada y restaurada edificación, convertidas en un bonito apartamento  rural, tienen una valoración media de 9,2,. Resaltan los desayunos, la atención de los anfitriones y el silencio que disfruta el lugar, todo ello a un buen precio.



Delante nuestro y en poco más de cien metros se insinuaba el perímetro oriental de la que fue la villa cerrada (Vila closa) de Alins, con una de las torres más singulares del pueblo: el colomer del Guillem.



Sin clara función original y mal identificada por la red, no confundir con la casa solariega de la familia Castellarnau, situada bajo la “força d’alins” en la parte suroeste del pueblo, en la calle Unión. La casa cuenta con una mítica torre que hasta finales del siglo XVII fue prisión del valle y en algunos textos se le nombra “el colomer” (el palomar)


Aumentando la confusión, se le tiene que añadir el “el colomer de les bruixes”, nombre de otra torre medieval de vigía reconvertida en palomar y situada al otro lado del río.


Alins es de los pocos lugares que conserva posiblemente tres palomares de origen medieval,  testimonios de la importancia que mantuvo la mensajería alada por estas tierras desde el medievo hasta el siglo XIX.

ALINS


Del nombre primitivo ilintze se transforma en Alintze y más tarde en Alins.

Según Joan Coromines, Alins es un topónimo iberovasco formado por: ilin (harina) y tze (sufijo colectivo de cantidad ), es decir, lugar de abundante harina.


Alzada en el noreste se situaba “La força” de Alinsen la llamada castalloliEra la más importante fortaleza del Valle, amparaba a sus pies el núcleo de edificaciones que unidas amurallaban la villa y limitaban el acceso. Estamos hablando de una docena de familias. Su historia medieval corre la misma suerte que la del valle, explicada brevemente en el primer capítulo de esta ruta.


 

Pero recuerdo que hasta 1428, un acuerdo de paz entre el conde Joan I de Foix y el obispo de Urgell, no se creará el “Consell de la Vall Ferrrera”, compuesto por un alcalde y cuatro cónsules, administrando por primera vez de forma colectiva todo el valle desde la “força“ de Alins.



En el sur, a menos de doscientos metros, alrededor de la Iglesia de Sant Vicenç y su campo santo sin murallas, se estableció un amplio espacio dedicado al mercado, eventos y festejos, agrupándose alrededor aisladas masías y bordas, concentrándose instalaciones usuarias del río, junto con talleres, artesanos, almacenes... 


En el censo de 1553 Alins declara 14 fuegos, curiosamente dos son eclesiásticos. Se calcula conviviendo alrededor de unos 70 habitantes.


Hasta el siglo XVI, Alins mantuvo separados sus dos núcleos poblacionales, igual que Àreu, pero con la diferencia de que aquí a partir del siglo XVII ya aparecen unidos.



El mayor crecimiento de la población se inicia a finales del siglo XVII. En 1717, junto a Besan, reunirían alrededor de 600 habitantes. A mediados del siglo XIX se alcanzaría su máximo poblacional, aproximándose al milenio.


Los bosques serían poblados por el oso pardo hasta principios del siglo XX. Su escudo antiguo muestra el oso paseando por el bosque, en el actual camina sobre las montañas.


Lo que me hizo pensar que probablemente las montañas que rodeaban el pueblo, hoy bastante agrestes sus cumbres, en el medievo debían de estar pobladas por bosques. Recuerdo que la industria siderúrgica comportó gran riqueza al valle, pero también una amplia deforestación en la producción de carbón.


 


En la actualidad están reintroducidos los osos pardos en el Parque Natural de l’Alt Pirineu, aunque suelen andan lejos de los entornos habitados, no tanto del pastoreo estival en los llanos de la alta montaña, en 2024 se denunció un ataque al ganado vacuno en las “bordes de Buiro” en el bosque de Virós.


El agotamiento de las minas de los bosques de Virós y Farrera, junto con la caída brutal del precio del acero al comenzar a funcionar los altos hornos, determinó el total abandono de la siderurgia y un gran éxodo de la población en todo el valle. Remontó un poco en la década de los 20, pero después de la guerra civil continuaría despoblándose, llegando a su situación límite en la década de los 70 y 80 del siglo pasado.


Es curioso y triste el pensar que la demografía de estos pueblos se haya reducido hoy a la que tenían al final del medievo. 



En la actualidad Alins cuenta con 80 habitantes (2023). La economía de la villa continuó basándose en la madera y el ganado bovino, pero desde principios de este siglo el turismo rural ha experimentado un fuerte crecimiento, acompañando al tradicional turismo deportivo de alta montaña y esquí nórdico.


