06 mayo 2024

RUTA 15 (II) . PERAMEA. S. Cristòfol. Masías de LLARÀS. Dolmen de la Mosquera. S.Sebastià y S. Roc.

 


En este post ruta 15 (II) descubriremos las masías de Llaràs, el dolmen de la Mosquera, la fuente de Sant Cristòfol y recorreremos tranquilamente la Villa cerrada de Peramea.


Ascendimos desde la entrada norte de Gerri por la calle de les Vinyes (de las viñas), carretera asfaltada que desde la N260 nos conduce hacia el Pla de Corts y su capital histórica.

Eran las 10:50 cuando llegamos a Peramea, teníamos previsto el almuerzo aquí a las 14 horas, por lo que decidimos descubrir antes el dolmen de la Mosquera, situado a un par de Kilómetros en las cercanías de las masías de Llaràs, por lo que sin pausa desde la plaza, dejando la carretera, nos desviamos por la izquierda internándonos hacia el sur por la calle de “les Eres” (las eras).

A poco más de 1 km encontraremos un cruce en el que se ubicaba una instalación ganadera, en este caso ovina. A la derecha el camino de tierra se orienta hacia Peramea, calzada por la que regresaríamos, por lo que ahora continuamos por la izquierda.

En el próximo cruce, cien  metros después, seguimos por la misma mano hasta las Masías de Llaràs, 2’5 Km. las separan de Peramea.

Transitaremos paralelos a dos encinares situados a nuestra derecha, en el primero, más pequeño, se encuentra el dolmen de la Mosquera, aprovechar para descubrir desde la carretera la senda que nos conduce hacia él, ya que pocos minutos después regresaremos para visitarlo.

Las Masías de Llaràs

Joan Coromines presenta tres posibilidades sobre el origen del topónimo, de raíz iberovasca: Larre (prado, dehesa), del románico: Llar (hogar), y el preferido por el filólogo derivado del celta: Laro (lugar llano).

Aunque no llegó nunca a ser más que un conjunto de masías dispersas en el sureste del Pla de Cortts, aparece mencionado el lugar en el año 1070, haciendo referencia al pago de unos diezmos al monasterio de Gerri de la Sal. 

En 1119 se registra la existencia de un ermita románica dedicada a Sant Cebrià, de la que no se vuelve a tener noticias.

También se desconoce la evolución de su población, dado que el censo se realizó junto a los habitantes de Pujol y más tarde de Peramea.

En el año 2000 figuraban dos habitantes, a partir del 2013 y hasta ahora (2024) son 5 los censados, en correspondencia con las dos masías convertidas en apartamentos rurales. 

 

Servicios turísticos


Las dos casas rurales tienen una valoración media de 9,6 (Google-2023) y coinciden también en destacar la excelente atención de los dueños.


Casa la Morera. Casa rural para 6 personas, tres habitaciones, 2 cuartos de baño, terraza con barbacoa, cocina totalmente equipada, huerto ecológico y gallinero, pudiendo adquirir sus huevos recién puestos. 

Lina Ratia es la responsable también del taller textil artesanal Akarona


La Masia de Llaràs, es una interesante oferta ecologista con criterios de proximidad, integrada en el medio que la rodea, aprovecha al máximo sus recursos naturales, entre ellos el sol.

Ofrece alojamiento para un máximo de 10 personas en una rehabilitada “cuadra de las mulas”, situada en el extremo de la era. Cuenta con una cocina totalmente equipada, sala de estar con chimenea, cuatro habitaciones, tres cuartos de baño, sala de juegos, etc.



El suave ondulado del llano está inundado por campos desarbolados, circundados por pequeños encinares y robledos, ofreciendo una imagen agropecuaria activa, no niego que probablemente pequeña si la comparamos con la que mantenían antes del siglo XX, en las que se cultivaban viñas, olivos, legumbres y cereales, hoy son campos de heno y pasturas, pero no deja de ser importante la actividad agropecuaria si valoramos la despoblación de la zona, más cuando la actividad turística la desplazó en gran medida, tal es el caso de las Masías de Llaràs.

Nos entretuvimos en observar hacia suroeste, más allá de Pujol, la mítica “Geganta Adormida” (la gigante dormida). 

La silueta rocosa, formando parte de la estribación sureña de la Sierra de Peracalç, perfila una señora estirada boca arriba, con grandes pechos y tan solo un pie erguido, justo por encima del collado de Peracalç. Su cima más alta es el “Tossal de l’àliga” (1315 m) el pecho izquierdo de la Gigante. Mide 2’5 km. desde la cabeza a los pies.


La leyenda dice que si algún día la comarca se encuentra en peligro se levantará para defenderla, tal hizo contra los sarracenos.


No encontré ninguna leyenda que me aclarara lo que hizo, pero poniendo un poco de imaginación y más tarde observando su situación desde Peracalç, posiblemente la sierra fue una inclinada e importante frontera para el avance del islam, recuerdo que hasta mediados del siglo XVII por ella pasaría el camino de herradura hacia Peramea y Gerri de la Sal.


La Geganta adormida desde Pujol.


Ilustración: Helena Rovira

La espléndida y larga ruta del cinqué llac (quinto lago)en su primera etapa va de Pobla de Segur a Peramea, pasa por Peracalç, cruza la “Geganta Adormida” y explora los megalitos de Mosquera y de les Esplanes antes de llegar a Peramea. 25 km. de dificultad técnica moderada y un desnivel acumulado de 1246 m. Necesitaremos alrededor de 9 horas para recorrerla.


Después del quehacer contemplativo iniciamos el retorno. A mitad camino del segundo y más pequeño encinar, en el interior del bosque de la Mosquera se encuentra el dolmen homónimo.

Dejamos el coche a unos 50 m. de la entrada del bosque. A pie de pista nos orientaba tímidamente una señal hacia el megalito, rodeado de un amplio campo de cultivo.

Megalitos en el Pallars Sobirà


Hasta ahora en nuestra visita por la comarca, sin considerar las posibles cuevas ocupadas en la prehistoria, la única muestra lítica descubierta ha sido el destruido menhir del Port del cantó, recordemos que en su origen el nombre era el “port de la pedra del cantó” (puerto de la piedra del lado), haciendo referencia al monumento lítico.


En el Pla de Corts y la Sierra de Peracalç se encuentran el resto de los megalitos identificados en el Pallars Sobirá, todos son dólmenes.



La zona, paso natural entre el Noguera Pallaresa y el río Flumisell, aún siendo alta la zona disfruta de la temperatura más cálida de la comarca, permitiendo el cultivo casi todo el año. Por lo que parece desde el neolítico sería un espacio propicio para el asentamiento comunal y el desarrollo de la primitiva actividad agropecuaria.

La etimología de la palabra dolmen deviene de Taol maen”, significando “mesa de piedra” en Bretón.

 Con los dólmenes se inician los entierros colectivos y un nuevo modelo de sociedad en el que se desarrolla un sentimiento de pertenencia grupal y un asentamiento territorial más amplio que el producido hasta entonces, limitado al clan familiar.


Los entierros se acompañan con rituales de inhumación y sin aparentes diferencias por estatus, edad o sexo.


La elevación de las grandes piedras, especialmente las que cubrían la cámara, requerían una participación colectiva numerosa y organizada, es decir, contra más grandes eran las rocas, más fuerza expresaba tener el grupo.


Según parece antes y durante, también se utilizaron cuevas y/o huecos naturales para realizar las inhumaciones, posiblemente forma parte de esta categoría el dolmen de Pujol. 


Los dólmenes se erguían con grandes losas clavadas en el suelo en posición vertical, formando una pared o muro, siendo éste cubierto por una o varias losas horizontales.

En la zona encontraremos dos tipos, los dólmenes simples o cabañas líticas  están compuestos por una cámara rectangular o cuadrangular, es el caso de los dólmenes de la Mosquera y de Castelar d’en Pei. 


Los sepulcros de corredordisponían de un pasillo de acceso y de una cámara circular o poligonal. Tanto el pasillo, como la cámara están cubiertos con grandes losas de piedra, es el caso del dolmen de Perauba y el dolmen de Foleda.

También se realizarán en los Pirineos el modelo de galerías cubiertas, en las que no se diferencia entre pasillo y cámara, pero por lo que parece no hay ningún ejemplo en la comarca.


Normalmente la cámara y el pasillo podían estar envueltos por tierra y piedras que lo cubrían y circundaban, formando un colina artificial llamada túmulo. Se distinguirían como marcas funerarias en gran parte de Europa Occidental entre el año 2200 y el 1600 a.n.e. aunque se seguirán utilizando en algunos lugares hasta el siglo XIII a.n.e.


Otro de los monumentos megalíticos europeos será el crómlech. Estaba formado por varias decenas de menhires distribuidos normalmente en círculo (también existen en forma rectangular). Aunque en la comarca del Pallars Sobirà tampoco se han encontrado, existen megalitos de este tipo en el Pirineo central y occidental, en euskera se les llama harrespil, que significa «círculo de piedras». 


En comparación con los encontrados en otras zonas de Europa son de pequeño tamaño, algunos tan solo de tres metros, mientras que se han encontrado muchos alcanzando superando los 15 m.

Al adquirir el lugar un papel ceremonial, se puede decir que estamos hablando de los primeros templos o recintos sagrados.


Mapa parcial de los Pallars y L’Alt Urgell, la franja megalítica prepirinaica. Google Maps


Cerca del dolmen de la Mosquera, se encuentra sobre un pequeño grupo rocoso el dolmen de les esplanes, su acceso es bastante complicado y poco motivante, dado que se encuentra destruido y bajo un manto arbustivo que lo hace difícilmente reconocible.


La nota final del próximo post (Ruta 15 -III-), con una pequeña síntesis, la dedicamos a la evolución de la cultura de los muertos del neolítico a la era del hierro.


El dolmen de la Mosquera


Llamado popularmente la "Cabana de la Mosquera", es un dolmen de cámara simple cuadrangular. Según parece ha sido rehecho para su uso como cabaña rural.


En la actualidad son varias las losas que lo cubren, pero posiblemente en su origen estuvieron unidas.


Este megalito funerario se sitúa en la edad de Bronce, aunque dado su posible traslado de sitio y las modernas reformas han dejado sin testimonios el entorno, por lo que no se pueden identificar fechas de construcción y uso.



Regresamos hacia el coche haciendo un pequeño paseo por el bosque de encinas, aunque algún tronco seco ocupaba el espacio del suelo, estaba limpio de malas hierbas y las encinas acompañadas por algún roble se distanciaban bastante entre sí.


Dada la limpieza del bosque, con un control de hierbajos y arbustos en el sotabosque y la importante presencia de encinas y robles, pensamos que era una zona perfecta para la cría de cerdos. No sé si no supimos verlo, pero no observamos ni una sola granja dedicada a ellos.



Una vez reiniciada la marcha en coche, en pocos minutos volvíamos a estar en el cruce con instalaciones ovinas.

Antes de continuar por el antiguo camino que unía Peramea con Pujol, estacionamos el coche para observar agrupada en el corral la autóctona oveja Pallaresa: la xisqueta


Fuente de Sant Cristófol


A unos 300 m. antes de Peramea encontraremos a la derecha la fuente de Sant Cristòfol, en la que testimonios pétreos corroboran cercana la presencia de la antigua iglesia románica de Sant Cristòfol Vell (viejo) de Peramea, que da nombre a la fuente.