Su emplazamiento, cruce de caminos hacia Francia (Àreu) o Andorra (Tor), está franqueado en la vertiente sombría por bosques en los que predominan los pinos negros y los rojos, junto con abedules, hayas, abetos… En su solana se asienta, junto a las coníferas, el mayor y único sabinar de los Pirineos, del que hablaremos desde Ainet de Besan.


Las recolección de setas desde finales de verano será otro de sus atractivos. Los caminos nos pueden conducir a altas cimas y lagos, pero también nos ofrece pequeñas etapas de senderismo familiar a templos prerrománicos o miradores espectaculares. 


En invierno y a pocos minutos, podremos acceder en 4x4 a las pistas de esquí nórdico el Gall Fer en el Bosque de Virós.


Alins mantiene la capitalidad del municipio (web ayuntamientoconvirtiéndose en el centro dinamizador y cultural del valle.


Dos celebraciones han adquirido gran prestigio, en las que participan cientos de turistas: las “falles de Sant Joan” y la “Fira del Ferro”.


Las fallas de S. Joan d’Alins

Hablamos en Isil (Ruta 2 -I-) de esta espectacular fiesta, unida al solsticio de verano y sus ancestrales creencias solares.


Ha sido declarado el conjunto de 36 pueblos de Aragón, Cataluña, Francia y Andorra que la conservan:  patrimonio inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.


Con variaciones de fechas y programa de actuaciones, todas están unidas entorno al fuego, confeccionando un onírico canto ígneo a la madre naturaleza. 


Coinciden en la comarca el celebrarlas en la noche de San Juan: Isil y Alins.


Un aspecto diferenciador de las ‘falles” de Alins es que confluyen en el centro dos marchas diferentes, una desde Sant Quiri, en la que participan niños y familias, mientras que la otra, con gruesos troncos ardiendo, descienden del Botanal.


 Alins cuenta también con la espectacular Feria del Hierro, que desde 2009 reúne a mediados de julio decenas de artistas y artesanos, forjadores, forjadoras y personas vinculadas con el mundo del hierro.


El visitante conocerá secretos ancestrales, herramientas e historias vinculadas con esta artesanía: talleresvisitas guiadas y gastronomía acompañan la experiencia de disfrutar “in situ” del proceso de creación de las obras por expertos artesanos.


Las esculturas realizadas lucen no tan solo en Alins, sino en todos los pueblos de la Vall Ferrera. Convirtiendo el Valle y sus pueblos, en tan solo una década, en un precioso museo al aire libre.


Después de un año ausente por el COVID, en 2021 se celebró la XI edición, de un modo más restrictivo y con una reducción de los artesanos participantes. Desde 2022 se celebra de forma bianual.



Sin tanta audiencia, también os puede interesar la fiesta Mayor el 22 de enero en honor a su patrón: Sant Vicenç.


Alins cuenta con una bien valorada oferta de alojamiento: camping, casas rurales y hoteles, que iremos descubriendo en el transcurso de la visita. Tener presente, si queréis disfrutar desde aquí de las fallas o la feria, el hacer la reserva con bastante antelación.



Hotel y restaurante


En nuestra anterior visita (2017) habíamos almorzado en el hotel Saloriasu valoración hotelera es de 8,2. 

El restaurante está abierto al público y cuenta con una buena carta de comida tradicional de la Vallferrera, en los que destacan los platos de caza. Tiene discordantes opiniones, unos le otorgan la excelencia mientras que otros no pasan del bien. Nosotros compartimos las diferencias, ya que comimos un civet de ciervo exquisito, pero el resto de los platos no estuvieron a la misma altura.


En esta ocasión habíamos reservado en el Hostal la Montañasituado a pocos metros del Salòria en la plaza Mayor. Tiene una valoración hotelera de 8,8.

El restaurante tiene un menú a 18 € (2021) con la bebida aparte, ofrece una cocina tradicional pallaresa sin grandes sofisticaciones, pero con un toque especial del chef y acompañado por un cálido servicio. Aunque también hay que de decir que los postres no estuvieron a la altura de sus exquisitos canalones o sus pies de cerdo rellenos de setas.


Al noroeste del pueblo, al borde de la carretera, está el bar d’en Roger, que presume de buenas tapas, pero lo desconozco y las referencias que tengo por ahora (2021) son insuficientes.