Gran parte de los elementos de la capilla fueron trasladados en el siglo XIlI a la actual parroquia de Peramea en el interior de la villa amurallada, quedando el templo sin uso en el abandono.


Observaremos un muro de poco más de 2 m. de altura con elementos de construcción variados y reutilizados, se puede identificar un sillar bien cortado y pulido dispuesto en perfectas hileras horizontales, junto con otros sin desbastar dispuestos más toscamente en desordenadas filas de piedra irregular. Fijaros en una parte del muro que el tamaño de la piedra decrece según la altura, propio de un muro seco.



Bajo la fuente se puede encontrar un sarcófago de piedra medieval de planta trapezoidal de 2,03 metros de longitud por 0,44 m. en la parte más ancha. El resto de los elementos de la fuente también son medievales, pero pueden ser osarios o bien recipientes de aceite para la iluminación de los templos.


La ausencia de decoraciones hace imprecisa una datación, se presumen de los s. XIII / XIV.


Se han encontrado más restos por los alrededores, desde un amplio cementerio a elementos constructivos que podían haber formado parte de dependencias parroquiales o de una celda monástica.


Reanudamos la marcha hacia Peramea. Cinco minutos después habíamos aparcado en la plaza adjunta a la carretera, por suerte al encontrar cuando llegamos un coche que justo se marchaba. 




PERAMEA


Su nombre proviene del que fuera el asentimiento del castillo, una desnuda peña rocosa a modo de páramo: “Petra media”.

 

Un poco de historia

El castro Pedramei se nombra por primer vez en el año 908 en unas permutas de bienes entre el abad de Gerri de la Sal, Godement y el conde Ramon de Pallars.


En el año 1057, la hermana de la condesa Almodis de Barcelona, Lucía, se casó con el conde Arnau I de Pallars, aportando en la dote varios castillos, entre ellos figura el de Peramea. Se documenta que el conde de Barcelona nombró castlano a un tal Ponç.


En el año 1076 Artal I registra la devolución del castillo al abad de Gerri. En 1250 el castillo, por acuerdos matrimoniales pasa a manos del vizconde Pere de Vilamur.


En 1341 se documenta que el conde Arnau Roger II mantiene en feudo la villa de Peramea, figurando en posesión del rey Pedro IV.


Décadas después forma parte de Blanca de Bellera, pero no durará mucho en sus manos, dado que el rey Juan II ordenó que se le entregara, formando parte de la dote, a la hija del conde Arnau Roger.


Los Marqueses de Cardona mantuvieron el control del castillo desde finales del siglo XV hasta el siglo XVII, momento en que pasa a manos de los Erill hasta finales del siglo XIX, ya por entonces se documenta en total ruina.


En el fogaje de 1553 la villa declara 28 fuegos laicos y tres eclesiásticos, reuniendo alrededor de 160 habitantes.


En 1717 agrupa 150 vecinos. Un siglo después, junto con las casas de El Comte, las Masías de LLaràs y la de Vilanova, se documenta un censo de 21 cabezas de familia, conviviendo 174 almas.


En el amplio territorio se cultivaba, trigo, centeno, cebada, legumbres de todo tipo, olivos, patatas, frutas, uvas, hortalizas, nueces, almendras, y producían aceite y vino. La ganadería era  preferentemente ovina. Disponían de buena caza de conejos, perdices y aves de paso. Contaban con dos molinos harineros. Prensa de aceite y vino. 


La incorporación al siglo XX vendrá determinada una década después por la filoxera, de todas maneras el éxodo más importante se produjo en la década de los 70.


En 1981 se había reducido la población a 80 habitantes, incorporándose a este siglo 76 vecinos. En 2010 reúne 82 almas. Con un tímido ascenso en 2023 alcanzan los 88 censados.


La Fiesta Mayor se celebra la primera semana de julio.


Feria de ganado de julio.


El 28 de Diciembre se celebran “els Martisants”



Estábamos en el espacio plano que a modo de plaza, adlátere a la carretera que divide el pueblo, presenta varios elementos importantes de su historia: el abrevadero, el comunal fregadero (toll), una fuente y el tronco talado de un monumental olmo. 


Al otro lado de la carretera, a la izquierda, está el Restaurante/bar l’Olm. Nos acercamos para refrescarnos, el día era bastante caluroso, y de paso confirmamos la reserva realizada el día anterior.


Después del refrescante paréntesis volvimos a ascender hacia la plaza del “Toll”, de golpe nos dimos cuenta que el gato que habíamos acariciado minutos antes tomando el refrigerio, nos acompañaba. Se mantuvo alrededor nuestro, mientras intentábamos contar el registro de años que alcanzó el vetusto Olmo. 


Nos acompañó por encima del abrevadero hasta el amplio lavadero comunal, llamado aquí  “lo toll”. Muy elegante su enrejado bajo la amplia cubierta parcial a una vertiente revestida de teja árabe.


Ascendimos por encima del lavadero a una amplia plaza presidida por una fuente dedicada a la Virgen de Montserrat, con las características piñas coronando la corriente de agua canalizada, singularidad de las que hablamos al final de la anterior ruta desde Alboró.

Delante se encuentra la antigua entrada sur de la villa cerrada, El portal, en su día bajo una torre de defensa fortificada, hoy Casa Miquel.



La “Vila Closa” 

 

Peramea era una villa cerrada, es decir, las fachadas traseras de las casas ejercían la función de muralla, por lo que originariamente el recito cerraba sus dos únicas puertas de entrada. 


Si os fijáis en el paseo por el exterior de la Villa, las edificaciones que muestran ventanas o puertas son de construcción más moderna. 


Todo el conjunto ha sido declarado Bien Cultural de Interés Nacional.


 

Se estructura la villa cerrada en un rectángulo divido por dos calles paralelas de norte a sur.


En el extremo norte confluyen la calle Mayor y la calle de “Sant Cristòfol o dels Arcs”, de 120 m y 130 m. respectivamente, desde las que se accede a todas las casas que, a cada lado de las murallas y hacia el interior del pueblo, abren sus puertas bajo estrechos pórticos


Una bella singularidad de coherencia geológica con otros pueblos del Pla de Corts, es la sillería rosácea y el mortero de cal rojo pálido que le acompaña, todo ello en armonía con el rojo intenso de su teja árabe.


Aunque en muchas fachadas se nota que ha sido renovada la piedra, felicito el esfuerzo por continuar haciendo sonrojar las fachadas del pueblo, aunque algunas se dispongan hoy falsamente sobre el tocho.


Pocos ejemplos quedan de balcones con barandilla de madera, sustituidas por el hierro forman parte de la vivienda tipo desde hace siglos, pero aún apreciamos la madera decorando algunos aleros.


Las  rectangulares ventanas y puertas adinteladas también remplazaron las doveladas con arco de medio punto, pero aún así se mantienen bastantes, la mayor parte modernamente restauradas.


Nos introdujimos por el Portal para ascender por la calle Mayor, a nuestra izquierda se encuentra la Casa Parramón, con fundamentos del siglo XV e importantes reformas en el siglo XVIII y principios del XX,  mantiene parte de la que fue la principal bodega del pueblo. En la actualidad es una reputada casa de turismo rural de la que después hablamos.



Creo, al menos así lo apreciamos, que los reformados y variados arcos de medio punto, unos ligeramente rebajados y otros apuntados en porches, ventanas, puertas y terrazas, convierten a Peramea en el pueblo con más arcos de la comarca, produciéndose en el paseo por su interior, el trasladarnos a un tiempo remoto, quizás relativamente próximo en un sentido, pero palpitando la milenaria herencia rural en otro.


Delante, en la hilera central de casas, fijaros en el singular porche (s. XVIII) de la Casa Casal.



Se crean varios espacios vacíos a modo de plazas en la hilera central de casas, según parece hasta mediados del siglo pasado estuvieron ocupadas por edificaciones.



El paseo por el pueblo no tiene desperdicio, por lo que hacerlo en pausada marcha, disfrutar de sus preciosos detalles evocando tiempos pasados.



Títulos nobiliarios, escudos, fechas o ilustres apellidos se cincelan en puertas y muros, algunos pronto desaparecerán, es el caso de un bello arco de medio punto rodeado por sus espectaculares dovelas que hoy da entrada a un espacio vacío. Tapiadas o no sus puertas aún se observa la grandeza de las casas pairales que se reunían en el pueblo.




Continuamos ascendiendo, disfrutando de los bellos rincones que se creaban, las arcadas de piedra continuaban siendo las protagonistas.



Llegamos al punto de unión de las dos calles. Antes de continuar por la calle Sant Cristòfol hacia el sur, ascendimos por escaleras hasta el límite norte de la villa. 



Nos situamos junto a la roca que da nombre al pueblo y sobre la que se asentó el castillo desde el siglo XI.


Se puede acceder a la cumbre del páramo rocoso, traspasando la verja y descendiendo unos pocos metros para volver a subir, no sin cierta complejidad por una estrecha senda, por la que se llega a las ruinas de la fortaleza.


Castillo de Peramea


Del castillo actualmente no queda casi nada, sus piedras fueron aprovechadas por los vecinos para reparar y/o ampliar sus casas.


La fortaleza se erguía sobre la roca distribuida en dos terrazas. La superior tenía planta trapezoidal, con un muro perimetral de poco más de medio metro de ancho y del que se pueden observar fragmentos en la zona sur y oeste. Hacia el norte y en el recinto inferior encontramos restos del muro de cierre.



San Cristòfol de Peramea


Frente a la roca, parapetando el extremo norte de la villa cerrada, se encuentra la iglesia de Sant Cristòfol. De su origen románico nada queda, ya que sería totalmente reconstruida en época barroca (s. XVIII) y remodelada a principios del siglo XX.


La referencia histórica más antigua es del año 969 en el documento conocido como “fals IX de Gerri” que con dudosa confirmación vincula la iglesia de Peramea al monasterio.


Inicialmente bajo la titularidad de Sant Joan de Peramea, parece ser una de las parroquias donadas por el conde del Pallars Sobirà en el siglo XI al monasterio de Gerri de la Sal, pero también se carece de acreditación fiable.


En 1137 se registra que los condes Artau III i Agnès restituyen al monasterio de Gerri la parroquia de Peramea que su abuelo, el excomulgado conde Artau I, le había arrebatado por la fuerza.


Sería confirmada la dependencia al monasterio de Gerri de las dos iglesias de Peramea (Sant Joan y Sant Cristòfol) en la bula papal de Alexandre III (1164).


En 1398 los propios vecinos de Peramea deciden ampliar la iglesia de Sant Joan, trasladando a ella las reliquias, objetos y adornos de la entonces iglesia de Sant Cristòfol, la que comenzaba a estar en declive dada la distancia con el pueblo (300 m).


Desconozco las razones, pero no tan solo se nutre de sus bienes, sino que también lo haría de su advocación, modificando la titularidad hasta entonces dedicada a Sant Joan por la de Sant Cristòfol. 