Un paseo circular por el milenario pueblo


Después de comer, iniciamos el paseo desde la plaza Mayor, rodeada de edificaciones que parecen modernas, pero todas menos una calzan más de un siglo. Algo parecido encontraremos en el interior del pueblo, en la parte alta disfrutaremos de la rusticidad que otorgan huertos, cuadras, pajares, antiguas eras… 



Posiblemente la calle más atrayente desde la plaza Mayor es la escalonada calle “Gran” (Grande), curiosamente creo que es la más estrecha y de mayor trazo lineal ascendente del pueblo, pero os propongo primero subir por la calle Roca.



A los pocos metros, en la esquina con la calle Llaurens, se encuentra NaturaLlibresEn el año que realizamos esta ruta -2019- aún no había abierto sus puertas, pero en 2022, participando en las “falles” la conoceríamos.


Es una valiente propuesta nacida en la pandemia, de una andorrana que decidió dejar Madrid, para venirse a vivir en la que fue casa de su bisabuelo, alcalde republicano que abandonó la casa y la borda en el 39, para convertir “Can Xurret” en una librería especializada en naturaleza y montaña, en el que participan todos los géneros literarios, junto a guías, mapas y artículos de papelería ecológica. Se complementa con un espacio dedicado a los excelentes productos agroalimentarios ecológicos de la comarca y una pequeña cafetería para degustarlos.


En este duro periodo de pandemia, no tan solo se ha convertido en un referente literario de su especialidad, un bello espacio para la lectura y un divulgativo marco expositor de los productos comarcales, sino también en un foco cultural dinamizador de la comarca.



Antes de continuar por la calle Llaurens, seguimos rectos por la calle Roca para ver la Casa Ramonet y al ermita de San Ramón. Penoso el estado del templo, la casa interesante.


Mapa de Alins. ICGC


Retrocedimos hasta la librería para continuar por la calle Llaurens. A nuestra izquierda se mostraba un cúmulo de piedras rodeadas por altos hierbajos, sin capacidad de reconocerse ni rótulo que lo avalara, era la segunda capilla pública románica de Alins, en este caso bajo la advocación de Sant Martí



Se presenta triste pensar que de las cinco ermitas que un día se ubicaron en el interior de Alins, tan sólo dos conservan el tejado sobre parte de sus paredes y se utilizan de almacén particular. 


Hasta Sant Quirç, llamada popularmente Sant Quiri, situada encima de una colina a las afueras del pueblo y que más tarde visitaremos, desde mediados del siglo XIX andaba ruinosa, pero sería la única que en 1987 se restauraría, después de que se derrumbara la bóveda.


En esta zona, mirando en dirección opuesta, se sintetiza en una foto el moderno Alins. Observar la bien restaurada casa del siglo XVIII con balcones floridos, acompañada por una moderna, extraña, estrecha y alargada edificación, luciendo una encalada fachada sin ventanas  y un restaurado tejado de moderno corte de pizarra.


A su lado, una edificación mostraba bajo un desgastado tejado de pizarra, la pared de tochos de la última planta sobre muros centenarios de piedra irregular ligeramente desbastada y ventanas dinteladas con pulidas losas de piedra en las dos plantas inferiores.



Es una pena que no se intente preservar el patrimonio arquitectónico con la misma fuerza que su pasado glorioso con el hierro. Posiblemente irreversible en el caso de las ermitas, pero aún podemos exigir cierta armonía constructiva, especialmente en la restauración.


Ascendiendo por la calle Llaurens, muy pronto nos internamos a la derecha por la calle Mayor. En un recorrido círcular, transitaremos ahora por el escalonado carrer Gran, pasando por la casa del herrero.


Sin duda es la calle, ayudando su estrechez, que sientes la sensación de pueblo compacto.

Los pequeños huertos acompañando restauradas masías y bicentenarias casas nos recordaban que las calles antes no tenían número, con el nombre de la familia bastaba.



Alcanzamos la parte alta de la calle de Llaurens. Descendiendoa los pocos metros a la derecha se inicia la calle de los Caballeros. En la esquina encontraréis un precioso banco de hierro, obra realizada en la Feria del Hierro.


La calle caballero tiene dos versiones, una vertical y otra horizontal que confluyen en medio, insinuándose haber sido las calles de entrada a la “Vila closa” y el acceso al castillo.


Si os giráis a media calle hacia el sur, descubriréis la amplia colina rocosa sobre la que se levantó el castillo y un poco más lejos sobre una colina la ermita de Sant Quiri.


Si continuamos ascendiendo vamos entendiendo en base de su orografía rocosa y los desniveles que por debajo la dividen, nos hizo imaginarnos los límites de la antigua “Vila closa” (villa cerrada).


Según parece aquí se encuentran las edificaciones más antiguas, la primera que destaca es Casa Bortomico, casona bien restaurada del siglo XVII, convertida en casa rural. Cuenta con una valoración media de 10, pero de muy pocos usuarios (2022). Resaltan en la media pensión su gastronomía y la atención de los anfitriones



A cada lado de la calle aún se mantienen zonas de cultivo en el interior, algunos convertidos en jardines y otros abandonados tras una casa en ruinas..




Una de las casas que presume de tener uno los fundamentos más antiguos del municipio es la La torre-colomar de Casa Guillem

Tampoco supe encontrar referencias de casa Guillem, pero sigue siendo una casa residente en Alins.



“El colomer del Guillem”, sugiere el haber podido ser una bestorra de la muralla de la villa cerrada adjunta a la casa, posiblemente modificada en el siglo XVII, convirtiendo su parte superior en palomar.


Lo cubre una robusta cubierta piramidal de pizarra, con una  modesta lucerna protegida por el tejadillo de doble vertiente. Se expresa decadente la ornamentación de la fachada y sus muros señalan variadas transformaciones. Se insinúa tapiado un gran arco dovelado con función de puerta o de paso inferior; aún lado sobre él mismo se observa otro más pequeño, vinculándose a tiempos distintos dada su disposición.



Descendiendo por la calle Sant Roc, esperábamos encontrar las ruinas de la privada ermita homónima, pero sabiendo que estaba ocupadas como almacén, no buscamos mucho y bajamos por la primera y estrecha calle que descendía hasta la carretera. Cerca se sitúa el bar d’en Roger


Delante, al otro lado de la carretera, está cimentado el único puente de Alins (hasta 1937 fue de madera).



Es el camino para acceder inmediatamente al camping Vallferrera, un pequeño camping de 35 plazas, varios bungalows en una casa de piedra para 4 y 6 personas y 4 apartamentos de tres habitaciones, todos con cocina completa. La valoración media es de 8,6


Un poco más lejos se encuentra el cementerio, en el que se levanta la pequeña ermita del santo Cristo


Si nuestra dirección la trazamos hacia el noroeste, a una media hora entre ir y volver, encontraremos la torre colomer de les bruixes (el Palomar de las brujas).



Es una torre que se la supone con función de vigía en siglo XVI y que en fechas imprecisas se transformó en palomar.

Se trata de una construcción de planta cuadricular de dos pisos y una altura cercana a los siete metros, con tejado de un solo bajante. Con una puerta en la primera planta y un amplio vano rectangular en la segunda.



Disponía de casi una treintena de celdas, indicando en relación al colomer del Guillem, su posible carácter colectivo o comunal.


Se le añade un perimetral enlosado sobresaliendo de la pared en la altura, lugar destinado a pararse las palomas.


Su relación con las brujas no la averigüé, deduje que aquí se reunían las brujas frente al pueblo o al menos los temerosos pobladores así lo consideraban.


Desde aquí podréis observar, encima de un pequeño cerro al otro lado de la carretera, la ermita de Sant Quiri.


En la Vallferrera no se quedan cortos en sus referencias a las brujas, tan solo hay que ver los accidentes geográficos y elementos arquitectónicos relacionados con ellas: El pla (el llano), el Turó (el pico), esperó (espolón rocoso), el barranco, el puente de Àreu, la torre colomer de Alins….


La tradición predecía que las brujas se introducían en las casas por la chimenea. En la Vallferrera se colgaban los “cremalls” (cremallo o cadena de llar en castellano), para conjurar el hogar contra su allanamiento, a la vez que soportaba la larga cocción de su “Olla Pallaresa”.


Recuerdo que aquí, en el valle del hierro, los “cremalls” entre los siglos XVIII y XIX, con un delicado trabajo decorativo y simbólico, eran signos de distinción del estatus social y económico de la familia.



El turó de carbonera y el mirador de Botanal


Un poco más lejos y de mayor dureza por la ascensión, pero acompañado de un espectacular paisaje, podemos alcanzar el “Turó de Carbonera”. 

Para ello os dejo esta ruta circular de Wikiloc de menos de dos horas, con dificultad media, recorriendo unos cuatro kilómetros.



La ascensión desde 2021 más concurrida al Mirador del Botanal, se realiza por la moderna y bien equipada vía ferrada, dejando el sendero tradicional de ascenso para el regreso.


Para los amantes de darle adrenalina a la ascensión y apta para toda la familia, todos los usuarios hablan maravillas de esta bien habilitada “vía ferrada”.


En el Mirador del Botanal, con espectaculares vistas y rodeado por una frondosa naturaleza peleándose entre las rocas por enraizarse al suelo, se ensalzan las fallas de Alins con esculturas de metal adosadas a la roca, señalando el lugar de descenso de los ardientes troncos.