Ya hablamos desde Vallferrera de este santo inexistente, muy venerando aún y mucho más entonces, a pesar de reconocer la propia iglesia católica que no es más que un mito santificado, mezcla de gigante, Hércules y el barquero Caronte.


En 1427, las parroquias de Peramea, Pujol, Vilanova, Montcortès i Bretui fueron excomulgadas y denunciadas por el abad de Gerri, ya que el  conde de Pallars por orden del rey embargó gran parte de las parroquias y posesiones monacales de Gerri.


El litigio, con otras excomuniones por el medio, no se resolverá hasta 1457, reconociéndose los derechos sobre las parroquias del abad de Gerri: Pere Vera. 


En 1904, Sant Cristòfol de Peramea tenía como sufragánea a la iglesia del Comte. Actualmente es sufragánea de Santa Maria de Gerri de la Sal. 


Iglesia levantada a finales del siglo XIII, se supone sobre una primera ermita del siglo XI/XII. Es de estilo gótico primitivo y rústico, singularizada por su sencillez. Sería rehecha en el barroco y a principios del siglo XX. 


Es un templo de una sola nave cubierta con una bóveda de cañón algo apuntada sobre tres finos arcos torales con capillas laterales.


La fachada orientada a poniente contiene la puerta principal de entrada, un portal de piedra gris con arco de medio punto circundado por una moldura doble en el arco y simple en el resto.


El dovelado pentagonal irregular se conforma dentro de un marco cuadricular con pulida y bien cortada sillería de color gris, con una imposta en el arranque del arco y encima a modo de pequeño alero. En la clave se graba algo, pero no supe descifrarlo.


En lo alto, sobre una lámpara, aparece un óculo atrompetado bajo la cornisa angular irregular revestida de teja árabe.



Se levanta en el ángulo suroeste del templo, sobre una pequeña puerta de arco de medio punto, el campanario gótico de planta octagonal regular. Se abren cuatro vanos con arco de medio punto ligeramente rebajados mostrando las campanas. 


Está coronado por una azotea octogonal en cuya base figura una sencilla moldura y unas rústicas gárgolas en cada ángulo. Tiene una leve inclinación que está debidamente controlada.


 


Sus muros presentan paramentos de mampostería (pequeñas piezas sin desbastar) y algunas picadas torpemente a modo de sillares pequeños de un material algo rojizo, rústicos sillares irregulares de piedra algo más clara se muestran en las esquineras. Unas sencillas molduras se encuentran sobre y debajo de las ventanas.


Se accede a la celda del campanario, por una estrecha escalera de caracol que gira alrededor de un ojo circular protegido por un tabique cilíndrico.


Esta iglesia tiene un sagrado segundo patronaje, el de los “Sants Inocents o Martisants” (Santos inocentes o mártires Santos). Se tiene documentada desde finales del siglo XV su ferviente advocación. 


En la primera capilla entrando a la izquierda, una llave abre un armario escondido detrás de una cortina, en el que se encuentra una arqueta de madera con dos cerraduras, asegurando siempre ser dos personas las que lo abran.


Acción que se repite cada año a las 12 del mediodía el 28 de diciembre, momento mágico en el que los vecinos cantarán los gozos (goigs en catalán),  disponiendo de la única hora al año para venerar las reliquias óseas, tres calaveras y un torso, que según la tradición son los restos de dos niños y una mujer joven asesinados por orden del rey Herodes, al enterarse éste del nacimiento del “rey de reyes”.


La leyenda oficial en Peramea (habiendo otras) es que fueron traídos por el conde del Pallars después de volver de las cruzadas, se donaron a Peracalç y este pueblo se las vendió (cambió) a Peramea. La primera noticia escrita de su advocación es de finales del siglo XV.


Dada las diferentes leyendas sobre estos restos óseos, algunas contradictorias, le dedicamos la nota final de este post y comentamos la relación de su conmemoración con las tradicionales inocentadas.


Els Martisants de Peramea. Web. El misteri dels Martisants. Foto. Jordi Borràs Abelló. 

En otra capilla se expone sobre un altar una talla policromada de madera de la “Mare de Déu del Remei”del siglo XII.


Es una talla de 64 cm de altura que representa a la Virgen con el Niño sentado sobre la rodilla izquierda.


Algunos elementos en la tipología de los personajes permiten datarla del románico tardío. En época barroca se le añadieron las coronas. La moderna restauración de su policromía, según indican técnicos ha sido bastante chapucera.


Durante la guerra civil, las reliquias, junto con otras imágenes, fueron escondidas para su salvaguarda por el vecindario. 


 


Otros elementos destacables del templo son la rústica pica bautismal gótica y en el presbiterio se encuentra el féretro de Antonio de Gudel y de Piniesel, último abad del monasterio de Gerri desde 1826 hasta 1835, fecha de la exclaustración del cenobio por la desamortización de MendizábalContinuó oficiando en Peramea hasta su muerte.


Al salir del templo nos entretuvimos unos minutos frente al panorama norteño circundado por escarpadas cumbres rocosas, identificándose debajo y relativamente alejado en el extremo de un amplio llano, el cementerio. 



Descendimos, ahora sí, por la calle Sant Cristòfol, también llamada popularmente “dels Arcs” (de los arcos).


Volvimos a encontrarnos con hermosos espacios, en los que contrastaban el rojo pálido de sus muros con el verde arbustivo de sus rincones ajardinados. 



A los pocos metros hacia el sur , a la izquierda encontraremos el segundo acceso fortificado a la villa, se trata “del portalet”. Entrada con arco de medio punto y bóveda de cañón que perteneció a otra de las torres de entrada, conservando en su interior las troneras. 


Delante, siguiendo la tradición, se encuentra la fuente homónima modernamente restaurada y el abrevadero.