Recordar que son dos marchas ígneas las que confluyen en el pueblo, la otra arranca en Sant Quiri. 


Desde el mirador del Botanal podréis descender hasta Alins en media hora. 


También podéis, en un circuito circular, alcanzar el Turó de la Carbonera en poco más de media hora y desde allí descender a Alins.


En este sentido os presento esta interesante propuesta circular de Wikiloc, de dificultad media y que necesitará algo más de dos horas y media para recorrer alrededor de 5 km.


Nosotros en esta ocasión no cruzamos el puente y continuamos bordeando el río, encontrando pronto “l’Espai de la farga (Espacio de la fragua), que con el nombre del “bosque a la fragua”, muestra el lugar en el que levantó en 1801, Pau Casimiro Gaspá (de la casa de Sintet) la última fragua, siendo su descendiente Joan Casimiro de Moragues que en 1880 la cerraría.


Se puede observar la cabornera (mucho más grande en realidad), situadas en el interior del bosque, serían las encargadas de producir el carbón necesario para las fraguas.


En un espacio contiguo se muestra propiamente la fragua, en el que la fuerza del agua sobre la rueda hidráulica produciría el movimiento del martinete de más de 200 Kg. La nota final del post se la dedicamos a la fragua en la Vall Ferrera.



A pocos metros se abre un espacio lúdico cercado, en el que la barbacoa municipal parece conformar un elemento importante en el desarrollo de los festejos, a su lado está la piscina municipal.


Continuando el paseo, muy cerca se levantaba el tronco del alto pino carbonizado

en las “falles” del último año.



Un amplio espacio verde, el que pastaban vacas brunas (en otra ocasión podéis encontraros caballos), se extendía hasta el río. 


Sant Vicenç d’Alins


Nos incorporamos a la iglesia parroquial por la parte trasera, observando, por encima de los tejados de las capillas laterales, las ventanas de la galería.


La cubierta de pizarra que cubre las capillas se puede apreciar moderna su restauración, algo de lo que carece el tejado a dos aguas de la amplia única nave.



Las primeras referencias escritas de la Iglesia se tienen de 1055, en una permuta de los canónicos de la Seu de Urgell al obispo Guillem, otorgando la cuarta parte de la dècima de la ribera de Sió por la iglesia de Sant Vicenç “d’Elins”.


En la visita pastoral de 1758 se describe el templo en muy mal estado, con muros amenazando la caída.

Se mencionan siete altares y el central, por lo que se considera que ya entonces tenía una dimensión considerable. Se la documenta acompañada con dos capillas públicas: Sant Martí y Sant Quiri, de las que también se mencionan su mal estado.


Se supone que sería a finales de este mismo siglo que se construiría el actual edificio barroco.


Continuamos por la plazuela alta que la bordea, en la que se expone una muestra de esculturas en hierro forjado durante la Feria. No dejéis de entreteneros con ellas.


Cerca de una interesante escultura situada en la esquina de la capilla, en el muro lateral veréis un arco cegado, se presume pertenecía a la antigua puerta románica. 



En la actualidad su origen románico tan solo se conserva en la primera planta del campanario de base rectangular de 3x4 m, situado en el muro meridional del templo.


En el contexto de la Vall Ferrera, es la única torre campanario de este tiempo que se conserva y una de las tres construcciones con este tipo de decoración (lombardo tardío), las otras son la ermita de Sant Quiri y la vecina iglesia de Sant Serní de Norís.


Lo más destacable de la construcción rectangular, es la decoración de arquillos en sierra que recorre el perímetro de sus tres caras visibles, entre amplias lesenas esquineras. Mientras que en las caras laterales los frisos están compuestos por tres arcos, el flanco meridional de mayor anchura presenta cuatro arcos.


La sillería, parcialmente cubierta por el revoque, es visible en la base del ángulo sureste; está compuesta por piedras y losas de distintos tamaños sin desbastar. Se deduce que su construcción es del siglo XI.


Sobre la planta románica se alzan tres pisos de piedra regular ligeramente desbastada, con tres aspilleras alineadas verticalmente en la fachada meridional.


 Culminan la torre cuatro vanos estilizados con arcos de medio punto luciendo las campanas. Está coronada por una pirámidcuadricular con baja inflexión en la base de amplia cornisa y revestida de pizarra



La fachada principal cuenta con una puerta con arco de medio punto, sobre el que se alza un óculo. Muestran un doble dovelado de piedras irregulares dispuestas radiales, siendo de tamaño pequeño las de la curva interior y de mucho mayor tamaño las del exterior. 


A los lados del óculo se abren dos ventanas rectangulares con dintel de madera, la del lado meridional tiene dos aspilleras rectangulares alineadas bajo ella. Su amplio interior lo cubre una bóveda de lunetas.


En una esquina de la Iglesia se conserva una interesante cruz de término gótica.


Muy cerca, al otro lado de la carretera está el moderno ayuntamiento (Casa de la Vila), en una esquina de su fachada podréis observar la cuña de hierro de más de 500 kilos de peso, recuperada por la familia Castellarnau antes de venderse a un chatarrero en 1920.


Desde aquí nos dirigimos a la parte más alta y meridional del pueblo, en el que volveríamos a encontrar huertos delante de grandes casonas.


Ascendimos por la calle Unión hasta encontrarnos frente a la torre de la casa solariega de los Castellarnau (más tarde Can Coix). 


A partir del siglo XVI hasta principios del XVIII la familia Castellarnau parece tener mucho poder en el valle y en especial en Alins, testimonio de ello es la torre que hasta principios del siglo XVIII fue la prisión del valle. Fijaros en la ventana, se ha mantenido su enrejado.



La parte superior recuerda el Palomar de las brujas por el pequeño saliente de losas de pizarra, pero no se observan celdas, posiblemente tapadas cuando dejaron de tener esa función. Desde aquí se mantenía la correspondencia con la familia establecida en Tarragona.


 


Junto a la ganadería y la industria de la madera, eran los mayores explotadores de minas y principales distribuidores del hierro producido. Desde finales del siglo XVII a principios del siglo XVIII, dedicarían todos sus esfuerzos a la minería, construyendo en ese tiempo tres fraguas, dos en Alins.


Carles de Castellarnau nacido en Alins en 1719, según cuenta uno de los más ilustres descendientes de esta casa, el dramaturgo y poeta Josep María Sagarra i Castellarnau, se marchó con prisas de Alins por un lío de faldas a mediados del siglo XVIII. En Barcelona sería juzgado y absuelto de las denuncias, e incluso compensado por injurias a su honor.


Es imposible imaginarse que una denuncia del campesinado en aquel tiempo, podía prosperar frente a un noble. Al final acababan siendo castigados los pobres denunciantes por difamación.


Con las rentas heredadas que le otorgaban una de las fraguas de Alins, tendría suficiente para instalarse en Tarragona cómodamente e iniciar prósperos negocios inmobiliarios. Recordemos que entonces por ser noble estaba libre de impuestos censales y patrimoniales.


Amplió su fortuna al casarse con Maria de Magrinyà, una de las familias más adineradas de la ciudad, convirtiéndose a la muerte del suegro en uno de los nobles más ricos y poderosos de Tarragona.


Reconocido “Prócer” de la ciudad, amplió y modernizó el puerto de Tarragona con su propio capital. Que por otra parte lo convirtió en una lucrativa inversión, no hay que olvidar que en la ampliación se utilizaron toneladas de acero de Alins, convirtiéndose a finales del siglo XVIII en uno de los principales puertos comerciales del mediterráneo, desde allí partiría el acero hacia las Américas.


Su hijo Josep Anton de Castellarnau i de Magrinyà sería diputado en las Cortes de Cadiz, miembro de la orden de Carlos III y tesorero de la Junta del puerto de Tarragona. 


Lograría alcanzar el cenit económico la familia (algunos hablan del tráfico de esclavos), pero la guerra con el francés, aunque trasladara gran parte de su fortuna a Mallorca, no evitó cuantiosas pérdidas, unas directamente expropiadas por las fuerzas de ocupación y otras por el descenso a mínimos durante años de la producción de acero. 


No sé cuando la familia Castellarnau de Alins pasó a denominarse Cal Coix. También desconozco las razones, pero nos preguntamos: ¿Puede tener relación con la deshonrosa acción en Alins de Carles Castellarnau?

Se convirtió en una de las familias más poderosas de Tarragona, pero según parece Alins no le perdonó la deshonra infligida.


Es obvio que aunque los fundamentos de las edificaciones puedan ser del siglo XVI/XVII, en el transcurso de los siglos se ha producido una constante reforma y adecuación.


Ascendimos unos pocos metros observando la última Masía, desde la que descenderíamos por la misma calle Unión hacia el ecomuseo de Casa Sintet.



Ecomuseo del hierro Casa Sintet


En julio de 2014 se abrió este espacio museístico de carácter privado en las antiguas cuadras y pajar de la casa Sintet, con el objetivo de dar a conocer la historia de la siderurgia en la Vall Ferrera, vinculada directamente con una de las familias más importantes en la época final del hierro (de la que ya hablamos antes). 