Por ella se accede a la parte alta de la calle Valls, poco más arriba se inicia el antiguo camino de herradura que desciende a Gerri de la Sal.


Delante nuestro se descubría algo muy habitual fuera de murallas: una amplia era, en ese momento ocupada por dos hermosos equinos.



En el límite norte del llano se agrupan dos conjuntos de edificaciones comunes fuera murallas: la era, el corral y el pajar. 

Una es “l’era de Sastre” y la otra l’era d’Ortega”, las dos comunicadas con sendas antiguas eras a cada lado.


En este último lugar se encuentra El Vent del Port”, una asociación orgullosa de su pueblo que a modo de oficina de turismo os ofrece una amplia información del lugar, cultural, geográfica e histórica.


Organizan visitas guiadas por el pueblo con reserva previa en verano y alguna fiesta señalada durante el año, mostrando los rasgos característicos de su herencia medieval. Un didáctico y exquisito paseo familiar de poco más de una hora para conocer la vida en el Pallars Sobirà no hace mucho más de medio siglo.



Durante el recorrido se identifican las nobles edificaciones, las calles porticadas, la iglesia, la cárcel, la herrería, etc. y se visitan casas particulares para descubrir un antiguo horno de pan, una almazara (molino de aceite), una bodega, graneros, pajares y la Era de Ortega, sede de la asiciación, en la que sdescubren los antiguos oficios domésticos y artesanales en una economía de subsistencia.


Este edificio está compuesto básicamente por una planta baja, a la que se accede por un porche en el que se exponen los utensilios agropecuarios, artesanales y domésticos de la casa. 

La primera planta era propiamente la vivienda, con el comedor/cocina y un par de habitaciones. En las buhardillas se almacenaban los productos agrícolas.



Tuvimos la suerte de poder ver la casa e informarnos de lo que os detallo, pero sin duda vale la pena reservar la visita al pueblo, que en principio y hasta ahora se puede hacer a las 11 h. de la mañana en verano y en algunas fechas señaladas durante el resto del año, pero siempre con reserva previa.


Al salir de la casa museo continuamos ascendiendo hasta el extremo norte fuera de murallas, desde allí obtendríamos una buena fotografía lateral la Iglesia y nos aproximamos al cementerio, incluso ascendimos un poco por detrás, para apreciar mejor el barranco de Ancs. Recordamos que unas horas antes estábamos al otro lado del valle.


Una grata extrañeza aumentaba cada vez que veíamos al gato por delante nuestro dirigiendo nuestros pasos. Había esperado paciente nuestra salida de la casa-museo y cuando lo hicimos se me acercó fregándose su cuerpo con mi pierna, parecía reclamar las caricias en compensación por la espera.


Ahora parecía tener prisa por volver, ya que no nos acompañó al cementerio, pero nos lo volvimos a encontrar en el portalet, bajo su sombra nos esperaba, entendimos que evitaba exponerse al sol directamente.


 


Descendimos de nuevo por la calle de Sant Cristófol, posiblemente la zona más extensa del pueblo que se conserva porticada. 



En esta calle se encuentra Artetu, un taller artesanal con más de veinte años de experiencia  fabricando con cueros de alta calidad : carteras, monederos, cinturones, monturas, correas, collares, etc. 

Un oficio prácticamente perdido ofertando una excelente producción limitada y exclusiva. La valoración en Google es de 9,4. (2024).




Antes de salir del recinto amurallado observamos como nuestro compañero de viaje maulló (a modo de despedida) antes de incorporarse a su casa, curiosamente su felpudo nos saludaba en italiano.



Salimos de nuevo a la plaza del “toll”, 

faltaban 20 minutos para las dos, por lo que pasando por el lado del restaurante nos detuvimos a los pocos metros, al otro lado de la calle de “les eres” se levanta una pequeña ermita.


Ermita Sant Sebastià y Sant Roc


Situada unos pocos metros más abajo del bar L’0lm,  al otro lado de la calle de “les Eres” se encuentra esta pequeña ermita del siglo XVIII, agrupada hoy a la parroquia de Sant Feliu de Sort.


Es un templo de una sola nave con tejado a una vertiente, revestido de teja àrabe. Cuenta con una humilde espadaña con cubierta a dos aguas por teja y luciendo una pequeña campana en un vano con arco rebajado.


En la fachada frontal se abre un amplio portalón cuadrangular, limitando una verja el acceso a su interior.



El santo asociado a la peste en el bajo medievo fueSant Sebastià,  pero a partir de finales del siglo XIV adquiriría mayor protagonismo Sant Roc (San Roque), dada las terribles pandemias de peste negra que azotaron Europa. Por ello sería habitual encontrar los dos santos en el barroco.


En su interior, por delante de las imágenes de los santos y sobre una moderna estructura de metal se expone la medieval Cruz de término de Pujol.


Hemos ido encontrando por la comarca varios ejemplos de cruces de término o humilladeros (Creu de terme, de peiró o de pedró en catalán) de diferentes épocas: románico tardío, gótico, barroco, renacimiento… pero posiblemente de las cruces de término “in situ” o en sus proximidades ésta es la más antigua de la comarca. Sus exageradas manos, la ausencia de círculo y su tosco cincelado conducen a determinarla una rústica obra del siglo XII.


El mástil o pie sobre el que se levantaba en la entrada del pueblo de Pujol, se documenta de 1662, desconozco su paradero actual ya que no figura el haber sido destruido. También desconozco las razones y la fecha del traslado de la Cruz a la ermita. 


Cuando se habla de las cruces de término, se hace referencia a cruces de piedra, lo que nos conduce en su herencia a recordar el culto ancestral a las piedras, la litolatria



El cristianismo en un principio fue una actualización de las creencias ancestrales, no pretende romper con ellas, por ello la necesidad de “marcar” el territorio y expresar la identidad grupal en su ocupación, tal como explicamos en el dolmen, continúa expresándose con la cruz de término, pero en este caso la identidad del grupo es espiritual y está unida a otros grupos sin predominio del patrón étnico.


La cruz en su simbolismo está unida a la muerte y resurrección de Jesucristo, a través de la cual la humanidad consigue redimir sus pecados. El brazo vertical representa el cielo/Dios y la horizontal, la tierra/ hombre.


Su carácter funcional en un cruce de caminos, en la salida o la llegada de un pueblo, nos orienta para evitar “desviarse del buen camino”. 


En el carácter metafísico se convierte en un amuleto, un protector espiritual garantizado por los dos personajes cincelados victoriosos frente a la oscuridad y las tinieblas, a los que entrando o saliendo del lugar se remitían rogando su protección.


Continuamos internándonos por la calle de “les eres”, alrededor de un amplio cercado para los animales se distribuían a su alrededor las antiguas eras fuera de murallas, pero protegidas por la torre dels colomers. En lo alto de la pequeña colina se elevan los pocos restos de esta torre medieval.


La Torre dels colomers


Sin noticias documentales de ella, se supone que era una torre de vigilancia (s. XII) asociada a la fortaleza. Dado su nombre es posible que posteriormente se convirtiera en palomar.


Es una construcción circular, con un diámetro interior de unos cuatro metros. El grueso de sus muros es de casi dos metros. La gran anchura de estos muros hace pensar que se trataba de una torre bastante alta. En la actualidad el punto más elevado no supera los cuatro metros.



En el lado sur se encuentra adosada una estructura redondeada, se supone añadida en época moderna pero sin dar explicación a su función. 


Desde ella se tiene una espléndida vista del pueblo de Peramea, se controla prácticamente todo el Pla de Corts, la Sierra de Perecalç y parte del Valle de Ancs.



Servicios turísticos

Restaurante
Bar L’0lm. Espléndido bar/restaurante que junto a un exquisito y singular plato del día se le añade al menú una excelente tabla de quesos y embutidos, ensaladas, hamburguesa caramelizada, croquetas…, por no hablar de sus estupendos postres caseros. Muy buena relación calidad/precio y un atento servicio. La valoración media es de 9,2  (Google sobre 10 /2024)
No es muy grande y el único restaurante del Pla de Corts, si se le suma su buen nivel gastronómico se hace imprescindible la reserva.

Hospedaje

El alojamiento en Peramea lo monopoliza la antigua casa Parramón, ofreciéndonos tres modernos apartamentos rurales en la era, la remodelación del antiguo pajar o la moderna restauración de la vetusta y amplia casona (450 m). La valoración media del conjunto es de 9,2 (Google).


Casa Parramón. Esta casa, con fundamentos del siglo XV, conserva la esencia rural y mantiene parte de antigua bodega, pero modernamente restaurada ofrece 6 habitaciones para un máximo de 14 personas, todas con cuarto de baño. Cocina totalmente habilitada, terraza con barbacoa, etc.


La Era Parramón. Son tres apartamentos: El vedat, la Verneda y l’Hortet.

Preparados cada uno para 4 personas, dos habitaciones, 1 cuarto de baño, sala de estar, cocina totalmente equipada, comparten los tres apartamentos un patio común con barbacoa, lavadora, secadora


Lo Paller de Parramón

Para un máximo de 4/6 personas, cuenta con tres habitaciones, dos cuartos de baño, una sala de estar con billar, cocina totalmente equipada, etc…




Senderismo desde Peramea


 Mirador de la Mina Solita  


La mina es una antigua explotación minera de cobalto, que tuvo una gran importancia por sus magníficos ejemplares extraídos de calcita y aragonita cobaltífera en forma de coral, con agregados de ónice intensamente coloreados de rosa y verde.


Unas formaciones extraordinarias en el mundo e inéditas en la península, muchos de sus ejemplares lucen en museos de geología del país y del extranjero.


La mina costaba de diversos niveles con dos entradas situadas en el norte. Gran parte de las galerías se encuentran actualmente hundidas, por ello un letrero en la puerta nos indica la prohibición de visitar su interior, pero podréis disfrutar del entorno y de las magníficas vistas sobre el valle del río Ancs.


Una mágica ruta familiar de ida u vuelta es la de Peramea a Balestui por el bosque encantado 6,5 km. de desnivel positivo que en hora y media podréis recorrer.

Nada más salir de Peramea hacia Cosrtcastell se encuentra el camino hacia Balestui, no tardaréis en adentraros en un bosque digno de un cuento de hadas. El musgo no tan solo invade la piedra, también viste los árboles y comparte el sotobosque con hiedras y arbustos entre encinas, robles, hayas…. un autentico bosque encantado, por el que no os arrepentiréis de ir y volver por el mismo camino.


Interesante ruta circular agroforestal de Rutes Pirineus, llamada la “Geganta adormida”, aunque no se acceden a sus cumbres recorre la parte oriental de su falda, haciendo un paseo por el Pla de Corts : Peramea-Bretui-Montcortés-lago-Cortcastell-Pujol-dólmenes…15 km, con una dificultad técnica notable, desnivel acumulado 486 m y necesitando alrededor de 4 horas de marcha.


Desde Peramea a Beranui, es la segunda etapa del cinqué Llac. 16 Km. que podéis recorrer en 4 horas, con una dificultad técnica moderada y 794 m. de desnivel positivo.  