Llamamos y nos dijeron que nos esperáramos una media hora y alguien se acercaría. No podíamos mantener tal espera, ya que la visita requiere al menos otra larga media hora.

En una posterior visita (fiestas de la falles 2022) tampoco encontramos abierto el museo.

Por lo que os recomiendo reservar previamente la visita.


Dicen que vale la pena recorrer la muestra bajo la tutela y explicación de los descendientes de la casa. Contiene más de 200 piezas de hierro unidas a la historia del pueblo y los orígenes de la familia. Nos explicarán la historia e implicación de la familia en la fragua y toda la economía que giraba alrededor de ésta.


Es curioso observar la cantidad de utensilios en hierro que nos hablan de su glorioso pasado costumbrista: llaves, cerraduras, herraduras, herramientas del campo, “cremalls” o los “estripajecs”, piezas de hierro características de la zona que servían para proteger las ventanas de las casas y que encontraréis en toda la comarca.



Fijaros en las cajas tradicionales de novia guardando piezas pequeñas. También conoceréis la evolución de la misma señorial casa de campo, que frente a la prevista crisis siderúrgica comenzó a volver a desarrollar la ganadería, siendo hoy (2022) su apuesta por la cría de la vaca bruna una de sus principales fuentes de ingresos.



Regresamos hacia la carretera pasando por el bello caserón con tejado a dos aguas de la familia Sintet.


Al otro lado de la carretera, casi delante y aislada, podremos observar una Masía, en ella se encontraba la ermita románica de la Mare de Deu de Montserrat de Can Coix, hoy tan solo un muro y su unión a la casa señalan el lugar en el que estuvo.


Sin duda, si contáis con tiempo, el mejor paseo, corto (poco más de media hora entre ir y volver) y fácil (300 m. llanos y 100 m. con desnivel) es el ascenso a Sant Quirc o Quiri.


El suave camino de ascenso arranca por la carretera, al inicio del pueblo y paralelo a la fachada oeste del colegio. Un paseo encantador entre una variada arbolada.




El lugar es un excelente mirador de Alins, acompañado por la majestuosa sierra del Monteixo de telón de fondo. Una bonita fuente piedra, nos recuerda que siempre ha disfrutado de agua el lugar.


A los pocos metros de la ermita se alza en hierro un simbólico tronco de pino ardiendo y a su lado una escultura dedicada a la mujer “fallera”: l’encantada. Pensemos que hasta principios de este siglo no se permitió la participación de la mujer, indicando con orgullo el haber roto la tradición en el camino de la igualdad del hombre y la mujer.


Desde aquí descienden las fallas “familiares” hasta Alins, para unirse con las que bajan del mirador del Botanal. El tamaño de los troncos y la distancia que recorren diferencian las dos comitivas.


 


Ermita de Sant Quirç d’Alins


La ermita románica, llamada popularmente Sant Quiri, es la única restaurada del pueblo de Alins, lo realizaría la asociación del Patrimonio de la Vall Ferrera en 1987.

En 2003 se iniciaron las excavaciones, en las que se encontraron unos grafitos en piedra pulida de pizarra con inscripciones de escritura visigoda en cursiva y los cimientos de un templo prerrománico, datado entre el siglo VII/VIII.


El actual pequeño templo románico (s.XI) sería levantado posiblemente por la “força de Alins” como su capilla, pensemos que entonces se situaba en un cruce de caminos de la trashumancia ganadera.


El templo consta de una sola nave rectangular con un ábside semicircular, éste tiene en el centro una estrecha ventana de un solo derrame con arco de medio punto, dovelado con piedras radiales y sobre un alféizar monolítico.


Está coronado por un vasto friso de arquillos ciegos, apoyados en una prolongación vertical de piedra a modo de ménsulas.



En el muro septentrional se abre la puerta con un arco levemente ultrapasado, no llegando a poderse considerar en arco de herradura, pero hace presumir que en un principio lo pudo ser, al  descubrirse que la ermita se levantó sobre un templo prerrománico.


El tejado es a dos aguas revestido de pizarraEl interior está cubierto por una moderna estructura de madera, mientras que la ábside conserva la bóveda de cuarto de esfera. La mayor parte del suelo es la propia floración rocosa sobre la que se asienta.

Dada su añeja existiendo, con la entrada siempre sin puerta, creo que se merece el respeto de cuidar más su interior.


Descendimos tranquilamente, después de varios minutos de reposo en absorta contemplación del paisaje.


Volviendo a estar abajo, nos dirigimos directamente al coche, nuestra primera estancia en Alins se acababa, pero ya entonces decidimos que volveríamos para sus fallas.


Saliendo de Alins dirección Ainet de Besan podréis observar, sobrepasando el río por la carretera y a la derecha, el antiguo puente que lo cruzaba. 


Al otro lado, a nuestra izquierda, Carles Castellarnau construyó en 1748 la fragua del Prat de Moles, siendo de aquí la procedencia de la cuña de hierro expuesta en el ayuntamiento, en 1772 una riada dejaría bastante afectada la fragua. Otras aguadas y la construcción de la carretera prácticamente han borrado sus huellas.


Antes de despedirnos de Alins, no sería justo dejar de mencionar las Bordes de Biscatros.

A medio kilómetro saliendo de Alins dirección Ainet, antes de llegar al cruce con el río, encontraremos a la izquierda un desvío que nos conduce hasta esta casa rural de dos habitaciones y cocina totalmente acondicionada.Los muy pocos usuarios que hasta ahora la valoran le dan un 10.

Si buscáis un lugar idílico, solitario y rodeado de naturaleza, ésta es una buena opción.

De sus múltiples posibilidades de senderismo familiar, destaca el espectacular Mirador de Cassós.




Eran las 17: 40  cuando divisamos las primeras casas de nuestro próximo destino: Ainet de Besan, finalizaríamos la ruta visitando Araós (Ruta 6 -IV-)


*       *       *       *       *


El Valle del Hierro y la fragua catalana.


Según parece ya los romanos explotaron tímidamente el hierro de sus montañas en el siglo II/III, aunque los primeros testimonios de hierro forjado en la comarca no aparecen hasta el siglo IX.


Entonces las forjas contaban con un horno de leña y un fuelle con el que avivaban el fuego de forma discontinua, modelando el metal sobre el yunque.


Según dicen fue un herrero de la comarca en el siglo XI, al que se le ocurrió aprovechar la agua canalizada en un salto de tres metros, para transmitir en su caída el aire necesario para la combustión del carbón, naciendo la fragua catalana.


Pero las temperaturas que alcanzaban no superaban el punto de fundición, por lo que la reducción aún era incompleta, produciéndose un acero de baja calidad.


En la “Vall Ferrera” comenzarán a moverse martinetes a final del medievo con la fuerza del agua, lo que les permitirá un incipiente comercio del hierro forjado de gran finura con Francia y la comarcas próximas. 


Pero el gran salto cualitativo y comercial se produciría a mediados del siglo XVII, introduciéndose en la fragua catalana la trompa de agua, elemento tecnológico que imprimirá una extraordinaria mejora en la producción y cualidad del acero.


Esquema de tromba hidráulica en la forja catalana. Wikipedia. Reproducción de The Houserhold Cyclopedia.


Se alcanzaron y mantuvieron los mil grados en la fundición, gracias al flujo de aire constante que creaba la tobera y los pesados martinetes serán capaces de crear estructuras laminadas de gran dureza y finura. Protegiendo del robín externo el interior de la masa mineral se prolongó mucho su durabilidad. El acero de la Vall Ferrera alcanzaría el más alto nivel de Europa.


El hierro producido en la fragua era transportado por mulas y asnos a varios puntos de la comarca: La Pobla de Segur, La Vall de Boí, La Vall de Arán y Francia.


En primavera, cuando el caudal del río lo posibilitaba, bajaban en balsas de troncos el acero hasta Lérida, Tortosa, Sagunto y Tarragona, puerto éste por el que embarcaría desde finales del siglo XVIII hacia América.


A mitad del siglo XIX la Vallferrera contaba con 5 forjas produciendo 360 toneladas anuales de hierro, en las que trabajaban más de 600 personas.


La invención de los altos hornos de Abraham Darby finiquitaron un sistema de producción que dejó de ser rentable. En 1880 la era de la producción del hierro en la Vall Ferrera se acabó para siempre.


El preludio de la crisis ya lo había marcado el agotamiento de las minas del bosque de Virós y de Farrera, provocando la precariedad a la que se vieron abocadas muchas familias y el inicio de un prolongado gran éxodo en el valle, pero al remplazar el carbón por el coque en la producción del acero, se dejó también de deforestar los bosques.


Paseando tan solo por el Bosque de Virós, podremos encontrar el testimonio de más de 900 carboneras, en ellas se convirtió la madera del bosque en carbón durante más de dos siglos. 

Prácticamente abandonado un siglo, gracias al esfuerzo del hombre en repoblarlo y protegerlo (Parc Natural de l’Alt Pirineu), gran parte se ha recuperado, relegando el pasado al recuerdo de sus cicatrices, hoy las rodean una renovada y frondosa naturaleza.




                        *       *       *       *       *