Dado que desde Peramea hay muchas rutas senderistas próximas: Collegats, Gerri- Vall de la Noguera Pallaresa, la de Vall de Ancs, Vall fosca, etc

En este sentido os dejo esta amplia propuesta de Wikiloc.



Después de almorzar iniciamos la marcha hacia Peracalç, la sierra homónima, los megalitos y las alturas de la zona: El Tossal de l’àliga y el de Sant Aventí, visitaremos el dolmen de Perauba y el de Fontanelles, finalizando el post en el pueblo de Mentui, Ruta 15 (III).



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Los “Martisants” de Peramea


La primera leyenda improbable se traza sobre la anunciada matanza de Herodes, ya que tan solo se hace referencia a ello por la huida de José a Egipto, pero sin describir nadie los sangrientos acontecimientos, la primera mención escrita a ellos se produce en el siglo VI. Por lo que parece también presenta una cronología que hace imposible que fuera Herodes, igual que tampoco es posible el haber sido centenares los niños menores de dos años degollados, como mucho podrían haber sido una veintena.


Según la tradición las reliquias fueron descubiertas en Tierra Santa por el conde de Pallars, al regresar de las cruzadas se las entregó para su culto al pueblo de Peracalç. Otros dicen que fue un caballero de la orden de San Juan o Hospitalarios quién las trajo, otros, aportando mayor misterio al acontecimiento, sugieren que fueron templarios sus portadores.


Desmontando todas ellas se dice que fueron descubiertos los huesos bajo tierra por un granjero, al ver que su toro (de la casa Baro) cada día rascaba con insistencia el suelo al llegar a un pequeño repecho en la colina de Sant Aventí.


Buscando fusionar, al menos en parte, estas leyendas, se determinó que fueron traídos los huesos sagrados varios siglos antes por una peregrinación a Tierra Santa, siendo enterrados en Sant Aventí para evitar que cayeran en manos sarracenas.


El cómo pasaron de la parroquia de Peracalç a la de Peramea, conforma otro grupo de leyendas.


Según parece era costumbre en momentos de sequía que las reliquias fueran sumergidas en el lago de Montcortés en reclamo de lluvia.


Pep Coll en su libro: “Guia dels indrets mítics i llegendaris del Pallars Sobirà”, cuenta que

en un año de sequía ambos pueblos se reunieron en el lago para rogar que lloviera. Tras rezar y humedecer las reliquias los vecinos se quedaron a comer junto al estanque.


Los habitantes de Peracalç carecían de vinagre para aliñar la lechuga, lamentándose uno de ellos en voz alta: "Quién sabe qué daría por un porrón de vinagre".

Los vecinos de Peramea lo escucharon y les ofrecieron un porrón de vinagre a cambio de las reliquias. Y así lo hicieron sin pensárselo mucho.


Naciendo el dicho burlón de: Mártires Santos de Peramea, / Cuerpos Santos de Peracalç/ por un porrón de vinagre/ os vendisteis los “Martisants”.


Recordemos que Peramea contaba con olivos y viñas, por lo que se dice que no tan solo fue un porrón de vinagre, sino también consiguieron aceite, pero sobre todo representó un ahorro, ya que cada día se tenía que mantener encendida la llama en honor a las sagradas reliquias, lo que resultaba un importante dispendio en aceite.


Pero según algunos todo fue una buena inocentada hacia los que hoy se burlan de ellos, ya que sabían que los restos óseos no tenían nada de sagrados ni de orientales.


Si hay algo de verdad en el encuentro del toro (aunque posiblemente el animal no sea más que ese símbolo repetitivo de fuerza divina que hemos ido encontrado en la comarca en varios encuentros marianos), tal indican algunos y como veremos en el post siguiente, puede ser que tengan bastante valor estos huesos por su antigüedad neolítica, pero carente de toda santidad oficial.


Un análisi con C14 podría dirimir el enigma, pero creo que a nadie le interesa hacerlo ¿verdad? 


Las inocentadas y el día los Santos inocentes


Se ha querido relacionar las inocentadas con los engaños que hicieron los padres para salvar a sus hijos de los verdugos de Herodes. Pero su razón poco tiene que ver con la inocencia infantil de estos proto-mártires de la cristiandad.


Sus orígenes parecen provenir de las fiestas paganas romanas dedicadas a Saturno: las saturnales, de las que también derivarán los carnavales.


En estas fiestas se tenía la costumbre de ocultar una haba dentro de un pastel. En la línea festiva de invertir los roles sociales, el que encontraba el haba dentro del pastel era nombrado “Rey” por un día, simbolizando suerte, prosperidad y la revelación de lo divino,  por lo que el catolicismo lo asoció con la Epifanía, así ha llegado hasta nuestros días el roscón de reyes. 

Aunque al menos en el caso de Cataluña, al que le sale la haba paga el roscón y al que le sale la figura del rey se le corona.


En la Edad Media, se instauró la celebración de la Fiesta de los Locos, en un principio en Francia serían los clérigos, diáconos y sacerdotes los que se disfrazaban, bailaban y cantaban. Mientras un niño representaba cumplir las funciones religiosas.


Al ser prohibidas por las autoridades tales comportamientos religiosos, serían los vecinos los que tomaron el testigo, haciéndose protagonistas de la diversión hacían bromas en un ambiente en que se relajaban las normas sociales y el pueblo se involucraba en comportamientos extravagantes, cómicos, sensuales y satíricos.


Según parece está actitud lúdica se fusionó con el fervor cristiano de los Santos inocentes, transformándose en la costumbre de hacer bromas (inocentadas) el 28 de diciembre. Realmente es una paradoja un poco macabra.


En el mundo anglosajón se celebra algo parecido el 1 de Abril, el “April Fools’ Day”.




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